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Chapter 3 - Una verdad aterradora

Ni mi mente, ni mi corazón podían procesar lo que veían mis ojos. Según la historia, en ese entonces, habían pasado trecientos años, desde que los hombres desaparecieron por completo de nuestro planeta; Todo eso, a causa de un mortal virus, que sólo los mataba a ellos. Fue creado por una científica, la cual era muy importante en nuestro país, Xhian. Es por esto, que no lograba entender lo que sucedía.

Dentro de mí, emociones que no conocía empezaron a brotar, mezclándose con el miedo que me inundaba.

Yo estaba gritando como loca; quería salir corriendo para contárselo a todo el mundo.

—¡No vas a ninguna parte! —Me gritaba, tratando de detenerme.

Gotas de agua, jugueteaban sobre su cabello plateado, mientras que me apretaba fuerte, para que yo no intentara escapar.

—¿Cómo? ¡¿Cómo hiciste eso?! Eras sólo una chica normal que entró a la ducha... ¿Qué rayos te pasó? ¡Te convertiste en hombre! O, ¿es que hay otra persona igual que tú ahí dentro?

—Si te tranquilizas, ¡puedo explicártelo!

—¡Esta bien! ¡Suéltame!

Entonces, me liberó. Ambas exhalábamos y respirábamos profundo.

—Explícame lo que sucede aquí o saldré y se lo diré a todos.

—Soy un sobreviviente al virus x

—explicó, mientras volvía a ser mujer.

—¿Eh?

—Así como lo oyes.

—No entiendo... ¿Qué me quieres decir? —Estaba boquiabierta.

—En verdad soy un hombre, pero...

—¡¿Pero?!

Yuka, guardó silencio por unos segundos.

—¡Responde!

—Bien, yo... El virus me contagió, pero de alguna manera, mutó dentro de mí, y no me mató. Pero ahora, puedo convertirme en mujer.

—¿Qué locura estás diciendo? Eso es imposible.

—Creelo o no, pero es la verdad. Aunque parezca aterrador. Es por ello que decidí ir a la universidad de Famme, en donde también imparten clases de ciencia, para aprender. Aun con todo el conocimiento que he adquirido, no ha sido suficiente, no he encontrado una cura, ni entiendo el por qué a mí me pasó esto.

—No sé qué decir; No lo entiendo.

—No tienes que decir nada. Espero de ti, una sola cosa.

—¿A qué te refieres?

—No se lo digas a nadie.

<<—¿Cómo guardar en secreto, algo así?>>

—¿Me estás escuchando?

—¿Ah? Sí, por supuesto. Aunque, no lo sé. Es un importante descubrimiento para la ciencia y sin duda un gran paso para la humanidad.

—¿No lo entiendes?

—¿Crees que si la gran reina y sus súbditos, se llegan a enterar, van a querer matarte?

—Digamos que eso sería lo mejor que me pueda pasar. Pero lo más probable, es que me encierren y comiencen a investigar y hacer sus experimentos y a usar mi poder a su favor.

—¿Crees que eso es malo?

—Por favor no se lo digas a nadie.

—Está bien... No te preocupes. Bueno, creo que es hora de que me vaya a mi casa. Lamento que te hayan expulsado de la universidad, ojalá pudieras regresar a estudiar.

—No te preocupes, ya veré que hacer, lamento haberte golpeado.

—Sí. Bueno, adiós.

Diciendo esto, me marché de aquel extraño lugar. Para mi mala suerte, ya era de noche y todo estaba oscuro, así que se me estaba haciendo un poco difícil encontrar como llegar a la ciudad.

—¿Estás perdida?

—¿Ah? —Sonreí, y me temblaba la voz—. Claro que no.

—Es muy tarde, ¿por qué mejor no pasas la noche en mi casa?

No me había retirado mucho, creo que por eso, Yuka me alcanzó a ver.

Entré de nuevo, y me dijo que me pusiera cómoda. También que iría a la cocina a preparar algo de cenar. Aclarando, que quizás tardara un poco, porque allá, se hacía a la antigua, con estufas y ollas y todo eso. En realidad no tenía ni idea de lo que me estaba dieciendo.

Me quedé sola, en la sala, observando todo a mi alrededor. Pensando, reflexionando; estaba muy confundida con lo que había visto ese día. De pronto, algo interrumpió mis pensamientos. Colgado en la pared, había un antiguo retrato. Me quedé pasmada viéndolo. Pensé que lo conocía visto de algún otro lado, estaba segura.

—Es mi padre —dijo, sonriendo—. A propósito, mi verdadero nombre es Yeo.

—Zoe... Me llamo Zoe —Sonreí— ¿Por qué estás... convertido en hombre?

—Porque me siento cómodo, además estoy en mi casa, aquí nadie me verá.

Se me hacía una persona muy atractiva. Y sentía cosas extrañas que en ese entonces, no sabría describir, creo que me emocionaba.

La noche pasó rápido, después de cenar, nos fuimos a dormir. La casa tenía varias habitaciones, era muy grande. La cama era enorme, aun así, me dejó durmiendo sola, me imaginé por qué. Obvio, esas cosas, para la época en la que estábamos, sólo existían en los libros. Era muy tonto pensar en romance. La vida, la humanidad, ya era muy diferente. Nadie, nos había enseñado a amar, y los que habían pasado por ello, simplemente ya no estaban.

Imaginando tantas cosas así de estúpidas, me quedé dormida. Creo que hasta tuve ese tipo de sueño. Al abrir los ojos, era muy tarde, y tuve salir corriendo para tratar de llegar a tiempo a la universidad. Ni siquiera me despedí.