Al apretar el gatillo, vislumbró como la sangre se impregnaba a su rostro. Manchando el pavimento del líquido rojo que se escabullía de su mentón al bajar como hilos desenfrenados por este.
Todavía retumbaba el ensordecedor sonido de la bala al disparar en sus oídos. A pesar de que en aquel instante se encontraba tocando las cuerdas frontales del violín ante una infinidad de espectadores, no podía librarse de aquellos oscuros recuerdos que tanto se había empeñado en ocultar.
El arco en compañía de sus dedos se desplazaban con destreza por el violín, innovando melodías jamás escuchadas por la audiencia.
Pero su enfoque no estaba en todos esos aristócratas que la admiraban tocar. Más bien se sentía atrapada en aquel cuerpo danzante que se movía con gracia al compás de la música, mientras que su mente se hallaba abismada en un tormentoso viaje a su pasado.
Las huellas de sangre que dejaba al correr por el escarpado camino, produjeron que el dolor se acentuara en sus plantillas al pisar las punzantes rocas afiliadas al trayecto.
Siendo una vez más presa del miedo como en aquella noche lluviosa...
El segundo hermano de los Sonobe la contemplaba desde el barandal de los escalones, con ambas manos aferradas a este.
Sus ojos de oro flameaban con intensidad al apreciar el acto, por lo cual le fue imposible apartar la mirada de ella.
El sonido tan exquisito que denotaba al tocar el violín, incitaba a que todo su cuerpo se estremeciera con tan solo escuchar las adictivas melodías que desprendía al hacerlo.
Al cerrar sus ojos grisáceos Adeline recordó como el arma se resbalaba de sus manos sudorosas, cayendo junto a los dos cuerpos inertes que yacían en el húmedo pavimento.
Lo cual indujo que ésta se despertara de aquel estado de trance en el que se encontraba inmersa. Recibiéndola los elogios y aplausos de la audiencia, quiénes habían quedado maravillados ante el espectáculo.
Jean Pierre presenció cómo Adeline aturdida se escabulló en la oscuridad del telón, hasta desaparecer del escenario.
...
El frío de la noche la acogió al salir por la puerta. Arrebatándole el poco equilibrio que le quedaba, causando que su cuerpo se tambaleara a cada paso que daba.
Su visión borrosa dificultaba divisar en que dirección se dirigía, por lo que palpaba con desesperación la pared de concreto localizada a su lado.
Un mar de lágrimas descendieron por sus ojos grisáceos al contemplar como sus manos temblorosas se llenaban de sangre. Siendo restregadas con exasperación por no poder limpiar el líquido rojo que rebosaba de estas.
Su juicio fue nublado ante la necesidad que tenía en ese momento por deshacerse de su pasado, en consecuencia la impulsó a extraer el frasco de pastillas de su bolsillo. Retirando la cubierta, vertió todos los ansiolíticos presentes en el envase, consumiendo cada uno de estos.
Conforme surtieron efecto su cuerpo se fue deslizando lentamente de la pared, hasta caer al suelo. La pesadez que sentía en sus párpados, la obligó a cerrar sus ojos.
Una voz masculina resonó a la distancia.
Adeline no se inmutó al respecto, ya que no quería abrir sus ojos de nuevo. Solo quería mantenerse de ese modo, en completa serenidad.
_ Ni lo pienses. _ Jean Pierre introdujo ambos dedos dentro de su garganta, provocando que de inmediato esta expulsara a través del vómito los ansiolíticos consumidos. Su mano acariciaba su espalda, mientras ella emitía sonidos guturales al expulsar los viscosos residuos que aún permanecían alojados en su garganta.
Al acabar, Jean Pierre despojó de su saco azulado un fino pañuelo negro de seda, con el cual limpió los restos de sus labios.
Este la sujetó con delicadeza para intentar de posicionarla encima de sus piernas, lo cual no fue permitido por Adeline quién se apartó súbitamente de su lado.
El silencio reinó por unos cuantos minutos en el sitio.
_ Yo solo quería... _ Tomando aire, añadió. _ Dejar de sentir por un instante. _ Admitió ella, cerrando sus párpados.
Aquellos ojos dorados se desviaron del pavimento para contemplarla.
_ ¿Si sabes que eso mismo dicen los suicidas después de sobrevivir?. _ Mencionó con entonación impasible, adecentando su pañuelo de seda.
La ocurrencia de Jean Pierre consiguió que una sonrisa triste se asomara en su rostro, en dónde las lágrimas aún brotaban por este.
_ Es la primera vez que me asustan de este modo, solo espero que no se te haga un hábito.
_ Sus dedos apartaban con levedad las gotas de agua que caían de sus ojos grisáceos. _ ¿Podrías prometerlo?. _ Reprimió el tono suplicante de su voz, desviando su mirada cohibida al suelo.
_ Lo intentaré. _ Respondió Adeline asintiendo despacio.
_ Ven conmigo. _ Levantándose, le ofreció su mano para ayudarla a ponerse de pie.
Tal gesto fue aceptado por Adeline, quién titubeó antes de acceder a la propuesta llevada acabo por el segundo hermano de los Sonobe.
Entrelazó su palma con la de ella para conducirla por el amplio sendero empedrado.
Arbustos con excéntricas formas decoraban el sendero, en compañía de distintos tipos y colores de flores que concedían un semblante místico al lugar. Tomaron varios atajos en zigzag que finalmente los llevaron al sitio correcto.
Un quiosco de madera hizo aparición, sobresaliendo por el resplandor que desprendían las luces blancas que lo bordeaban.
Ambos caminaron por un entarimado puente con la mirada puesta al frente, apreciando el acogedor quiosco que se hallaba en el medio del sendero.
Al subir por los escalones, Adeline quedó maravillada cuando contempló la alucinante vista que había al otro lado.
Entre la oscuridad de la noche destacaban fulgores verdes que alumbraban un extenso lago, en dónde flores de loto flotaban sobre este.
_ Por más oscuridad que exista, siempre habrá un destello de luz, aunque sea uno muy pequeño. _ Sus ojos dorados se desviaron del panorama a ella. _ Todavía hay esperanzas Adeline y estoy aquí para demostrártelo. _ Sujetando su mano, se adentraron al campo colmado por luciérnagas que revoloteaban por el aire.
Aquellos gélidos ojos de tormenta, poseían un brillo inhabitual. Un relumbre que transmitía completo sosiego.
Una sonrisa sinuosa se asomó en los labios de Jean Pierre al verla. El cual haciendo un gesto con la cabeza en dirección al suelo, se tumbó.
Adeline sonriendo de un modo genuino, lo imitó.
_ ¿Es estrés postraumático cierto?. _ Espetó este, arrancando un trozo de pasto para después, entre sus dedos, enroscarlo.
_ ¿Cómo lo sabes?. _ El desconcierto se acentuó en ella, causando que una mirada de asombro fuera posicionada en él.
_ Tengo un frasco parecido en mi recámara. _ Restándole importancia, se encogió de hombros.
_ Te creí cuerdo. _ Adeline sonrió incrédula_ ¿Cómo es que alguien cómo tú no lo está?. _ Frunciendo el ceño, se enderezó.
El segundo hermano de los Sonobe aún se encontraba tendido en el pasto con sus manos apoyadas detrás de su nuca, observando con minuciosidad la infinidad de estrellas que refulgían en el cielo.
_ Existe una delgada línea entre la cordura y la locura Adeline. Lo cual nos lleva a ambos estar en el medio, en dónde fingimos ser cuerdos cuando realmente estamos jodidos por dentro. _ Precisó con un tono insondable en su voz, situando sus ojos de oro en ella.
Desviando la mirada al lago, esta guardó silencio ya que además de su inesperada respuesta, le resultaba intimidante el modo en que aquellos ojos la contemplaban.
_ ¿Te acostaste con mi hermano?. _ Soltó aquellas palabras de un modo fortuito, produjendo que la incomodidad de Adeline se hiciera presente.
_ Ya entiendo porque no tienes amigos. _ Tornando sus ojos, negó con la cabeza. _ ¿Qué te hace pensar que dormí con Jean Paul?. _ Preguntó confundida.
_ Te ví a solas con él en su oficina y por lo general siempre folla con la secretaria en ese sofá. Así que no fue difícil imaginarme que tú serías la siguiente en la lista. _ Conjeturó, arrojando un poco de césped al aire.
_ Es solo que bueno... _ Se interrumpió, mordiendo su labio superior, algo avergonzada por no saber cómo responder ante lo dicho por Jean Pierre. _ Es una historia muy larga, que de hecho involucra a tu hermano menor. _ Explicó de un modo ambiguo.
_ ¿Así que te follaste a los dos?. _ Su tono azorado denotaba molestia.
_ ¿Acaso no puedes creer que conviví con tus dos hermanos sin la necesidad de tener que desvestirme?. _ Exclamó con fastidio, arrugando la nariz.
_ Cómo verás Adeline es difícil no creerlo. Gianluca siempre consigue lo que quiere y Jean Paul doblega la voluntad de cualquiera a su antojo. Y por supuesto luego estás tú. _ Haciendo un ademán de presentación la señaló. _ Que de casualidad estuviste con mis hermanos a solas en sitios que no tienen la mejor reputación de todas. Por ejemplo el sofá y la biblioteca, escenarios completamente profanados por ese par. _ Inclinándose a ella, murmuró con sarcasmo.
_ ¿Sabes qué? No seguiré con tus estupideces. Puedes creer lo que se te venga en gana yo me marcho. _ Levantándose, sacudió con sus manos los restos de pasto que se hallaban en su vestido.
Jean Pierre relajó sus facciones tensas a causa del enojo, ya que la repuesta de Adeline le concedió una plácida expresión en su rostro.
_ Ni creas que te irás sin mí. _ Sujetando su brazo la volteó ante él, admirando por un par de segundos aquellos ojos grisáceos para después dirigirla hasta la salida del lugar.
...
El menor de los Sonobe, salió tras las puertas que daban al jardín. Buscando con sus ojos esmeraldas a la causante de tan inquieto comportamiento. Su mirada recorrió todo el sitio, suscitando que una sonrisa ladeada se asomara en sus labios cuando finalmente dio con ella.
Se aproximó con paso determinante en dirección a esta, sin reparar en la presencia de su hermano.
_ Adeline Strange, creo que tú y yo debemos ajustar cuentas. _ Remojando su labio inferior, le concedió una mirada llena de picardía.
_ No lo creo. _ Imitando su sonrisa torcida, Adeline negó con la cabeza.
_ ¿Podrías hacerte a un lado?. Estorbas y necesito llevar a Adeline a su casa. _ Su entonación apática se apoderó nuevamente de la voz del segundo hermano de los Sonobe, evidenciando lo fastidioso que le resultaba la aparición de su hermano menor.
_ Cómo extrañé tu dulce voz hermanito pero ahora yo seré quien me haga cargo de ella, así que ya puedes retirarte. _ Sus ojos verdes se desviaron de esta hacia él, quién tensó su mandíbula ante la actitud insidiosa de Gianluca.
_ Su carruaje espera Adeline Strange. _ Ofreciendo su antebrazo, este hizo un ademán hacia el frente en donde un McLaren Senna color verde neón aguardaba.
Adeline le echó un vistazo al vehículo para nuevamente posicionar sus fríos ojos en los de Gianluca.
_ No es necesario ya tengo un carruaje. _ Pasándole por un lado, le otorgó un leve empujón. Revelando su molestia con él.
No tenía alguna razón de enojarse, solo sabía que desde que Jean Pierre comentó sobre lo cuán profanado estaba la biblioteca le causó cierto fastidio. ¿Habrá Gianluca traído más chicas a la casa?.
Agitando su cabeza en ambas direcciones contrarias removió la incógnita de su mente.
Aquellos ojos dorados se situaron en su hermano mientras se encaminaba hacia este.
Provocando que el menor de los Sonobe apretara sus puños ante su aproximación.
_ Tendrás que acostumbrarte a mi presencia. Ya intervine y no tengo pensado en apartarme. _ Musitó cerca de su oído, acomodando su jersey de cuello con elegancia.
Adeline se adentró al vehículo, después de que Jean Pierre le abriera la puerta de color negro mate del Bugatti Chiron.
Para posteriormente introducirse en el asiento del conductor. Acelerando el coche se esfumó con esta, tras salir por las imponentes rejas de hierro.
...
A través de su ventana apreciaba las coloridas luces distribuidas en cada sitio de la ciudad.
El silencio reinó entre ambos al salir de la mansión Sonobe, por lo que Adeline se había abstenido durante todo el trayecto a contemplar la vista.
Al estar cerca del lujoso edificio, el Bugatti fue estacionado al frente de este.
_ De verdad quiero agradecerte por lo de esta noche. Yo no quería... _ Jean Pierre la interrumpió cuando esta intentaba de explicarse.
_ No estás en un interrogatorio Adeline, no tienes porque fingir ante mí ni mucho menos debes excusar lo sucedido. _ Apartando la mirada de ella, agregó. _ No quiero que me agradezcas, lo único que quiero es que no lo vuelvas a repetir. ¿Entendido?. _ Estipuló, oprimiendo con ambas manos el volante. Aún temeroso por lo sucedido.
_ Hasta pronto Jean Pierre Sonobe. _ Nombró aquellas últimas palabras sin desviar sus ojos de la puerta que ya estaba abierta, descendiendo del vehículo la cerró al salir.
Después de que Adeline se adentrara a la edificación, Jean Pierre escuchó un fuerte ruido y presenció cómo del penthouse emergía una gran explosión, cubriendo con sus llamas el edificio entero...