- ¿Qué pasó con "No tengo ese tipo de interés" eh?
- … Pasaron muchas cosas…
- La verdad no estoy sorprendida, ya sabía que eras un mentiroso que solo sabe actuar con la entrepierna.
- … ¿Te molesta?
- ¿Crees que me importa lo que hagas en tu vida privada? ¿Desde cuando eres tan engreído? Por favor controla tus fantasías.
- … ¿Okey?
- Lujurioso, pervertido, pene flácido.
- … Ahora solo estas siendo grosera.
- Torpe, tonto, idiota…
Mientras caminábamos por los pasillos, Molly me bañaba en sus injustificados insultos.
Era extraño, no me sentía furioso en lo absoluto por sus palabras, incluso diría que me parecía cómico.
Molly tenía su expresión serena de siempre, pero su cola y orejas no dejaban de moverse a los lados.
¿Será tan suaves como la de Lea?
Sin pensarlo mucho puse a prueba mi teoría sosteniendo su cola con mi mano.
- ¡¿MIAU?!
Cierta parte de mí esperaba un gemido lindo, pero solo recibí un grito que casi me hace saltar.
- ¡¿Qué crees que haces?!
- Ah, no, esto… T-Tu cola se movía bastante asi que… Me dieron ganas de tocarla…
- …
Molly alzó ambos brazos al aire. Un aura asesina irradiaba de sus garras.
Fue decepcionante, pero no me arrepiento.
Cómo cerdo yendo al carnicero cerré mis ojos y me preparé para mi final.
…
Sin embargo, el golpe que esperé nunca llegó.
En cambio, sentí sus dedos en mis mejillas.
- ¿Eh?
Abrí mis ojos por reflejo, solo para tener mi campo de visión se llenó con su rostro.
Espera, ¿Qué está pasando? ¿Se está acercado? ¿Se está acercando verdad?
Tanto mi mente como los latidos de mi corazón incrementaron en velocidad.
El rostro de Molly se estaba acercando al mío, su expresión era completamente sería, asi que no estaba seguro de cómo debería sentirme.
No me había dado cuenta antes, pero mi espalda estaba contra la pared y mis manos en el aire.
¿Acaso estoy siendo arrestado?
Por un momento agradecí que mi estupidez me ayudara a plantar mi conciencia en la tierra.
Con mi garganta cerrándose y mi voz con el volumen de una radio dañada reproduje palabras.
- … Esta es la parte donde nos besamos o…
Soné como un adolecente a punto de recibir su primer beso.
Lamentable.
- … Pff, sigue soñando.
- ¿Ha?
La gata apretó su agarre en mis mejillas con una sonrisa engreída pintada en sus labios.
- …Ow…
Después de jalar por algunos segundos me dejo libre y continuó caminando como si nada hubiese pasado. Casi podía ver una nota musical sobre su cabeza.
Mientras tanto, yo me quede trabado en el modo sabio.
- … ¿Qué demonios fue eso?
Mirando su figura noté que su cola volvía a moverse de un lado a otro, pero, ¿Cómo decirlo? Sus movimientos eran más… ¿Suaves? ¿Fluidos?
Eran diferentes.
- ...Haaah*
Fingí ser inmune a lo que acababa de suceder y obligué a mis piernas a avanzar.
Solo que esta vez me quede un tiempo detrás de ella.
… La de ella es más suave…
Pero solo un poco.
***
No paso mucho tiempo antes de llegar a la sala de reuniones.
Al vernos, las sirvientas y caballeros vigilando la puerta nos dieron una leve reverencia, después procedieron a anunciar nuestra llegada.
- Adelante.
Una voz rasposa y profunda.
Molly abrió las puertas y entró, yo la seguí de cerca.
Paredes decoradas con el estandarte del reino y pinturas mostrando la belleza de la batalla.
Un par de ventanas cubiertas por gruesas cortinas de aspecto elegante.
El olor a tinta se mesclaba con el papel viejo.
Y como la mayoría de habitaciones, estaba iluminada por cristales de maná en puntos específicos del techo.
- Jefa de sirvientas, finalmente ha llegado.
En una larga mesa con mapas, cristales de maná y varias pilas de documentos, las personas más importantes del reino estaban reunidas.
Desde el rey y su familia, exceptuando a Michael y la reina, hasta el general Fardan, la cardenal de la iglesia, Jeanne, y otros nobles que formaban parte de la administración del reino.
- ¿Oya? Entonces esta persona es el quinto héroe eh.
Entre las figuras que imponían autoridad, una mujer que no conocía comenzó a caminar en mi dirección.
Molly y yo dimos una reverencia.
- Su majestad, me disculpo por tardar y por traer al héroe sin previo aviso, pero creo que la opinión del señor Roberto será de utilidad en esta reunión.
- Si mi presencia es de su desagrado, me iré de inmediato, majestad.
El rey August alzó su mano del descansabrazo, indicándonos que podíamos levantarnos.
- Si la jefa de sirvientas piensa que está capacitado para asistir a la reunión, confiaré en su criterio, por favor quédese, señor Roberto.
- Muchas gracias majestad.
- Entendido.
En cuanto termino ese breve intercambio de palabras, la mujer de antes se posicionó frente a mí.
Teníamos la misma altura y color de piel, su negro cabello esponjoso estaba arreglado en una cola de caballo con un par de mechones resaltando hacia adelante, unas gafas descansaban en su atractivo rostro, sus labios pintados con labial morado saboreaban una pipa que fumaba sin vergüenza. Vestía una bata de laboratorio que dejaba ver su ombligo, y pantalones holgados acompañados por sandalias de cuero.
- Fssshh* Krieg Carmine, mago real, jefa de investigación mágica y cabeza del cuerpo de magos de Lafonía. Fuuuu* Puedes llamarme Carmie.
La mujer ofreció su mano en saludo.
El tono de su voz rosaba el desinterés absoluto y la tranquilidad de Buda.
No lo odiaba.
Limpié mis manos con el pañuelo de mi traje, y después procedí a responder el saludo.
- ¿Acaso me veo tan sucia?
- Todo lo contrario, no quisiera ensuciarla, señorita Krieg.
- Hum, qué serio.
Intenté recuperar mi mano, pero Krieg no me soltaba.
- Umm, ¿Señorita?
- …Ese es un anillo muy interesante, jamás había visto uno igual.
Krieg arrastro y extendió mi mano a su rostro, por un momento pensé que me la arrancaría para observar mejor el anillo.
- … Si gusta puedo prestárselo un momento.
- Lo tomare con gusto.
En un movimiento descarado, Álvaro me fue arrebatado.
Sin tiempo que perder Krieg regresó a su asiento con sus ojos pegados al anillo.
Con incomodidad expresada en mi rostro, miré al rey.
- Le pido disculpas señor Roberto, la señorita Krieg es una persona… Apasionada…
Pero quien habló fue Samanta.
- … Apasionada… Sí, ya veo…
Ambos nos dimos una sonrisa irónica.
Puse un brazo detrás de mi cadera y otro sobre mi pecho.
- Soy Roberto Díaz Medina, visitante de otro mundo y sirviente del castillo. Esta vez estaré a sus órdenes por otra cosa además de limpiar el retrete.
Ahaha*
Una pequeña broma para aligerar el ambiente no venía mal.
Por más mala que fuera.
- Muy bien, empecemos la reunión.
Todos tomaron asiento.
Normalmente me mantendría de pie cercano a alguna pared, pero esta vez compartía la mesa en un asiento entre Samanta y Molly.
Entiendo lo de Molly… ¿Pero de verdad tenía que venir aquí Samanta?...
Cuando entré ella estaba sentada junto a su padre y hermana, pero ahora le robo el asiento a Fardan, obligándolo a usar el de ella.
Él viejo con corona me estaba dando una mirada bastante pesada.
- General, explique la situación.
- A la orden.
Desde el centro de la mesa, un cristal de maná proyecto la imagen los acontecimientos de hoy.
Primero se mostró el bar donde hice mi primer asesinato.
- En primer lugar, encontramos indicios de que se producían rituales demoniacos dentro de éste establecimiento, en total se estiman entre 15 y 17 muertes, 7 siendo civiles, 8 siendo los posibles secuestradores y las restantes, debido a una completa desintegración de su cuerpo, se desconoce su identidad. Los sobrevivientes afirman una pérdida de memoria a corto plazo, solo después de haber estrechado la mano de un guardia rubio.
Las imágenes mostraban cuerpos descompuestos y cadáveres manchados en sangre.
Solo usé Putrefacción en los cultistas, dejé intactos los cadáveres de los civiles para que después pudiesen darles un entierro digno.
Fue desafortunado que no hubiese podido ayudarlos, pero sus vidas no eran mi prioridad en ese momento.
- Después está éste escondite, las bajas se cuentan a más de 70, hay rastros de tortura, sodomía, y rituales demoniacos. De acuerdo al análisis del señor Elrick, los demonios lograron llegar a nuestro mundo, pero su rastro inicia y termina en el mismo lugar, esto nos hace suponer que fueron derrotados por la misma persona que atacó el ritual y rescató a los rehenes.
La imagen volvió a cambiar, ahora mostraba el escondite de los cultistas y el bosque afuera de la capital. Ambos lugares estaban repletos de cadáveres.
Hechos pedazos, quemados, congelados, comidos, derretidos, aplastados.
Fue una carnicería donde la sangre se había unido a todas las superficies después de secarse, dando lugar a paisajes macabros donde la vida sería una posibilidad infinitamente baja.
Los presentes se mostraron perturbados, algunos cubrieron sus bocas para mantener su comida dentro de sus estómagos, mientras que otros decidieron mirar a otro lado para recomponer sus respiraciones.
Solo el grupo de mentores, la gata y el rey permanecieron tranquilos, pero había un fuego ardiendo por venganza en sus ojos.
Ana había decidido permanecer firme en su lugar.
Temblando con ojos vidriosos y sangre saliendo de sus labios, pero firme.
Samanta hacía lo mismo, a simple vista parecía menos afectada, pero debajo de la mesa estaba apretando con fuerza la falda de su vestido.
Me quite ambos guantes, puse uno sobre su regazo y el otro en mi palma, cuando nuestras miradas se encontraron dirigí mis ojos abajo, cuando estuve seguro que estuviese mirando mis manos apreté el guante en mi palma con fuerza.
- Ah…
Samanta captó el mensaje y sostuvo el guante con ambas manos, ahora tenía una forma de descargar cualquier sentimiento que quisiese en otra cosa que no sea su vestido.
Sería una pena que lo arruinara cuando le queda tan bien.
Satisfecho de mis acciones regresé mi mirada al frente.
- ¿Qué le parece la situación? Señor Roberto.
Solo para encontrarme con un padre mirándome con ojos pesados y voz de ultra tumba.
… ¿De qué se me acusa ahora?