Tengo una luna, una pequeña luna que puedo acariciar, una capaz de mostrarme el camino a casa cuando estoy perdido. También posee una sonrisa, lo cual me hace pensar en la capacidad increíble de dicho gesto para hacerme sentir paz.
Tengo una luna que acaricia mis defectos con ternura, a fin de convertirlas en virtudes.
Tengo una luna que hace elevar la marea de mis sueños más profundos. También posee la habilidad de dormitar sin descuidarme, me abraza con increíble piedad, y me habla con dichosa fe; desenmascarando un lado volátil, el cual temo un día pueda reaccionar de manera negativa cuando deba ocultarse.
Tengo una luna que puedo tomar de la mano cuando tengo miedo; deambulando por la oscuridad de aquellos, haciéndolos desaparecer.
Tengo una luna ignorante del desastre que será todo aquí dentro, cuando por cosas de la vida, deba desaparecer. Quizá para darle paso a un sol displicente, osado, con la intención de exponer los secretos que ella atesoraba.