DONDE TODO COMENZÓ
MUCHOS AÑOS EN EL PASADO
El sol se encontraba en su punto más alto en el cielo celeste. Sus rayos pasaban en la ventana de una casa de madera, los cuales golpeaban al rostro de un dragón de escamas grisáceas.
Aquel dragón de escamas grises se encontraba recostado en una cama con unas vendas en el lado izquierdo de su cabeza, la cual tenía manchas secas de sangre. Sus ojo derecho se fue abriendo lentamente mientras se acostumbraba a la luz.
"..."
La puerta de la habitación se abrió, revelando la figura de una dragona de escamas celestes y de pecho amarillo claro, quien entró con unas vendas nuevas y un frasco echo con arcilla. Ella llevaba de ropas una camisa de manga corta de tela blanca y pantalones de tela marrón.
Ella empezó a quitar las vendas sucias de sangre sin darse cuenta que el herido ya había recuperado la conciencia.
"¿...?"
La dragona se vio sorprendida al ver que el dragón de escamas grises se encontraba levemente despierto.
"Oh, vaya. Despertaste."
"¿Que..?" Habló con una voz seca.
Intentó levantar la parte superior de su cuerpo, pero fue detenido por la dragona de escamas celestes, quien con gentileza lo volvió a recostar.
"No te esfuerces por ahora. Necesitas reposo para recuperar fuerzas. Por el momento déjame cambiarte el vendaje."
Ella, de forma cuidadosa, procedió a cambiar el vendaje por uno más limpio. Al terminar el cambio de vendajes, se levantó y se dirigió a la puerta. Antes de salir, miró al dragón gris que yacía en la cama.
"Te traeré algo de comida. Ya regreso." Pasó y cerró la puerta.
El dragón de escamas grises se quedó con la mirada hacia la pared de derecha. Su cuello le incomodaba debido a la posición en la que estaba, esto debido a la forma los cuernos que él tenía en la cabeza.
"¿...?"
Se miraba la mano, como si desconociese lo que era o el por qué su mano tenía tal color.
Minutos de silencio en la habitación es lo que hubieron. La puerta de madera del lugar de abrió, la dragona había vuelto con una bandeja con un plato redondo con trozos de carne y un cuenco pequeño lleno de agua.
"Déjame ayudarte."
Dejó la bandeja en una cómoda que estaba al lado de la cama, en la cual había un colgante con un cristal rojizo. Procedió a ayudar al dragón gris para que estuviera en una posición correcta para poder ingerir los alimentos.
"Toma. Es carne de cordero."
Agarró el plato y le ayudó a comer la carne semi cocida de cordero.
El dragón de escamas grises masticaba la carne que le habían dado, degustando la carne como si no hubiese ingerido algo en días. Luego de terminar la carne, la dragona celeste le pasó el cuenco con agua y le ayudó a beber.
"...Gra...cias." Habló, agradeciendo por la comida.
"No hay problema." Dijo con una leve sonrisa la dragona celeste "Una pregunta, ¿Eso es tuyo?" Señaló al cristal rojizo que se encontraba en la cómoda.
Él giró la mirada hacia el cristal y al verlo respondió.
"...No lo sé- ¡Agh!"
Un dolor punzante llegó a la cabeza del dragón gris. Cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes intentando aguantar el dolor que provino de la nada.
Cuando cesó el dolor, el dragón jadeaba. Esos pocos segundos de dolor se sintió como una eternidad, como si varias agujas perforaran su escamosa piel.
"¿O-oye estás bien?" Preguntó preocupada "Iré por algo para el dolor."
Volvió a dejar al dragón gris solo, quien solo veía sus manos temblorosas, pero esta vez con una expresión asustada, cómo si lo que estuviera algo fuera imposible.
"¿E- En qué me he...?"
Su mirada se fijó en su espalda, viendo el par de alas grises y de membrana azul. Pasó sus manos al rededor de su cabeza, sintiendo dos cuernos en ambos lados de esta y tres picos pequeños que iban desde su frente hasta sus cuernos.
Se quitó la manta que le cubría y solo vio una cola con punta de espada entre sus piernas. Él estaba atónito, asustado, confundido por su apariencia actual.
"¿Sucede algo?" Preguntó la dragona al regresar y ver la actitud del macho de su especie.
"¿Q- Qué soy?" Él preguntó con una expresión de miedo.
"El golpe que te habrás dado te afectó mucho la memoria... Eres un dragón"
"Dragón..." Dijo con un tono bajo, tratando de procesar la información "¡¿Pero cómo terminé así?!" Pensó.
"Por cierto. Me llamo Gladis, soy una dragona de hielo." Ella se presentó.
"¿Hielo?" Preguntó confundido.
"Sí. Nosotros, los dragones, nos dividimos en varios tipos según el tipo de elemento con el que nacemos o heredamos. Cuatro de ellos son los más comunes: fuego, hielo, tierra y electricidad. Otros como el viento y el sombra son pocos los que aún quedan." Ella explicó "Mi madre me dijo que hay algunos que nacen con variaciones del elemento de uno de sus padres y la probabilidad si son dos de diferente tipo, pero no he llegado a ver uno aún."
"Entiendo... Y... Uhm... " Con eso ultimo señaló con una garra a las vendas en su cabeza.
"Oh, eso. Fue hace 3 días. Estaba con mis padres regresando de la capital y una tormenta nos agarró en medio camino. Cuando nos estábamos escondiendo, te encontramos en medio del bosque con una herida grave en la cabeza. Mi madre trató tu herida y te trajimos al pueblo. Y eso estaba junto a ti." Con eso ultimo, ella señaló al cristal rojizo.
El dragón gris giró la mirada hacia el cristal y lo intentó alcanzar.
"No te recomendaría agarrarlo. Mi padre lo intentó y su mano salió lastimada..."
Se silenció al ver que el dragón gris lo agarró del cristal sin que sucediera lo mismo que al padre de la dragona de hielo.
"Pero cómo..."
"¿Uh?¿Que debía pasar?"
"N-No, nada. Olvídalo." Recordó algo en ultimo momento "Cierto, bebe esto. Es medicina para el dolor de cabeza."
Ella mostró otro frasco hecho de arcilla, el cual contenía la medicina de un color verdoso. Lo acercó al hocico del dragón que estaba frente a ella, quien luego de beberlo mostró una expresión que sacaría una leve sonrisa a la dragona.
"Un poco amargo, ¿no?"