El jardín siente la primavera acabar su ciclo. Agradece y se deja morir, esperando su nuevo florecer.
El jardinero vuelve a sus flores, pues sabe que la primavera marchó una vez más. Y debe el jardinero abandonar su ego para esta labor, o solo podrá acelerar la muerte e infertilidad de la tierra.
Debo fortalecer mis raíces cuál árbol de bambú para no colapsar ante la tormenta que ocasionalmente hay entre tú y yo. Y luego de haber desarrollado tal fuerza, he de ser flexible para adaptarme a los cambios necesarios que acarrean tu llamado "amor".