Chapter 25 - Intenciones

El mismo día en que se me asigno investigar la muerte de Octavio pedí un auto para viajar hacia Villa Bienestar, conversar con las personas del lugar me brindaría algo más de conocimiento de la situación, mi transporte me llevo al aeropuerto de Santiago, a diferencia de cuando comenzó la ocupación el lugar ahora se veía casi desértico.

El personal de seguridad me llevo al avión privado, estando cómoda en mi asiento y elevándome por los cielos miro la cordillera, es increíble pensar que aquel lugar está vigilado por animanos formados para resistir el invierno, al igual que las aguas internaciones por animanos entrenados para detener a quienes tratan de huir del país y lo más triste de ello... es que la mar ocultara lo que suceda en esas aguas, como le escuche decir al jefe de la familia Supplicium "Olas que no se ven, gobiernos que no sienten"

Durante el resto del viaje del avión no pude evitar dejar de repasar los comentarios de mi papá, la posibilidad de que Roberto asesinase a su padre para tomar su lugar en la mesa no es algo que pueda ignorar, luego está Samuel proponiendo a Rogelio, el hermano menor de Roberto como parte de la investigación ¿Samuel podría ser cómplice de esto? Ciertamente es un hombre extremista, pero asesinar a un miembro del consejo... ¿Por qué lo haría? No puedo creer que después de tanto tiempo tengo ganas de hablar con Rosa, escucharla defenderse me permitiría confirmar si la confianza de mi papá está fundamentada o tan solo es su corazón de padre sobreponiéndose a la razón.

Al llegar al auto que me espera me llevan a un hotel para descansar, tras registrarme entro a mi habitación, me recuesto sobre la cama un momento para relajarme, cierro mis ojos pensando en que ahora debo llamar a mi papá, tras un breve momento tomo el teléfono de la habitación, marco el número de casa, tras una espera me contesta mi mamá.

— Buenas tardes —dice en un tono neutro.

— Hola, mamá.

— Carolina —su voz se torna más alegre— ¿Todo bien con el viaje? Te escuchas cansada.

Perceptiva como de costumbre, seguro es lo que llaman instinto de madre— Sí, fue un viaje algo largo ¿Esta papá en casa?

— Aún no regresa, tengo entendido que tendría una reunión con Roberto, deben hacerle una campaña de limpieza de imagen antes de que forme parte de la mesa gobernante.

— Entiendo, dile que llame a este número cuando regrese, voy a darme una ducha y comer algo.

— Espera.

Me detengo de colgar, antes de que pueda preguntar el motivo de su petición ella continúa hablando.

— Viste a tu hermana durante la protesta ¿Por qué no me lo contaste?

— ¿Cómo sabes eso? ¿Te lo contó papá?

— Tengo contacto con tu hermana.

Me siento en la cama, esto no es algo que me pueda tomar a la ligera— Mamá, no puedes seguir contactándola, ella es una terrorista —rápidamente pienso en la palabra que acabo de usar— una posible terrorista, te podrían acusar de cómplice.

— Mi hija no es ninguna terrorista, ella solo está defendiendo su opinión, tú también la conoces Carolina, ella no sería capaz de asesinar a una persona.

— ¿Crees que ella vea a los animanos como personas?

— ¡Claro que los ve así! Su papá es uno de ellos, aunque lo niegue, sé que aún lo quiere.

— Como digas mamá —claramente su corazón esta por sobre la razón— no puedo contarte todo lo que hago para la mesa de gobierno, procura tener cuidado, no sé que haría si te pasara algo.

Mientras tomo mi ducha sigo pensando en la conversación con mi mamá, Rosa no acabaría con una vida humana, pero los animanos ¿Los considera como humanos? Quizá debí haberle encargado que le preguntara eso, no, eso está mal, ella no debe exponerse de ese modo, es demasiado peligroso.

Las maletas con mi ropa llegaron mientras me bañaba, saco una ropa más casual para bajar a comer al restaurante del hotel, lo que menos quiero es llamar la atención por ser la hija de Eusebio Iustitia.

El restaurante es sencillo, pero elegante, adornado con una madera oscura y unas luces suaves que permiten prender velas en las mesas, cuando tomo asiento el mesero se me acerca con una copa de vino, con suavidad evito que coloque la copa sobre la mesa— Disculpe, todavía no he pedido.

— No se preocupe señorita —señala a una de las mesas de mi derecha— invita el caballero de por allá.

Para mi sorpresa, Rogelio levanta su copa dándome la bienvenida, se levanta su lugar para sentarse donde estoy— Tu papá me comento que vendrías a este lugar.

— Que generoso de su parte —digo con indiferencia, miro al mesero— me gustaría algo ligero para comer, que el chef decida.

— Yo quisiera...

Con mi mano le ordeno al mesero que no escriba el pedido— Vine a comer tranquila, si quieres conversar conmigo preferiría que fuese mañana.

Rogelio se acomoda en su asiento para ocultar su incomodidad— Comprendo —el garzón mira al cliente esperando instrucciones— cargue los vinos a mi cuenta, no pediré para comer.

— Entendido señor —tras decir ello se retira a informar de mi pedido.

— Gracias por entender —digo con una diplomática gentileza.

Rogelio mira su copa de vino y da una pequeña sonrisa que parece ocultar su resignación— Cuando supe que trabajaríamos juntos... me alegre.

Levanto mis cejas como señal de impresión, doy un pequeño sorbo a la copa de vino— Supongo que es un honor recibir semejante cumplido —mientras no sepa cuáles son los planes de Rogelio, no puedo mostrar ninguna señal de empatía— ¿Te parece si mañana vamos a la cárcel donde retienen a Lefevre? Ideal que podamos ir temprano por la mañana.

— Conseguiré la orden policial —se levanta del asiento, levanta su copa de vino como si hiciese un brindis— que tenga una buena comida señorita Supplicium, espero ansioso poder trabajar con usted.

Por educación imito su gesto— También espero verte trabajar en esto —tras asegurarme de que se retira dejo la copa de vino sobre la mesa.

Rogelio Vindicta, un hombre admirado por la gente de este país, pero a pesar de la gran influencia que tiene sobre la gente ¿Por qué se rehúsa a tomar su puesto en la mesa? ¿Es realmente por temor a su hermano? Siento que algo se oculta entre esos dos hermanos, pero no sé si estará conectado al homicidio de su padre.