En ese momento me hirvio la sangre pensaba seriamente en dejarlo allí, de todos modos nadie tomaría cartas en el asunto porque todos odian a los maldecidos.
—Uno, no me importas solo estamos en tregua y sigo odiandote con la misma intensidad que cuando nos conocimos y dos, no me fijaría en ti no tengo tan malos gustos como para fijarme en un ancianito —me acerque a el mientras, mientras con mis manos traté de romper un par de ramas.
Trague saliva.
Todo eso de liberarlo se me hacía muy costoso porque algunas ramas eran diminutas. A la próxima mejor lo mando a los rosales así menos trabajo para mi y mas sufrimiento para él.
—Acabas de romper mi corazóncito —se burló.
—¿Tenías uno? –contrarreste a su ataque, mientras no dejaba de romper las ramas.
—Obviamente que tengo uno sino como vivo, no me digas que estoy muerto –fingió sorpresa en su mirada.
—Tonto, obvio que estas vivo y si mueres solo será a manos mías no dejaré que nadie te mate y me robe ese puesto —lo que dije sonó un poco tierno y a la vez macabro, tierno por no permitiré que nadie lo mate ni le haga daño alguno, pero macabro por qué pienso matarlo.
—¡Apurate! —me grito algo arto.
—¡No me apures! —le volví a gritar mientras le lanzaba una de las ramas por su cabeza.
—¡Ay!¡Quién te da derecho a golpearme!
—¡El mismo derecho que tu tuviste de acusarme sin conocerme! —reproche al instante.
Ya me estaba sacando de quicio, sentía que en cualquier momento le gritaba, trataba de mantener la cordura pero me era imposible.
—¡Eso es excusa! —exclamó mientras se movía una poco ya que solo quedaban pocas ramas.
—Shhh —incité a qué se callara.
—¡Tú no me callas! —volvió a gritar.
—Shhh —volví a tratar que se calle, cosa que fue en vano por segura vez consecutiva.
—¡Bruja!, te dije que tu no me callabas
—¡Callate! ¡Tu solo eres un niño infantil! ¡Madura de una vez! ¡Date cuenta que no estamos para tus niñerias! —me había enfadado tanto que le había gritado todas sus verdades, hasta creo que me pase un poco.
Ya lo había liberado poco a poco nos acercamos a nuestro objetivo lo que conocemos como castillo, una vez que estábamos casi en la entrada las miradas estaban puestas en mi, los pueblerino se metían en sus casa por temor a que le hicieran daño, mientras que otros con una audaz mirada se percata an de cada mínimo detalle.
En este momento decidí jalar lo de oreja y coger sus dos muñecas.
—Tu calladito que todo es parte del plan –le susurre.
—Ya señorita maltrata niños —se quejo, más no hizo fuerza en mi agarre.
—Dime como quieras no me importa en este momento, ¿sabes porque? Porque no me importas tu, ni todo lo que salga de esa boca —me quejé, pero tratando de no hacer notar mi enojo.
—Sin opiniones, no quiero tener una pelea contigo otra vez —siguió avanzando.
Ya una vez llegamos al castillo, ese día que anduve ausente modificaron unas cosas, habían cada vez más guardias podrían decirse que se duplicaron o incluso triplicaron, habían algo curioso en algunos de los nuevos traían trajes de color negro con un símbolo de una rosa en el lado izquierdo a la altura de su pecho, tenían espadas gigante incluso más grandes de los de un guardia promedio.
—Las cosas se van a poner feas, manten una mirada baja y finge que estas débil para que no sospechen de ti —tenía un mal presentimiento.
Yo seguía con mi ropa algo sucia cosa que era bueno para que esta actuación siga en pie y todo vaya de maravilla, hacia un aire fresco y volví a escuchar aquel susurro de aquel día, el día que llegue.
«No entres, tu vida está en juego»
«Ellos saben la verdad»
Me quedé algo anonadada al escuchar eso, era como si alguien me cuidara como si... Tuvieran un ángel guardián que me protege de todo mal.
La primera vez tuvo razón que algo mágico me esperaba pero nunca especifico a que se refería, tal vez el hecho de caer a un mundo desconocido y perder la memoria se consideraba un suceso mágico o tal vez el hecho de conocer a chicos con poderes, no se si me hablaba en sentido literal osea magia y poderes o un momento mágico, algo especial me llene de dicha y alegría.
Tal vez nunca lo sepa, pero lo de ahora es algo más serio me dice que moriré, pero también me intriga ya atrae de curiosidad, ellos saben la verdad se pueden interpretar de muchas formas, como el hecho de que saben la verdad de mi y el porque estoy en su mundo, eso sí que sería muy beneficioso, pero por otra parte... Si lo que saben es que soy una chica y estoy oculta en el palacio como guardia.
Tome una larga bocanada de aire
—Bruja maltrata niños ¿en que piensa tanto? No crees que deberíamos ingresar
—No es de tu incumbencia y usted agache la mirada
—Claro —después susurro —que chica para más interesante
Un guardia de esos de indumentaria negra, de los nuevos que había llegado se acerca a mi y con su espada apuntas Jayden.
—¡¡Mathew!! ¡¡Jonathan!! ¡¡Tenemos posibles sospechosos en el castillo!! —grito sin despegar su mirada de ambos.
—¡Si mi superior! —gritaron ambos jóvenes al unísono mientras corrian rápidamente posandose cada uno a cada lado de nosotros.
—¡Llevense a la chica frente a su alteza! —hizo una pausa, mientras tumbaba de una patada a Jayden, posando su pie sobre el —yo me encargo de chico —dijo con algo de vehemencia en su mirada.
—¡No soy una chica! Soy el guardia Albir –mi voz sonó ronca.
—¿A quién intentas engañar? Es obvio que eres una chica, mira esa larga cabellera —se burló.
Me sentía endeble, como alguien que ofrece muchas cosas y las cumple, me siento como ese tipo de personas, ese tipo de personas que tanto odio, me repudiaba a mi misma por no poder hacer más. Solo pude ceder ante ellos.
—Lo siento
Tal vez morir siempre fue mi destino, yo llegué aquí para eso, para desfallecer solo que no quise aceptar, es lógico que me cueste aceptar el hecho de que mi cuerpo ya no se mueva más, que ya no pueda ver nada, que ya no siente nada, como todo lo que tanto anhelas se te va de tus manos sin darte cuenta, eso es más difícil de lo que uno piensa.
—Alza la mirada, si fuiste tan osada en acerté pasar por un guardia, espero tengas esa misma osadía al enfrentar al príncipe
—Solo es una niñata, con su perrito guardián —le siguió el juego el otro.
Los seguí con la cabeza en alto, no era alguien inferior a la que pudieran humillar, podrán capturarme pero jamás dominarme.
—¿Te sientes orgullosa de esto? No me hagas reír, yo de ti bajo la mirada y no dejo que nadie me vea, sería la mayor deshonra de mi familia —tiro de mis pelos hacia atrás mientras miraba mi rostro.
—No es esto, es solo que no me voy a dejar menospreciar por nadie
Él no dijo nada más solo empujó mi cabeza, los pasillos se sentían tan solitarios, tan silenciosos que hasta daba miedo, todo parecía como una película de terror con el perfecto ambiente y trama, todo era tan perfecto, en este momento yo sería la víctima de un asesino en serie.
Llegamos otra vez a la gran sala que vine cuando me presentaron como guardia, en ese momento estaba siendo alabada y bien tratada, pero ahora me tratan como la más vil basura, allí yo arrodillada frente a su majestad.
—Asi qué tienes la valentía de acerté pasar por un guardia de mi castillo, entrar y huir junto con tu amigo, por último regresar trayendo lo como ofrenda —empezó a caminar en dirección hacia mi, tenía un tono de voz que expulsa a odio con casd palabra —¡me vez cara de imbecil!
—En ningún momento fue mi intención insultarlo
—¿Creíste que nunca te descubririamos? Al ver tu ausencia por estos lugares, mandamos a uno de los sirvientes al pueblo vecino para ver si sabían algo de ti y cómo por arte de magia, resulta que el Sr. Albir nunca fue informado de su traslado al castillo Deon —agarró mi mentón e hizo que lo mire a los ojos, me sentía algo asustada pero trataba de no demostrarlo.
—Disculpe por ursupar su lugar, ahora sí ¿puede liberarme y perdonar mi vida? —mi fuerza de voluntad, se disipaba.
—Nunca perdonaré la vida de una maldecida —con una daga corto mi vestimenta para ser exactos en donde se encontraba aquella marca, mientras traspasa a mi piel intensiinalmente, causando me un gran dolor y hacía que me hierva la sangre de la impotencia.
—¡¿Por qué tanto odio hacia nosotros?! No podríamos vivir como personas normales... Somos iguales a ustedes pese a una marca que poseemos... Y poderes que nosotros tenemos... ¡¿Qué hicimos de mal?! —reproché ante lo injusto que era ese trato para mí.
—Tu que sabes lo que hicieron los tuyos en el pasado, ustedes son una raza que deben morir, mi padre el rey debió exterminarlos ese día, no debió a ninguno de ustedes con vida, los odio con toda mi alma –se dio media vuelta caminando de regreso a su trono —respondiendo a tu última pregunta, lo que hicieron mal fue a ver nacido.
—¡Eso suena excusa! ¡No tienes derecho a juzgarnos! ¡Solo eres un niñato arrogante, que cree que todos debemos ser como tu! ¡Tu y yo somos diferente! —me exalté.
—Tú no sabes lo que él.. Ese al que protegias le hizo a mi madre —posó una de sus manos a su frente como si fuera un recuerdo doloroso.
—No lo sé, pero eso no excusa para que me trates tan mal yo no tengo nada que ver con lo que él te hizo
—Pero todos son medidos por la misma vara, tu eres su aliada dado que an venido juntos no lo niegues —se sentó en su trono y se cruso de piernas —él mató a mi madre y eso es algo que nunca le perdonaré...
Cuando acotó ello de inmediato me quedé anonadada no sabía que decir ante aquella tan grave confesión, quería que la tierra me tragase, quería revertir el tiempo y nunca a ver dicho algo tan grave.
Protegía todo el tiempo al villano, ahora que lo pienso tal vez por su culpa somos todos odiados.
—Ahora entiendes pequeña, por qué deben morir —con cada cosa que enunciaba su odio se incrementaba.
—Pero ¿porque yo? Yo no la mate deberías dejarme libre, yo no entiendo su juicio, su forma de acusarme de algo que no hice y de lo que no soy culpable
—Veo que tienes agallas, pero eso durará poco —se puso de pie —¡guardias llevensela al calabozo! Junto a sus amigos.
Yo estaba en un conflicto conmigo misma, no sabía si las palabras del príncipe Míquel eran reales o sólo lo hacía para atormentarme, por que el hecho de atormentar e la lo había logrado, buen trabajo Miquel repetí en mi mente innumerables veces.
No sabía cómo iba a reaccionar cuando los tenga delante mío, no sabía si todo esto era un plan para que me peleará con ellos, si es así todo iba a la perfección.
No puede haber aunque sea un poco de felicidad para esta fémina de cabellos negros, que sólo buscaba encajar y que fallo en el intento, yo solo quería una pequeña ayuda.
«Confía»
«Hazle caso a tu corazón»