"¿Cómo funcionarán estas alas?" El dragón gris se preguntó mirando las dos grandes alas grises y de membrana azul que tenía en su espalda.
Él se sentía raro el tener dos alas en su espalda que sobresalían fuera de su prenda superior. Lo que él sentía al mover las alas, era igual al movimiento que se hace con los brazos, pero a la vez diferente.
Se levantó de la cama y desplegó sus alas. Se sorprendió por el tamaño que podían ser sus propias al estar desplegadas.
"Son más grandes de lo que pensé." Pensó al mirar sus alas "¿Pero como hago para volar?"
Decidió salir de su cuarto y buscar a Gladis para que le ayudase.
Al llegar a la sala principal de la casa, se encontró un dos bolsas que parecían llevar muchas cosas. Se encontró poco después con Gladis con una tercera bolsa más pequeña.
"¿Qué es todo eso?" Él le preguntó a Gladis.
"Para aquellos que no viven en la capital, se les da un cuarto. Partiré mañana. Hoy quiero disfrutar mi tiempo aquí." Respondió la dragona "Por cierto, ¿pudiste recordar tu nombre?"
Poco antes de fijarse en el cómo volar con sus alas, él había pensado en un nombre adecuado para un dragón gris como él. Se basó en el color mismo de sus escamas, las cuales tenían un color muy pegado al de la ceniza.
"Bueno... Es Ashes." Él respondió.
Gladis soltó unas pequeñas risas.
"¿Tiene algo malo mi nombre?"
"No es eso. Es que tu nombre le quedaría más a un dragón de fuego." Respondió Gladis. "Entonces, Ashes, ¿Tienes algo en mente?"
"Quisiera que me enseñaras a usar esto..." Pidió nerviosamente mientras extendía un ala.
"¿Volar? No creo que sea tan difícil. Vamos al campo de práctica ya que en zonas urbanas no permiten el vuelo."
Ambos dragones salieron de la casa y fueron caminando hasta la salida del pueblo.
Era un área sin presencia de pasto, solo había tierra y maniquís de madera.
"Bien, primero primero extiende sus alas y muévelas. Es un pequeño ejercicio."
Ashes asintió. Empezó a mover las alas y estuvo así hasta que sus alas ya no podían moverse.
"¿Te gustó el calentamiento?" Preguntó mientras se reía un poco "Ahora viene lo fuerte."
"¿Fuerte? Dame un respiro" Dijo Ashes "Realmente se entumecieron." Pensó.
"Entonces, ¿Aceptaste la propuesta de la Maestra Senka?" Gladis preguntó.
"Uhm... Algo así. Iré mañana" Respondió.
Él evitó hablar sobre lo que pasó la noche anterior.
"¿Mañana? Puedes venir conmigo. Te animaré en tu prueba." Gladis habló con una sonrisa.
Ashes desvió la mirada. Él realmente no sabía como preguntar lo que tenía en mente.
"Gladis, ¿Por qué eres tan amigable conmigo?"
Gladis agachó la cabeza, sintiéndose un poco triste por tal pregunta. Hubo silencio por unos momentos.
"Yo..." Suspiró "Siento que eres el primer amigo que he tenido en mucho tiempo. Eres el único, además de mis padres, que no se ha burlado de mi sueño."
"Lo-Lo siento. No debí preguntar eso"
Ashes se arrepintió de hacer esa pregunta. Le dolió entristecer a alguien que ha sido tan amable con él.
"Descuida." Habló con una leve sonrisa. "Solo olvidemos que esto pasó." Se limpió lo que parecía ser una lagrima en su ojo derecho "Continuemos con la práctica."
"Bien..."
"Ahora solo tienes que saltar y hacer lo mismo que el ejercicio anterior. Mira"
Gladis dio un leve brinco sobre ella y movió sus alas, lo que le permitió elevarse del unos centímetros.
Ashes intentó hacer lo mismo. Él dio un salto y movió las alas lo más rápido que pudo, pero no logró nada y solo terminó en el suelo.
"El movimiento de las alas no debe ser tan rápido, de lo contrario perderás la estabilidad. Trata de hacer un movimiento tranquilo" Gladis le recomendó a Ashes.
Así estuvieron Ashes practicando por algunas horas. Su único logro había sido elevarse la misma altura que Gladis había alcanzado al enseñarle, pero cayó fuerte contra al suelo por el cansancio. Si no fueran por sus escamas de dragón, ese golpe hubiese dolido más de lo que fue.
"Un intento más."
Ashes brincó y movió las alas. Había logrado mantenerse más tiempo esta vez en el aire y logró bajar sin estrellarse en el intento.
"Y bien, ¿Cómo se siente?" Preguntó Gladis con una sonrisa.
"¡Genial!" Exclamó un feliz y cansado Ashes.
Luego de decir eso, los estómagos de los dos dragones sonó. Ya era hora de ir por la comida.
"Mi madre dejó monedas de plata para comprar carnes en el mercado del pueblo ya que se nos acabó la reserva. Vamos."
"De acuerdo."
Mientras los dos dragones jóvenes iban por su comida del día, había un dragón de escamas amarillas y manchas verdes que estaba investigando en su despacho el cuerpo de una criatura rocosa. El Maestro Lectro abría libros y libros que se encontraban en sus estanterías a una velocidad increíble con el fin de hallar de alguna forma el tiempo que posee la criatura.
El Maestro suspiró. Entre su vasta cantidad de libros que poseía, no encontraba ninguno que contuviera información.
"En comparación a los dibujos de las rocas, lo máximo que puedo deducir es que tienen más de cuatro siglos pero... En ese caso estas criaturas existen desde la era perdida." Se acercó a una bandeja que había en una pequeña mesa. "La draticita solo se puede conseguir el continente de Forbudt, el cual está prohibido a cualquiera y la ultima vez que se vio ese mineral fue en la invasión de hace veinte años."
Seguidamente sacó un libro que contenían los reportes de movimientos telúricos.
"Hace dos meses la tierra se sacudió de gran manera que causó una gran fisura en el Gran Valle, lo que causó que parte del magma que hay debajo de la tierra se filtrara y requirió la asistencia de dos Maestros. Entonces..." Recordó que algunos tenían un núcleo de fuego. "Si no me equivoco, parte del magma que se filtró por la tierra debió caerles y despertarlos, pero algo no cuadra. Se supone que el magma derrite todo lo que toca, entonces por qué no los mató a ellos" Se cuestionaba ese ultimo dato. "Hay algo que falta. Un libro antiguo que debe estar escondido en la gran biblioteca o algún pergamino perdido... ¡Que dolor de cabeza!"