Cuando Teo escuchó ese ruido extraño, se espantó y dio un ligero brinco, mientras buscaba el origen de ese sonido pudo ver como un grupo de aves salían huyendo de una zona no muy lejos del sendero por donde iba caminando.
Y como gato, la curiosidad le ganó; decidió ir a ver que causó ese estruendo, mientras más se adentraba en el bosque más extraño se volvía todo. De niño le gustaba jugar en el bosque por lo que conocía bien el comportamiento de los animales que vivían dentro de él, en su mayoría ardillas, aves y algunas serpientes.
A esa hora era muy raro que no hubiera visto ninguna ardilla, lo que aumentó su estado de alerta, pero no lo acobardó. Después de caminar cerca de cinco minutos pudo escuchar voces y sonidos de sierras eléctricas, así como diferentes golpes. De inmediato se dio cuenta lo que sucedía, -Están talando árboles, pero es muy extraño, incluso los del pueblo tenemos prohibido cortar los árboles de esta parte del bosque-
Lo mejor será ir a preguntarle a mi papá, seguramente él sabrá algo. Entonces se giró para regresar al camino, pero en ese momento escuchó un grito - ¡Ahí va, atrás todos! - entonces un ruido venía rápidamente en su dirección, cuando lo vio, de su cara se fueron todos los colores, intentó correr, pero la gravedad y el peso del cedro fueron más rápidos que él.
El cedro recién cortado calló sobre Teo y aplastó su pierna, cadera y parte de su abdomen. El dolor fue tan fuerte que no pudo contener el grito, apenas comenzó a gritar con todas sus fuerzas, unos hombres lo vieron y se acercaron a intentar calmarlo.
Cuando vieron el daño que recibió supieron que seguramente no iba a sobrevivir y si lo lograba seguramente estaría paralítico de la cintura para abajo. Mientras intentaban pensar en que hacer, un hombre robusto, moreno y con un bigote que hacía resaltar aún más su disgusto se les acercó preguntando, - ¿quién fue el idiota que no se quitó? - pero al ver que no era ninguno de sus hombres suspiró en forma de alivio y dijo -solo es un niño travieso, recojan la madera y vámonos antes de que alguien nos vea-
Sus compañeros solo lo pensaron un segundo antes de darse la vuelta y regresar a donde estaba el resto de sus compañeros, sólo uno de ellos se quedó, un hombre blanco de pelo rizado que cualquiera pensaría sería un actor famoso por sus finas facciones. Este hombre se sentó y comenzó a quitar las agujetas de sus botas -uno de sus compañeros que ya se estaba alejando pregunto - ¿qué haces chino? - a lo que respondió -odio escuchar a los niños gritar y llorar, voy a callarlo antes de que me vuelva loco- cuando terminó de decir esto, se quitó un calcetín y a la fuerza lo metió en la boca de Teo, que le suplicaba que lo ayudara, luego tomó su agujeta y la amarró de tal manera que no pudiera escupir el calcetín en su boca.