Tenía que llegar a la universidad cuanto antes, así que salí de allí, lo más rápido posible. Me lancé por la ventana y corrí a toda velocidad. Llevaba todo por delante, y hasta las ramas de los árboles, querían detenerme, arañando mi piel.
Cuando estuve a mitad de camino, me encontré con unos dãkaros horribles. Eran enormes monstruos, no podía irme y dejarlos ahí. Podían salir a la ciudad, y ese sería un problema. Por ende, me apresuré a atacarlos. Tomé suficiente impulso hacia arriba, luego, los ataqué en picada, con toda mi fuerza. Este tipo de seres, carecen de inteligencia, además, ya estaba capacitada para momentos como esos. No fue difícil deshacerme de ellos; No era la primera vez que debía hacerlo.
Lo que si sé, es que perdí mucho tiempo, y destruí sin querer algunos árboles; todo quedó envuelto en un humo rojo. Después, proseguí mi camino.
Al llegar a la universidad, me di cuenta de que aún las estudiantes no habían entrado a clases. En la puerta del salón, me encontré con Matzuki y con Yume.
—¿Dónde andabas, Zoe? ¿Por qué llegas tan tarde —me preguntó Matzuki.
—Es que, en el camino... Me encontré con unos enormes dãkaros, y tuve que exterminarlos ¿Por qué están todas afuera?
—Buenos días, Zoe. La maestra llegará tarde, está en la oficina de la directora, en una reunión —dijo Yume.
—¿Reunión? ¿Estará pasando algo importante?
—Importante... Sí, claro, ¿cómo no? Lo más probable es que estén hablando de todo el mundo y tomando licor, hasta hartarse.
—Matzuki.... Pero, ¿qué cosas dices?
—Pero, si es cierto, son unas viejas chismosas; no saben hacer otra cosa. Un wisky hecho hace más de trescientos años y por hombres
—Ambas reían mucho de eso—. A lo mejor, también están jugando cartas y por eso, tardan tanto —Seguían burlando.
—Miren, ahí viene —les dije.
—Entremos, de prisa —dijo Matzuki, mientras entraba al aula.
De inmediato, la profesora nos indicó sacar nuestras cajas de estudio, y que insertáramos la tarjeta de historia.
—Ingresen el siguiente código a sus cajas de estudio: 1Y57/300/año2025
Copien a su tarjeta, todo. Absolutamente toda la información que aparezca. Por favor, deben leerla y memorizarla para mañana.
Al hacer lo que ella dijo... Mi caja de estudio, proyectó una imagen, y con asombro vi, que era el hombre de aquella foto en la pared, que observé en la casa de Yuka.
<<¿Eh? Acaso... ¿Acaso es la misma persona?>> —Recordé lo que me aconsejó Matsuki... y empecé a repetirmelo en silencio, a mi misma. <
De pronto, miré hacia el asiento en el que ella se sentaba. Estaba vacío, me sentí culpable de alguna manera. Pero volví a pensarlo, una y otra vez:
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Seguí leyendo, y pude observar los datos del sujeto. Su nombre era:
Dr. Yeo Kawa.
<<¿Qué? No lo entiendo... Ahora no encaja nada de lo que me dijo Yuka; No lo entiendo.>>
—¡No lo entiendo! —grité, saliendo de mis pensamientos, a la realidad, y poniéndome de pie, de golpe.
Todas quedaron asombradas, viéndome.
—Señorita Zoe, ¿tiene algún problema con la clase? —Preguntó la profesora.
—No... Lo siento, señora Kawai
—Volví a tomar asiento, y traté de calmarme.
Ella siguió explicando, y yo escuchaba muy borroso todo lo que decía. No dejaba de pensar en Yuka o mejor dicho, Yeo. Ahora comprendía menos lo que estaba pasando.
Una vez terminada la clase, nos quedamos afuera un rato, antes de irnos a nuestras respectivas casas.
—Zoe, ¿que fue todo eso?
—¿A qué te refieres, Matzuki?
—Gritabas como loca durante la clase.
Hablabas de Yuka... ¿Acaso no es la tonta esa que te golpeó ayer? ¿Volviste a hablar con ella?
—No le digas así. En verdad sí, volví a verlo.
—¿A verlo? —preguntaron ambas al mismo tiempo.
—A verla... Es que me equivoqué
—Me puse muy nerviosa.
—¿Y qué te dijo?
—No seas tan preguntona, Yume.
—En realidad, nada importante, así que no se preocupen.
Matzuki se encogió de hombros, y Yume, sólo sonrió.
—Oigan, ¿por qué mejor nos quedamos a dormir juntas? Y así será más fácil hacer el trabajo de historia.
No tendremos que estudiar tanto si cada una se aprende una parte, ¿no lo creen?
—Matzuki, amiga mía... Uy, que buena idea. Es increíble; claro que sí ¿Tú que opinas Zoe? ¿Zoe?
—¿Zoe? ¿Adónde se fue? ¡Zoe!
Las escuchaba llamarme, mientras me iba, a toda velocidad, sobre volando los techos de las casas.
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Entonces, me dirigí a la casa de Yeo. Quería que me diera una verdadera explicación, sentía que me había mentido. Necesitaba comprender, aunque, no era mi problema lo que le pasara en ese momento, pero era una información, que pensaba me sería útil, algún día.
Al llegar, lo enfrenté. Él estaba afuera, mirando el lago.
—Nada de lo que me dijiste encaja.
—¿Otra vez tú aquí? —dijo, volteándose.
—Dime la verdad. Dijiste que eras sobreviviente al virus x... Pero, eso no puede ser verdad, ya que sucedió, hace más de trescientos años. Esta mañana, en la clase de historia, descubrí que, quién dices que es tu padre, en realidad fue un importante científico que trabajó para la élite de Kadem. Murió, intentando buscar una cura.
—Así es. Ese era mi padre. Y no lo mató el virus. Fue la gran reina, quien mandó a asesinarlo.
—Entiendo... ¿Y cómo es que sigues con vida, después de tanto tiempo?
—Es parte de todo lo que aun no entiendo.
—¿Cómo sé que dices la verdad?
—¡Deja ya de cuestionarme! Hay muchas cosas que aún no comprendo. Llevo cosas dentro de mí, que quisiera olvidar. Cosas que aún duelen cuando las recuerdo. No es justo. ¿Crees que es divertido? ¿Crees que es divertido? ¡No lo es! —su voz temblaba y sus azules ojos, quebraron en llanto.
Cayó al suelo, y fui hacia él y lo abracé. Se sentía tan cálido. Nos quedamos un buen rato, de esa manera.
—Tranquilo, Yeo. Todo vas a estar bien.
—No lo estará; Soy el único hombre que queda y ¡estoy todo deforme!
—No digas eso... Juntos hallaremos la solución. Mira, también vine a mostrarte esto. Es mi caja de estudio, es como los libros antiguos, pero sin páginas. Sólo insertas una tarjeta con cualquier información, y ya está, ¿lo ves? Todos los días la traeré, si es que quieres. Me siento culpable porque te expulsaron. Dijiste que no me acercara y no te hice caso. Podrás estudiar desde aquí, si yo te traigo las clases.
—Eso, me parece excelente —dijo, sonriendo entre lágrimas— Ya que la mía, tuve que regresarla a la universidad.
—Pero tienes que esperar a que vuelva, porque siempre hay que ponerle un código diferente a la caja, y este, lo da diariamente la profesora.
—Te esperaré todos los días —Los dos sonreímos.
De repente, se escuchó un estruendo, y desde lejos, el eco de la alarma de la ciudad, y cientos de luces de emergencia, parpadeaban en el cielo, mientras este, se oscurecía por la noche que se aproximaba.
<<¿Qué está pasando? ¿Será que los dãkaros atacan de nuevo?>>.