El grupo fue transportado por un vehículo militar de la Teocracia, el viaje recorrió un pequeño trecho de la mega estructura que era la ciudadela espacial donde llevaba el ascensor espacial, no había cielo o estrellas, el techa lleno de focos, simulaba el día y la noche, pero el metal, era el sustituto de todo, también había algo de verde, algunos arboles y arbustos, pero todos como un acto decorativo.
Al poco, llegaron a unas zonas de túneles, allí se podían ver cristales donde observar el espacio y las magnificas naves atracadas, obviamente, todas las naves presentes eran capaces de llevar a cientos de personas o decenas de miles, los colosos que permitían la exploración del espacio.
Dariel y Laura se quedaron embobados mirando las naves gigantescas y el infinito espacio vacío, para los tres hombres adultos, este era un extraño momento donde el orden de las cosas volvía temporalmente a su cauce. Niños con ojos brillantes de curiosidad y encanto por lo nuevo y desconocido, tal como debería ser. Pero la vida no siempre era como se deseaba.
Toriel le dio instrucciones al conductor para que diese un pequeño rodeo y dejase ver las naves al par.
Oswald y Dimitri estaban de acuerdo, el peso en los hombros de los pequeños cada día se volvería mas pesado, solo los cortos tiempos de paz pueden ayudar a soportar la carga.
Los minutos pasaban y poco a poco, las naves de formas y colores diversos cambia, dando reanimando la curiosidad en cada tramo de cristal.
Pero el tiempo es perverso y llega a todos.
Ante los presentes, inmensas placas de metal formaron la cascara de una inmensa nave, la mas grande vista por los niños, blanca y azul, con algunos trazos dorados, dibujos de rosales con rosas azules congeladas, adornaban el contorno de la nave. Su forma también era interesante, parecía que de un disco saliera la punta de una flecha y por detrás una catedral que daba un toque antiguo y místico, había que decir que la catedral era enorme, siendo 2/5 partes de la nave.
- Permitidme presentaros a mi nave capitana, El rosal níveo, un crucero pesado de la clase lago, es preciosa, ¿verdad? - Los ojos de Toriel miraban a la nave como si fuese su esposa. Aun así los niños no dudaron en asentir, la inmensa nave era gloriosa y magnifica, con un encanto propio.
Al ver al par entusiasmados, Toriel no pudo evitar reír en voz alta. - Ya que os gusta tanto, me gustaría deciros que los próximos días viviréis en el, mañana os daré una visita guiada yo mismo, además, como miembros del Dogma, nuestra vida esta enlazada a la naturaleza, incluso en el espacio, por eso nuestras naves, mientras lleguen a la clase Rio, entonces tendrán un invernadero, en este caso, tenemos ríos, bosques y pastos, con animales y plantas viviendo, una zona natural en el espacio. Aunque encarece los costes de las naves, pero que seriamos sin nuestra fe, además de que ayuda a sobrellevar las travesías de años - Los jóvenes miraban expectante a Toriel, las emociones de minutos antes se habían escondido, ahora solo eran niños de su edad.
En el hangar del crucero, cientos de soldados con sus armaduras y cascos propios de su Hiems Dominus, transportaban todo tipo de cajas, bidones, incluso algunos animales.
Cuando vieron el vehículo, no le dieron mucho caso, pero cuando Toriel bajo, todos ellos dejaron sus cosas por un segundo para saludar, tras eso, continuaron con sus deberes.
Dariel fue ayudado por Laura para pasar del vehículo militar a su silla de nuevo, la apariencia de los civiles extraño a los soldados, sobre todo el enfermizo joven en silla de ruedas, pero aun no era su tiempo de descanso, tenían mucho trabajo diario para mantener las decenas de miles de bocas de la nave.
Toriel guio al grupo a la entrada de la nave, allí por donde iban, los soldados mostraban sus respetos a su Dominus. Las armaduras de estos soldados, como la mayoría, eran pesadas, fuertes y rígidas, como pequeñas fortalezas, pero sus detalles eran muy inferiores a la de los soldados que fueron a Kelna.
Cuando entraron a la nave, no pudieron evitar sorprenderse aun mas los pequeños, docenas de grandes robots transportaban y ordenaban la carga junto a grúas inmensas, las toneladas se movían como gramos bajo sus esfuerzos. El orden en el hangar también era sorprendente, con tanta gente y gigantes metálicos trabajando, pero parecía un baile bien cronometrado, no había ni un solo segundo perdido, sin obstáculos ni personas vagueando.
- Ahora entiendo porque siempre que un Dominus visita nuestra base militar, decía que nos falta disciplina, esto es asombroso - Dimitri no pudo evitar elogiar.
- Esto que ves, es lo mas normal para la teocracia, nuestra fe exige un alto nivel de paciencia y disciplina, siempre tenemos que estar atentos y ser cuidadosos, mas para nosotros los soldados, si los hombres de un Dominus, por pequeño que sea, fuesen bestias descontroladas, entonces seria un insulto a toda la teocracia, algo que no se permite bajo ningún concepto - Toriel era firme en su voz, pero aun así mostro orgullo en el elogio de Dimitri.
- Dimitri, tu seguirás a nuestro pequeño Sanctus, en su momento, tendrás que tener este mismo nivel de disciplina para no avergonzarlo, espero que estés preparado - Dimitri asintió mientras miraba a Dariel, el cual parecía no escuchar nada mientras miraba a los soldados trabajar.