- No sea tan duro con él, majestad, la juventud se debería disfrutar, eso incluye a la princesa.
Quien hablo fue uno de los nobles acompañándonos en la mesa, todo su ser era la representación de libertinaje, un entrenado cuerpo bronceado cubierto por múltiples joyas, cadenas plata, y anillos de oro. Tenía la vestimenta de un hombre de negocios junto con la frescura de un surfista. Su amarilla camisa desabotonada y su largo cabello castaño eran bien conocidos en el distrito que supervisaba. Sobre su pecho descansaba una insignia de metal translucido con forma de grifo, dando a entender el alto de su rango y su relación con el reino de Lafonía.
- Le agradezco su intento de ayudarme señor Algimatas, pero por favor deténgase.
- Venga, no seas tan frio, que por algo compartimos saliva.
- Si vas a hablar de esa forma mejor no hables.
- Gehehe.
Algimatas Ashwin.
A pesar de su apariencia y forma de hablar despreocupada, es el archiduque que supervisa el distrito oeste, donde está todo el turismo y entretenimiento de la capital. Gracias a sus grandes ideas y habilidad para los negocios, se alzó hasta el rango de archiduque desde una cama de monedas de oro y cuerpos desnudos de ambos sexos.
De hecho, había una estatua sobre ello dentro de su territorio.
Solo espero poder olvidarla pronto.
"¿Compartir saliva?" Preguntaron ambas mujeres a mis lados con una mirada entre decepcionadas e impactadas.
- Bebimos del mismo tarro de cerveza jugando, les aseguro que no es nada de lo que pasa por sus mentes.
- …Un tarro de cerveza… Ya veo… Bien.
- …U-Un juego eh.
Antes de que tirarán mi heterosexualidad por la borda logre explicar las confusas palabras de aquel excéntrico bisexual.
En la parte más cercana al muro, se encuentra la zona conocida como "La cama de afrodita", donde los burdeles y bares están abiertos toda la noche.
Por cuestión de negocios visité algunos establecimientos con éste tipo, en cuanto terminamos de hablar del dinero tuvimos una fiesta algo alocada, y efectivamente terminé en la cama de un burdel, pero estaba acompañado de una hermosa mujer de cabello plateado, no de él.
Algimatas y yo teníamos un acuerdo donde a cambio de darle conocimientos sobre coctelería y juguetes sexuales yo obtenía un porcentaje de las ganancias que generaban los negocios que vendían los productos.
Tengo un amigo en la tierra cuyo tío es bartender, y los juguetes los descubrí gracias a una exnovia fanática del bondage.
Me pregunto cómo se le vería un traje de dominatriz a Lea...
A puesto a que muy ardiente…
- Señor Roberto, hemos preparado una nueva receta a base de sus consejos, por favor pásese por el restaurante cuando las cosas se calmen, eso le pido.
- ¿Hm? Ah, genial, tenga por seguro que lo haré, señor Romero.
- Okokoko, ¡Esplendido!
Romero Wellington.
Era un hombre regordete que siempre vestía su uniforme de chef color verde, la bandana en su brazo izquierdo tenía la misma insignia que Algimatas. El hombre tenía una cara amable y una enorme sonrisa la mayoría del tiempo, fuera del trabajo era una persona muy tranquila y accesible, pero dentro de la cocina se volvía el primo de Gordon Ramsay.
Romero no era solo un chef, era "él Chef".
Él era quien se encargaba de los platillos servidos tanto a la familia real como a los sirvientes, según sus colegas, era considerado uno de los mejores cocineros humanos existentes.
Todo un gourmet conocedor de las comidas e ingredientes de todo el mundo.
Algunas personas lo consideran una especie de santo de la comida, por lo que era muy respetado y admirado por la gente del reino.
Todo lo relacionado con la comida y el hospedaje está bajo su jurisdicción, haciendo del distrito sur es su responsabilidad.
Al igual que con Algimatas, teníamos un acuerdo donde yo le enseñaba recetas y secretos culinarios de mi mundo a cambio de un porcentaje del dinero generado en sus restaurantes y posadas.
Cuando se vive solo aprender a cocinar es toda una bendición.
- Algimatas, tomate esto más en serio, Romero, si tienes tiempo para estar tan tranquilo entonces úsalo para arreglar el problema en vez de hablar de comida, ¿O es que piensas que esto es un juego?
Una voz gruesa que apenas llegaba a ser femenina. A pesar de estar regañando a los archiduques, sus afilados ojos negros estaban puestos sobre mí.
Un largo cabello escarlata cubría la mitad de un rostro delicado criado por la rectitud. Un cuerpo bien desarrollado para el combate pero que no dejaba de ser atrayente a la vista. El oscuro uniforme militar alemán cubriendo su cuerpo, y las insignias colgando sobre su pecho le daba un aire demasiado intimidante cómo para establecer conversaciones casuales con ella. Su gorra militar llevaba la misma insignia que los otros archiduques.
- Calmada Mayi, el ambiente ya es bastante tenso con esas imágenes, no hace falta ponernos intensos.
Los ojos de la muerte por fin dejaron de clavarme cuchillos, ahora lo estaba haciendo con el tipo de amarillo.
- … ¿Intenso?... ¿Te parece que estoy siendo intensa?...
Nunca era bueno dejar una mujer de mecha corta cerca de un hombre despreocupado, recordé eso cuando vi a estos 2.
- Un poco, sí.
¡Thump! *
De no ser porque la mesa estaba encantada seguro se hubiese roto.
- ¡Para empezar, esto no hubiese pasado si hubiésemos comenzado la movilización del ejército! ¡Ahora no solo nos tenemos que preocupar del culto, sino de un maldito asesino a sueldo! ¡Este no es momento para estar relajándose con prostitutas o la comida de unos jodidos restaurantes!
Miiieeerrrrrdaaaaaaa…
Lo que decía era verdad, pero yo nunca lo hubiese dicho de esta forma, mucho menos cuando tengo al jodido rey al lado.
- …Mayida.
La voz de Fardan era demasiado tranquila para está situación, sin embargo, logró paralizar a la mujer que había golpeado la mesa.
- Estas en presencia del rey y la familia real, contrólate.
Después de darse cuenta de sus acciones, la mujer pelirroja inclinó profundamente su cabeza.
Los demás archiduques hicieron lo mismo.
Vaya cambio de actitud.
- ¡Lo siento mucho, majestad! ¡Perdí los estribos por un segundo!… ¡Aceptare cualquier castigo!
- Mis disculpas majestad, debí ser más consiente de mis palabras, soy la causa del enfado de la archiduquesa, asi que yo recibiré el castigo.
- No hay comida más importante que una vida, me disculpo por mi indulgencia, mí señor.
Mirando al rey pensarías que no está molesto del todo, pero algo me decía que la hora de las bromas había terminado… Por el bien de nuestros cuellos…
- … Levanten la cabeza.
Los adultos obedecieron.
- Algimatas, Romero, si tienen que discutir algo con el héroe háganlo después de la reunión, ahora mismo los necesito concentrados en lo que tenemos en frente.
Ambos hombres asintieron mientras se disculpaban.
- Archiduquesa Mayida, por el bien de su puesto espero que esto no vuelva a ocurrir.
- … No se repetirá majestad.
- Bien.
Todos regresaron a sus asientos.
Archiduquesa del distrito norte; Mayida Berenguer.
Armas, soldados, adiestramiento de bestias. Todo el distrito norte estaba hecho para la guerra, y quien controlaba dicho distrito era está mujer.
A diferencia de los otros nobles, procuré mantenerme alejado de ella, no quería nada que ver con el ejército.
No es cómo que no tuviera algo que ofrecer, de hecho, tenía todo un mundo de armas y máquinas para la guerra en mi cabeza, y sabía cómo construir una buena cantidad de ellas.
Estoy seguro que ella sería capaz de sacarle todo el provecho a mi conocimiento para derrotar a los demonios y aumentar la seguridad del reino, y eso me parece bien.
El problema es lo que pasara después de eso, cuando los demonios y el culto hayan sido exterminados.
Una vez que el enemigo común haya sido derrotado, ¿Quién será el siguiente? ¿Contra quienes se usarán las armas? ¿Con que propósito?
Era fácil obtener una respuesta a esas preguntas, y aunque no pudiese ver el futuro ya tenía una idea de lo que pasaría.
Ya estoy dejando una mancha de sangre en éste mundo, no hace falta hacerlo un mar.
- Si ya no hay más comentarios, continuemos, disculpe la interrupción, señor Roberto.
Algo incómodo por ser nuevamente el foco de atención puse mi sonrisa de trabajo mientras decía "No hay problema".
Bueno, es hora de trabajar.
Apagué todo sentimiento innecesario y comencé a hablar.
- Bien, nuestros problemas son los traidores de la guardia, la ubicación de los cultistas y la persona que los está cazando.
- En ese caso tenemos que lidiar con los traidores primero.
Mayida se fue directo a lo que le importaba, sin embargo, estaba de acuerdo con ella.
- General, ¿Qué tan posible es una infiltración?
- No mucha, las únicas posibilidades son que robaran el uniforme y suplantaran al guardia en su turno de patrulla o usasen magia para cambiar su apariencia. Si estuviesen en los cuarteles nos hubiésemos dado cuenta de la infiltración debido a los exámenes corporales y las identificaciones de maná.
La falsificación de identidad era algo muy raro en éste mundo gracias a la existencia del maná.
El cifrado de maná que cada identificación tenía eran tan únicas como las huellas dactilares y solo los distribuidores y la familia real saben el método de producción, por lo que no es muy difícil saber dónde empezar a investigar si hay una fuga de información.
- De todas formas, los infiltrados tuvieron que tener ayuda de adentro.
- ¿Qué lo hace pensar eso? Me preguntó Samanta.
- Los tatuajes pueden ser escondidos con maquillaje y ropa, y no es cómo si la identificación de maná nos diga si una persona es un cultista o no, de ser así ya los habrían identificado a todos. Y la situación me parece demasiado conveniente, una carreta con cadáveres llega, la gente sale por curiosidad, y 20 de ellos son secuestrados por los guardias que patrullaban esa zona en ese mismo momento.
- Si lo pones de esa forma sin duda suena sospechoso, ¿Pero no podríamos decir lo mismo de todas las demás patrullas si sucede algo similar?
Algimatas tenía un punto, la muerte era bastante común en éste mundo, por lo que encontrarse con las carretas no era tan extraño, siempre hay grupos de soldados patrullando toda la capital asi que sorprenderse de su encuentro con dichas carretas sería exagerado.
Es gracias a esa normalidad que los asesinatos son tan fáciles de hacer.
- ¿Alguien tiene registros de las patrullas?
Para responder a mi pregunta Mayida me dio una pila de documentos.
- Veamos…
Nombres, rutas, hora de patrulla, afiliaciones.
Una buena cantidad de información estaba escrita en estos papeles.
Antes de leerlos establecí una conexión con Fei Xue.
- ¿En qué puedo ayudarlo?
- Los nombres en la agenda, repítemelos.
- En seguida.
Confundido con su manera tan formal de hablarme comencé a concentrarme en los documentos.
Después de unos minutos logre encontrar similitudes.
Curiosamente, muchos de los guardias estaban ligados a varias de las casas nobles que apoyaban a los cultistas. No sería extraño pensar que algunos de ellos estuviesen haciendo de las suyas dentro de la guardia
- ¿Alguien podría darme un bolígrafo o algo para escribir?
Samanta me dio una pluma y un tarro de tinta.
Después de darle las gracias comencé a marcar a todos los guardias que patrullaron la zona donde ocurrían los rituales, hice lo mismo con las casas nobles que representaban.
Mientras la pluma pintaba el papel mis laterales fueron invadidos por miradas fijas.
- ¿Encontraste algo?
- Eso creo, resulta que muchos de los guardias que patrullaron la zona donde los cultistas actuaron están ligados a las mismas casas nobles, estoy marcándolos para que después puedan ser interrogados e investigados por ustedes. Sean discretos, sé que las inspecciones se notifican a las casas con una semana de antelación, pero les recomendaría actuar lo más pronto posible con todas las casas a la vez, de esa forma no tendrán tiempo de esconder cualquier posible prueba ni de avisar a sus aliados que se preparen.
- ¡Espera un momento! ¡¿No fue eso demasiado rápido?!
Las palabras de Mayida contenían los sentimientos de todos, nadie se esperaba tener una lista de posibles traidores tan rápido.
- Esta es la mejor pista que tenemos, si esperamos a que más incidentes ocurran solo sacrificaremos a más civiles.
Terminé de poner las marcas y devolví los documentos a Mayida, quien los fue repartiendo con los demás miembros de la mesa.
- La mayoría son casas con poca autoridad y territorio, pero varios de sus miembros son parte de la guardia, no tienen logros muy notables asi que sus rangos son bastante bajos. A mi parecer son los sospechosos perfectos para una traición.
- … Es una buena lógica y me parece una buena pista, pero…
- ¿De verdad está bien esto?
- … Señor Roberto…
- ¿Sí?
- ¿De verdad podemos confiar en esto? Si las cosas salen mal muchas casas podrían perder la confianza en la corona.
- Y con eso un conflicto interno podría estallar, lo sé.
Me levanté de mi asiento y miré al rey a los ojos con una sonrisa reconfortante.
"¡Obtuve la información directamente de las frías y muertas manos de los cultistas asi que pueden estar seguros que es confiable!". Me gustaría decir eso para evitar perder tiempo, pero entonces yo sería el condenado.
Asi que voy a tener que ofrecer un seguro.
- Es por eso que ofrezco mi vida cómo compensación en el caso de que no se encuentren traidores.