- Es mejor que hables ya. - Dije en español poniéndome de pie. - ¿Tú sabes realmente que está ocurriendo aquí?
- Algo así. - Contestó el español.
- No me vengas con juegos, Sera, ya di la verdad.
Leon se puso de pie y a un lado de Ashley, ambos miraron atentamente al español mientras que Pamela bajó su arma.
- Soy un investigador contratado por Saddler. Él se enteró de lo que yo estaba haciendo. - Comentó.
- ¿Creaste Las Plagas? - Preguntó Leon.
- No, pero las he estudiado. Creé una máquina para quitar el parásito del cuerpo. - Al decir esto una luz de esperanza se encendió en mí. - Miren, sé que sois portadores, excepto Pamela. ¿Has estado tosiendo sangre?
- Sí. - Contestó Leon.
- ¿Y vosotras? - Dirigió su mirada a Ashley y a mí.
- Sí. - Las dos respondimos al unísono.
- ¡Maldición! Los huevos han eclosionado. No tenemos mucho tiempo. - Avisó Luis.
- Entonces, ¿podríamos morir? - Pregunté.
- No, podéis convertiros en uno de ellos y ser manipulados por Saddler, eso es lo que quiere, después de todo ya no seréis más vosotros.
- ¿Qué vamos a hacer? - Preguntó Ashley.
- Tenéis que seguir adelante, conozco un fármaco que tal vez funcione en vosotros tres. Lo conseguiré y luego os daré.
- Si estás trabajando para Saddler, ¿por qué nos estás ayudando? - Pregunté curiosa.
- Estoy trabajando con él para mantenerme vivo, y os estoy ayudando porque Saddler se ha vuelto loco, después de todo, vosotras, las ladies, son muy hermosas y sexy. - Contestó Luis.
- Ohh, eso incluye a nuestro agente, supongo. - Dije para no molestarme en discutirle por lo que había dicho y él se sorprendió un poco por mi respuesta, supongo que quería vomitar.
- ¿Qué? Yo no soy mujer. - Interrumpió Leon y di una pequeña risa burlona.
- Lo que sea. Os estoy dejando chicos. - Dijo Luis un poco encabronado.
- Déjame ir contigo. - Interrumpió Ashley.
- No, quédate aquí con Leon. Él es mejor con las damas, estoy seguro.
Yo me giré a ver a Leon de pies a cabeza, luego miré a Ashley y me reí.
- Estás loco, llévate a la chillona que es insoportable. - Dije en español.
- Sólo dejémoslo así. - Se negó y nos dió la espalda. - Me hace sentir mejor. - Lo dijo en inglés.
- Luis. - Llamó Leon y el español volteó a mirarlo. - Tómalo. - El rubio lanzó un auricular. - Estamos en contacto.
- Está bien. - Asintió Luis agarrando el dispositivo y luego se alejó.
- ¿Vamos a dejarlo ir? - Me preguntó Pamela algo confundida.
- Ahora que sé la verdad sí, pero volverá. - Contesté y miré fijamente a Leon. - Esta será la última vez que me detengas así, rubia. - Lo apunté con mi dedo.
- Lo siento, pensé que podrías matarlo. - Dijo Leon. - Por cierto, golpeas muy fuerte.
- Lo sé, pero después de todo eres débil. - Le dediqué una media sonrisa y él se tensó.
De pronto sonó su dispositivo móvil y se alejó para contestar. Entonces expliqué a mi amiga de lo que habíamos hablado con el español.
- Pero ¿estás segura de que podemos confiar en él? - Preguntó Pamela.
- Supongo que no del todo, aún tengo mis dudas. - Respondí.
- He perdido contacto con Hunnigan. - Nos interrumpió Kennedy.
- ¿Y qué haremos? - Le cuestioné.
- Seguir adelante. - Contestó el agente y abrió la enorme puerta del castillo.
Al entrar admiré el lugar, era amplio y con una arquitectura de la edad media, nos adentramos más hasta que oímos una risa algo infantil, parecía aterrador pero a mí me causó un poco de risa también.
De pronto en un estrado del segundo piso aparecieron tres sujetos, de los cuáles uno era de pequeña estatura, llevaba puesto un sombrero muy peculiar de la época independiente, los otros dos acompañantes eran altos, vestían túnicas de color roja, cubriéndose sus cabezas con las mismas, no podíamos verles sus rostros, en sus vestimentas estaba impregnado el símbolo de los iluminados, sin duda alguna estos eran parte de aquella secta maléfica.
- Estaba empezando a preguntarme cuando podrían notarnos. - Dijo el enano en inglés levantando sus brazos.
- ¿Quién eres tú? - Preguntó Leon.
- Me llamo Ramón Salazar, el octavo castellano de esta magnífica arquitectura. He sido honrado con el prodigioso poder del gran Lord Saddler. Os he estado esperando, mis hermanos. - Se presentó haciendo un saludo muy peculiar de la edad media.
- No gracias, bro. - Dijo Kennedy sarcástico.
- Nah, nah, tenemos a un rebelde. Si cuidáis vuestro propio bienestar, os sugiero que os rindáis y simplemente ... Seáis nuestros rehenes. O Sr. Scott, usted puede darnos a la muchacha porque me temo que usted no vale un penique.
- ¿Qué hay de nosotras dos? - Interrumpí señalando a mi amiga y a mí misma.
- Oh, vosotras sois las turistas de América del Sur. - Dijo Salazar. - Vosotras seguiréis vivas, si no queréis correr la misma suerte que vuestro amigo norteamericano, os recomiendo uniros a mí, para compartir este poder ilimitado. - Comentó en español y Pamela me miró.
- Tío, no aceptaremos esa oferta. - Negó Pamela imitando su acento y yo me reí mientras que los dos rubios nos miraban.
- Me temo que ahora sois nuestros enemigos. Todos ustedes pueden morir. - Amenazó lo último en inglés y se retiró con sus "guardaespaldas".
Los cuatro nos quedamos reflexionando un poco lo que acabamos de discutir con el enano.
- Nunca me convertiré en uno de ellos. ¡Nunca! - Dijo la chillona.
- Lo entendemos perfectamente. Encontraremos una cura. - Comentó el rubio para luego seguir el trayecto y lo acompañamos.
Entramos a un sector, el lugar estaba adornado por una mesa, jarrones y sillas, según el mapa teníamos que cruzar por esa zona pero al final del camino habían dos estatuas de caballo que de sus hocicos despedían fuego impidiéndonos pasar.
- ¿Qué hacemos ahora? - Cuestionó Ashley.
- ¿Esto tal vez sirva de algo? - Preguntó Pamela agarrando una llave de una mesilla.
- Aquí no veo ninguna puerta. - Dije.
- Pero aquí sí. - Señaló Kennedy a otra dirección.
De pronto llegaron un grupo de iluminados y, a parte de sus armas medievales, también traían escudos.
- Morir es vivir, morir es vivir. - Musitaban.
Rápidamente quité mi pistola y en conjunto con mi amiga y el agente comenzamos a disparar contra ellos. Yo había disparado a uno de ellos en la cabeza y esta le estalló, como era de esperarse, pero algo muy diferente apareció. Una especie de gusano gigante.
Despedía un olor nauseabundo, me aterré bastante y casi vomité. Este infectado me agarró del hombro y me quedé paralizada cuando abrió su enorme boca para devorarme la cabeza, pero el agente Leon Scott Kennedy lo pateó, alejándolo de mí y le disparó tres veces en su cabeza de gusano, matándolo.
Yo había caído al suelo y me fijé que otro iluminado iba a atacarlo con su mangual, entonces tomé con ambas manos mi 9 mm. y lo disparé en las piernas. El infectado se arrodilló y Kennedy se percató de ello, así que rápidamente le propinó una patada brutal.
- Morir es vivir. - Oí a otro iluminado que se acercó a mí con la intención de golpearme con su escudo.
Esquivé dándome la vuelta en el suelo y con un movimiento ágil le pateé en su rodilla, este cayó al suelo, me puse de pie y lo disparé, pero no tenía balas.
Cuando iba a recargar, no podía hacerlo, la adrenalina que tenía era tan intensa que mis manos temblaban, así que eché mi pistola, le quité su escudo y le golpeé varias veces en la cabeza.
- Si piensas que morir... es vivir... - Murmuré entre dientes con mucha rabia, mientras seguía golpeándolo. - Entonces vive tu muerte, maldito.
El escudo quedó atascado en su cuello y el iluminado dejó de moverse. Yo estaba muy agitada y me agaché para agarrar mi pistola y recargarla.
- Laura, ¡la metralleta! - Pidió el agente quien estaba esquivando otro ataque de un iluminado con escudo.
- ¡Tómala! - Le lancé el arma una vez que lo quité de la mochila.
El norteamericano lo tomó y disparó hasta destrozar el escudo del infectado y matarlo.
Por último observé como Pamela se hizo con el hacha de su atacante y lo clavó en su cuello. Yo le dediqué una media sonrisa y ella me lo devolvió pero seguidamente vomitó. Hice una mueca de asco.
Y así habíamos acabado con ese grupo de iluminados.
- No debimos entrar aquí. - Comenté jadeando, pero pronto me repuse.
- No es momento de lamentarse. - Dijo Leon. - A parte es el único camino para llegar al punto de extracción.
El agente pidió la llave a Pamela y ella se lo entregó. Acto seguido, el norteamericano abrió la puerta.
- ¿Estás bien? - Pregunté a mi amiga y ella solo asintió.
Nos adentramos y vimos unas escaleras, parecía el camino a un sótano. Bajamos con la esperanza de encontrar una salida alternativa, pero solo nos vimos encerrados en paredes, acompañados de una especie de hombre mutante con garras que tenía la boca y los ojos cosidos. Estaba amarrado y aparentemente inconsciente.
- ¿Pero qué es eso? - Preguntó Pamela mirando con espanto a aquel ser.
- Mmm... la palanca debe servir para algo. - Dijo Leon señalándola, la misma estaba cerca del mutante.
- ¿Y si aquel monstruo despierta? - Preguntó Ashley con temor y todos la miramos deseando que no hubiera dicho eso.
- Hey... con cuidado. - Le advertí al agente y él hizo caso omiso.
El rubio se acercó a la palanca y la jaló. Oímos un ruido a lo lejos.
- Iré a echar un vistazo. - Avisé con mi pistola en la mano.
Subí las escaleras y regresé al lugar donde estaban las estatuas, ya no salían llamas de las mismas, teníamos acceso. Así que volví a donde estaban los demás.
- ¡Podemos continuar! - Exclamé en inglés desde la puerta.
Cuando Leon giró, aquel monstruo despertó y lo atacó. Él apenas esquivó, pero el de garras logró hacerle un pequeño corte en el brazo. Yo me quedé congelada, me asusté. Ashley comenzó a gritar con terror.
- ¡Ashley ven aquí! - La llamé y ella subió por las escaleras.
Pamela con su pistola disparó al de garras llamando su atención. El agente se puso de pie y lo disparó logrando llamar su atención nuevamente. Cuando el tipo de garras giró, pude ver que en su espalda tenía algo pegado, debe estar infectado por Las Plagas, podría ser un punto débil.
- ¡En su espalda! - Exclamé.
Mi amiga aprovechó que estaba distraído y con su pistola disparó varias veces a aquella cosa, pero parecía tener poco efecto. El monstruo atacó a Kennedy y este se arrastró por el suelo esquivándolo.
- ¡Toma! - Le lanzó su metralleta a mi amiga.
El agente rápidamente quitó su pistola y la recargó para seguidamente disparar al sujeto con garras. Este lo volvió a atacar pero falló. Pues Leon estaba en el suelo y el monstruo atacó un poco más arriba. Al parecer solo se guiaba por el ruido.
Ya que el garrador le dió la espalda a mi amiga, ella se posicionó perfectamente para dispararlo con la metralleta, justo donde el parásito de Las Plagas estaba impregnado en él.
El de garras cayó muerto encima de Leon, dejando caer su saliva en la frente del agente.
- ¡Ahg! - Exclamó Kennedy echando el cuerpo a un lado. - Esto es... asqueroso. - Comentó mientras se secaba con su remera.
Pamela extendió una mano al norteamericano y lo ayudó a ponerse de pie.
- Este pueblo es cada vez más raro. - Murmuró Ashley.
- Estoy de acuerdo contigo. - Dije mirando al ya muerto garrador.