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Chapter 5 - La enfermedad inexplicable

Un joven encapuchado recorría los barrios bajos en busca del lugar en el que esperaba un anciano y su nieto. La carta que había recibido no solo contenía la ubicación de dicha casa, también el problema que tenía esa pequeña familia.

Como el joven se veía andrajoso y sucio, se mezclaba bien entre la gente de los barrios marginales, su apariencia hacía que muy pocas personas se molestaran siquiera en voltear su mirada en su dirección.

A su alrededor se podía observar una extraña mezcla de construcciones completamente hechas de madera o estructuras de madera y fachada de algún tipo de adobe. Se podía observar a la gente regresar de sus respectivos días de trabajo, muchas de las posadas y bares tenían mucho más movimiento en la noche, por lo que los candelabros de dichos establecimientos iluminaban el camino del joven.

Luego de caminar nueve manzanas completas, finalmente salió del distrito comercial de los barrios bajos y se adentró en la zona residencial. Lo primero que observó era una vieja iglesia que también cumplía la función de orfanato, tras una pequeña verja hecha de piedra podía observarse a una de las monjas regañar a los niños para que fueran a descansar de su ajetreado día de juegos y trabajo.

En la parte trasera de la iglesia había un pequeño cementerio ubicado en un lugar bastante inapropiado, pero lo cierto es que nadie se molestaba en velar por la comunidad de la gente de los barrios marginales. Conforme se alejaba del distrito comercial, las construcciones eran mucho más austeras y destartaladas.

A lo largo de su camino sintió como muchas miradas se posaban en él, pero gracias a su apariencia, dichas miradas perdían el interés bastante rápido y regresaban a su vigilia. Era evidente que la gente de los barrios marginales aprovechaba el momento en el que algún incauto con dinero se adentrara en el lugar equivocado y usarían esa oportunidad para obtener una ganancia fácil.

Tras un largo recorrido que duró poco más de hora y media, finalmente llegó a la casa que estaba buscando. Era una pequeña casa de un piso, la fachada prácticamente se estaba desmoronado, los maderos podridos que conformaban los barandales de la entrada daban testimonio de ello.

El joven observó cuidadosamente la casa, había una luz encendida en el interior. Luego de verificar que el lugar estaba habitado finalmente se permitió subir el pequeño escalón que llevaba a la puerta de entrada.

- "!Tok! ¡Crack!" –Sonó la puerta en mal estado mientras se descascaraba con el suave golpe del visitante.

En el momento en que observó la puerta descascararse, el visitante inmediatamente se detuvo. Parecía observar la puerta con curiosidad, mientras esperaba alguna respuesta del interior.

En poco tiempo un joven de cabello castaño, ojos marrones, una tez ligeramente morena y un aspecto sucio no muy favorable abrió la puerta para verificar la identidad del visitante. Quizá describir su acción como "Abrir" es un tanto inadecuado, en realidad el joven empujó la puerta con desconfianza dejándola parcialmente abierta, es decir desde una puerta prácticamente cerrada espió el exterior de su casa.

Lo que observo fue un hombre extremadamente sospechoso de un aspecto nada favorable, incluso un vagabundo estaría más limpio que el hombre que tocaba a su puerta.

- "¿Qué quieres?" – El chico en el interior estaba completamente a la defensiva, claramente no confiaba en su visitante.

- "Buenas noches. He recibido la carta que fue enviada por una de las personas que viven en esta casa y he venido a ayudarlos con su problema." El joven de trece años se fijó en un factor algo extraño, la forma de hablar del visitante y su apariencia eran disonantes, algo no coincidía en esos dos factores.

- "¿Tu? ¿En serio? Para ser sincero esperaba algo diferente." Ese tipo de reacción no se podía evitar, puesto que la apariencia del encapuchado no era particularmente llamativa, lo normal era percibirlo como una persona extremadamente pobre.

Por supuesto, este factor no era fortuito. La apariencia del encapuchado no solo funcionaba como escudo, también funcionaba como unidad de medida. Ya que solo una persona extremadamente desesperada dejaría entrar a tal individuo en su hogar.

No era como que cada persona que mandaba una carta lo recibiera con cordialidad, de hecho, era todo lo contrario.

- "Me lo dicen muy a menudo. Sin embargo, existe la posibilidad de que pueda ayudar a su abuelo." – Afirmó el encapuchado sin una pizca de vacilación en su tono.

- "Incluso si eso es cierto, no tengo dinero." – Claramente el hombre en la puerta del joven necesitaba dinero que él no podía proporcionar. Esto simplemente era una conclusión natural a la que cualquiera llegaría.

- "En ese caso no se preocupe. No pediré dinero a cambio de curar a su abuelo."

- "En ese caso ¿Qué es lo que quiere?" – El joven estaba desconcertado ¿Quizá por no pedir dinero es que ese hombre tenía ese tipo de apariencia? La situación era extremadamente sospechosa, pero también era cierto que su abuelo no aguantaría más tiempo y si este riesgo era capaz de curar a su abuelo, muy bien podría valer la pena aceptar el trato del hombre en su puerta.

- "Información." Dijo sin vacilación.

- "¡¿Que?!" El joven se sorprendió por la respuesta.

- "Tal como escuchó." El encapuchado hizo una pausa, tras confirmar que el chico no tenía intenciones de hablar continuó. "Vendré ocasionalmente en busca de información. Cuando ese momento llegue, espero su completa cooperación."

- "¿Y qué pasa si no tengo esa información?" Esa era una pregunta que cualquiera hubiese esperado.

- "No pasará nada. Simplemente le haré una pregunta diferente hasta que pueda responder alguna de mis dudas, eso es todo."

- "¿Y qué pasa si le doy información errónea?"

- "Bueno, si la información es errónea, no desembocará en una situación complicada. Sin embargo, si deliberadamente miente o me engaña, es bastante fácil saber dónde reside el problema. En dicha circunstancia, consideró que no desea saber las consecuencias." La voz del hombre era cordial. Sin embargo, tenía un tono frio bastante escalofriante. El joven en la puerta, al sentir el peligro dio un vistazo más detenido, el manto aun tapaba el rostro del visitante, pero podía ver sus ojos brillar como los de una bestia asesina en el interior de ese manto.

El encapuchado no era tan tonto como para preguntar a una sola persona, él preguntaría a varias personas y si la información coincidía como mínimo tres veces, sería tomada como información confiable.

- "¿P- Puede garantizar que curará a mi abuelo?" La voz del joven sonaba vacilante, ya que era bastante claro que quien fuese su visitante era extremadamente peligroso.

- "Tal como usted no puede garantizar la fiabilidad de la información; yo no puedo garantizar la completa recuperación de su abuelo. Dicho eso, haré todo lo posible por curarlo." El joven tenía un sentimiento encontrado. El tipo en su puerta era una persona peligrosa cuanto menos, pero a su vez, no parecía haberle mentido ni una sola vez.

A falta de una mejor opción, decidió tomar el riego y le abrió las puertas de su casa al hombre encapuchado.

- "Mi abuelo descansa en la habitación del fondo." Dijo mientras señalaba una puerta ligeramente abierta en el fondo del único pasillo que tenía su casa.

- "Entiendo" El encapuchado entro a la propiedad y dio un ligero vistazo al interior, su gesto fue lo suficientemente discreto como para no ser notado.

La casa estaba en muy mal estado, en el espacio que presumiblemente era la sala solo había una mesa, un viejo sillón, un par de estantes y una mesa decorativa en el pasillo, eso era todo. Ignorando el mal estado del lugar, el encapuchado simplemente se dirigió a la puerta que le habían indicado.

Tras abrir la puerta, un aire nada agradable asalto sus fosas nasales. La humedad y el hedor corporal del anciano generaban un aire rancio bastante desagradable.

Luego de encogerse de hombros, regañándose por tener un gesto tan infantil como casi cubrir su nariz, avanzó como si nada hubiese pasado y se sentó en una pequeña silla ubicada junto a la cama del anciano.

Luego de sacar un mortero y algunas plantas que había preparado de antemano en la pequeña bolsa que llevaba con él. Empezó a revisar el estado físico del anciano. Por otra parte, el joven simplemente se quedó junto a la puerta mientras observaba trabajar al encapuchado.

Una cosa era segura, incluso si no era un médico en toda regla, al menos parecía saber lo que hacía. Primero retiro las cobijas que cubrían al anciano en busca de alguna herida, luego de confirmar que no había heridas, tocó la frente del anciano y una tos algo seca con un pequeño sonido similar a un silbido reveló el problema.

- "Señor ¿Podría sentarse?" El anciano estaba en tan mal estado que confundió al extraño con su nieto.

La raza del encapuchado pertenecía a una rara variedad de espectros llamados "Cosechadores". Dicha raza era temible por su alimentación y poder de batalla. Sin embargo, por naturaleza eran seres tranquilos y pacíficos que no eran peligrosos siempre y cuando no fueran molestados.

En lo que se refiere a su alimentación, su raza podía consumir cualquier tipo de alimento. No obstante, ciertos alimentos podían ser más beneficiosos que otros, siendo su alimento preferido las almas humanas o de criaturas similares, debido a la gran concentración de energía espiritual que poseían.

Así como podían extraer el alma de un ser vivo, también podían examinarla, al punto que un escáner médico de la modernidad tendría un momento difícil al competir con la habilidad natural que poseían los "Cosechadores".

Lugo de colocar su mano en la espalda del anciano y examinar cuidadosamente su alma en busca de dolores o estados anormales, el "Cosechador" finalmente llegó a una conclusión. A diferencia de un médico o una máquina, el cosechado podía sentir la dolencia de su paciente, la que le era trasmitida directamente a través de la información espiritual de su cuerpo.

En otras palabras, por unos segundos el espectro había sentido el dolor del anciano. Luego de quitar su mano, cruzó sus brazos para pensar y luego empezó a buscar algo en la pequeña bolsa que llevaba con él.

- "¿Sabe qué tipo de enfermedad tiene mi abuelo?" Preguntó el ansioso joven que esperaba junto a la puerta.

- "Su abuelo tiene inicios de pulmonía." Respondió el encapuchado mientras seguía hurgando en su bolsa.

- "Pu-Pulmo... ¿Esa enfermedad es peligrosa?" Para el joven, el encapuchado hablaba un extraño idioma que no acababa de entender, lo que fuera esa "Pulmonía" sonaba como algo extremadamente peligroso y mortal. – "¿M-Mi abuelo morirá?" �� Preguntó con vacilación.

- "Puede ser." Respondió de forma seca y desprovista de emociones. "Eso depende de usted, ya que yo solo puedo proporcionarle un tratamiento básico."

- "¿Qué debería hacer?" Preguntó con ansiedad.

- "Para empezar, deberías hacer algo con la humedad. Podrías iniciar por parchar y remplazar ciertos lugares de la casa para mejorar la temperatura, también construir un lugar donde puedas encender fuego de manera continua ayudaría a mejorar la temperatura de este lugar."

- "P- Pero no tengo dinero para hacer algo así." Su afirmación era cierta, él no podía costear todo lo que decía el encapuchado.

- "Sinceramente hablando, no necesitas tanto dinero para hacer todo eso." Afirmó mientras seguía revisando su bolsa.

- "¿A qué se refiere?"

- "Puedes hacer un trato con algún herrero para conseguir una cierra o un hacha vieja. La madera puedes encontrarla en cualquier parte y basta con darle un tratamiento adecuado, para eso podrías invitarle una o dos copas a un carpintero, ya que un borracho siempre habla más de lo que debe, especialmente si es para presumir. Por último, basta con hacer un hueco en el piso removiendo algunos tablones para que sea posible colocar madera directamente sobre el suelo bajo la casa, hacer un hoyo no tan profundo sería lo ideal, eso te permitirá prender fuego en el interior de la casa. Solo asegúrate de que haya un espacio considerable entre la fogata que construyas y la madera para que tu casa no termine en llamas." Luego el encapuchado volteo su mirada momentáneamente hacia la dirección del joven. "Recuerda que el ingenio es tu mejor arma."

- "¿Quién es usted...?"

- "Solo un sujeto sospechoso." Respondió mientras sacaba de su maleta una extraña sustancia de aspecto negruzco con una ligera tonalidad marrón. "Cuidaré esta noche de tu abuelo y me iré en la mañana." Dijo mientras se acercaba al anciano. "Luego dependerá de ti que el viva o no."

- "Pero no sé cómo cuidar de mi abuelo."

- "Te enseñaré lo que debes hacer antes de irme." El encapuchado empezó a partir la sustancia que había sacado de su bolsa. "Ahora, debes tener en cuenta que pagar un médico siempre es mejor y deberías empezar a ahorrar para uno."

- "¿Qué es lo que tiene en las manos?" Preguntó con curiosidad, no importaba por donde se mirará, la sustancia en las manos del encapuchado parecía ser veneno.

- "Esto es própoleo, es un tipo de antibiótico natural que puedes obtener en las colmenas de abejas. Basta con que le des un pequeño trozo a tu abuelo en la mañana y otro en la noche para mejorar su sistema inmunológico. Afortunadamente, tu abuelo no es alérgico a esta sustancia, por lo que no debes preocuparte. También debes darle mucha agua a lo largo de dos semanas, asegúrate de hervirla antes de dársela." Explicaba el encapuchado mientras ayudaba al anciano a masticar. La reacción del anciano no fue exactamente positiva, ya que el própoleo es extremadamente amargo y deja un desagradable picor en la boca.

- "¡¿Estás seguro que no le estas dando veneno?!"

- En respuesta el encapuchado metió un poco de la sustancia en su boca. "No lo es ¿Quieres un poco? Te ayudará a no enfermar."

- "N-No, gracias."

- "Bueno, ahora hay que limpiar el cuerpo del anciano, trae agua fría y agua tibia, el resto lo proporcionaré yo." El joven parecía confundido, cada pedido del encapuchado parecía más extraño que el anterior.

Así empezó una larga noche cuidado a un convaleciente anciano, todos los pedidos del encapuchado eran extremadamente confusos. Por ejemplo, hubo un momento en que coloco un paño de agua fría en la frente de su abuelo, mientras colocaba sus pies en agua caliente. Para el joven era una acción sin sentido. Sin embargo, al hacerlo el rostro de su abuelo empezó a mejorar mientras su fiebre bajaba.

El encapuchado parecía ser algún tipo de medico brujo muy extraño, pero a la mañana siguiente su abuelo se veía mucho mejor. Ciertamente la tos persistía, pero según el encapuchado mejoraría si seguía sus indicaciones al pie de la letra.

El encapuchado durmió un par de horas en su casa, era medio día cuando el extraño finalmente dejó su casa. Nunca dijo su nombre, tampoco como encontrarlo. Solo pidió que le dejara una nota que explicara la condición de su abuelo en el mismo árbol y que volvería cuando sea el momento de cobrar su recompensa.

Todo parecía ir bien mientras el encapuchado dejaba el lugar donde vivía, hasta que un escándalo en el exterior llamó su atención. Parecía haber algún tipo de disputa entre soldados y unos hombres de aspecto peligroso.

El salió para decirle al encapuchado que se refugiara en el interior de su casa, hasta que vio a uno de los soldados y bandidos atacar un carruaje en un lugar cercano al que estaba el encapuchado él quería ofrecerle refugio en su hogar, aquel encapuchado lo había ayudado, pero también era cierto que no tenía la capacidad de oponerse a las bandas que dominaban los barrios bajos y menos a los soldados que resguardan el territorio.