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Chapter 14 - Cap - 12.5 : Miquel

Todo esto me tiene tan confuso, yo el príncipe Miquel Grangen, quiero dejar de esconder estas palabras, no se por qué pero Luna me traía recuerdos, ahora que la tengo frente a mi después del incidente del espejo. Que había pasado apenas ayer.

Sus finos rasgos me recuerdan al de mi madre la reina, sus orbes esmeraldas y si tuviera cabello rubio, serían exactamente iguales.

Cogi entre mis manos un cuadro de mi madre.

-Luna eres especial, tu carácter todo me recuerda a Elizabeth, madre ¿por qué me abandonaste tan joven? Si tan solo te hubiese detenido..., si tan solo no hubieses sido tan noble..

La nobleza de la reina fue su condena, recuerdos del pasado que me atormenta hasta la actualidad, yo apenas tenía 10 años. Ella defendía a capa y espada a todos los que estaban malditos, decían que eran personas como nosotros. Siempre decía "Todos merecen una segunda oportunidad y yo pienso darselas".

La admiraba, su valor para defender aquello preciado fue lo que me hizo sentir orgulloso, un día trajo a un niño al castillo, ese niño no tenía nombre, le puso Jayden.

Siempre jugábamos juntos, éramos los mejores amigos, el era como mi hermano, por fin tenía alguien a mi lado que no le importe si era de la realeza, no buscaba aprovecharse de mi.

Solo se aparecía cuando mi padre el rey Joseph no estaba, mi padre los odiaba mucho a decir verdad, era como alérgico a ellos. Siempre y cuando veía uno su destino era la muerte, yo odiaba eso, no..., no..., quería que corra sangre. Yo odiaba al rey.

Cuando tuve 12 años sucedió aquel incidente en el cual nunca más la pude ver. Yo en mi inocencia corrí hasta su habitación, la escena que vi fue desgarradora, ella allí tirada en el suelo junto a Jayden, las flamas invadían el lugar, el olor a quemado era sofocante, pero juraría que tenía una sonrisa en su rostro. Los ojos de Jayden fue algo sumamente indescriptible, estaba aterrado.

Yo estaba tirado en el suelo, mi grito fue desgarrador, todos corrían con el fin de ayudar a apagar las flamas. Jayden debió morir ese día y no mi madre, no sabes cuanto lo odio. Las llamas habían cesado y abracé el cuerpo inerte de ella, en ese momento sentí el dolor más desgarrador que pude presenciar en toda mi vida, la extraño.

Jayden logró escapar, nunca supe de él hasta aquel día, una chica extraña apareció en nuestras vidas para dar un giro total, era extraña pero a la vez tan igual a las demás, mientras más la conocía tenía más ganas de saber más de ella. Tal vez aparente que la odie pero en realidad causa intriga en mi.

-Jayden nunca te perdonaré esto -susurre mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. Sin queré tomé la mano de Luna y la apreté.

Cuando la veía pensaba que mi deseo se había hecho realidad, que mi madre había vuelto, esa tenacidad es aquello que envidio de ella. Yo quisiera ser como Luna, brillar pese a la oscuridad.

Toque su mejilla.

-Una vez escuche que la Diosa cumple un deseo a aquellos que se lo piden de corazón. Mi mayor deseo es volver a ver a mi madre, perdón si te estoy utilizando para mi fin egoista. Pero la extraño tanto, mi padre me obliga a hacer cosas que no quiero, si no actuó frente a ustedes como el villano, el matara a Anna. Lo siento por todo, nadie sabe esto, pero quiero protegerla por que la amo, amo a mi hermana -me arrodillé y agache la cabeza -siento ser un cobarde que no puede hacer nada por nadie. Pero no es mentira que cuando vi a Jayden la rabia me invadió. Si tan solo me dieras un poco de tu valor, las cosas no serían así.

Las lágrimas pararon, todo estos recuerdos no me hacían bien, si mi padre me viera en este estado me pegaría diría: "Esto no es de un príncipe".

Salí afuera, solo esperaba a que mi padre no regresará aún, tuvo un par de acuerdos con el reino del Este el reino Lilith, del cual supuestamente iba a venir el señor Albir.

Allí estaban ellos, los cuatro peleando con los guardias querían pasar, querían saber sobre ella, pero no, esto no puede pasar. Ellos solo serían una carga más, si mi padre se entera que tengo a cinco de ellos en castillo, la cosa se pondrá fea. De por sí ocultar a una va a ser difícil.

-¡¿Dónde está Luna?! ¡¿Qué le hiciste?! -gritó Jayden desesperado.

-Le pasó lo mismo que a la reina

Todos elevaron sus manos a la altura de su boca sorprendidos. Dejaron de luchar, aunque para serles sincero el único que se veía más afectado era el pelinegro. Tirado en el suelo con ese estado deplorable me alegraba de alguna forma, pero no me sentí del todo cómodo, los papeles se habían invertido, el perdió algo que apreciaba. Aunque no lo hizo, Luna sigue viva pero mantendré está mentira hasta el final.

-¿Por qué?... ¿Por qué lo hiciste? -su mirada estaba fija en el suelo.

-Yo no hice nada

-Tu la mataste estoy segura, confieza cobarde

-Si así fuera ¿que? -conteste firme -ya no puede hacer nada, el pasado no puede cambiarse.

-Eres un maldito

Jayden me tiro un puñete, me dolió lo se, pero me lo merecia, fue un poco bajo de mi parte era consciente. Si el Karma no hace de las suyas ¿yo era el indicado de cumplir con su labor?.

-Saquenlos del castillo.. -mi voz sonó débil.

-Jayden esto fue lo mejor para todos, ella no pertenecía aquí -la mirada de la rubia se mostró neutra.

-Yo se que ella está viva, me niego a aceptarlo

-Luna -la castaña solo se había echado a llorar. Ellas no eran amigas hasta donde pude apreciar, pero de alguna forma le tenía afecto.

-Jayden lo mejor será irnos, no tenemos nada que hacer aquí

-No aceptó que este muerta, me niego a ello, es imposible, yo no me iré de aquí hasta ver el cuerpo, si no nunca lo aceptaré -apretó los puños

-¿Quieres ver a la chica que bote a la basura? Ella no servía y lo que no sirve va a la basura

Ya no podían hacer más, poco a poco se iban retirando por los pasillos, pero sin antes escuchar un breve susurro "me vengare", no reconocí a quien le pertenecía aquella voz, pero fue una amenaza estoy seguro.

Mi padre no llegaba así que me dispuse a ir a la biblioteca, quería saber un poco sobre la leyenda de la Diosa, así sabre como guiarla.

Entre los libros que encontré me llamó uno la atención, se titulaba "fruto del pecado", todo el libro estaba quemado era imposible leerse, al final sólo se distinguió un nombre Amet, ese nombre causó cierta intriga en mi, ¿Quién era Amet? Amet me sonaba de algún lado pero no logré identificar de dónde. Había leído aquello en otro lado pero no recordaba con exactitud.

Se escucho un inmenso ruido, miles de caballos sonando por todo el lugar, mi padre había llegado, un miedo inmenso recorrió cada centímetro de mi cuerpo. Era la hora de confrontar a mi padre, los minutos se hacían segundos el tiempo poco a poco se acortaba. Mi estado era medio raro, no sabía cómo iba a reaccionar mi padre.

Caminando poco a poco lo tenía frente a mi, venía escoltado y con un caballero, nuestras miradas se cruzaron me mantuve estático.

-Hijo quiero hablar contigo -su rostro se mantuvo firme.

Ambos caminamos a su habitación, yo no quería que me regalen por lo acontecido, por suerte no huvo mucho sirvientes y guardias presentes en aquel suceso, que podré cubrir con facilidad. Ellos sabían que su trabajo estaba en juego.

-Padre dígame, ¿de que desea hablar? -trate de hacerme el que no sabía nada.

-Escuché que hubieron 5 de "ellos" aquí, me imagino que mi querido hijo les corto la cabeza

-Lo lamento padre pero escaparon

-Pero aun queda uno ¿no?, aquella chica de cabellos negros, la que se nos escapó hace unos días, que ridícula se metió en la boca del lobo -su risa resonó por todo el lugar -ven acompáñame.

Al parecer mi padre el rey estaba al tanto de todos los sucesos, nada pasaba desapercibido para el, odiaba ello. En cuestión de segundos estábamos frente a Luna, había perdido la noción del tiempo, ¿que planeaba? Fue la pregunta que rondaba mi mente.

-Toma esto -me dio una espada -matala se un orgullo para tu reino, tal vez así olvide el suceso con los otros 4

Solo cogi la espada tenía miedo, seguía siendo un cobarde mis palabras no salían, la moví de un lado a otro apunte directo a su corazón pero no pude hacer nada.

-Lo siento -susrre. El ruido tintineante al chocar la espada con el suelo.

-Si tu no lo haces yo lo haré -recogió la espada.

-Por favor no lo hagas, por favor cumpleme este deseo, es lo único que te pido, soy tu hijo, demuestrame un poco de tu amor, aquel amor que nunca me diste

-Como te voy a dar algo que no tengo, eres alguien que desprecio tu orillaste a la muerte a tu madre, tu eras el hijo mayor, tu debiste cuidar de ella en mi ausencia, pero ¿que hiciste?, la apoyaste permitiste que muriera, tu eres un asesino, tu eres culpable de su muerte, me arrepiento de tenerte como hijo, eres una desgracia para la familia

-Siempre supe ello, un padre no pega a sus hijos, un padre no los obliga a matar gente, un padre no tiene de juguete a su primogénito -las lágrimas salieron sin dudarlo.

-Te estoy enderezando para que seas un digno rey

Me arme de valor y lo encare, muchas cosas estaba en juego, no solo la vida de Anna, mi deseo era mucho más fuerte.

-Si soy tan vil matame, desaste de mi ahora mismo -hubo un incomodo silencio -no lo haces por que aun me necesitas, si muero y Anna se llega a comprometer con un noble de otra familia, el apellido Grangen quedaría en la nada perderíamos poder, a ella no puedes manejarla a tu antojo por es tu cebo. Perderías todo tu poder, el futuro líder de la familia sería mi primo, tu no tienes poder frente a él. Te eh estado estudiando, no soy tan idiota

-Por esta vez te dejaré que tengas a la chica pero a la primera que me falles te arrepentirás, no me importa mi posición, aun puedo tener otro hijo, solo faltaría que Anna muera y eso es muy fácil. Pero por tu inteligencia me haré de la vista gorda, pero no esperes que esto dure toda la vida, yo también me canso -mostró una sonrisa burlona de esas que daban de pegarles.

-Si te dijera que es la elegida de la Diosa, ¿cambiaría el asunto? -me sentía mejor, todo iba a mi favor.

-Así que ella es la actual, yo en el pasado conocí a una de ellas, era como un ángel fue un milagro que allá estado de mi lado. Me intriga es muy beneficioso, si la tenemos en el castillo tendré una nueva marioneta. Se quedará aquí pero no pienses que le quitaré el ojo de encima, podrá tener poderes impresionantes pero es una de la maldición

Trate de hacer caso omiso a lo de marioneta, si el estaba feliz todo iba por el buen camino.

-Yo me encargaré de ella, juro que si fallo en el intento yo mismo me suicidare

-Eres consciente que no puedes deshacer un juramento, mucho menos si eres de la realeza eso mancharia tu nombre

-Lo sé, tu me lo enseñaste, no recuerdas aquella vez que me olvide aquella regla y por cada error una quemadura -me levante mi ropa superior -prueba de ello son estas cicatrices, cada una tiene una cruel enseñanza.

-Lo que tu llamas cicatrices yo lo llamo corregir

Después de esos sucesos siempre venía cada día, para observarla, para cuidarla, mi padre hizo lo posible para que no se expanda ese rumor por el reino, prácticamente quedó en nada. Mi padre era alguien horrible, seguro tenía planeado alguna forma de como utilizarla, pero nadie lo sabía.

La mayoría de los días me los pasé en la biblioteca o por los pasillos, el tiempo se hace eterno, ya había pasado un año pero la esperanza se hacía nula. Como protegeré algo que no tiene vida, fue muy confuso.

Pero después de dos años llegó aquel día las sirvientas gritando: ¡Ya despertó!, esas palabras me hicieron un poco feliz, mi hermana estaba con una inmensa sonrisa ambos caminamos manteniendo la calma o eso tratamos, por fin había llegado aquel ansiado día.

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