Chapter 16 - Capítulo 16

Ya habían pasado 6 días desde que salí de la ciudad.

Los monstruos me habían estado atacando sin parar casi en todo momento y apenas si había podido descansar, pero eso no me importaba tanto, ahora me preocupaba seguir con vida después de tanto ataques.

-Pensé que esto sabría mejor, pero es tan duro como cuero – dije mientras daba una mordida a un trozo de carne que estaba cocinando – Creo que no es bueno solo azar esta carne.

Mi comida se había terminado hace un par de días, todo por culpa del ataque repentino de unos monstruos pequeños. Desde entonces había estado comiendo pequeñas aves, pero eran difíciles de atrapar. Así que tomé la decisión de comer a un monstruo parecido a un cerdo pero con la diferencia de que tenía garras en lugar de pezuñas y una cola que lanzaba agujas venenosas.

-Creo que es mejor hornearlo y esperar que con eso se vuelva suave – dije mientras intentaba seguir comiendo.

Pero descanso no duró mucho, lo lejos podía escuchar los sonidos de batalla, espadas golpeando cosas tan duras como rocas y gritos tanto de personas como de monstruos.

No sabía a qué distancia estaban pero se acercaban rápido.

-Tendré que intentarlo más tarde, es hora de seguir con el exterminio – dije mientras me ponía de pie y tomaba mis armas, mi confiable espada y la daga que me había dado Sayuri.

Antes de salir de mi escondite le di un breve vistazo a la esfera azul de mi collar, revisando una vez más mis estadísticas. Habían subido bastante, pero lo que más me sorprendía era que mi maná se había disparado a tal punto que debía de leer todo de nuevo para creerlo.

Fuerza:76 Poder:76 Defensa:76 Resistencia fisica:74 Resistencia a la magia:73 Agilidad:76 Maná:133 Vitalidad:72 Inteligencia:30 Suerte:30

-El libro de Kaori me sirvió bastante para aumentar mi inteligencia y mi suerte también subió, supongo que esforzarse no es tan malo – pensé mientras bloqueaba la entrada de mi escondite.

De inmediato empecé a correr hacia el origen del alboroto, con cada paso que daba el sonido se hacía más fuerte, podía escuchar los gritos de personas que trataban de escapar y de los monstruos que los perseguían. Estaba seguro que la cantidad de monstruos era por lo menos 8 veces la cantidad de aventureros que escapaban, lo peor era que parecien ser monstruos muy grandes o muy fuertes.

Corrí un poco más y por fin los pude ver, era un grupo de 10 aventureros que corrian a toda prisa y detrás de ellos un enjambre de diversos monstruos casi pisándoles los talones.

Estando más pude reconocer que estaban los que se habían estado burlando de Sayuri entes del ataque de los Ent´s, estuve tentado a dejar que los monstruos los alcanzaran, pero mejor decidí usarlos como carnada para que los monstruos no se alejaran mucho y poder acabar con todos.

Ellos apenas me vieron y su mirada cambio un poco, pero seguían teniendo esa mezcla de miedo y desesperación en sus rostros.

-¡Novato! ¡Corre hacia el otro lado! – gritó alguien que iba a la cabeza, pero solo lo ignoré y seguí adelante.

Desenvaine mi espada y mi daga mientras que los demás aventureros pasaban a mi lado.

-¡¿Qué haces idiota?! ¡Vas a morir! – gritó otro de ellos.

El enjambre de monstruos ya estaba frente a mí, podía reconocer a la mayoría porque ya los había enfrentado en estos días, pero nunca en tal cantidad.

Varios se lanzaron contra mí, pero alcé mi espada y varios de ellos fueron cortados bajo su filo azulado, media vuelta y pude clavar mi daga en la cabeza de otro antes de saltar y cortar a más con mi espada.

Debido a mis estadísticas ahora todos me parecían más lentos, podía ver sus movimientos y contratacar casi de inmediato.

Podía ver como los demás monstruos empezaban a llegar, incluidos a molestos goblins que se habían escurrido entre sus filas. Pero lo que más me preocupaba era que detrás de ellos venían otros monstruos más grandes.

-Tengo que acabar con estos pequeños antes que los demás lleguen o tendremos muchos problemas – pensé mientras decapitaba a otro monstruo jabalí.

Traté de alejarme de ellos subiéndome a uno de los árboles que estaban cerca, afortunadamente ellos me siguieron pero se quedaron en el suelo mientras yo seguía saltan de rama en rama hasta llegar a un parte más alta, debía poner distancia para poder recitar.

- Fuego, llamas que dan calor y destruyen todo, medio que purifica y borra todo – dije mientras recordaba cómo usarlo, solo había usado una vez ese hechizo, pero conocía toda la potencia que tenía – Llamas sagradas que protegen a todos, las invoco, denme su fuerza, denme su poder…

Los monstruos seguían aglomerándose alrededor del árbol y frente a mí, era una buena oportunidad para usarlo y por suerte aun no subía por mí.

-…El Guardián del fuego, Suzaku te lo ordena, desata su furia sobre la tierra, incinera todos los pecados, destruye a mis enemigos y restaura el orden… – ya estaba por terminar y la gran cantidad de maná que había acumulado estaba por estallar.

Sin pensarlo salté y los monstruos quedaron justo debajo de mí, estiré ambos brazos hacia ellos y disparé el hechizo.

-¡¡ Llamarada divina!! – grité con todas mis fuerzas.

De inmediato un marejada de llamas carmesí salió de mis manos y se estrelló contra los monstruos, carbonizando a la mayoría y dejando mal heridos a los demás.

No estaba seguro que tanto maná había usado en el ataque, pero confiaba en que ahora tenía casi 4 veces más que cuando luché contra los Ent´s.

Pero no podía bajar la guardia, los demás monstruos se estaban acercando muy rápido pero estos eran muy diferentes.

Recordaba casi todo lo que había leído en el libro de Kaori, ella había separado los monstruos por categorías y eso servía mucho, aunque ahora estaba un poco asustado por todos los monstruos que reconocí.

-La mayoría de son case B y hay algunos de clase A… Estos van a ser mucho más difíciles – pensé mientras recordaba lo del libro – Tendré que usar "eso" para terminar rápido.

Después de tantos días y de peleas por fin había comprendido lo que me pasaba, había aprendido a controlarlo aunque seguía siendo algo difícil.

Cerré los ojos y me quedé de pie frente a la orda de monstruos que se acercaban, guarde mi daga y seguí concentrándome.

-¡¡Novato!! ¡Sal de ahí! – gritó alguien, sonaba desesperado pero yo ya estaba listo.

Podía sentir la vibración que causaban las pisadas de los monstruos al mismo tiempo que mi cuerpo se hacía mucho más ligero, causado por la alteración de mis estadísticas.

Un rinoceronte asesino fue el primero de tratar de envestirme, pero la hoja de mi espada se deslizo por todo lo largo su cuerpo casi partiéndolo por la mitad, otro más intento lo mismo pero fue decapitado en un solo segundo bajo el brillo azul de mi katana.

Un grupo de pequeños Ent´s trató de rodearme y atacar pero uno a uno fueron cortados de un solo tajo mientras que otros más grandes intentaban golpearme pero les pasó lo mismo, cayendo rebanados al suelo.

Otros dos monstruos parecidos a gorilas se abalanzaron desde lo alto contra mí, pero con un salto los alcancé para que de un tajo fueran cortados por la cintura mientras yo daba una vuelta en el aire, preparándome para luchar contra los demás.

Los números de la horda de monstruos iban disminuyendo poco a poco con cada segundo que pasaba, pero yo todavía podía seguir peleando por mucho tiempo más.

-Como… ¿Cómo es que ese novato puede pelear así? – pude escuchar como uno de los aventureros se preguntaba eso.

-Es como si estuviera peleando contra simples goblins – dijo otro.

-Puede ser que… ¿Haya usado algo para subir sus estadísticas? – dijo otro aun incrédulo.

Seguía acabando con los monstruos que se me acercaran mientras podía escucharlos. Sin previo aviso algo parecido a un león pero con cola de escorpión trato de atacarme, sus garras y cola fueron directo hacia mí, pero sin mucho esfuerzo pude cortarlas de 2 simples tajos.

Aterricé de pie en el suelo y algo muy grande se acercó corriendo hacia mí, era un ser parecido a un humano, de piel verdusca, muy musculoso y con pequeños cuernos en la cabeza. Pude reconocerlo de inmediato y supe que hacer.

-Uno de clase A… veamos que puede hacer – pensé mientras tomaba con firmeza la empuñadura de mi espada y me preparaba para atacar.

-¿Es una maldita broma? ¿Qué hace un ogro aquí? – gritó uno de los aventureros aterrado - ¡Corre chico! ¡Esa cosa te matará!

El ogro levanto una masa de roca que tenía en su mano y trató de golpearme, pero logró bloquearlo con mi espada, intentó golpearme de nuevo pero no era tan rápido y esquivé cada uno de sus golpes. Sin pensarle dos veces usé una de sus piernas para impulsarme y saltar tan alto como pude, aun en el aire giré varias veces mientras lanzaba un tajo directo a si cabeza, con esfuerzo mi espada corto desde la base de su cuello hasta uno de sus costados, lanzando chorros de sangre por todos lados.

-Imposible… – dijeron varios aventureros atónitos.

-No es un aumento de estadísticas… son mis estadísticas reales – pensé recordando lo que me había dicho Seiryu.

Había dicho que ya había llegado con estadísticas altas, pero que mi cuerpo no podía controlarlas del todo, así que las habían disminuido en un tercio a propósito hasta que pudiera aprender más del mundo y controlarlas bien.

Aun había muchas cosas que faltaban por contarme, pero con todo lo que estaba pasando me las dirían después.

Sin previo aviso una cola marrón brillante pasó cerca de mí, apenas pude esquivarla y alejarme para ver que era.

-¡¿Qué demonios haces aquí?! – pregunté incrédulo.

Pero el dragón de tierra solo se lanzó contra mí mientras trataba de clavarme sus garras y dientes. Estaba seguro que era más rápido que él, pero era mucho más ágil de lo que aparentaba. Lanzo una bocanada de fuego y apenas pude esquivarla pero mi katana no tuvo tanta suerte, salió viva de eso pero toda su hoja brillaba por el calor que había absorbido.

-Este también es un monstruo de rango A y de los más fuertes, pero se supone que nunca se aleja de su árbol – pensé mientras seguía esquivando sus ataques.

No tenía tiempo de buscar explicaciones, sin pensarlo dos veces corrí directo hacia el para atacar, de inmediato lanzo otra bocanada de fuego pero la esquive deslizándome en el suelo debajo de las llamas. Salté justo frente a él y lancé una estocada aun con la hoja al rojo vivo, que se enterró en uno de sus ojos hasta llegar Tsuba mientras el dragón caía sin vida al suelo.

Pero de inmediato los demás monstruos de los alrededores se lanzaron contra mí, quitándole la oportunidad de reconocer esa victoria.

-¿Por qué estos monstruos son tan agresivos? No se supone que tantas especies diferentes se reúnan en un grupo tan grande – pensé mientras seguía rebanando a los monstruos sin descansar un solo segundo.

Pero sin importar a cuantos monstruos mataba seguían llegando por todos lados, quería alejarme y tratar de lanzar algún hechizo pero seguían llegando. Por un segundo voltee a ver a los demás aventureros y pude ve r que estaban en las copas de los árboles, viendo la pelea con sus rostros incrédulos.

Cuando por fin pude ver que los monstruos empezaban a disminuir pude sentir algo, el suelo vibraba de manera extraña, no eran pasos de monstruos, era algo más. De la nada hubo un estruendoso rugido, como si fuera el dragón de tierra pero mucho más grande y combinado con gran siseo.

De inmediato los demás monstruos corrieron despavoridos por todos lados, como si estuvieran escapando de algo, agradecía que eso pasaba, pero todo mi cuerpo me decía que lo que venía era algo mucho peor.

De entre la maraña de árboles apareció una serpiente gigante, de color carmesí brillante con algunas manchas romboides de color café oscuro, sus ojos color amarillo brillante me vieron y casi quedó paralizado. Era el mayor monstruo que había visto hasta el momento, debía de medir al menos 30 metros de largo y era tan gruesa que parecía el tronco de un gran árbol.

Tardé un poco, pero pude recordar que había algo de información de una criatura similar en el libro de Kaori, solo que esta era la mayor amenaza de toda la zona.

-¡La sierpe incandescente, el único monstruo de rango S del nivel 1! ¡La única criatura que no ha podido ser exterminada y que tiene una gran recompensa en el gremio! – pensé mientras tomaba mi espada con todas mis fuerzas para evitar temblar.

Ahora de verdad que estaba en serios problemas. Según el libro, si alguien llegaba a encontrarla debía de escapar como pudiera, ya que las únicas veces que se había encontrado era cuando cazaba después de despertar de su largo sueño.

-¿Qué demonios… es eso? – dijo uno de los aventureros en los árboles.

Pude ver como el color de sus rostros se había drenado por completo y sus piernas empezaban a temblar.

-Parece que mi mala suerte por fin atacó – dije tratando de no perder la concentración, si lo hacía de seguro terminaría muerto – ¡Traten de escapar mientras gano algo de tiempo! ¡Esta cosa es demasiado fuerte para enfrentarla solo nosotros!

Ellos no respondían, se quedaron paralizados viendo a la enorme serpiente, mientras que sus siseos solo se hacían más fuertes, algo me decía que estaba a punto de atacar.

Sin pensarlo comencé a cargar el hechizo básico que me había enseñado Sayuri y con el que había enfadado a las avispas de fuego.

-¡Bola de fuego! – grité mientras le lanzaba el hechizo directo a los ojos.

Eso no le haría nada, solo era una distracción para que los demás reaccionaran y que la serpiente pusiera toda su atención en mí.

-¡¿Qué demonios esperan?! ¡Salgan de aquí, rápido! – grité de nuevo mientras corría hacia la serpiente.

No estaba seguro si se habían movido, lo único que podía ver era una mandíbula llena de afilados colmillos dirigiéndose hacia mí, logré esquivarla por pocos centímetros, pero se había llevado un pequeño trozo de mi abrigo.

-¡Esa cosa reacciona muy rápido! ¡Si no tengo cuidado…! – pensé tratando de alejarme, pero de nuevo esas mandíbulas casi me alcanzaban.

Pude girar a tiempo y lacé un tajo, mi espada dio de lleno en su reluciente piel llena de escamas y solo pudo hacer un pequeño rasguño.

-¡Su piel es demasiado dura! ¡Debo de buscar algún punto débil para poder atacar! – mis pensamientos estaban a mil por hora mientras mi cerebro trabajaba a toda velocidad, buscando algo que usar para salir vivo.

De pronto un mancha borrosa apareció a un lado, por instinto la bloquee con mi espada, pero el impacto fue tan fuerte que me mando a volar un par de metros en el aire. Pude aterrizar de pie, pero mis brazos temblaban por la fuerza del impacto.

La serpiente había usado su cola como arma, pero no era lo único que tenía. Enroscó su cuerpo, lista para atacar pero no lo hizo, abrió su enorme hocico y lanzo una bocana de fuego escarlata. Logré esquivarlo pero el calor era muy potente, mucho más que el de un dragón de tierra, pero lo peor era que tenía más alcance.

-¡Así que por eso la llaman sierpe incandescente! Pensé que solo era por el color – dije en voz baja mientras empezaba a correr.

Pero ella no se quedó quieta, empezó a perseguirme tan rápido como podía y lo único que podía hacer era correr entre rocas y árboles para evitar sus llamas.

No sabía cómo luchar contra ese monstruo, era demasiado poderoso para mí y mis compañeras no estaban para ayudarme.

-¡Tal vez es vulnerable al agua! ¡Sí logro darle con un hechizo de agua! – pensé mientras sus llamas pasaban tan cerca de mí que podía oles mi ropa quemándose por el calor – ¡¿A quién quiero engañar?! ¡No sé ni un solo hechizo de agua y necesito uno muy potente para hacerle daño!

La única opción que tenía era seguir corriendo hasta llegar al pequeño lago que estaba cerca, tal vez y solo tal vez la serpiente evitaría entrar al agua, pero no estaba seguro y era la última esperanza que tenía.

Pero un enorme árbol en llamas me cerró el paso, corrí de inmediato a otro lado pero la serpiente ya estaba lista con las fauces abiertas. Esta vez no pude esquivarla y uno de mis brazos quedo atrapado en ellas, tiré de él y pude sacarlo, apenas pude revisar los daños pero solo tenía unos rasguños y parecía que no había nada de veneno.

Casi de inmediato sentí un golpe en el costado y vi como mis pies se despegaban del suelo, veía como los arboles pasaban a mi lado hasta que de pronto no hubo ni uno solo, fue en ese momento que caí al suelo, rodando por el pasto hasta que este se convirtió en fina arena blanca.

Apenas recuperé un poco la conciencia y empecé a aplicarme magia de sanación, necesitaba hacerlo rápido o no saldría de eso con vida.

-¡Por fin el lago! ¡Tengo que…! – intentaba ponerme de pie cuando sentí otro golpe en mi espalda, pero ahora la arena suave desapareció y sentí las calientes escamas de la serpiente, estaba enroscándose de nuevo pero ahora me estaba dejando en el centro.

Era raro no sentir la presión que hacen las serpientes al enroscarse en sus presas, pero eso solo me daba más miedo. De nuevo abrió sus fauces y pude ver las grandes filas de enormes dientes acercándose poco a poco.

- Tierra santa que protege a los demás, cimiento de toda la creación… – empecé a recitar sin siquiera pensarlo, no estaba seguro si iba a funcionar pero debía de intentarlo – tan duradera como la roca y suave como la arena, protege todo a mí alrededor, protege a mis aliados…

Sus fauces ya estaban muy cerca de mí y pude sentir como su agarre perdía fuerza, sin saber cómo, estiré uno de mis brazos hacia su boca, apuntando mi magia.

-¡Muro de tierra! – grité y de inmediato un muro de rocas empujó a la serpiente hacía arriba y por obra divina no termine dentro de su boca, sino sobre su cabeza.

De inmediato desenvaine mi daga y empecé a apuñalar su ojo derecho, casi al instante la serpiente empezó a retorcerse hasta que me mando a volar de nuevo, pero esta vez terminé dentro del lago en unas aguas bajas.

Pensé que me seguiría, pero siguió rugiendo y moviendo la cabeza por todos lados mientras parte de su cola caía al agua. Malas noticias para mí, ya que eso no parecía importarle.

-Entonces no es débil al agua… – dije mientras empezaba a reír de lo asustado que estaba.

Ya no sabía que más hacer, ya no se me ocurría nada y las voces de mi cabeza, los guardianes, se habían quedado en silencio desde hace unos días. Quería empezar a quejarme de nuevo, quería decirles que todo esto era una basura y que era mejor terminar aquí.

Pero aún tenía muchas cosas por hacer. Tenía que golpear a ese noble hasta que se le cayeran todos los dientes para salvar Haruka. Tenía que hacer que Sayuri me dijera todo sobre lo que Kaori y Luke me habían contado. Tenía que pagar mi deuda con Kaori. Y también cumplir las expectativas que Luke tenía sobre mí.

Apreté mis puños con fuerza y planté mis pies en el lodo del fondo, esta vez no me quejaría, esta vez lucharía como lo que era, un aventurero.

-¡Si voy a caer será peleando! Y si no sé un hechizo de agua… ¡Inventaré uno! – grité mientras empezaba a correr de nuevo hacia la serpiente.

De pronto el dije de dragón en mi mano derecha empezó a brillar como nuca antes y varias letras azules empezaron a aparecer en mi mente, ordenándose lentamente como si estuvieran en la corriente de un arroyo.

La serpiente volteó a verme con su único ojo sano, estaba furiosa, comenzó a arrastrarse directo hacía mí.

-¡Gran guardia del agua Seiryu, responde a mi llamado…! – grité mientras mis pasos se volvían más rápidos dentro del agua – ¡…préstame tu poder, dame tus garras tajantes y pulcras…!

La cantidad de maná que recorría mi cuerpo era una locura y podía sentir como estaba por usar todo el que me quedaba, el hechizo debía de ser uno aún más poderoso que Llamarada Divina o las Cuchillas De Viento de Haruka.

-¡…Para devastar a mis adversarios y a todo aquel desafíe tu orden! – grité la parte final del hechizo mientras estiraba mis brazos a los lados y mis manos tomaban la forma de garras.

El agua empezó a acumularse en ellas mientras empezaba a brillar de un tono azul metálico, mis pies empezaban a salir del agua al tiempo que mi velocidad aumentaba.

Pero la serpiente hizo lo mismo, lanzándose contra mí con las fauces abiertas mientras que el interior de su boca comenzaba a formarse un brillo carmesí.

No sabía que pasaría, si ella dispararía antes sus llamas o yo mi hechizo, pero no podía dejar de correr directo hacia ella. Por instinto me lancé directo hacia su boca, mientras las llamas de su interior empezaban a formarse.

-¡¡GARRAS DE AGUA!! – grité mientras lanzaba un solo zarpazo con ambas manos usando toda la fuerza y poder que tenía.

El hechizo chocó contra las inmensas llamas justo antes de que me tocaran pero pude sentir todo el calor, quemando mi ropa y mi piel. No sabía si mi hechizo era tan potente, solo pude poner todo lo que tenía en él mientras las llamas seguían quemándome.