Chapter 29 - Capitulo VIII

Un grupo de estudiantes de un grado superior golpeaban a uno de grado inferior.

Es normal en la academia de magia, después de todo eso forma el carácter de un mago, si no puede con la presión entonces no sirve para nada.

Si un mago débil no hace frente a sus problemas, solo será un inútil en el campo de batalla o sirviendo al país en el trabajo como ciudadano imperial.

Dos sujetos y una mujer de segundo año le daban patadas a uno de primero, lo humillaban debido a su poca habilidad con la magia, habitualmente para resolver problemas entre magos, se puede usar el campo especial para batallas, o también se puede recurrir a los golpes y amenazas. La estudiante de grado menor era un blanco habitual.

Siempre ha sido una debilucha, solo está en la academia por el prestigio de su familia, no es la maga más fuerte, tampoco la más útil, no posee el talento innato de Natalia, tampoco tiene las habilidades de combate de Juliana, mucho menos la destreza de Nikolay o a los gemelos Sara y Santiago a su lado solo es basura. Vivía constantemente comparándose con los demás.

Un blanco fácil para los abusivos sea de su mismo grado o de grados superiores. No tiene amigos y tampoco es que la busquen. Eso ha sido así desde siempre.

Le es difícil evitar a los abusivos tal como hace Alexei, el único mago blanco de primer año.

Mientras la siguen golpeando piensa en lo patética que es, una maga que puede crear artefactos a medias, quizá si se moría allí mismo a nadie le importaría, de todas formas, su hermana menor era la preferida en su familia, ella solo era un estorbo al cual enviaron a la academia para ver si servía de algo. Aunque su profesor se esmerara en darle ánimos ella seguía igual, hundida en la decepción.

Hoy la golpeaban por gusto.

Algunas veces lo hacían por desquitarse al perder un examen, otras veces lo hacían para probar su fuerza o para robarle lo que llevaba, algunas veces le lanzaban comida podrida, llego a tal punto de no impórtale eso que llevaba el mismo uniforme sucio.

En los meses desde que había entrado a la academia era el objetivo preferido de los abusivos, también había escuchado que las dos hechiceras eran objetivo, pero ellas respondían usando sus puños, escucho una vez que Isabel "la reina de hadas" le partió los brazos a un sujeto que intento tocarla.

No tenía amigos en su curso, todos la evitaban por lo debilucha que era, en el combate por grados la unieron a un grupo y dicho grupo no duro ni 10 segundos contra el equipo estrella de Natalia, ellos están tan bien coordinados que es imposible de creer. Sus compañeros de clase también creían que podían contra el grupo de las hechiceras, pero vaya sorpresa cuando los hicieron morder el polvo.

En su curso el acoso se basaba en esconderle su maleta, otras veces meterle insectos o animales muertos adentro, arrojarle cosas y así sucesivamente.

Comía sola en los descansos, (si es que lo hacía) ya que siempre le robaban el dinero.

Su vida le importaba poco.

Le dan una patada en el rostro, mientras que le golpean el estómago, algo de sangre se asoma desde sus labios, tiene moretones en todas partes.

- ¡Alto hay escoria rebelde! Exclama una voz femenina algo brusca – soy la mano del emperador, el verdugo del imperio.

- Vaya que tenemos aquí, si es nada más y nada menos que la hechicera ¿Qué es esa mierda de la escoria rebelde? - responde uno de los abusivos.

- ¿La mano de que mierda? Exclama otra mientras le da una patada fuerte en la quijada a su objetivo.

Mackenzie la hechicera, aun se recuperaba de las heridas sufridas al enfrentar a su tía, en el momento llevaba un yeso en su brazo lastimado y una venda que le cubría medio rostro.

- Ja, la estúpida cree que puede hacernos algo así- responde otro confiado.

Mackenzie suelta una carcajada - ¡Solo necesito uno de mis brazos para darles una paliza perras, el imperio no es suave con los rebeldes y menos si quien lo hace es el lord sith! Comenta ella, nadie entiende lo que dice.

La estudiante levanta su rostro sangrante y solo observa como la hechicera da golpes y luego recibe golpes, parece estar divirtiéndose. Había escuchado un rumor de que ella era una bruja, se supone que las brujas poseen cuerpos frágiles, pero Mackenzie era todo menos frágil, peleaba con su uniforme de diario, parecía no importarle que su falda se levantara, después de todo llevaba pantalonetas debajo. Aunque le dieran un puño en el rostro ella no retrocedía, aunque estuviera gravemente herida quien sabe porque, no caía.

Era unos centímetros más alta que ella, la hechicera desprendía un aura llena de confianza, y era obvio acababa de darles una paliza a tres estudiantes de un grado superior, aunque su rostro estuviera lleno de heridas y su uniforme se cubriera de sangre allí seguía de pie, la hechicera se le acerca a la estudiante agredida.

Le ofrece una mano para ayudarla a levantarse.

- ¿Qué te pasa?, pareces un cuernejo asustado, ¿o acaso crees en esos cuentos idiotas de que maldigo al que toco? - Exclama ella en tono brusco mientras observa a la agredida, Mackenzie no muestra signos de debilidad alguna, rebosa de confianza. Según dicen es la sobrina de la bruja primordial Velvet, todos en el imperio la conocen. Ella solo ha visto a Velvet en el periódico, pero cuando su sobrina se le acerca para mirar si tiene heridas graves nota el gran parecido de las dos. Su rostro era idéntico, solo variaba en su peculiar mirada.

Mackenzie con su mano libre le sostiene el rostro a la agredida mientras le mira directamente a los ojos, - papá siempre me dice que no debo responder con violencia, pero estúpidos como esos solo responden a golpes. Bueno claro está que quien se metería con papá si tiene un pacto y dos amigos soldados- exclama la joven mientras se limpia la sangre del rostro.

La agredida tenía ojos de color azul agua marina, piel clara, su cabello oscuro le llegaba hasta los hombros, pero debido a su poca preocupación por si misma estaba extremadamente desarreglado, le faltaban algunos mechones lo que lo hacía irregular, su uniforme estaba sucio y cubierto de tierra mezclada con su sangre. Pero el uniforme de Mackenzie estaba igual, la había visto caerse y levantarse inmediatamente.

- Si me puedo levantar- responde la agredida débilmente.

- Eso es bueno- responde Mackenzie a secas - ¿oye tu eres del curso donde está el profesor de invocaciones cierto?

- Si- responde la joven mientras se levanta.

- Conozco un troll que también es excelente invocador, es amigo de papá, es un hombre muy educado, le ayudo a papá a conseguir ropa elegante, también le enseño etiqueta.

Mackenzie es extraña, en cada una de las cosas que dice menciona a su padre, debe amarlo mucho.

- ¿Por qué te encuentras en esa condición? Pregunta la joven.

- ¿Esto? Mackenzie intenta levantar su brazo -fue en un entrenamiento con tía Velvet, me volvió mierda en minutos ¿y tú porque no te defiendes? He visto que te golpean mucho.

- Solo se crear artefactos mágicos o imbuirlos con magia, no se luchar- responde mientras se levanta.

- ¿Bromeas? Pregunta Mackenzie mientras levanta una ceja -saber luchar es primordial- luego coloca su mano en el mentón -papá cree que las cosas se pueden resolver hablando, si un hombre tan guapo me hablara yo también pararía inmediatamente, eso le pasa a la mayoría de las mujeres que lo ven a los ojos- por alguna extraña razón la joven hechicera se molesta.

- ¿No entiendo?

- Disculpa, algunas veces me gusta divagar- sonríe la joven hechicera, ¿Entonces puedes crear artefactos mágicos?

- Si.

- ¡Genial! Exclama Mackenzie mientras le brillan los ojos ¿entonces puedo pedirte un favor?

- ¡Oye hechicera estúpida! - Se escucha otra voz, pero esta es autoritaria y elegante.

Era nada más y nada menos que la vicepresidenta Natalia, siempre tan elegante y distinguida, es raro no verla con su grupo selecto.

- ¿Qué quieres idiota? Responde molesta Mackenzie.

< ¡La hechicera le habla sin pisca de respeto a la vicepresidenta!> piensa la joven, en efecto ella prefería mirar al suelo.

- Imbécil ¿Por qué tu uniforme está cubierto de sangre? Reclama Natalia.

- Estaba peleando- responde secamente mientras toca su camisa -estaban molestando a esta chica- señala a la agredida.

- Si que eres idiota, ve a cambiarte- le dice Natalia a Mackenzie mientras esta hace mala cara. Natalia mira el estado de la joven.

- Pffu eso no me interesa, tengo un cambio de uniforme en mi casillero, le dire a Lissa que me ayude a cambiarme- Mackenzie muestra una descarada sonrisa.

- Como sea - luego Natalia se dirige a la joven, saca un pañuelo y le limpia el rostro. ¿Te encuentras bien? Pregunta, por un momento la chica se pierde en la mirada de la vicepresidenta, la cual es ¡tan linda!

- Si vicepresidenta- responde la chica.

- Puedes llamarme Natalia- responde amablemente Natalia.

- Pense que no tenías corazón- se burla Mackenzie mientras intenta quitarse el uniforme.

- Cállate, cumplo mis responsabilidades como vicepresidenta- ¡y porque carajos te quitas el uniforme! ¡vuelve a colocártelo!

Es raro que Mackenzie haga caso a lo que le dicen, pero esta vez lo hace.

- Si claro, el consejo cumple muy bien su función frente al acoso.

- Estamos en eso, no podemos cambiar una costumbre tan antigua- Por cierto, idiota- Natalia saca una carta hermosamente decorada -puedes dársela a la hermosa musa.

- No, ve tu misma- Responde Mackenzie de mala gana.

Mientras las dos discuten la joven solo puede imaginar lo que ella jamás podría hacer, ¿enserio la hechicera es víctima de acoso? ¿Quién sería tan idiota de meterse con una estudiante que puede romperte los dientes de un solo puño? Dicen algunos rumores que la hechicera atrae la mala suerte, ya que en lo que lleva en la academia han ocurrido dos sucesos peligrosos, en los cuales Mackenzie es una de las implicadas, también escucho de otros sucesos de cuando estaba en primaria, siempre alguna de las dos hechiceras era la implicada. Ahora duda de la supuesta mala suerte, si fuera así la hechicera no se hubiera ni dignado en protegerla.

- Di..disculpen- exclama la joven apenada -debo ir a clases.

- Cierto me había olvidado, ¿entonces mañana en el descanso puedo hablar contigo? - pregunta Mackenzie. ¿Por cierto cuál es tu nombre?

- Magnolita Brestus- responde con cierta timidez.

Mackenzie le da un fuerte apretón de manos - creo que ya me conoces, pero da igual soy Mackenzie Memore o también Mackenzie Castilla, me da igual el apellido- recalca ella- el que prefiera usar papá es el que yo usare y por ahora a el le encanta el Memore.

- ¿Espera un momento eres un Castilla? Pregunta anonadada Natalia.

- Papá lo era, pero casi nunca usaba su apellido.

- ¡No solo eres Memore, si no también Castilla! -Se impresiona la joven llamada Magnolita.

Mackenzie se carcajea y le coloca su mano libre en el hombro a la joven.

- Mis hermanas y yo no tenemos relación sanguínea con ellos.

- ¿Eso significa que…? Pregunta Natalia.

- Mi padre era adoptado, un joven hechicero con demasiado potencial como para dejarlo ir, así que le dieron el apellido y pues bueno después de algunas cosas, el decidió huir de su vida apenas acabo su etapa de la academia. Ni Isabel o yo tocamos ese tema, ya que es delicado.

- Muy maduras para venir de ti.

- ja,ja,ja que graciosa.

La hechicera hablaba de sus cosas sin impórtale quien la escuchara, le daba igual, fuera o no fuera de una familia renombrada, si su tía era Velvet o si su padre fue de la familia Castilla, simplemente se dedicaba a vivir su vida, sin impórtale su herencia o estar ligada a un apellido. Mientras ella vivía pensando cada momento eso, siempre pensando que era un estorbo, que sus padres no la amaban, el acoso por no servir para nada, según su familia su destino era ser una inútil, ya que la próxima cabeza de su familia seria su hermana menor. Magnolita se despide y corre a su clase, pensando en que es posible mejorar siempre y cuando decida su propio destino. Mañana después de clases se encontraría nuevamente con la joven hechicera y ella aprendería a valorarse a sí misma.

- Como sea Magnolita, mañana paso por tu salón, quiero hablar contigo seriamente sobre algo. Exclama la joven hechicera.

- Si.sii.

La joven Magnolita se sintió como esas protagonistas de esas patéticas novelas donde son salvadas por un príncipe, aunque en su caso era una princesa mal hablada.