Chapter 19 - Confianzas

Al regresar los cuatro a la habitación sin ningún preámbulo Samuel pide que comience la votación sobre el nuevo líder de la familia Vindicta, los votos de Leticia Metum y Samuel Supplicium son para Roberto y Verónica Caedes elige a Rogelio Vindicta, ahora todo está en quien debo escoger.

— Antes de darles mi voto, quisiera saber ¿Sabían que Roberto Vindicta fue uno de los coordinadores de la ruta de la muerte? —tanto Miguel como Leticia no se inmutan con la noticia, aquello me impacta— ¿Lo sabían?

Samuel se recoge de hombros— Nosotros bombardeamos un edificio repleto de gente que se oponía a nosotros, hacernos los santos es hipócrita.

— Además —Leticia continua— tu familia fue una de los grandes sostenedores del gobierno anterior, tu pasividad ante las cosas que sucedieron es complicidad, si Roberto no es apto para el cargo por su pasado, entonces tú tampoco lo eres —se le ve orgullosa de sus argumentos, como si esperase a que yo hiciera este comentario.

Antes de poder decir algo, Verónica toma la palabra— Eusebio redimió sus acciones ayudando con el derrocamiento ¿Qué ha hecho Roberto para demostrar que se arrepiente de lo que hizo? ¿Cómo sabemos que él no esta detrás del asesinato de Octavio?

— Cuida tus palabras jovencita —dice Leticia— estás acusando a alguien de homicidio.

— Solo comento una posibilidad —Verónica me da una mirada— quizá nos quieren hacer creer que es un acto terrorista.

Samuel suelta una pequeña risa, como si le divirtiera el asunto— Ahora estamos jugando a las conspiraciones, ahora déjame lanzar mi teoría —emocionado, pega su cuerpo al borde de la mesa para dar énfasis en que está jugando— ¿Y si Verónica asesino a Octavio para colocar a Rogelio en el poder?

— No estamos bromeando —Verónica coloca las manos sobre la mesa y lo enfrenta— estamos decidiendo si un genocida formara parte de nuestra mesa, Rogelio se dedicó a realizar donaciones para ONG's y se mantuvo fuera de los asuntos de la dictadura.

— Veo que lo conoces muy bien —Leticia me mira de modo cómplice— quizá no deberíamos descartar ninguna posibilidad.

— Váyanse a la mierda —reclama Verónica indignada— esto es un asunto serio —dirige su mirada hacia Samuel— tú solo quieres divertirte —sigue hacia Leticia— y tú solo piensas en como sacar provecho de cada situación —ahora se dirige a mí— no puedes votar por Roberto.

— Puedo aceptar a Rogelio en nuestra mesa con una condición —siento la mirada de Verónica recriminándome por lo que estoy haciendo— pero tendrá que hacer una cuenta pública sobre todo lo que ha hecho durante la dictadura.

— Eso es imposible —reclama Leticia— si cuenta lo que hizo nadie lo aceptara como parte de nuestra mesa de gobierno.

Verónica no deja escapar la situación— Quizá el plan de los terroristas es que asignemos a Roberto y entonces anunciar de modo público lo que hizo, no podemos arriesgarnos.

— Solo tenemos que decir que actuó bajo amenaza —advierte Samuel— no sería el primer involucrado en actuar bajo coacción.

— Ahora nos dedicaremos a mentir en nuestro gobierno —reclama Verónica— no debería sorprenderme que tú digas eso.

— Al parecer no es un tema que podremos resolver el día de hoy —reclama Leticia— entonces ¿Atribuiremos el asesinato a los terroristas? —noto malicia en su mirada.

— Claramente fueron ellos —afirma Samuel.

— Sean ellos o no —agrega Verónica— nos servirá como razón para intensificar la investigación en contra de ellos.

— Estamos acusando sin pruebas —advierto— no es justo, pido que se retrase la entrega de información, dentro de unos días tendremos mayor certeza de quien es el responsable —no dan señales de querer apoyar mi petición— al menos usemos las palabras correctas, declaremos que nuestros principales sospechosos son los terroristas —miro a Verónica para que me ayude.

Ella lo nota, pero se mantiene en silencio al igual que el resto, oculto mi decepción con indignación.

Leticia se levanta— Entonces, ya es hora de que Verónica entregue el comunicado —puedo percibir su molestia hacia mí.

Dejo que todos salgan primero, tras esperar un rato y asegurarme de que se hayan retirado me desplomo en la silla, tenerlos a todos en mi contra fue desolador, respiro para recomponerme, en menos de cinco minutos los periodistas estarán esperando a que Verónica entregue su comunicado de prensa.

En la entrada del edificio Blanco Encalada los periodistas ya están parados, las cámaras de los canales nacionales están grabando, en medio de ellos se pasean militares, tanto el lugar en que hablara Verónica como las posiciones en las que debemos pararnos tienen paneles de vidrio que soportan balas.

— Gracias a todos por estar aquí el día de hoy —Verónica mantiene un tono solemne— cada uno de nosotros está dolido con la muerte de Octavio —se da una pausa para demostrar lo afectada que está con la defunción— el señor Octavio fue un hombre de gran sentido del humor, que se preocupaba por el bienestar de todos, le damos nuestro más sentido pésame a su familia, sepan que cuentan con el apoyo de cada uno de nosotros.

Ahora sé que tienen preguntas sobre qué pasara con la gobernación, pronto anunciaremos quien es el nuevo integrante de la mesa regente —los periodistas se miran entre sí— lo que si queremos declarar es la situación del asesinato del señor Octavio Vindicta —cierro mis ojos derrotado por lo que se anunciara— nuestro principal sospechoso del atentado es el Movimiento Manuel Rodríguez, también conocido como M.M.R., aún no tenemos las evidencias suficientes, pero pronto estaremos informándoles sobre nuestras conclusiones, con esto terminamos esta breve rueda de prensa, gracias por su sintonía.

No puedo evitar mirar sorprendido a Verónica, si Leticia pudiese escupir fuego por los ojos ahora mismo lo estaría haciendo y Samuel sonríe como si acabase de escuchar un buen chiste, los cuatro regresamos al edificio.

— ¿¡Que fue eso?! —pregunta Leticia indignada— ¿Principal sospechoso? ¿No tenemos evidencia suficiente? ¡¿Acaso no eres capaz de seguir instrucciones?!

— Ella solo dijo la verdad —aclaro.

Verónica mira a Samuel como si se le hubiese devuelto un golpe— Actúe creyendo que todos ustedes confían en mí.

— Claro que lo hacemos —contesta Samuel, me parece que capto la indirecta— estás exagerando Leticia ¿Les parece que la próxima semana decidamos cuál de los dos hermanos tomara el lugar? Tengo un viaje que atender.

— La próxima semana está bien para mí —apoya Verónica.

— Igualmente —digo.

— Hagan lo que quieran —responde Leticia— ¿Cuál es el punto de coordinar cosas si después hacen lo que quiere? —ella es la primera en irse al estacionamiento para buscar su auto, luego se va Samuel.

— Gracias —le digo a Verónica cuando estamos solos— no tengo como demostrar la inocencia de mi hija, pero pronto la tendré.

— No malinterpretes lo que hice Eusebio —su tono suena gentil, pero cauteloso— al igual que el resto, deseo acabar con el M.M.R. solo que debe ser con los cargos correctos y eso significa que cuando se presente la ocasión, no tendré ninguna piedad con tu hija —me da una palmada en el brazo— y tú tendrás que hacer lo mismo.

Me quedo en el pasillo viendo como se aleja, me toco el brazo en que me dio la palmada, entregar a mi hija, empiezo a sentir que solo resulta fácil decirlo.