Me trato de levantar con cuidado para no despertarlo. Busco mis cosas y rápido me voy hasta la puerta para irme.
-¿Ya te vas? -dice con voz muy ronca.
Me pongo nerviosa y solo asiento sin verlo.
-Es temprano.
-Tengo que cuidar a los chicos. -salgo.
Suspiro y camino con dolor a la cabeza hasta la habitación.
Al entrar me sorprende ver a Liz dormida en los brazos de Mike. Los pequeños están sentados rectamente en la cama mientras ya están cambiados, y con lentes en sus ojos.
-Kay. -me dice Lucian serio.
-Queremos ir al mar ya. Todos se olvidaron de nosotros y ellos no se despiertan. -Jacob los apunta.
Sonrío y asiento.
-Esta bien pequeños, solo me cambio y vamos al mar.
Empiezan a juntar sus castillitos para hacer en la arena y yo me doy una rápida ducha, tratando de quitar el dolor de cabeza y el olor alcohol. Los tres llegamos al mar y nos ponemos a jugar.
No sé donde están mis hermanas y empiezo a preocuparme.
-Buenos días, es muy temprano para estar en el mar. -escuchó su voz y se me eriza la piel.
-¿Y? A ti no te importa. -se enoja Jacob.
-Oye. -lo regaño mirándolo mal.
Adrik se ríe y volteo a verlo. Trae lentes y desde aquí puedo ver su resaca.
-Tuviste buena noche al parecer. -comenta. -No te ves nada mal.
Trago saliva y asiento.
-Si, no me aloque.
Frunce el ceño y se ríe. Ni siquiera me acuerdo todo lo que paso anoche.
-Yo creo que si lo estabas. -se burla.
Me encojo de hombros.
-Por lo veo tu si tuviste mala noche. -le digo mientras empiezo a jugar con los chicos en la arena.
-Bastante bien. Dos chicas en mi cama. -abro los ojos como plato y lo miro con una mueca.
-¿Hiciste pijamada? -los chicos lo miran curioso.
Adrik se queda serio y yo asiento.
-Hicieron una pijamada.
-¡Estoy que me muero! -llega Marina y se tira al lado de Adrik. -La noche estuvo de locos.
Trae todo su maquillaje corrido, la ropa mal puesta y se coloca unos lentes ya que el sol no la deja ver.
-¿No vieron a mis hermanas? -empiezo a preocuparme.
-Yo si. -llega Carlos y es el peor de todos. -Se fueron con chicos guapos.
Se tira a las piernas de Marina y su rostro esta completamente fuera de si.
-¿Mis hermanas también tuvieron pijamada?
Dios.
-Algo así, pequeños.
Marina y Carlos estallan en carcajadas y rápidamente se quejan del dolor de cabeza.
-Jodida resaca de mierda.
Me quedo atónita al ver llegar a Igor. Es él único presentable, su rostro esta tan perfecto como siempre y camisa que deja sus brazos musculosos al aire.
-Apestan. -se iba a sentar al lado de los chicos pero se queja y se viene al lado mío poniéndome más nerviosa. -Buenos días, Kayla.
Bajo la mirada y asiento.
-Buenos días. -susurro.
-Ocupo pastillas. -llega Peyton agarrándose la cabeza tirándose al lado de Carlos.
Y así es como van llegando todos, con resaca y todos demacrados.
-Ustedes dos son los únicos que se ven bien. -se acerca Lucian a susurrarnos.
-Es que tu hermana y yo hicimos buen ejercicio.
Abro mi boca para protestar pero Jacob me gana.
-Yo también quiero hacer ese ejercicio.
-¡No! -les grito y ellos me ven asustados.
Igor esta conteniendo una risa y me acuesto en la arena. Igor me harán decir cosas que no debo.
-¿Por qué no? Esta bien que tus hermanos tengan buena salud...
-Basta. -le digo entre dientes.
-¡Hay que desayunar! -canturrea Carlos desde atrás y todos se levantan obedeciendo.
-Igor. -lo llama Lucian mientras agarra la mano de esté.
Igor voltea a verme con una mueca y trato de no reírme. Me encojo de hombros.
-¿Qué?
-Tu no vas a correr a Kay ¿Verdad?
Mis ojos se empañan y volteo hacia arriba para calmarme.
-No, claro que no.
Abraza sus piernas, Igor se queda estático y solo palmea la espalda de Lucias muy incómodo.
-Gracias. Aunque eres muy grosero y a veces malo, me caes bien. -voltea hacia arriba y le sonríe.
Hago un puchero mientras avanzamos hasta el restaurante del hotel. Cada quien se sienta en la gran mesa y todos se ven agotados, la verdad es que yo también pero sé que ellos están peor.
-Puta resaca. -exclama Carlos.
-Me voy a morir.
-Ojala.
A mi lado se encuentra Jacob y del otro lado Igor.
-Oye yo quería al lado de Kay. -le reclama Lucian.
-Lastima, te gane.
Niego y lo siento al lado de Jacob.
Todos comenzamos a comer en silencio ya que parecen muertos, Carlos metió su rostro en su plato porque se estaba quedando dormido. Trato de aguantar la risa. Los pequeños no se aguantan y empiezan a reírse a carcajadas.
-Pequeños putos.
Abro mi boca a mas no poder, los chicos están igual que yo.
-Dijo una palabrota. -suelta indignado.
-Ignóralo. -le limpio con una servilleta la boca.
Seguimos comiendo y siento la mano de Igor en mi muslo. Volteo a verlo y el parece muy concentrado en su comida, pero sabe bien lo que hace. Su mano empieza a subir y me remuevo apretando los labios cuando llega a mi centro.
-Igor, hay gente.
-¿Y? -empieza acariciarme y pongo el mantel tapando mis piernas para que nadie vea. -Vamos a ir al ginecólogo ahorita.
Asiento y ni siquiera puedo comer. Agarro su mano para poder sacarla y pone fuerzas.
-Igor, basta.
-Siente la adrenalina y déjate llevar.
Mete un dedo y me remuevo fijando mi vista en el plato, tal vez nadie se de cuenta, todos están con su resaca. Los ojos se me quieren poner en blanco y solo encajo mis uñas en su mano que ahora esta en mi botón.
Unos movimientos más y estoy corriéndome en su mano. Aprieto las piernas con fuerza y trato de que mi cuerpo no tiemble tan notoriamente. Igor saca su mano de mi entrepierna y empieza a lamer su dedo.
-Exquisita comida. -comenta.
Estoy que muero de vergüenza. Carlos le reclama y le dice que esta mejor la comida de su restaurante.
-Eres un imbécil, Igor. -sonríe de lado mirándome.
Mi instinto le sonríe de la misma manera y empiezo a comer. Cuando terminamos todos deciden irse a dormir. Los chicos se rehusaban pero los convencí. Mi celular vibra y veo que me ha llegado un mensaje.
Sal.
Dejo a todos mis hermanos dormidos y salgo. Ahí esta Igor con su traje sin saco y con sus mangas se las subió hasta sus codos.
-¿Lista? -pregunta.
La miro confundida y recuerdo. La ginecóloga. Asiento y avanzamos hasta el coche.
-Yo manejaré. -le pide las llames al chófer y este se las da sin problema.
Entramos y hay un pequeño silencio incómodo. Su mano viaja hasta mi muslo y lo miro con los ojos entrecerrados.
-No vuelvas hacer lo que hiciste hoy. -regaño.
-¿Por qué no? -una linda sonrisa sele dibuja.
-Porque no. Estaba con mis hermanos y...
-¿No disfrutaste? -alza ambas cejas.
-No. -miento.
Frena de golpe parando todo el trafico y frunce en ceño. Recuerdo cuando paró el trafico aquella vez y sé que no va de juego.
-¿No?
-No.
Me muerdo el labio impacientándome. Los carros de atrás empiezan a tocar el claxon y él se cruza de brazos despreocupado.
-¿Segura?
-Igor, avanza.
-No hasta que aceptes que lo disfrutaste.
Niego con una sonrisa y asiento desesperada.
-¡Si! ¡Ya avanza!
Empieza a manejar con una sonrisa de victoria en su rostro y me dan ganas de quitársela de un golpe. Vuelve a poner su mano en mi muslo y ahí la deja mientras yo observo lo linda que es la ciudad.
Miro lo que creo que es el estéreo y me quedo viéndolo pensando como decirle a Igor que si lo puedo encender.
-Eres muy obvia.
Agarra mi mano y hace que pique un botón haciendo que música suene por todo el coche. Sonrío y me indica donde le puedo cambiar para poner otra canción.
-Debe ser divertido manejar con música.
Me mira confundido y niega.
-Eso solo distrae. -su vista sigue fija en la calle.
Hago una mueca.
-Eres aburrido.
Suelta una risa completamente sarcástica.
-¿Yo soy él aburrido? -asiento mirando por la ventana.
Llegamos a un hospital de lujo y la cita transcurrió con tranquilidad. La doctora me explico todo con detalles y me dijo que no entrara en desesperación. Me dio una inyección que me tengo que poner cada tres meses con una doctora en Nueva York que es anticonceptiva.
Volvimos a subirnos al coche y esta vez puse una canción que se escuchaba linda.
-¡Mira! -señalo una tienda donde hay muchos cachorros.
-Asco.
Lo miro indignada y me cruzo de brazos mientras pasamos esa tienda.
-Aburrido.
No sé en que momento pero hace unas vueltas a gran velocidad y terminamos estacionados en la tiendita de los cachorros. Me bajo emocionada y empiezo a ver los distintos colores, hay unos más grandes, otros más chiquitos. Unos tienen sus orejas más grandes que otros.
-Disculpe ¿Puedo agarrarlos? -le pregunto a una chica que tiene placa que trabaja aquí.
Asiente con una sonrisa y no dudo en tomar a un pequeño cachorrito que empieza a lamerme la cara. Me río y escucho pasos fuertes detrás de mi.
Su expresión es de asco y se cruza de brazos mirándome.
-Ni te me acerques porque estas toda apestosa.
-Pero si este cachorrito ni apesta. -lo miro.
-Iugh.
-Oh vamos, Igor. -acerco el cachorrito hasta con él. -Míralo, es tan tierno.
-Es un animal asqueroso.
-¿Tú? -bromeo.
Se enoja y sale de la tienda haciéndome reír discretamente. Sigo acariciando y agarrando a unos cachorritos hasta que termino vuelvo al coche con Igor.
Está recargado en el coche con lentes esperándome. Me acerco y se tapa la nariz.
-No te me acerques.
Sonrío inocente y me lanzo abrazarlos. Empieza a gruñir tratando de separarme y yo me pego como pulga.
-¡Iugh, quítate!
Peleamos unos segundos hasta que gano y me quedo abrazada a su cintura debido a la altura.
-No huelo mal.
-Si. -baja la mirada y no sé porqué sin pensarlo me pongo de puntitas para llegar a sus labios.
Me acepta pasando sus manos en mi cintura y nuestros labios se entrelazan sin problema alguno. Disfruto el sabor a menta y sonrío en medio del beso.
-Ya vámonos que soy capas de follarte aquí.
Mi rostro se pone rojo y me meto a velocidad luz al coche... aunque a decir verdad no me molestaría.
En el camino los ojos se me van cerrando y trato de no quedarme dormida, pero las caricias que hace Igor en mi muslo terminan de arrullarme.
(...)
-Kayla, llegamos.
Me remuevo y veo que llegamos de nuevo al hotel.
-¿Tan cansada te deje? -se burla.
Ruedo los ojos y me bajo caminando hasta el elevador sin esperarlo.
-¡Kayla! -grita desde lejos. -Joder.
Veo como las puertas están por cerrarse y llega corriendo poniendo su mano.
-No entiendes tu, ¿Verdad? -me encojo de hombros. -Te he dicho que no ruedes los ojos.
Lo miro asombrada.
-¿Sigues con eso?
-Y seguiré hasta que lo dejes de hacer para provocarme.
Me río.
-No lo hago para provocarte. Lo hago porque es algo que me nace.
-Pues a mi me nace cogerte.
Las puertas del elevador se abren a mi favor, la tensión sexual se sentía así que me adentro a la habitación.
-Oh. -me devuelvo. -Gracias.
Me meto a la habitación sin esperar respuesta de su parte y la tarde consiste en jugar con los chicos, jugamos con las almohadas, bajamos solo a la orilla del mar y platicamos de como van en sus clases. Los demás terminan de su descanso ya que el sol se oculta y terminamos todos platicando de diversos temas alrededor de la alberca que tiene el hotel.
-¿Te está gustando las pequeñas vacaciones? -Alek se sienta al lado mío.
Asiento mirando los rostros de mis hermanos.
-Demasiado.
-Me alegra saber eso. -me sonríe y lo imito. -Nunca habían conocido el mar ¿Verdad?
Niego y miro a los pequeños que nos ven con el ceño fruncido.
-Supongo que deben estar orgullosos de ti.
-Eso espero... -susurro bajando la vista.
-Estoy seguro que si.
Lo miro y poco a poco se acerca un poco más a mi.
-Uhm...
-Eres muy linda ¿Sabías?
Mi rostro se pone rojo y me siento bastante incómoda.
-Gra...gracias. -tartamudeo.
Pone un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-Quisiera saber más de ti. Dame la oportunidad de conocerte.
Lo miro asombrada y él sonríe de forma dulce. Me remuevo incómoda y asiento.
-Cla...claro.
-Cuando lleguemos ¿Me aceptas una cena?
Asiento embobada detallando su hermosa sonrisa. Su mano se coloca en mi mejilla y se sigue acercando poniéndome más incómoda.
-Quítate. -lo empujan lejos de mi.
Miro a Jacob sorprendida ante su arrebato, ellos no son violentos.
-No te acerques a ella. -susurra con dientes apretados Lucian.
Mis hermanas y yo vemos a los chicos asombradas. Nunca han sido así. Marina y Carlos están estallando en carcajadas alabándolos, pero a mi no me da nada de gracias. Miro de reojo como Igor tiene una sonrisa orgullosa en su rostro y sé quien es el culpable.
-Basta. -los regaño haciendo que se queden quietos mirándome. -Se van a su habitación, ya.
Bajan la cabeza y se van a paso lento.
-Oh, esperen. -voltean a verme esperanzados. -Pídanle perdón a Alek.
Alek se levanta con una ligera sonrisa.
-No hace falta...
-Claro que si. Los estoy esperando.
De nuevo miran hacia abajo y se ponen a jugar con sus manitas.
-Ellos no tienen porqué pedirles perdón. -interrumpe su voz gruesa.
Volteo a ver a Igor y está relajado encogiéndose de hombros. Los niños lo ven esperanzado y corren al lado de Igor.
-Kay, le tienes que hacer caso a tu jefe.
Abro mi boca indignada y mis hermanas están igual que yo. Carlos y Marina siguen riéndose de lo que dicen los pequeños.
-Es que yo los amo. -se acerca Marina a besarles las mejillas.
Ambos se posiciona detrás de Igor y Alek carraspea.
-De hecho... ahora yo soy su jefe. -los tres lo fulminan con la mirada.
-Él sigue siendo el jefe mayor.
-¡Basta! -los interrumpo y se esconden más detrás de Igor. -Vámonos y pídanle perdón a...
-Ellos no le van a pedir nada a nadie.
Igor se los lleva y mi cabeza empieza a latir con fuerza debido al coraje. Volteo a ver a Alek con mucha vergüenza.
-Alek, no sabes cuanto lo siento... ellos no son así, no sé que les esta pasando y...
-No te preocupes. -me sonríe tranquilizadoramente. -Son niños, así que no los regañes.
Me guiñe un ojo y niego rápidamente.
-Eso no significa que...
-Déjalos. Aparte fue divertido. -se ríe falsamente.
Hago una mueca.
-¿Quieres que hable yo con ellos? -me pregunta Ámbar.
Niego y avanzo hasta donde se fue Igor con los niños.
-Yo lo haré.