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Chapter 14 - Babylon parte I

"Sin melena el león no es un rey,"

"Huyamos juntos de esta tierra sin ley,"

"Un nuevo amanecer,"

"Para ti criatura del sol,"

"Junto a cada flor, "

"Tú sonrisa es un agradecer,"

"No puedo sacarte de mi mente,"

"Mi corazón palpita al verte,"

"En este nuevo día de Babylon,"

"Estemos todos sonrientes."

Una melodía sin sentido, acompañada de la constante percusión de los yembé y el silbar de una docena de monjes vestidos con harapos de colores y largas melenas enredadas de rastas adornadas con hojas y piezas de madera; siempre alegres mostrando su baile sin ritmo y curiosamente bien sincronizado, eran la peculiar bienvenida a la ciudad oculta entre la selva, Babylon.

A donde uno volteará, solo encontraría una especie de utopía de gente risueña, viviendo en pequeñas chozas de madera, cultivando en sus huertos dispersos en medio del bosque, en una sinergia en donde parecían fusionados con la madre naturaleza. Acueductos de piedra camuflados de musgos y pequeños arbustos que crecían a los costados, daban la impresión de ser extensiones de algún árbol gigantesco.

Las casas más elaboradas eran construidas dentro del tronco de algún inmenso árbol, de forma que pareciera que la misma madera nació para ser moldeada en una casa; y entre las copas más frondosas de los arboles más altos, decenas de puentes colgantes conectaban los árboles principales. Si alguien lo viera desde el cielo, cada uno de esos puentes, creaban la ilusión de una figura geométrica llena de elipses empalmados entre ellos, hasta crear una hermosa flor gigante.

Decenas de kioscos de madera y piedra eran convertidos en hospitales miniaturas, donde los rasta-monjes usan la tetra energía para aliviar a los enfermos y heridos, que eran traídos de forma constante a la diminuta ciudad para ser tratados con urgencia.

Siendo América uno de los continentes más afectados en su geografía después de las guerras mundiales, las posibilidades de sobrevivir se redujeron, nueve ciudades se formaron a partir de las tribus nómadas que se dispersaron en lo que quedo habitable.

Janeth, una de los héroes de este mundo es quien gobierna Babylon como una de los lideres nómadas, término que solo se le daba al guerrero más fiero e inteligente de su generación, capaz de gobernar en tierras bárbaras, con mano dura y cabeza fría, siendo un zorro y león al mismo tiempo.

Los ocho lideres restantes, fueron aquellos comandantes de los guerreros nómadas que sobrevivieron a la guerra contra el tercer guardián, usuarios de tetra energía que, si bien no rivalizan con un héroe, podrían ser candidatos a uno.

—La vida es como una galleta, no tiene sentido cuando pones los ingredientes en el tazón, pero cuando se termina de hornear, es una maravilla; que tu vida sea una galleta jovencita…

El tono pausado y melodioso al hablar de un rasta monje, era sin duda una característica común entre ellos. Quien los viera por primera vez solo podría pensar en vagabundos sin uso ni beneficio, sin embargo, su constante adicción al cánnabis los hacia extremadamente sensibles a la tetra energía. Logrando mejorar el campo de la medicina a pasos agigantados. Incluso consiguiendo restaurar miembros y extremidades perdidas, o defectos congénitos. De manera que el índice de mortalidad en las tierras bárbaras disminuyera y la cantidad de personas en su mejor condición física fuera alto para sobrevivir en las terribles condiciones que era vivir en las ciudades nómadas de lo que alguna vez fue Latinoamérica.

Dentro la pequeña ciudad, un grupo de guerreros entrenaba sin descanso, al ser una mayoría de médicos, la seguridad era una prioridad, aunque sus números fueran bajos. Junto con la Atlántida eran de las ciudades más seguras en el planeta, pero a diferencia de las demás, aquí no había restricciones para vivir, la única regla fue escrita en piedra a la entrada de la ciudad, de forma que un arco de piedra volcánica adornado con relieves rúnicos tenia escrito con letras grandes. "Vivir aquí es amar sin dolo, ante los problemas tu sangre limpiará tus pecados."

—¡Traigan la mejor cerveza que tengamos y comida variada, lo que se les ocurra está más que perfecto!

La jovial voz de Janeth resonó en todo el lugar, cada persona en la ciudad se sintió intimidado por algunos segundos antes de empezar con impaciencia los preparativos para la fiesta improvisada que acababa de anunciar la jefa mayor.

De su mano, era arrastrado en contra de su voluntad el pequeño Pepe, su mirada vacía podía decir sin lugar a dudas que sería usado como juguete de aquella extrovertida mujer, Él conocía su destino desde que accedió a trabajar con ella para preparase en caso de una posible guerra con otro ser cósmico.

Con cada paso dentro de las calles empedradas, los ciudadanos miraban con curiosidad aquella escena, digna de dos adolescentes enamorados, donde ella arrastraba y en ocasiones cargaba como bulto sobre sus hombros al pequeño héroe. Una vista que no era común en ella, quien siempre andaba por el lugar con el rostro serio y solo sonreía cuando encontraba un buen semental para usar durante días hasta que desfalleciera y lo tuviera que cambiar por uno nuevo.

Ver a una mujer tan sádica con los hombres y de una naturaleza brutal en las artes de la guerra, comportándose como una adolescente no era usual, sin embargo, no existía nadie en este lugar que pudiera pensar en decirle algo. Esa Janeth daba más miedo que la versión de fiera guerrera.

Decenas de monjes se reunían con las manos llenas de ollas y tazones, repartiendo entre los ciudadanos un poco de la comida para la fiesta, no solo ellos, también para los visitantes que buscaban ser curados, la algarabía se volvía una prófuga de la serenidad, el sonido de los tambores y el humo de las pipas inundó la plaza central en cuestión de minutos.

Un carnaval improvisado surgió al darle la pauta a la gente y hasta el anochecer no paraban los cantos y bailes. La comida salía de las arcas de la gente que sin miedo se unían como si fueran uno solo con tal, de seguir la diversión.

—Sigo preguntándome, ¿Cómo diablos es que sigues convenciéndome de hacer este tipo de cosas?

Desnudo y observando a través de la ventana de aquella casa-árbol, se encontraba Pepe, siempre tan pensativo, como de costumbre. Su cuerpo se encontraba empapado de sudor y todo tipo de fluidos gracias al desenfreno de Janeth, quien tímidamente sonreía de oreja a oreja mientras se envolvía en las sabanas como adolescente en su primer encuentro sexual, la ternura que emanaba de ella no era propio de la personalidad que siempre la caracterizaba.

—En lugar de estar jugando deberías estar diseñando un plan de respaldo, no sé tal vez preparar las naves de guerra de la era antigua y llevar al espacio a los sobrevivientes, tal vez colonizar un planeta con condiciones moderadamente decentes para subsistir. Podrías llevar toda la fauna y flora de las regiones que…

—¿Por qué no puedes disfrutar de un momento como este?

Janeth hacia un puchero impropio para la lógica de quienes la conocían en público, abrazando sus piernas mientras se tapaba el cuerpo las cobijas y escondía el rostro detrás de sus largas rastas.

—Siempre es lo mismo, solo piensas en el trabajo, jamás has considerado mis sentimientos…

—Claro que lo hago, por eso siempre cedo ante tus locuras, acepto tu libertad sexual, apoyo todos los planes que tienes y te defiendo cuando no estas ante los comentarios de la gente, sin embargo, estamos ante un peligro latente más allá de lo que nunca imaginamos. Por más que quiero concentrarme en nosotros me es imposible.

—…Ya lo sé, por eso quería disfrutar contigo lo que me resta de vida… de la forma en que siempre debió ser… antes de morir en manos del enemigo…

Ante aquel comentario, Pepe salió por completo de sus pensamientos, era la primera vez que ella hablaba sobre algo así. Incluso durante la guerra contra el tercer guardián ella fue quien mantuvo la moral en alto de los guerreros, llevaban una vida conociéndose y jamás se rindió ante algún problema, mucho menos ante la idea de pelear.

—Bob vio algo, ¿Cierto?

—… Fue Lucy… Ella me contó que Bob se puso muy deprimido… Al parecer en sus visones, vio que todos moríamos, no pudo decirme en realidad como fue o a quien nos enfrentamos, Bob tiene miedo de que nosotros entremos en la pelea, de hecho, creo que solo Tezca y él quieren enfrentar los problemas…

—¡¿Cuándo pensabas decirme eso?!

El tono sereno de Pepe desapareció por unos instantes. La preocupación era demasiada para disimular. Su rostro estaba cubierto por un sudor frio que lo desesperaba, por primera vez en mucho tiempo se sentía nervioso, Los tiempos de paz lo habían ablandado, de manera en que su fuerza incluso disminuyó, se había dedicado a perfeccionar las artes de la tetra energía, que paso por alto seguir puliendo sus habilidades en combate.

Aunque estaba consciente de ello, confiaba en sus amigos, en los nuevos guerreros que estaban surgiendo alrededor del mundo, en la difusión de la tetra energía y los nuevos usos que estaba teniendo. Llego a pensar que su presencia ya no sería necesaria para una nueva guerra. Tal vez no era muy viejo pero la esperanza de vida no superaba los 50 años en este mundo, quería pasar sus últimos días contemplando la existencia, perfeccionando su arte, cuidar de Janeth desde las sombras como siempre y enseñar a las nuevas generaciones a estar en equilibrio con el mundo natural.

Sus ambiciones eran ambiguas y sencillas. Ahora todos sus planes se derrumban, si Bob vio el final, entonces ya no había nada más que hacer.

—Disfrutar la vida que nos queda juntos, como siempre debió ser… Eso suena perfecto y muy poético.

Se acercó a Janeth y acaricio con ternura sus mejillas que yacían empapadas por lagrimas silenciosas que gritaban una melancolía sin fin. Eran contadas las veces que en su vida mostraba ese tipo de afecto por ella, normalmente siempre se contenía.

—¿Por qué resignarme a una vida? Cuando podríamos pasar el resto de la eternidad juntos, hasta que el universo mismo colapse.

Janeth lo miro de forma curiosa, era la segunda vez que veía en el rostro de Pepe esa sonrisa cínica. Sus miedos se evaporaron de repente, sabía que podía confiar en él, había un plan de por medio.