¡¡Pelea!! ¡¡Sin piedad!!
¡¡Monstruo!! ¡¡Rompe sus piernas!!
"Bob, despierta..."
¡¡No te detengas inútil!! ¡¡Monstruo!!
¡¡Ataca!! ¡¡Destroza su garganta!!
"Bob, vamos ya es tarde..."
¡¡Aposte mucho dinero así que gana!! ¡¡No seas blando y arráncale los ojos!!
¡¡Matador!! ¡¡Matador!! ¡¡Matador!!
"Bob solo es una pesadilla..."
Al abrir los ojos se encontraba envuelta en una ligera sabana, una bella joven de piel morena intentando despertar al grandulón. Su mirada preocupada enaltecía, sus lindos ojos rasgados y la suavidad de sus gestos.
Poco más de metro y medio de altura no eran nada, y la hacían empequeñecer aún más, en contraste de Bob con sus 2.20 metros de alto y excesiva musculatura que rara vez se ve en este mundo.
—Soñar con días malos...—la voz grave se entre cortaba casi al punto del llanto.
—Tranquilo amor, solo fue un mal sueño, vamos los niños esperan. —la cálida melodía de su voz tranquilizo al gigante.
Ambos se alistaron y salieron de la sencilla choza de madera y techo de paja.Al salir decenas de niños jugaban por todas partes, algunos de mayor edad traían cajas con verduras, otros pastoreaban cabras.
Con cada paso, la inusual pareja se detenía a saludar a todos y cada uno, al llegar al salón principal, algunos jóvenes andaban apurados preparando el desayuno comunitario.
—Amor recibí esta mañana un mensaje de tu hermana, dice que más niños llegarán del norte al orfanato. —ella comentó con un tono de preocupación en su voz—Estaba pensando en decirle a la señora Selene que nos mande algunos profesores, los que tenemos no dan abasto.
Ellos vivían en un lugar remoto dentro del amazonas, cerca de la Ciudad Rastafarí, en uno de los últimos pulmones del mundo. Su orfanato tenía alrededor de 200 niños y poco más de 15 adultos incluyéndolos a ellos dos.
—Selene ser buena, mandar más si pedimos; Pepe también ayudar estar más cerca.
A pesar de su fisionomía y su rostro salvaje, Bob no era distinto a un niño. Sería acertado decir que siempre será un niño atrapado en un cuerpo de adulto.
Su limitado lenguaje, sus expresiones corporales y su incapacidad para ser agresivo por cuenta propia, lo convertían en alguien que difícilmente sobreviviría en este mundo caótico.
Su instinto era de proteger, jugar y comer. Aunque entendía muchas de su entorno, al fin de cuentas no podía expresarlas como los demás a su alrededor quisieran.
No era alguien que hablará mucho con extraños, tampoco que aprendiera cosas complejas o que entendiera siquiera el significado de maldad.
Actualmente incluso con casi cuarenta años y 190 kilos de musculo, su mente se podría comparar a la de un niño de doce años. Aun con todo en contra, él era considerado uno de los 8 héroes de este mundo.
—Amor, Pepe siempre está ocupado... Pero tal vez tienes razón, quizás tenga voluntarios, le diré cuando venga a dejarnos suministros. —con su dulce sonrisa lo miraba encantada, mientras le acariciaba el brazo que era casi tan grueso como su cabeza.
Los niños empezaron a llegar al salón principal cuando el aroma de la sopa inundo el área circundante del orfanato. Ordenados y con relativa calma, inusual para niños entre 3 y 12 años, llenaron el lugar.
Rompiendo esa relativa calma, entraron al salón dos perros grandes color miel que eran montados por niños pequeños, mientras jugaban al caballito.
—Jamón, Tocino, dejen a los niños y...
—¡Chicos! —Lucy fue interrumpida por Bob que veía a sus peludos amigos con intenciones de jugar.
—Amor, no los mal acostumbres, Jamón, Tocino, dejen a los niños y vengan por su plato. —Lucy, con voz firme consiguió mantener el orden sin mucho esfuerzo.
Aquellos perros fueron encontrados por Bob siendo cachorros, así que fueron criados en el orfanato, parecían gemelos solo distinguidos por la mancha café en uno de sus ojos.
Jamón la tenía en el ojo izquierdo y Tocino en el derecho. Aquellos perros eran muy consentidos en el orfanato, todos los niños jugaban todo el día con ellos y gracias a que siempre estaban con Bob y Lucy, comenzaron a reaccionar a la tetra-energía, pero no parecían todavía entender que eran especiales.
A su manera, aquel par de traviesos, lograron dominar el aura de energía, pero solo lo usaban para iluminar cuando salían por las noches a pasear en los alrededores con los niños.
—Amor, sentiste eso…
Con la mirada perdida Bob veía al infinito, aquellas palabras no las entendía completamente, pero sabía que algo malo estaba pasando. Lucy por su parte no era tan buena con el maneja de Tetra, así que ella solo sintió un escalofrió intenso en la espalda.
—Días malos se acercan…
Bob solo pudo decir eso, se puso a terminar de comer y salió a la zona de entrenamiento, su mirada era distinta a lo usual, serio y sin querer jugar era algo que Lucy no veía en él desde la guerra. En aquel entonces ella era una adolescente que se enamoró de quien la salvó. Desde aquellos días se quedó a su lado a pesar de las advertencias de Janet, la hermana de Bob, sobre que él nunca sería un hombre normal. Eso nunca le importo y decidió quedarse a su lado hasta el día de hoy.
Incluso Jamón y Tocino veían raro a su amigo, caminaban a la par, pero él no intentaba jugar como siempre. Al llegar a la zona de entrenamiento, se dirigió a lo que parecía una pirámide de no más de veinte metros de cada lado en la base, en el centro había una puerta de cristal que se abrió de forma automática al acercarse.
—Comunicar con Tezca mensaje urgente de Bob—dijo con voz fría al ingresar.
Ese lugar, lleno de tecnología Atlante era una nave de la era antigua que se le dio a Bob para poder mantenerse comunicado y en caso de peligro extremo, que Lucy y los niños lograran escapar. Su tamaño real era de casi doscientos metros de largo y solo la punta sobresalía de la tierra el resto se mantenía enterrado.
—Hola Bob, ¿Cómo te ha ido? Ando un poco ocupado, pero dame unas horas y…
—Bob no jugar, Bob querer respuestas, ¿Guerra de la extinción empezar?
Cuando Lucy escucho esas palabras se congelo en el lugar, incluso la voz del General hizo un ruido al escucharlas. Básicamente eso era un código de alto mando referente a las últimas advertencias del gran Kukulcán.
—Astuto como siempre mi buen amigo, sí, tienes razón, pero no quiero que le digas nada a nadie todavía. Haré que Glen mande algunas de las sondas espaciales de la era antigua a verificar, si hay algún problema, necesitaremos de tu fuerza una vez más amigo.
—Bob pelear, Bob cuidar a Lucy y niños.
—Bien, dame unos días para reunir toda la información que tengamos y te haré saber, de todas maneras, preparen la nave de evacuación.
Después de aquellas palabras, la transmisión se terminó rápidamente, Bob miro a Lucy y acaricio suavemente su mejilla, sus ojos llorosos pronto soltaron en lágrimas mientras se aferraba al pecho del gigante, ella entendía lo que era la guerra de extinción.
Aquel destino horrible que le espera a todo ser vivo de este universo. Poco a poco se fue calmando, pero Bob seguía igual, viendo al infinito. Estaba quieto sin mostrar signo de reacción. Por primera vez en muchos años, estaba en silencio.
Sonrió al ver la mirada preocupada de Lucy y la volvió abrazar, esta vez soltando en llanto.
—Bob débil, entrenar mucho para cuidarte, cuidar a todos.
—Amor, tú no eres débil…
—Débil mente, yo ver futuro, futuro lleno de fuego, lleno de gritos, látigos negros y Bob loco…
Al decir eso, Lucy apretó fuertemente a Bob y ambos lloraron sin dejar nada en sus corazones. Durante esa tarde, muchos niños intentaron acercarse a preguntar que sucedía, pero Jamón y Tocino impedían el paso a la pirámide, ellos de alguna forma entendían que esos dos necesitan espacio.
La habilidad de Bob era única entre los héroes, era capaz de ver diferentes versiones de un futuro próximo, no solo era su explosiva fuerza física que podría destruir montañas, también era poder los flujos en el espacio tiempo producto del movimiento universal de la tetra energía.
Sabía que esos futuros no eran exactos y tampoco inamovibles, sin embargo, en esta ocasión los flujos en onda de la tetra-energía, fueron consolidados, en un solo camino; por ende, él solo estaba viendo la realidad próxima a sus vidas.