Continuamos y seguimos a Luis Sera, hasta que llegamos a un túnel.
- ¿Estás seguro que es por aquí? - Preguntó Carlos.
- Por supuesto. - Asintió el español con firmeza y en ese momento el teléfono de Kennedy sonó.
- Tal vez tengas nueve vidas, pero eso poco importa ya, Sr. Kennedy. - Apareció el octavo castellano en la pantalla. - He enviado a mi mano derecha para disponer de vosotros. - Comentó y yo quedé intrigada.
- ¿Tu mano derecha? ¿Es que se te cayó? - Se burló el agente.
- Diga lo que le plazca. ¡Muere, gusano! - Gritó enfurecido y cortó la video llamada.
Todos nos miramos sorprendidos ante esa reacción por parte del enano español.
- Parece que se enojó. - Dijo Carlos.
De pronto oímos un extraño ruido, como si alguien estuviera corriendo y trepando las paredes del túnel.
Todos nos pusimos en alerta, hasta que observé una especie de cola de lagarto detrás de Luis.
- ¡Cuidado! - Grité y disparé con la pistola, pero este desapareció.
- ¡Au! ¡Por un demonios! ¿Acaso quieres matarme? - Preguntó Sera adolorido por la bala que rozó su oreja.
- ¿Vieron eso? - Cuestioné aterrorizada.
- ¿Ver qué? - Preguntó Kennedy y de pronto algo cayó del techo del túnel.
- Eso. - Señalé temerosa.
Era un alto humanoide mutante con cola de lagarto bien afilada, unas garras aterrorizantes y una mandíbula espeluznante, sus ojos brillaban en un color rojo como la sangre.
Me causó bastante terror el verlo allí parado mirándonos, yo no podía si quiera respirar, me quedé perpleja. Sin embargo, Leon no dudó en dispararle, pero su coraza era tan dura que las balas no lo dañaron.
Aquel monstruo movió su dedo de un lado a otro, haciendo la seña "no". Fue en ese momento que exhalé un poco el aire que quedó en mis pulmones y esa criatura se dispuso a correr en nuestra dirección.
Mi tío me estiró del brazo para seguirlo y junto a los otros dos corrimos para intentar huir de aquel monstruo.
Sentí como aquella cosa trepaba, hasta que su cola pasó en frente de nosotros, pero logramos esquivarla.
- Rápido, por aquí. - Dijo Luis abriendo una puerta.
Corrimos hacia él e ingresamos y así Sera la cerró para ponernos a salvo.
- ¿Qué es esa cosa? - Pregunté agitada.
- Es uno de los guardias de Salazar. - Contestó el español. - Se lo conoce como Verdugo, no es para nada amistoso y cuando recibe órdenes, hace todo lo posible para cumplirlas.
- Las balas no lo dañaron. - Comentó Carlos.
- En efecto no le ocasiona daño alguno, tiene una piel bastante dura que difícilmente alguna bala traspasa en ella. - Explicó Luis.
- Al menos tenemos un elevador aquí. - Interrumpió Kennedy. - Tal vez podamos huir. - Presionó un botón, pero no funcionó.
- Mal día, agente. - Comentó Carlos.
- ¿Qué hace un tanque de nitrógeno aquí? - Pregunté.
- Eso es lo de menos, debemos hallar algún interruptor para hacer funcionar este elevador. - Dijo Leon.
Buscamos en el pequeño salón, pero no había.
- Me temo que debe estar en otro salón. - Opinó Sera.
El norteamericano, decidido, recargó su metralleta.
- ¿No piensas salir allí afuera o sí? - Cuestioné.
- Alguien debe hacerlo. - Respondió el agente.
- Leon, yo lo distraigo. - Interrumpió Luis y Kennedy asintió.
- Cuídense, muchachos. - Dije.
Los dos salieron y cerré la puerta nuevamente. Miré a mi tío y luego el tanque de nitrógeno. Decidí dar unas cuantas vueltas por el salón y miré hacia el elevador.
- Eres muy valiente. - Habló mi tío detrás mío.
- No te quedas atrás. - Comenté.
- ¿Sabes? Pese a las diferencias que hubo en la familia, estoy orgulloso de que siempre optaste por aquello que te gusta. - Dijo Carlos. - Y créeme que tanto tu padre como tu madre estarían igual de orgullosos.
Al oírle decir eso, cerré mis puños y agaché mi cabeza.
- Sé que juntos saldremos de esta. - Continuó diciendo.
Yo giré a verlo echando unas pequeñas gotas de lágrimas. Él también estaba con los ojos llorosos.
- No voy a abandonarte. - Dijo medio sonriendo. - Somos familia.
En ese instante un sonido interrumpió nuestro momento, una luz brillaba en el botón del elevador.
- Lo lograron. - Sonreí y presioné el botón.
El elevador comenzaba a encender, cuando de pronto oímos que alguien abrió la puerta, era Leon acompañado de Luis. Se veían muy ajetreados.
- ¿Se encuentran bien? - Cuando apenas terminé de preguntarles, el verdugo apareció.
Todos reaccionamos rápidamente, disparando contra aquel fenómeno. Este saltó hacia mi dirección, pero lo esquivé. Cuando todos giramos para dispararlo, desapareció. Miramos el techo cautelosamente, hasta que oímos ruido en el.
De pronto su cola apareció atacando a Kennedy, pero él lo eludió con un movimiento acrobático y el ataque de esta criatura generó una abertura en el tanque de nitrógeno que había en el sitio, congelando la filosa punta de su cola.
Oímos el grito del verdugo y todos nos dirigimos una mirada rápida. Creo que estábamos pensando lo mismo.
El monstruo volvió a aparecerse, cayendo del techo y nos mostró su cola, su extremo estaba congelado, pero con un movimiento rompió el hielo, liberando su cola y rugió para luego correr a nuestra dirección.
Cuando nos atacó, nos abrimos paso y Luis había aprovechado para echar el tanque al suelo. Este comenzó a liberar todo su contenido contra el verdugo.
Observamos como aquella monstruosidad se congelaba completamente.
- No durará por mucho tiempo. - Comentó Luis. - Tenemos que irnos.
- El elevador está demorando. - Dije presionando nuevamente el botón para apurar.
- Entonces acabemos con él. - Habló Leon.
Todos recargamos nuestras armas y disparamos contra el congelado verdugo. De pronto nuestro enemigo se liberó de su congelamiento y rugió violentamente. Intentó atacarnos, pero al parecer las balas lo debilitaron y se arrodilló, sujetándose con uno de sus brazos.
- No os detengáis, continuad disparando. - Habló el español, recargando su pistola Red 9.
El verdugo volvió a saltar pero de tantos balazos recibidos, cayó al suelo y murió. Justo en ese momento el ascensor ya estaba listo. Yo había quedado un poco exhausta y comencé a toser.
- Hey... - Se acercó mi tío y masajeó mi espalda. - Tranquila, estarás bien.
- ¿Estás bien? - Se aproximó el agente.
- S-sí... - Tosí nuevamente hasta que aclaré mi garganta. - Solo vámonos de aquí.
- Buena chica. - Dijo Leon dedicándome una media sonrisa. - Sigamos.
Y entonces los cuatro nos subimos al elevador para continuar con el segundo rescate a Ashley.