Puede que esta tarde, mientras los días parecen gotas llenando un gran estanque; estanque que me hace sentir cada vez más pequeño; pequeño como el mundo que nos separaba, me reúna contigo nuevamente. Y es que hasta ahora lo admito, no vislumbré el abismo que nos separaba.
Fuiste un amor de esos que el solo imaginarte sonreír, hace semejanza a un puñal en el corazón, ¿y cómo no? Querida mía, tus ojos se clavaron de una forma tan sin sentido en mí que ahora tiemblo, quizá por reconocer que mis ojos se quedaron observando los tuyos todo este tiempo. Así como los estragos que causa la mente usándote como audaz pieza de ajedrez posicionada de forma premeditada en el tablero de la vida. Puede ser... o quizás tarde me percaté, que lo mejor es aquello que sucede.
Existen amores escondidos tan dentro en el corazón que ahora mismo carezco de las palabras necesarias para describir toda esa maraña de emociones que me absorben al pronunciar tan siquiera tu nombre.