- Darcaloun, ¿es.... es esto... cierto? - Uno de los hombres del grupo, un anciano de pelo rojo y aleonado, unos ojos del mismo tono que el rubí, los cuales parecían brillar y arder, este brillo se junto con un rubor creciente y un temblor indefinido, todos miraban al exaltado anciano, mientras que a su vez tensaron sus oídos a la respuesta de Darcaloun.
- Niviro, el que mejor te lo puede confirmar es el niño aquí presente, lo mismo para los demás - Los ojos rojos miraron a Toriel como si deseasen fundirlo con una mirada.
El sudor de antes estaba volviendo sin descanso, comenzando a superar a su predecesor.
Niviro Cantaor, el Magnus Dominus Autumni, aunque tiene otro titulo mas sencillo de identificar, el Maestro de la Inquisición. Los cazadores de herejes y los fanáticos mas extremos de la Teocracia, había pocos que se atreviesen a decirles nada, todos los inquisidores estaban bañados en la sangre de miles y Niviro lleva mas de cuatro mil años siendo su señor...
Solo de pensar en la cantidad de muertos, Toriel estaba temblando como un flan en pleno terremoto.
Cuantos mas tardaba, con mas fuerza Niviro lo miraba, haciendo que temblase mas, llegando a un bucle.
Toriel ya estaba pálido y a punto de desmayarse cuando una alerta sonó en su despacho.
Al sonar, el rápidamente se despertó y se disculpo un segundo, mientras Narsov apareció.
- Mensaje urgente del invernadero, parece que están llamando varios soldados de diferentes zonas a la vez - Narsov comunico y la primera llamada sonó.
- ¿Qué demonios pasa? ya puede ser urgente - Aunque agradecía la alarma por romper su punto muerto, los problemas de su nave podría tachar de inútil en la mente de los ancianos, lo que le provocaría muchos problemas aparte de perder mucha cara.
- Señor, los animales del invernadero se han vuelto locos, todos están marchando en manada hacia la puerta de la catedral - Al escuchar esto, los ojos de Toriel brillaron.
- Señor, parece una estampida, deberíamos usar los cristales - El soldado estaba en pánico, pero Toriel negó.
- No hace falta, reúne a todos y seguid a los animales - El soldado extrañado asintió.
Toriel entonces miro a Narsov.
- ¿Tengo algún mensaje de Magne, Voris, Silvia o Nadia? - Narsov asintió.
- Notificando: Tiene un mensaje de Silvia. Indica que el chico a su cuidado quería ver el invernadero, así que lo llevaron - Toriel asintió y dio una suave sonrisa.
- Venerables Statuarii - - ¿Todo bien por allí chico? - Darcaloun pregunto, pero su mirada era muy seria y algo molesta.
- Si mi Magnus Dominus, parece que el chico no podía estarse quieto y acaba de ayudarme a mostraros la veracidad del documento. Narsov, traslada nuestros Hologramas al lado de Silvia - Narsov asintió con su lobuna cabeza y una imagen magnifica se mostro ante los presentes.
Allí un chico sobre silla levitante estaba rodeado de miles, decenas de miles de diversos animales.
Silvia no tardo en ver los hologramas, pero no hizo nada, pues sus ojos no podían apartarse de la escena.
- Silvia, ¿Qué a pasado? - Solo tras que Toriel dijo su nombre despertó.
Lo miro y no tardo en asustarse al ver los demás hologramas.
Se arrodillo apresuradamente.
- Saludo a los Statuarii, mi Dominus, el chico quería ver el lugar y no nos pareció mal, luego de pronto, el se quito un colgante y todo acabo así - Silvia lo relato lo mas resumido posible, con los presentes no se atrevía a hablar de mas.
- Esto es una marca, jajaja, parece que tendremos un nuevo hermanito, ¿Qué te parece Denetria? - - Si hermana Selena - Quienes hablaron ahora, eran dos de los pesos pesados, las dos Sanctus y emperatrices. La emperatriz de los Bosques Denetria y la Emperatriz del Sol, Selena.
Ambas distaban de la apariencia de una persona humana, incluso, podrían tratarlas de alienígenas, pero su sangre era cien por cien pura.
Denetria constaba de tatuajes verdes de motivos florales por todo su cuerpo, esto se junto a algunas gemas verdes que crecían aquí y allá como si fuesen escamas, también, tres pares de orejas largas y picudas salían en forma de abanico. Por otro lado Selena tenia un pelo brillante blanco que iluminaba la noche mas oscura, su piel era de un rosado muy blanquecino, también trasmitiendo luz propia, como ultimo rasgo visible a simple vista, una corona de luz rodeaba su figura.
Los demás al escuchar al par de emperatrices no dudaron tampoco, pero no solo esto los afecto, ante su presencia cada vez mas soldados aparecían y cuando llegaban, al ver la escena, todos se arrodillaban y ofrecían plegarias sin levantar la cara del suelo.
- Quiero hablar con el - La voz de otro anciano resonó, este muy envejecida, la mas debil de las voces y el mas joven entre los monstruos, pero el que parecía mucho mas viejo.
La cara publica de los feligreses y creyentes, el Summus Sacerdos, Heleolos Turusal.
El era uno de los mas prestigiosos miembros de la teocracia y administraba la mayoría de asuntos civiles y religiosos.
Cuando hablo, los demás también mostraron su deseo de hacerlo, a lo que Toriel no pudo negarse.
Comenzó a caminar y se acerco primero a Laura, Dimitri y Oswald, allí los saludo y siguió caminando.
Los tres no reconocían a la mayoría de los presentes, pero si a las Emperatrices y a Heleos, por lo que no tardaron en dar una ligera reverencia.
- Ancianos, estos son la familia del chico, son Laura y Oswald, también desean ser los médicos personales del chico en caso de que sea reconocido, debo decir que el chico es protector con ellos... - Aunque Toriel no termino su frase, fue muy claro en su sugerencia.
Los ancianos no le dieron una mirada larga y se volvieron a centrar en el joven rodeado de bestias de todas las clases y apariencias.