(Machu Pichu)
En la cima de la cordillera de los andes, una parvada de cóndores gigantes sobrevolaba sin preocupaciones. Algunos con montura y otros completamente silvestres. Su tamaño excesivo no conocía la libertad desde hace un milenio. Ocultos detrás de una barrera dimensional que los mantenía a salvo de la humanidad.
Siendo de los pocos animales que dominaban la tetra energía de forma natural, Kukulcán los mantuvo cautivos en una extensión de las montañas. Ahora, después de la gran guerra contra el tercer guardián, fueron liberados y viven en libertad, algunos otros domesticados y enseñados para ser montura de los jinetes de Kukulcán.
Un grupo dirigido por Pepe, uno de los héroes de la humanidad. A pesar de su apariencia simple, y de baja estatura, su puntería usando rifles de tetra energía, no puede ser comprada con nada.
En lo alto de las montañas, se encontraba meditando Pepe, cientos de cóndores sobrevolaban a su alrededor, él era su guardián, su amigo y entrenador. Las palabras que llegaron a su mente esa mañana lo habían perturbado, y aislarse para reflexionar era su mejor opción. Aún no había recibido ninguna llamada de Tezca, ni de los otros héroes. En cierto grado, se sentía un poco olvidado.
Las orejeras de su gorro chullo, bailaban al son del viento helado, una ventisca llena de contaminación que fácilmente se depuraba en las montañas, una parte de forma natural y otra gracias a los atlantes de piedra que se erguían a lo largo y ancho de la cordillera.
Kukulcán mencionó tiempo atrás que esa cordillera alguna vez estuvo llena de vida, en una ciudad que se enterró en las montañas. Al igual que alguna vez Machu pichu fue habitada; más de un milenio atrás existieron ciudades de piedra en cada montaña, enormes puentes que funcionaban con magnetismo natural, naves sencillas que desplazaban a la gente de una ciudad a otra, cultivos flotantes y animales para ganado raros como los armadillos gigantes.
Con aquellas historias del ser más poderoso que conocía, Pepe creó de nuevo aquellos mitos de otra era. A diferencia de sus camaradas, los héroes, él no tenía aptitudes de líder, mucho menos le gustaba encargarse de política o economía, tratar con las personas como si fuera una celebridad o ser reconocido como un guerrero poderoso.
Él solo era Pepe. Al igual que su amigo Bob, prefería estar aislado sin ser molestado mientras hace lo que le gusta. De vez en cuando, algún joven entusiasta llegaba escalando la montaña para ser entrenado en las artes de ser jinete de cóndor. Y al igual que su maestro, él enseña sin buscar dinero o fama. Lo hace porque sabe que el fin llegará y la vida debe buscar su camino.
Entrenar y transmitir las enseñanzas de su maestro es una prioridad. "El fin llegará" Esas palabras de la boca de Tezca, le dieron mala espina desde hace años. Los demás las entendieron a su modo. Eso es comprensible, todos tenían la cabeza en sus propias cosas, cada uno de los héroes pensaban en su futuro de forma egoísta.
Levantó la mirada y las enormes aves volaban en círculo, algunos de sus discípulos montaban y maniobraban en el aire. Otros practicaban sus habilidades de francotirador. La vida en las alturas era tan pacífica.
A lo lejos, el bullicio de la ciudad cuando anochece empezaba a llegar a sus oídos; lo que alguna vez fueron ruinas de piedra de una civilización antigua, ahora era conocido en todo el mundo como el Imperio de coalición Inca.
Un reino moderno conformado por las sobras de lo que fue conocido siglos atrás como Latinoamérica. Durante las guerras mundiales y los conflictos nucleares, gran parte de Centro y Sudamérica quedo desolado en un páramo sin vida, muchas ciudades, bosques, selvas, pueblos, costas, puertos, fueron reducidos a la nada.
La geografía misma cambio drásticamente, obligando a los sobrevivientes a ser nómadas. Que peleaban entre sí convirtiendo a sus descendientes en fieros y rudos guerreros sin consciencia o inteligencia. Un mundo bárbaro de donde salieron casi todos los héroes.
Solo Pepe, busco convertir esta inhóspita en un paraíso, a diferencia de Selene y Tezca que crearon un continente nuevo, él decidió unificar junto a Janet, a las tribus nómadas.
Hoy en día, el Imperio se conforma por nueve lideres nómadas que controlan toda la tierra desde el Itsmo Oaxaqueño hasta la Patagonia; Pero él no forma parte de esos líderes, su presencia se limita a ser un héroe de leyenda que vive en las montañas y vigila el mundo.
Algunas plataformas deslizantes empiezan a transportar gente de una montaña a otra, con su vista mejorada él puede observar a varios kilómetros sin problemas, la gente sale de sus turnos de trabajo y van a descansar a sus casas, ignorantes del peligro que corre el mundo. No puede culparlos, es el ciclo de una vida que no pidieron tener.
Se levanta y estira los brazos de un lado a otro, se quita el gorro y sacude su cabello canoso y largo, no es tan viejo como para tener canas, pero últimamente aparecen muchas.
"¿Qué nos depara el destino?". Reflexiona en silencio.
"¿Somos libres en realidad?"
Los pensamientos filosóficos vienen de nuevo a él, es inevitable. Un poco de conocimiento, mantiene abiertas las puertas a la ignorancia y la relativa felicidad, pero una gran cantidad de conocimiento, deja huellas de amargura y vacío sin igual.
Perdido en sus pensamientos bajo la guardia mientras caminaba despreocupado entre las piedras de la montaña. Una caída al precipicio podría ser fatal para un humano normal. Algunas llamas pastaban tranquilas a la distancia observando al pequeño héroe caminar despreocupado entre rocas afiladas en el risco de la montaña.
Una navaja corto el viento directo a su garganta y se detuvo a milímetros de su piel, con el impulso una ráfaga de aire frio fue disparado en todas direcciones alertando a las llamas que corrieron despavoridas.
La sonrisa burlona de una mujer apareció ante sus ojos, largas rastas adornadas con trozos de plata y caoba danzaron alegremente mientras castañeaban entre ellas. Su piel de bronce, curtida por el sol y varios años en la batalla, brillaba seductoramente con los últimos rayos del crepúsculo.
—Andas muy pensativo chaparrito, ¿Por fin estás considerando ser el líder de mi harem? —dijo la mujer en tono burlón— El puesto es tuyo solo debes pedirlo.
Los movimientos sensuales acompañados de una danza con su cuchillo sobre la piel del pequeño héroe podrían cautivar a cualquiera, pero a alguien que tiene años de convivir con ella.
—Me sorprende que incluso en una situación tan crítica tengas ganas de ser promiscua —su tono sereno no cambio, incluso al ser manoseado— ¿Tezca te ha dicho algo sobre el mensaje telepático?
—Nada, solo recibí un informe del orfanato de Bob y por lo visto solo se comunicó con él —deslizo sus labios en la oreja de Pepe— Tal vez sigue investigando junto con Glen.
El silencio incomodo se hizo presente, Janet odiaba eso de Pepe, no importa cuánto intentara seducirlo, no parecía importarle y por el contrario se perdía en sus pensamientos. Sin embargo, ella lo quería, no como a sus hombres del harem que solo servían para tener sexo desenfrenado o saciar sus ganas de sadismo. A Pepe lo veía con ojos de romance
¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que empezó asentirse así?
No lo sabía.
Tampoco entendía cómo hacer eso del romance, ella era una guerrera furtiva, una reina de la barbaridad y la catástrofe, no tenía la mezcla de delicadeza femenina y fuerza guerrera como Selene, mucho menos las habilidades de seducción de Abraham. En términos simples, ella solo entendía el lenguaje del degenere y depravación.
Curioso, siendo ella así de extravagante sentía una pasión y admiración por Pepe, quien era todo lo opuesto.
—¿Bob menciono algo? Con su habilidad es probable que nos de una pista sobre lo que pasará…
Pepe no termino de hablar puesto que Janet empezó a negar con la cabeza, sus ojos quedaron perdidos con tristeza.
—Por lo visto él vio algo, pero no quiso informar nada, Lucy tampoco mencionó nada, así que es probable que sea más grave de lo que pensamos…
El doloroso silencio incomodo regresó y ambos veían en direcciones diferentes.
—¿Crees que Tezca sabe algo? —pregunto ella con resignación.
—Claro que lo sabe, sin embargo, si no ha dado indicaciones significa que las cosas están fuera de lo que tenía previsto.
—¿Tanto confías en él? Es cierto que es el más fuerte de todos nosotros, pero eso no quiere decir que siempre tenga razón en todo. Debes aprender a cuestionar un poco las cosas, es posible que ni él sepa que es lo que pasa en el universo.
Pepe dejo de ver el horizonte y se quedó observando fijamente a los hermosos ojos grises de Janet. Esos ojos que le costaron ser esclavizada de niña junto con su hermano Bob. Él era único en toda la faz de la tierra que podía hacer eso y conseguir que la mujer más salvaje se sonrojara.
—No se trata de confiar ciegamente, solo creo que él sabe más cosas de las que nosotros jamás podremos imaginar. Solo mira a tu alrededor. El imperio nunca se hubiera logrado sin él y el maestro. Sin embargo, nosotros solo construimos sobre algo que ya existió pero que nadie vio antes, él poseía el conocimiento para revivir este lugar, para crear la Atlántida en días, desarrollar Kantubek en un páramo radioactivo.
Sostuvo entre sus manos algunas de las rastas de Janet y acaricio los adornos de madera, logrado que ella perdiera el aliento y le temblara el labio.
—Desde siempre, hubo algo que nunca nos aclaró, algo que insinuó durante mucho tiempo y ninguno de nosotros puso atención.
Aquellas palabras trajeron a la realidad a Janet.
—¿De qué estás hablando? —un tono frio con sed de sangre surgió en su voz— ¿Él nos ha engañado?
—No, él siempre lo dijo, incluso como broma y todos le seguimos el juego. Somos ganado. Somos nada en el tiempo. Somos insignificantes. No hay propósito real para nosotros, solo somos motas de polvo que chocan entre sí y que un día no desaparecerán el olvido.
—¿A qué te refieres? Me das miedo cuando hablas así.
Una sonrisa se esbozó en los labios de Pepe.
—Nuestra hora ha llegado, la voz que hablo por telepatía fue la de un guardián probablemente su líder. Tu y yo sabemos la realidad de la guerra anterior, en esta ocasión una nueva guerra se acerca y si el líder de los guardianes nos está advirtiendo del peligro, entonces quiere decir que ni ellos están seguros de ganar.