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Chapter 10 - Lo que soy ahora

"¡¡¡Deténganse!!!"

Un grito desgarrador de desesperación resonó por todo el lugar.

¿Qué sucedió aquel día?

*Cinco años desde la llegada a la Capital*

"..."

Ashes estaba en el techo de una de las torres de la sede de los Maestros. No había cambiado mucho a simple vista, pero había una cicatriz que cruzaba su ojo derecho, ojo que quedó sin luz.

Su expresión se encontraba perdida, sin expresión y sin vida en su único funcional. Aquel suceso que lo cambió todo para él fue el causante de todo esto, el causante de todas las pesadillas que lo han atormentado desde hace año y medio.

Su entrenamiento había finalizado a los tres años de haber llegado a la Capital y en ese tiempo creó dos técnicas propias aparte de las que la Maestra Senka le enseñó. Además, Ashes dominaba las dos danzas de las garras de sobra a un nivel espectacular, pero no como la dragona negra.

Dos dragonas de diferente elemento caminaban mientras charlaban por uno de los pasillos cercanos a la torre donde se encontraba el dragón gris. Una dragona eléctrica de escamas de amarillo cobalto y una dragona de fuego de escamas naranjas.

"¿Es verdad que existe ese 'fantasma'?" Preguntó la dragona eléctrica.

"Vamos, Tes. Sabes que no existen los fantasmas y menos lo hará ese tal 'fantasma' que hablan los nuevos."

"Pero no sabemos si es verdad o mentira lo que dicen, Fayna. ¿Qué tal si lo averiguamos?"

"Paso. No quiero meterme en problemas. Pero lo más probable es que se refieran al guardia nocturno."

"¿Guardia nocturno?"

"Espera. ¿No sabes que hay un guardia nocturno?¡Has estado más tiempo que yo!"

"Es la primera vez que oigo sobre un guardia nocturno. ¿Cómo es él o ella?"

"Físicamente no lo he visto, pero dicen que es un dragón sombra."

En eso la dragona eléctrica vio que no muy lejos a un dragón de escamas verdes. Magnitos acababa de salir de un cuarto mientras secaba su cabellera pelirroja con una toalla.

"Quizás Magnitos sabe sobre eso. ¡Magnitos!" Alzó su mano y lo llamó.

El dragón del elemento tierra no había cambiado mucho en su estancia desde que entró a la sede de los Maestros. Él tenía el cabello amarrado por lo largo que era y una cicatriz que cruzaba todo su brazo izquierdo.

"¿Eh?" Volteó y vio quien le estaba llamando.

Las dos dragonas se acercaron al dragón de tierra.

"¿Tienes un minuto? Queremos preguntarte algo." Habló la dragona amarilla.

"Claro."

"¿Cómo es ese guardia nocturno?"

"Es un dragón de escamas grises. Su nombre es Ashes, un dragón sombra y ha estado más tiempo aquí que yo."

"Dragón sombra... ¿Entonces ha sido alumno de la Maestra Senka?" Preguntó la dragona de fuego.

"Sí. Fue alumno de la Maestra Senka durante tres años y al mismo tiempo pidió el trabajo de guardia nocturno."

"Pero no he visto a alguien como él desde que llegué aquí."

Magnitos suspiró y desvió la mirada.

"Es complicado. Desde hace año y medio que ya no se le ve mucho."

Mientras tanto Ashes apretaba su puño, lastimándose por la fuerza que ejercía sobre su propias escamas. Con solo recordar aquel suceso que le dejó heridas tanto físicas como una herida profunda en su corazón, la herida de perder a un ser al que amas.

**Hace año y medio**

**POV Ashes**

Han pasado tres años y medio desde que llegamos a la Capital. Luego de que Gladis y yo nos separamos al saber sobre las reglas, estuvimos distanciados hasta el día de hoy.

Somos un grupo de cinco dragones en una pequeña salida al campo, algo común entre amigos. Estaba Magnitos, quien se había convertido en mi mejor amigo y quien más le tengo confianza. Una dragona eléctrica de escamas color cercano al bronce, su nombre es Shera, mejor amiga de Gladis. Un dragón de escamas rojo oscuro y su nombre es Aidan, el más joven entre nosotros y el más inocente. Y por ultimo estaba Gladis.

Nos encontrábamos descansando luego de un almuerzo preparado por mi. Sus caras al probar por primera vez la comida de donde vengo les dejaría babeando. Creo que si sigo trabajando como guardia nocturno durante unos tres años más tendré el suficiente dinero para abrir un restaurante en la capital.

Yo estaba descansando bajo el mismo árbol donde Gladis estaba durmiendo, distanciados como siempre. Todos estaban descansando a excepción de Magnitos y yo.

"¿Crees poder aguantar todo ese tiempo?" Magnitos me preguntó.

"¿De qué estás hablando?"

"Sabes a lo que me refiero. Por lo que he escuchado el Maestro Gelio es muy probable que la escoja para heredar el titulo."

Suspiré "Se lo prometí y mantendré mi promesa lo que sea necesario."

"Si tu lo dices..."

"Mejor partamos. Ya va a atardecer."

No quería seguir hablando de ese tema. No quería que se arruinara el buen día que he tenido.

"Despierta a Shera y Aidan."

Magnitos asintió a mi pedido y se levantó para despertar a Shera y Aidan. Yo me acerqué a Gladis y la moví para despertarla.

"Ya es hora de irnos. Despierta."

Gladis se levantó y nosotros cinco levantamos las cosas para partir devuelta hacia la Capital. Decidimos caminar debido a que la Capital no estaba tan lejos de nosotros y para ahorrar energías.

Mientras caminábamos, solo pensaba en cómo estaría mi madre y mi hermano menor. He hecho mis cálculos hoy sería el cumpleaños numero once de mi hermano. Los extraño mucho y quisiera poder verlos aunque sea una vez más, pero no he podido descubrir la forma de volver.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por un movimiento en la tierra bajo nuestros pies. La tierra se sacudió y se abrió, haciendo que nosotros cinco cayéramos a una especie de cueva subterránea, con solo la luz del día alumbrando.

"¿Están bien?" Pregunté cuando me levanté.

"Sí." Escuché la voz de Magnitos. También escuché a Gladis y a Shera decir lo mismo, pero Aidan no respondía. "¡Aidan!"

"¡Aquí!"

Escuchamos su voz por debajo de unas rocas. Magnitos se apresuró a sacar las rocas y ahí estaba Aidan lleno de polvo y suciedad. Magnitos lo ayudó a levantarse, pero Aidan parecía lastimado por la caída.

"¡Mi pierna!"

Su pierna derecha parecía que se había fracturado.

"Tranquilo. Apóyate en mi brazo." Le dijo Magnitos a Aidan.

Levanté la mirada y vi que la caída había sido de unos veinte metros por lo menos.

"Tendremos que escalar. Es muy estrecha la subida para poder volar." Me dirigí a los demás.

Pasos pesados se hicieron eco por todo el lugar. Cuando vi de donde venían, no podía creer lo que estaba frente a mis ojos.

"¡Son ellos!" Grité en mis pensamientos.

Venían de todas las direcciones. Nos hicieron retroceder hasta que nuestras espaldas estaban pegadas. Estos no eran iguales al que me atacó aquella noche cuando la Maestra Senka me salvó, estos tenían una especie de armadura y armas de gran peso.

Estaba nervioso y hasta podría decir que hasta asustado. Mis piernas estaban temblando por la presencia que generaban esas criaturas. Me preparé para atacar en cualquier momento con la danza atacante.

"¡Magnitos, cubre a Aidan con una cúpula de tierra!"

"¡Entendido!"

Solo podíamos proteger a Aidan. Él no podía pelear por su fractura.

Habían más de cuarenta de esas criaturas, eso pude contar. Me lancé contra uno y con los movimientos de la danza atacante logré destrozar la coraza y lo que parecía ser un núcleo ardiente. La criatura cayó luego de que destruí ese núcleo.

"Ya veo." Pensé. Decidí levantar la voz y avisarles a los demás sobre el punto débil de estas criaturas. "¡Tienen un núcleo en la parte central de su armadura! Destruyan sus armaduras y destruyan sus núcleos!"

Giré rápidamente la mirada y vi a uno que intento atacarme con su arma. La danza defensiva no está hecha para defenderse de armas, así que utilicé el manto de sombras para evadir el ataque. Recibir un golpe de esos mazos con tal velocidad y fuerza sería un golpe mortal.

Salí del manto de sombras y me las arreglé para matar a otros dos. Me estaba cansando físicamente. Mi resistencia física se agota con cada movimiento que hago de la danza atacante. La Maestra Senka estaba en lo correcto. Las danzas atacante y defensiva generan una gran carga sobre el cuerpo.

Tomé la peor decisión en una batalla. La gran carga sobre mi cuerpo era tal que me obligó a tomar un respiro.

"¡Ashes, cuidado!"

Escuché que Gladis me alertaba de un ataque. Reaccioné tarde y no pude activar el manto de sombra.

"¡¡Aaargh!!"

Me cubrí con mis brazos para evitar el impacto directo a mi torso, pero el impacto de esa arma me desgarró las escamas de mis brazos y el golpe llegó a impactar a la altura de mis costillas. El golpe me mandó a volar contra una de las paredes del lugar... ¡Duele demasiado!¡El dolor me está haciendo perder el conocimiento!

Me cuesta enfocar la mirada en lo que está pasando. Veo todo borroso. Intento mover mis brazos, pero no me responden.

"¡¡ASHES!!"

Solo escuchaba los gritos de preocupación de Gladis y Magnitos.

"¡Ashes resiste- Aaargh!"

Cuando escuché el grito de dolor de Gladis, algo se encendió dentro de mi. Levanté la mirada y vi como las alas de Gladis estaban en el suelo, una de esas criaturas se las cortó.

"No..."

¡Está volviendo a suceder! Está pasando lo mismo ¡No quiero perder a nadie más!

"¡¡¡Déjenla!!!"

Corrí desesperado. No importaba que mis brazos ya no funcionaran, atacaré con mis dientes.

Algo me detuvo y me estrelló contra el piso. Su fuerza era tal que no me dejaba mover ni un musculo.

"¡¡SUÉLTAME!!"

Era una criatura diferente cuando lo vi. No era tan robusto como los otros. Me levantó por la cabeza y me obligó a ver como concentraban sus ataque en Gladis y Magnitos, quien trataba de proteger a Shera.

Parecía que quien me sujetaba les estaba dando ordenes a los demás.

"¡Airm!"

Me sujetó con más fuerza y me obligó a ver como le caían múltiples, más de los que ella puede responder usando su elemento. Con cada golpe que Gladis recibía, no podía evitar llorar y desesperarme más.

Me obligó a ver como destrozaban la armadura de rocas de Magnitos. Vi como una de esas criaturas usaba un hacha para quebrar la defensa de Magnitos y solo podía ver como lo lastimaban.

"¡Suéltame!" Luchaba por salir del agarre, pero era en vano.

¡¡¿De qué me sirvieron mis esfuerzos por ser fuerte si no puedo proteger a nadie?!!"

"¡¡¡Deténganse!!!"

Solo estaba como un mero espectador de nuevo. Lagrimas salían de mis ojos al ver que estaban a punto de darles el golpe final.

Algo se quebró dentro de mi cuando recibieron el golpe. Sentí como si algo recorriera mi cuerpo, algo similar a la energía elemental pero sombrío. Mi visión se volvió borrosa y el único sentimiento que sentía ahora era la ira.

**Salto de tiempo - Después del suceso**

Mi cuerpo se sentía como si tuviera una montaña encima. Todo mi cuerpo me dolía y solo pude mover la cabeza. Abrí los ojos, pero al parecer solo podía ver por uno. Vi a la Maestra Senka sentada con un rostro de preocupación.

"Que alivio..." Fue lo único que ella dijo.

"¿Donde están...?" Me costaba mucho hablar. Vi que su expresión cambió a tristeza.

"El joven Magnitos logró sobrevivir a duras penas, pero las jóvenes Gladis y Shera..."

Al escuchar eso, intenté levantarme, pero la Maestra Senka no me dejó.

"¡Ashes, para! Tus heridas se volverán a abrir."

"Maestra, dígame que está bien." No quería oír que estaba muerta. Me negaba creer que Gladis murió.

"Ellas fallecieron. Hicimos lo que pudimos, pero lamentablemente fallecieron por la gravedad de las heridas. Lo siento, Ashes."

**Actualidad**

Desde ese momento, Ashes no volvió a ser el mismo desde que Gladis murió a manos de los Staldiers de clase Pesado y uno de clase General, quien fue el culpable de cortarle las alas a la dragona de hielo.

Ashes solo buscaba venganza contra esas cosas. Una venganza que no traería nada bueno para él.