- Oswald, Laura, decidme, como ha terminado de nuevo así - Toriel tenia un tono neutro, pero se podía ver una ligera sonrisa en su rostro.
Ambos lo miraron y fue Laura quien respondió.
- Dariel quería visitar el invernadero, pero cuando llegamos, se le vio nervioso, entonces pidió que nos alejásemos y se quito el cristal, no se porque lo hizo - Laura parecía también extrañada, no entendía el razonamiento detrás de las acciones de su hermano.
Toriel asintió y miro el mar de animales, en su nave, no había las bestias domesticas de la ciudad.
Osos de diez metros, reptiles y aves de tamaños variantes y múltiples formas, miles de razas de lobos, toros... todo tipo de seres, de todas partes de la galaxia y todos ellos rodeando al chico.
Lo mas extraño fue que el estaba sonriendo tranquilo, acariciando un cachorro de Hidra Canción de Cuna, una bestia extremadamente peligrosa y terrorífica.
Los padres de esta estaban a cada lado de el, llegando a los 60 metros de altura, ambos cantando.
Estas Hidras son la criatura mas peligrosa de su colección, no solo por su monstruoso tamaño, si no, por sus habilidades innatas, las cuales eran capaces de comer almas.
Las almas son la esencia de los seres vivos y su existencia fue confirmada hace muchos milenios y los seres vivos con capacidades sobre esta, fueron firmemente protegidos y alejados del publico, debido a su peligrosidad.
Estas Hidras, fueron capturadas debido a que se encontraron un par de huevos, gracias a eso Toriel pudo amaestrarlas desde su nacimiento, eran su joya de la corona, una joya que ni el mismo se atrevía a estar muy cerca.
He aquí, todas cantándole al chico.
- Ancianos, avancemos - Toriel miro a los embobados Statuarii.
Ellos asintieron y su hologramas daban pasos tranquilos.
Su camino fue obviamente notado por lo animales, gruñidos, rugidos, mugidos y demás, pero ninguno hizo nada, miraban a las hidras adultas, ellas miraron a Toriel, pero no se movieron, siguieron su canto, cada vez mas melodioso.
Para los que no conocían esta especie, la canción era hermosa y tranquilizadora, pero aquellos expertos sabrían, que este era el método en que avisaban a los demás.
Al final los ocho llegaron frente a Dariel, los animales estaban libidos, pero ninguno hizo nada.
Dariel miro a los presentes, pero sus ojos no se apartaron de las dos mujeres de extraña apariencia, entendía quienes eran, sin siquiera saberlo.
- Dariel, ¿Por qué te quitaste la piedra? - Toriel fue el primero en hablar.
- Simplemente me molestaba, no se porque, pero era como si tenerla me quemase ligeramente, fue muy molesto - Dariel también estaba sorprendido, pero no le dio muchas vueltas. - Además, estar así, es demasiado reconfortante - Decía eso mientras seguía jugando con el cachorro de Hidra.
- Hermanito, eso se debe a que no podemos esconder nuestras marcas, la naturaleza es sabia, por lo que no te dejara tranquilo por muy buen método tengas - La que hablo en este caso fue Selena.
Dariel la miro y asintió.
- Niño, deberías entender con quienes estas hablando, siendo así, ¿Por qué no te has presentado y dado tus respetos? - Heleoro hablo cada palabra con tranquilidad, pero todas con un peso feroz.
Pero Dariel simplemente le sonrió.
A su sonrisa, los animales comenzaron a enloquecer aun mas, fue entonces que una de las cabezas del macho hidra devoró la imagen de Heleolos, pero esta volvió a formarse, obviamente.
El macho miro la imagen y un juego del pilla pilla comenzó.
- Viejo, vosotros me secuestráis, me decís que tengo que haceros caso y encima me pides que te muestre respeto... ¿Acaso te has vuelto senil? - La furia se podía ver en la milésima de segundo en que la imagen de Heleolos se formaba y desaparecía.
- Entiendo tu situación chico y se que estas cabreado, pero ambos sabemos que ninguno tiene salida, solo queda seguir la corriente - Quien hablo fue la tercera mujer del grupo, una mujer madura y fuerte, con cabello negro trenzado y varias cicatrices, su armadura portaba los colores azules y amarillos, a su hombro un martillo colosal.
- Dariel, ella es la Magna Domina Aestiva, Brunilda Piedranegra, su facción se encarga de todo el soporte de la Teocracia, desde producción a suministros y mas -Toriel introdujo.
- Entiendo tu punto señora, pero no tengo la intención de bajar mi cabeza, no esperéis de mi sumisión y respeto, sugiero que lo tengáis en cuenta, mas si mi futuro es como se me ha pintado, un nuevo emperador y un sanctus, en ambos casos, mi estado no debería ser demasiado bajo. ¿no es cierto? - Los presentes miraban al chico con ojos abiertos, el chico era demasiado maduro y sereno.
- Bien chico, dinos que es lo que deseas, la Teocracia te dará todo lo que ansíes, siempre que permanezcas en ella y no la traiciones - El que hablo fue Niviro, sus palabras fueron un detonador, hacia el disgusto de dos de los presentes, Heleolo y Rosefield.
- Niviro, como tu, de todos, permites que un chico te de ordenes, ¿no seria una herejía? - Cuando dijo esto, los hologramas miraron a Rosefield y suspiraron.
- Tu, maldita babosa escupe mierdas, te atreves a señalar lo que es herejía ante la ¡Inquisición!, parece que tendré que investigar un poco, si encuentro cualquier incongruencia, por pequeña que sea no dudes que las naves rojas descenderán -Niviro estaba enfurecido al extremo, Rosefield estaba temblando en secreto, sabia que había pisado una mina, ahora tendría los locos investigando todas sus acciones.
- Niviro... no te sobrepases, solo digo que no debemos caer ante sus palabras, es solo un crio - Rosefield se defendió y Heleolo también intervino.
- Es cierto Niviro, el es solo un crio, no tiene ningún poder sobre nosotros, simplemente podríamos encerrarlo si hace falta - Al soltar estas palabras, Selena y Denetria lo miraron.
- Heleolo, quizás el pequeño hermanito si tiene razón y te has vuelto senil, si no, no entiendo como te han crecido tanto las pelotas, encerrar a un emperador, estas diciendo que si Selena y yo fuésemos niñas pequeñas, ¿también nos encerrarías? -
- Parece que ya estas muy viejo, tendremos que buscar a alguien para tu puesto, quizás en poco se volverá vacante - Denetria y Selena no dudaron en asaltar sobre Heleolo, sus palabras fueron un duro golpe para el orgullo del anciano.
- Dejad de pelearos, no estáis dando un buen ejemplo - Brunilda voceo y al final llego el silencio.
- Lo haremos de esta manera, demuestra que tu poder es como dicta en los informes y la Inquisición se volverá tu espada - Niviro hablo alto, volviendo a formar una tormenta, pero el solo miraba expectante al joven, que los miraba extrañado.