La catedral se encontraba en el distrito este, todas las mañanas de cada día la cardenal y otros sacerdotes dan un sermón que dura alrededor de 1 hora y media.
Nunca eh ido en persona ya que nunca me ha interesado la religión, pero me enteré de ello hablando con algunos sacerdotes y caballeros.
La deidad que alababan era una diosa llamada Aurora, según la iglesia es gracias a ella que los humanos son capaces de invocar héroes de otro mundo, además de ser quien brindo al mundo de la energía del maná, los hechizos y cualquier otra cosa que tenga que ver con la magia.
Había más dioses y con sus respectivas religiones alrededor del mundo y los reinos, aunque la verdad no estaba interesado en estudiar o ser parte de ellos, por lo que me limitaré a solo aprender sus hechizos y el tipo de magia que usan.
Mi pelea contra Molly me hizo darme cuenta que no puedo confiarme, no solo tengo que encontrar las debilidades de los demonios y los cultistas, sino de todos con los que interactúo.
No era una medida para hacer una guerra total y acabar con todos, era algo necesario para mantener mis actividades y tener la mayor probabilidad de éxito posible.
No me gustaría pelear contra estas personas, pero lo haré sin contenerme de ser necesario.
Mi mente estaba lista para todo, mi corazón no tanto.
- Palabras sabías maestro, ¿Pero estuvo bien?
La voz de la bestia me recordó que no corte la conexión.
Mientras los demás discutían sobre cómo se ejecutaría el plan, me concentre en mi conversación mental al mismo tiempo que tomaba más té y miraba algunos mapas de la capital.
- Lo fue, me ahorre el trabajo de buscar reemplazos para los nobles y si todo sale bien, el culto ya no tendrá a nadie con autoridad que los apoye. Puede que los más astutos envíen un chivo expiatorio para mantenerse en buenos términos con el reino.
- ¿Y piensa que con eso se detendrán?
- Para nada, este tipo de cosas deben resolverse cortando la raíz, todos aquellos que hayan tenido que ver con el culto deben ser exterminados y reemplazados si quieren preservar la paz por otro rato.
- ¿No cree que recurrir a un método tan violenta pueda ocasionar mayores desastres?
- Si no queda nadie para infligir daño el daño no ocurrirá, además el miedo será un seguro persuasivo para todos aquellos que si quiera consideren seguir los malos pasos de sus antecesores.
- ¿Qué pasara con la confianza que ha construido?
- Roberto seguirá construyendo un castillo de confianza con las personas a su alrededor, Kitzin será la otra cara de la moneda donde el odio pueda ser depositado.
- ¿No tiene miedo de que lo descubran?
- Solo necesito encontrar una forma de replicar la magia de invocación de la familia real antes de que eso pasé. En cuanto no tenga nada más que hacer aquí me iré a los otros reinos por los demás objetos de invocación.
- Parece que ya lo tenías todo planeado, maestro.
- Quien sabe, tal vez solo soy muy bueno improvisando… Pasando a otro tema, ¿Cómo están los elfos?
- Fueron alojados dentro del castillo, Iris y su hermana se dirigen a donde se encuentra usted.
- No me digas…
Mis piernas se estaban quedando sin fuerzas por lo mucho que me había movido en el día, sin embargo, resistí la urgencia de mi cuerpo por un descanso y me dirigí a la puerta de la sala de reuniones con la excusa de que iba al baño.
- No tardes, la reunión se reanudará pronto.
- Claro.
Fuera del cuarto, seguí hablando con Fei Xue.
- Guíame a ellas.
- Caminé derecho y a la izquierda, después bajé un piso, vaya a la derecha y dos pasillos después a la izquierda.
- Ugh… Puto laberinto…
- Culpe a quienes hicieron el castillo.
Caminé justo cómo indicó Fei Xue y en poco tiempo escuché la voz de Iris y su hermana a lo lejos.
Cortando la conexión con el ave decidí regresar sobre mis pasos un poco y esperar detrás de una pared por las hermanas.
- Disculpa, ¿Tienes algo de maquillaje?
- Uhm, claro… ¿Lo quieres?...
- Será solo un momento, ¿Por favor?
- B-Bien.
Detuve a una sirvienta que pasaba y con el maquillaje que me presto escondí la cicatriz en mi rostro.
- Eres bastante habilidoso con eso, ¿Lo haces seguido?
- Solo cuando llegan invitados, no quiero darle una mala imagen al castillo, asi que una apariencia más amable queda mejor.
- ¿En serio? Creo que es la primera vez que te veo hacer eso.
- Ocasiones especiales requieren medidas especiales.
- Haha, supongo que sí.
Terminé el trabajo y le devolví los artículos de belleza.
- Gracias, te debo una.
- Considérate libre de deudas si me consigues una foto de Molly maquillada.
- Creo que conseguir Mithril es más fácil…
- Seguro que puedes hacerlo, eres tú de quien estamos hablando.
- … Haré lo que pueda.
- Fufu, te lo encargo.
La sirvienta siguió su camino, una leve sonrisa plasmada en su rostro.
¿Cómo se llamaba? ¿Sora? ¿Flora? ¿Cora?... Era algo parecido…
Me olvide de ella casi de inmediato y concentre mi oído en las voces acercándose.
- ¡Te lo digo! ¡Está aquí en algún lado!
- ¿Entonces trabaja para Lafonía? ¿Será una fuerza especial?
- Me contó que fue parte de un ejército, pero nunca menciono nombres, y no creo que algún reino que quiera mantener una buena imagen use a un tipo tan brutal.
- Tienes razón… Bajo ninguna circunstancia debemos hacerlo nuestro enemigo… ¿Crees que sea un mercenario?
- ¡Ah! ¡Eso mismo le dije! ¡Su vestimenta lo hace ver cómo uno bastante malo! ¿Verdad?
- … ¿Se lo dijiste?... ¿En su cara?...
- Ah, bueno, sí.
- …
Pam*
- ¡Ow!
- ¡¿Por qué siempre tomas las decisiones más peligrosas?!
- ¡Pero nos salvó! ¡Además él no se lo tomó mal!
- Ugh, más tarde discutiremos de esto con padre, por ahora mantente cerca de mí y no hagas nada estúpido.
- Lo dices cómo si siempre hiciera estupideces…
- No tengo otra forma de llamarlo.
- ¡Oye! … ¡Ah!
El sonido de las pisadas de Iris se detuvo.
- ¿Qué pasa?
- Lo encontré…
- ¿Encontrar?
La caminata se convirtió en trote, y en cuestión de nada la elfa llegó donde estaba.
- ¡Lo sabía! ¡Eres tú!
Ya que Iris había visto mi rostro, no había necesidad de hacerme el tonto.
- Tan ruidosa como siempre.
- ¿Huh? ¿No tenías una cicatriz?
- Para nada.
- ¿Ehhh? Ah…
Puse mi mano sobre su cabeza confundida y la acaricié.
- Lo hiciste bien allá atrás, sabueso.
La elfa se quedó paralizada, sus ojos poco a poco se volvieron cristalinos.
- Hic* Gracias… Gracias por salvarlos a todos… Hip*… Gracias por salvar a mi hermana…
- … Heh…
Entre lágrimas me dio palabras de agradecimiento, al nunca haber tenido la intención de ayudarla de verdad fui incapaz de responderle, solo le di una sonrisa irónica mientras su hermana nos alcanzaba.
- ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Qué le haces a mi hermana?!
La chica elfo tomó a Iris y la puso detrás suya.
De inmediato di una reverencia respetuosa y me presenté.
- Mucho gusto señorita, soy un sirviente del castillo, mi nombre es Antonio, soy un conocido de Iris, vine a llevarlas a la sala de reuniones.
- ¡Eso no explica la razón por la cual llora! ¡¿Qué fue lo que hiciste?!
Antes de que las cosas se salieran más de control, Iris salió de la espalda de su hermana y se paró a mi lado.
- ¡Está bien hermana! Está persona es quien nos ayudó.
- … ¿Qué?...
Los ojos de la mujer se ampliaron cual platos después de ver cómo hacía un pequeño cubo de hielo con magia, los colores de su piel desaparecieron mientras se inclinaba con su rodilla en el suelo.
- ¡Por favor perdóname! ¡No sabía que tú eras esa persona!
Sin nombres huh… Es lista…
- No hay problema, es bueno verte con tanta energía.
La mano que ofrecí para ayudarla a levantarse fue correspondida.
- Por ciertos motivos necesito que mantengan en secreto mi identidad, ¿Creen poder hacer eso?
- ¡Puedes confiar en mí!
- ¡Y en mí!
De manera casi instintiva la hermana de Iris y yo miramos a la elfa con ojos diciendo "¿Estás segura de eso?".
El rostro de la chica se sonrojo con el ceño fruncido.
- ¡Solo tengo que mantenerme callada! ¿Verdad? ¡Incluso yo puedo hacer eso!
No confiaba ni un poco en esas palabras.
- Te lo encargo.
- Déjamelo a mí.
De alguna forma la hermana me pareció la encarnación de la confianza.
Era reconfortante.