Chapter 17 - Sospechas

Dentro de 24 horas la noticia se volverá pública, Leticia se quedó en el homenaje de las glorias navales, mientras nosotros tres nos fuimos a la residencia del ahora difunto Octavio Vindicta.

— Esto es vergonzoso —reclama Samuel en el auto— damos un mensaje público desafiándolo y en menos de un día uno de nosotros ya está muerto.

— ¿Damos? —es claro que Verónica no quiere verse involucrado en eso— te paraste allí delante sin consultarnos, ahora nos dejaste en ridículo.

— No sabía que todo tenía que tener tu aprobación.

— Escúchate por un momento, eres incapaz de reconocer que fue un error hablar en nombre de los cinco sin consultarnos lo que ibas a decir.

— Actúe creyendo que todos ustedes confían en mí —claramente se está burlando de ella.

— Si no fuera porque estamos en el mismo barco, te juro que yo... —prefiere contenerse.

— ¿Jurarías que? —como de costumbre intenta sacar el lado agresivo del otro— no tengas miedo de hablar ¿No somos aliados? Deberíamos ser capaces de hablar con honestidad al otro.

— No caeré en tu juego —con eso acaba la conversación.

Para cuando llegamos la policía ya se encargó de cerrar la zona del crimen, vemos ambulancias en la calle y en los autos de la policía se encuentran personas en lo que parece ser detención, los vecinos espían desde sus viviendas, antes de bajar se nos ordena colocarnos máscaras de gas al igual que el resto del personal que transita los alrededores de la residencia de Octavio, además nos dan guantes, cualquier contacto con los restos del gas sarín podrían derivar en el mejor de los casos a una visita al hospital.

El capitán de carabineros del sector se reúne con nosotros lejos del área del crimen, así poder hablar sin la necesidad de usar las máscaras de gas.

— Supongo que ya están informados de la causa de muerte del señor Octavio —por nuestra expresión confirma que es así— además de él, dos empleado y uno de sus tres hijos murió por el gas.

— ¿Cuál de los tres? —Samuel nota interés por ese tema.

— Roberto Vindicta, el hijo mayor.

— Eso significa que Jorge asumirá el mando de la familia —entiendo que eso le importe, tener a alguien nueva en nuestra mesa significa lidiar con otra filosofía de vida.

Verónica mira hacia la casa— ¿Tiene algún sospechoso?

— No cabe duda que debió ser alguien que trabajara en la casa —indica el capitán.

— Pudo haber sido uno de los dos empleados que murieron —advierte Samuel— cuando estuvimos desmantelando la fábrica de gas sarín, estaban asesinando a sus cómplices.

— ¿Estás diciendo que esto es responsabilidad de la hija de Eusebio?

El Capitán torna su vista hacia mí, espera mi respuesta a ese comentario, lo mejor en esta clase de situaciones es guardar silencio hasta tener el panorama completo o pidan mi opinión, me cuesta creer que mi hija fuera capaz de hacer algo así.

Verónica no parece dudar de esa opción— En el caso de que fueran ellos, alguien debió ayudarles a infiltrarse o los otros empleados debían conocer al menos a uno de ellos.

Verónica se me adelanta— Yo me encargaré de interrogar al personal.

Samuel también— Yo hablare con los otros dos hijos, después de todo, pronto Jorge será uno de los nuestros.

— En ese caso...

— Tú te quedaras fuera de esto —me interrumpe Verónica— si tu hija está involucrada en el asesinato, no podemos arriesgarnos a que tus emociones se interpongan.

— Estoy de acuerdo con ella —aclara Samuel.

Verónica suspira con fuerza— Ahora tengo dudas de si estoy haciendo lo correcto, pero esta es la decisión más lógica —mira al capitán de la policía.

— En nuestras fuerzas policiales, cualquier involucrado emocionalmente al caso es retirado de este.

Quisiera rebatir sus argumentos, pero soy consciente de que tienen razón, incluso ahora me cuesta creer que mi hija este detrás del ataque, al mismo tiempo me desagrada ser excluido del asunto.

Samuel me da una palmada— Puedes volver a casa, mañana les contaremos lo que descubrimos.

A través de Verónica busco una señal, pero consigo lo opuesto, ella también considera que es mejor que me retire por hoy.

Me subo al auto en que llegamos, viajando de regreso a mi casa trato de entender el propósito del asesinato, sabiendo que clausuramos su fábrica de gas sarín, usarlo es admitir abiertamente que ellos son los causantes del crimen ¿Acaso quieren que lo sepamos? ¿Es esto un desafío abierto? El hijo que se vio involucrado ¿También era parte de su plan o fue un efecto colateral? Las preguntas sin respuesta no dejan de aparecer en mi mente.

Cuando regreso al lugar donde, apenas ingreso puedo notar que la casa esta completamente sola, lo cual es raro, escucho que alguien camina por el pasillo del segundo piso hacia las escaleras, pueden ser los terroristas ¿Realmente mi hija trataría de asesinarme en mi propia casa? Trago saliva mientras me aproximo hacia las escaleras, en cuanto puedo ver la parte superior de estas noto que mi esposa es la causante del ruido, me extraña verla tan seria.

— Necesito que me acompañes a la habitación, tenemos que hablar de algo importante.

¿Algo importante?— ¿Paso algo? —pregunto manteniéndome relajado.

— Hablemos en privado.

Me parece una extraña petición considerando de que estamos solos— Lo haces sonar como si hubiese más gente con nosotros.

Ella no contesta, subo las escaleras con el corazón en la mano, que la casa se encuentre tan desolada me genera incomodidad, al terminar de subir miro hacia la derecha esperando encontrar a alguien con un arma o algo así, pero todo está despejado, la acompaño a nuestra habitación esperando a que de alguna de las otras puertas salga alguien para emboscarme, tampoco sucede ¿Qué es lo que le preocupa tanto?

Ella toma el pomo de la puerta— Te pido que por favor te comportes —tras decir eso lo gira y empuja para abrir la entrada a nuestro cuarto.

Teniendo la vista de nuestra habitación comprendo el motivo de su incomodidad, Rosa se encuentra sentada en nuestra cama, se le nota más delgada, con una mirada más curtida y una postura firme, puedo notar que ya no es la mujercita que crie.

— ¿De qué se trata esto? —pregunto sin entrar.

— Rosa necesitaba hablar contigo —contesta mientras se sienta del lado de nuestra hija.

— ¿Hablar conmigo? —tengo que mantenerme firme, tratar de verla como la líder revolucionaria que es, no mi hija.

— Vine a hablar sobre la muerte de Octavio Vindicta.

Doy unos pasos hacia adelante para entrar al cuarto— ¿Hablar sobre Octavio? ¿No soportaste la culpa de haberlo mandado a matar?

— No sentiría ninguna pena por matar a un invasor.

— Rosa, un poco de respeto —murmura Natalia, mi esposa.

— Lo tendría si es que al menos ellos se respetaran.

— Será mejor que hables rápido —digo de modo amenazador— o me vendrán ganas de llamar a la policía e informar que tengo una terrorista en casa.

— ¡No somos terroristas! —se coloca de pie— ¡No tenemos nada que ver con la muerte de Octavio!

— Si no tienes nada que ver con eso ¿Cómo es que sabes algo que aún es información confidencial?

— Tenemos fuentes confiables —pareciera que estaba esperando que le preguntara eso— vine para aclarar lo que ha sucedido, nosotros somos inocentes, ustedes se quedaron con nuestro gas sarín.

— Entonces admites que lo producían.

— No tengo como negar eso —no suena orgullosa— les advertí que debíamos abandonar ese negocio, pero de algún lado debemos conseguir dinero adicional.

— No tienes por qué vivir así —digo en tono paternal— regresa con nosotros, somos tu familia, no te guardamos resentimiento por lo que has hecho.

— Lo haces sonar como si fuese una adolescente rebelde —da unos pasos desafiándome— entiende que soy una adulta consciente de lo que hago —se queda a pocos pasos de distancia de mí— mi familia no abandonaría a su nación —tras decir eso cruza la puerta— será mejor que vigiles a tus aliados.

Quizá podría capturarla por la fuerza, pero por el amor que tiene Natalia hacia nuestra hija me veo incapaz de volver a cometer semejante acto de violencia, ciertamente culpar al movimiento rebelde es la opción más sencilla y lógica.

— Sé que no confías en ella Eusebio —me dice Natalia que sigue sentada— pero yo conozco bien a mi hija y no es una asesina o líder de un grupo de asesinos, no permitas que se le culpe de un crimen que no cometió.

Solo guardo silencio ante su petición, después de todo, si ella no es la responsable del ataque entonces ¿Quién esta detrás de esto?