—"Todo se complicó desde que llegó esa mujer." Un hombre de cabello negro caminaba de lado a lado de su habitación, mientras se quejaba con los muros de una habitación vacía. "De todas formas, ¿por qué mi padre favorece tanto a esa mestiza sin valor? ¿Acaso no puede ver que esa mujer no está hecha para dirigir nuestro territorio?"
Después de calmarse durante unos cuantos segundos, finalmente se permitió sentarse en su escritorio para calmar su furia.
— "Le demostraré a padre que yo soy el adecuado para tomar su puesto y no esa mujer." Inmediatamente después de llegar a una conclusión, abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó una carta del interior. "Aceptaré la propuesta que me hizo aquel asesino. Tal como dijo ese hombre, esa mestiza está mejor muerta."
Con mucho cuidado y asegurándose de no ser visto empezó a escribir una respuesta a la carta que había recibido. Luego de confirmar que el contenido de su respuesta era correcto se acercó a ventana de su despacho y le entrego la carta a un cuervo que descansaba en el marco de su ventana.
—"Si no hubieras aparecido en nuestra casa tu vida habría sido mucho más larga mestiza." Una ligera sonrisa se dibujó en las comisuras de su boca cuando su plan finalmente se había puesto en marcha. "Ahora debo convencer a los demás de ayudarme y con eso los preparativos para deshacerme de la favorita de padre habrán concluido."
***
Habían pasado dos años desde que Priscilla, una chica de cabellos y ojos de tonalidad tanzanita había despertado en una mansión desconocida. Cuando llegó a la mansión la chica tenía catorce años de edad y ya estaba por llegar a su décimo sexto cumpleaños.
Al inicio ella desconfiaba de las personas de la mansión y les temía, su memoria no había vuelto del todo y sus recuerdos aún eran algo confusos. La chica recordaba algunas cosas de su tiempo antes de llegar a la mansión, con el inconveniente que esos recuerdos no eran nada gratificantes.
Priscilla estaba peinando su hermoso cabello sentada frente al espejo de cuerpo completo que había en su habitación mientras se planteaba diferentes cosas.
—"Mi nombre realmente no es Priscilla Lombardi, pero no recuerdo mi nombre real... ¿Me pregunto qué tipo de nombre tenía antes de llegar a este sitio?" Priscilla observaba su habitación mientras intentaba recordar algo de su pasado.
En la habitación había una gigantesca cama de dos plazas y media con costosas cobijas de terciopelo, la cama también tenía una cubierta de madera tallada extremadamente elegante, en el suelo de madera podían observarse dos alfombras de pieles animales y varios muebles de intrincada artesanía con complejos tallados en ellos.
Entre los muebles que tenía se podía observar una pequeña mesa de té de color blanco con base de madera y cubierta de marfil, un generoso armario que perfectamente podía ser considerado una habitación aparte, barias repisas, una mesa para colocar sus productos de belleza, un escritorio y dos libreros.
—"De todas formas ¿Es necesario tanto espacio? Una habitación tan espaciosa solo me incomoda, especialmente cuando estoy sola..." Priscilla no se sentía bien en una habitación tan espaciosa como la suya. Cierta inseguridad o incomodidad la inundaba cada vez que observaba la habitación. "Ahora que lo pienso, mi rehabilitación termina hoy." Priscilla suspiró con pesadez.
Poco después de despertar la mansión, descubrió que tenía problemas para caminar. Al parecer sus piernas no estaban habituadas a tan extenuante esfuerzo, por lo que cuando intentó levantarse de cama sus piernas temblaron como las de un ciervo recién nacido y cedieron ante el peso de su cuerpo.
Debido a que su padre estaba convencido que Priscilla era un regalo de los dioses, él simplemente pensó que la chica que había aparecido en su casa fue creada de alguna forma, por lo que no era diferente de un recién nacido y le tomaría algún tiempo aprender a caminar.
Por supuesto este no era el motivo, Priscilla en algún momento de su vida sufrió de parálisis, lo que le impedía caminar, ese era el motivo por el que ella no podía caminar con normalidad, pero de alguna forma su cuerpo se había recuperado, esto hacia que su situación fuera inexplicable de alguna forma. Sin embargo, tras su despertar recordaba vívidamente el rostro de un peligroso chico pelirrojo que la había amozado con un cuchillo, forzándola a moverse contra su voluntad.
Lo único bueno que resultó de ese encuentro, fue que Priscilla descubrió que sus piernas podían moverse y con eso en mente, paso los últimos dos años en rehabilitación con la esperanza de en algún momento poder caminar con normalidad.
La joven observó el paisaje que había tras su ventana, el patio de la mansión era bañado por la luz matutina, desde su ventana podía observar algunos sirvientes arreglar el jardín, otros cargaban bolsas de distintos productos, también podía observar a los soldados conversar mientras resguardaban las puertas de la propiedad y algunos jóvenes sirvientes cosechar los frutos de algunos de los árboles frutales de la propiedad.
— "¡Tok! ¡Tok!" Sonó el característico sonido de la puerta. "Entre" Priscilla dio su consentimiento para que la persona tras la puerta entrara a la habitación.
La persona que apareció se llamaba Dacy, una sirvienta que trabajaba para la familia Lombardi desde que era pequeña, portaba un característico uniforme de sirvientita de tonos blanco y negro, con una falda cinco dedos bajo la rodilla, su cabello era de color castaño, sus ojos eran de tonalidad amatista y tenía un bonito moño que le daba un aire juvenil.
—"Señorita, el desayuno está listo. Su padre espera en la mesa y ha pedido que lleve lo necesario para la sesión de rehabilitación." Dacy mantenía la cabeza baja mientras esperaba pacientemente a que Priscilla diera su respuesta.
La sirvienta era un año mayor a Priscilla, fue por ese motivo que el Duque la había puesto a cargo del cuidado de su cuarta hija, eso y el hecho de que había sido ella quien había cuidado de Priscilla cuando estaba inconsciente.
—"Muchas gracias, Dacy. Bajaré en un segundo." Priscilla estaba teniendo problemas con su cabello, por ese motivo no había bajado a tiempo al comedor.
—La sirvienta levantó ligeramente la cabeza y notó los problemas que tenía la chica para arreglarse. "¿Necesita ayuda, señorita?"
—"¿Eh? P-Pues..." Al ver el nerviosismo de la chica, Dacy esbozo una sonrisa antes de acercarse a la joven.
—"Déjeme peinarla." Dacy tomó un peine y empezó a desenredar el cabello de Priscilla, ella no usaba demasiada fuerza mientras mantenía los mechones separados con ayuda de los hábiles dedos de su mano. "Usted es la única de los cuatro señores que nunca pide ayuda." – Dacy expresó su honesta opinión mientras desenredaba el cabello de Priscilla.
—"No estoy acostumbrada a que otros hagan cosas en mi lugar." Priscilla estaba sentada en una pequeña silla mientras su cabello era arreglado.
—"Sinceramente prefiero la personalidad de la joven señorita a la de sus otros hermanos, pero debe ser consciente de su posición social."
—"Eso es molesto. De todas formas ¿Por qué debo comportarme de una manera tan problemática?"
—"El honor de su familia se refleja en su comportamiento y en su apariencia señorita."
—"¿Es así? Supongo que confiaré en tu palabra Dacy. Por cierto ¿Sabes algo sobre mi solicitud para entrar al colegio?"
—"Escuché algo al respecto, pero sería más adecuado que sea su padre quien le de esa noticia." Dacy acabó rápidamente de arreglar el cabello de Priscilla. "Esta listo, señorita."
—"Oh, se ve muy bien. Muchas gracias Dacy" A Priscilla le gustaba peinar su cabello con una cola de caballo y como siempre el trabajo de Dacy era impecable.
—"No se preocupe, señorita."
Con los preparativos listos, las dos chicas dejaron la habitación y se dirigieron al comedor de la mansión. Mientras cruzaban uno de los amplios pasillos, decorado con una costosa alfombra, con varios jarrones y armaduras a la vista, en su camino se cruzaron con uno de los hermanos políticos de Priscilla.
—"Eres Igual de perezosa que siempre ¿Qué hora crees que es?" La persona que criticaba a Prisilla se llamaba, Augusto Lombardi, quien era el mayor de los hermanos de la familia Lombardi.
Augusto no gustaba de Priscilla, ya que originalmente era el heredero indiscutible de la casa Lombardi. Sin embargo, tras la llegada de Priscilla su posición se volvió inestable y él odiaba a la chica de cabello azul, aunque no lo demostraba abiertamente.
Él era un joven de 22 años de edad, de complexión delgada, 176 centímetros de altura, cabello corto de color negro, con unos ojos verdes bastante llamativos y un característico lunar en el lado derecho de su labio inferior.
—"Buenos días hermano ¿Cómo dormiste?" Priscilla no tenía interés en lidiar con la complicada personalidad de su hermano mayor, por lo que optó por hacer un saludo cordial.
—"Bastante bien. Escuché que hoy termina tu rehabilitación y decidí venir a dar un vistazo." Augusto sonaba cordial. Sin embargo, en su tono había un ligero tono de molestia que le costaba ocultar.
—"Estoy muy agradecida por tu consideración." Priscilla realizó una ligera reverencia hacia su hermano, mientras agradecía el gento que había tenido hacia ella.
—"Estaré presente en la celebración de tu recuperación. Espero que en esta ocasión seas capaz de mantener la etiqueta adecuada." Augusto empezó a mirar por la ventana ignorando completamente a la persona con la que conversaba. Esto fácilmente podría ser interpretado como una falta de respeto y ese era el caso. Alguien como Augusto no quería mostrarle respeto a la joven de origen desconocido que había complicado su vida y mirarla a los ojos sería el equivalente a degradar su propia posición.
Priscilla simplemente hizo un gesto cordial para despedirse y luego continuo su camino hacia el comedor donde la esperaba su padre. Augusto volteo su mirada para observar a la joven mientras se retiraba cuando una persona de aspecto algo tétrico se acercó por su espalda.
—"¿Esa es la chica de la solicitud?" – Preguntó la persona que se encontraba en la espalda de Augusto.
—"Estoy pagando mucho dinero para que este trabajo se haga correctamente. Realmente espero que tu organización este a la altura de su reputación." – Augusto seguía observando el pasillo que hace tiempo había quedado completamente vacío mientras hablaba con la figura tras él.
—"Llegue hasta este sitio sin ser visto por nadie, ¿acaso eso no demuestra mi capacidad?" La figura se acercó a Augusto mientras se encogía de hombros.
—"A juzgar por el costo de sus servicios esto es lo mínimo que espero de ustedes ¿Hay alguna complicación de la que deba preocuparme?" La figura se revelo un poco, mostrados un manto marrón y un pequeño puñal en su cintura. Al parecer la persona estaba tan segura de su habilidad que no se molestaba ni en ocultar sus armas.
—"Uhm, realmente no hay nada como eso. Sin embargo, hay una noticia que podría interesarle." La persona cubierta por el manto colocó sus manos a sus costados de manera cansada mientras se inclinaba hacia su cliente.
—"¿Interesante?" Augusto no podía permitirse voltear, ya que si alguien los viera podría presentar evidencias en su contra. Por ese motivo él hablaba con el pasillo, así si alguien lo veía, él solo tendría que decir que estaba siendo atacado por una persona sospechosa.
—"Se lo diré por el precio adecuado." La figura se acercó aún más a la espalda de Augusto mientras esperaba una respuesta afirmativa con respecto al pago.
—Augusto hizo un ligero gesto de molestia mientras chasquea sus dientes, luego exhaló con pesadez y respondió. – "Cárgalo al costo del trabajo."
—"Oh, siempre es un placer hacer negocios con usted." – El hombre oculto por el manto hizo una respetuosa reverencia ante Augusto antes de continuar. – "Recientemente hemos recibido reportes de que el señor de las tierras vecinas planea atacar el territorio del Duque Lombardi cuando la barrera que aleja a las bestias se disipe temporalmente." Luego de ocultar su extinción por la ganancia que todas las organizaciones que provén servicios mercenarios tienen durante la caída de barrera de la tierra de las bestias, el extraño continuó "Como sabe, esta es una oportunidad para demostrar su valía como futuro heredero del territorio."
—"Ya veo, podría ser una buena forma de aumentar mi capital y fortalecer mi posición." – Augusto se perdió momentáneamente en sus pensamientos antes de continuar. "Cuando este trabajo se complete los contrataré para investigar ese asunto."
Esas eran exactamente las palabras que el hombre del manto quería escuchar. Debido a los riesgos que conllevaba investigar grupos desconocidos, su organización no se podía permitir investigarlos libremente, pero un pago cambiaba drásticamente las cosas.
Con un pago, las pérdidas podrían ser fácilmente justificadas y la ganancia de la organización estaría garantizada incluso si dicho esfuerzo resultaba ser una decepción.
—¡Uhahaha! – Su risa sonaba como la de un auténtico lunático mientras escuchaba el sonido de las monedas caer en su bolsillo. "Será como ordene, Mi Señor." Luego de hacer una reverencia para despedirse, se giró nuevamente mientras susurraba. – "Tal como pidió, su hermana nunca llegará a la fiesta de esta noche." Luego continuó su camino mientras seguía riendo sin preocuparse por quien pudiera estar alrededor. "!Uhahahaha! Ciertamente una provechosa negociación." Augusto hacia una expresión de disgusto mientras escuchaba al hombre que lentamente se retiraba usando el pasillo.