Ivan
Cuando me lancé al lago, el frío de sus aguas me acogió, pero olvidé aquello en cuento mis ojos contemplaron lo que había en el interior. Sobrepasaba el concepto que tenía sobre la palabra belleza.
Los rayos del sol se adentraban iluminando el castillo de aquel hermoso reino acuático. Una estructura de torres blancas perladas con un brillo casi mágico. Los peces de colores nadaban a un ritmo único, al igual que danzaban las plantas que decoraban las paredes.
Nunca había entrado al lago. Pues las ninfas de agua protegían su hogar de una manera intensa, y no era para menos.
Sin embargo, a pesar de la belleza, había algo inquietante en el ambiente. La claridad del agua contrastaba con la oscuridad que rodeaba la estructura, y las vibras golpeaban mi pecho como un mal presagio.
Noté como las ninfas llevaban a Emma hasta adentro del castillo, por lo que intenté seguirlas pero, estaba más lejos de lo que pensé. Por la claridad del agua, creí que estaba a pocos metros, pero me equivoqué.
Las plantas flotantes se movían como si quisieran guiarme al castillo. Pero solo fue una trampa en la que caí. Empezaron a enredar mi cuerpo, evitando que yo pudiese avanzar. Así que no tuve de otra y consumí su energía. Pero eran demasiadas. Necesitaba respirar, era cuestión de segundos para que perdiera la conciencia.
Las bestias podíamos vivir cientos de años, sin embargo, no éramos inmortales.
Dejé de luchar cuando la agonía se esfumó, ya no necesitaba oxígeno, y solo quería dormir.
Antes de cerrar los ojos, noté que alguien se acercaba con los brazos abiertos y cuado llegó hasta mí, unió sus labios a los míos.
Lo próximo que hice fue cerrar los ojos y cuando los volví a abrir, desperté en una celda fría y húmeda.
Las paredes de piedra blanca perlada eran sombrías. El suelo estaba cubierto de algas resbaladizas, y gotas de agua caían del techo, formando charcos.
Los barrotes que me impedían salir, eran de piedra al igual que un banco alargado cubierto de musgo como único objeto allí dentro, mientras que el olor a vegetación putrefacta, era casi insoportable.
Pero nada me incomodó más que ver a Azumi al otro lado de los barrotes, observándome con los brazos cruzados. Su semblante frío y distante era palpable.
Me acerqué para confirmarlo, y sí, era ella, con una mirada impenetrable. Fuerte y decidida, parecía lista para matarme si me movía demasiado.
—¿Dónde estoy? —interrogué, cortante.
—¿Por qué proteges a una bruja, Iván? —Ella fue fría y distante, con un tono confrontativo que reflejaba su enojo y desconfianza—¡Dime porqué demonios estabas protegiendo a una maldita bruja!
—Ese no es tu asunto, dime en dónde está Emma —ordené mirándola a los ojos—. ¿Qué le hicieron?
—¿No es mi asunto? —ladeó la cabeza, condescendiente—Pues tampoco me concierne decirte nada. Aunque en unos minutos vendrán por ti y podrás averiguarlo. —Se acercó a las barras—Vas a morir como un traidor.
Sentí la frustración elevándose como fuego en mi pecho.
—Escúchame bien, Azumi... si le hacen algo, una mínima cosa, yo...
—¿Qué vas a hacer? —sonrió —¿Me vas a matar? ¿Vas a destruir este castillo? —resopló una risa burlona —Mírate... un solitario lobo, encerrado en lo profundo de un lago dentro de un calabozo.
Ahí supe en donde estaba. Pero por alguna razón, allí, había oxígeno.
—No quiero tener que...
—¿Estás decidido a usar tu poder para salvar a una bruja? ¿Te hechizó o algo? Dime, ¿qué te ofreció? —sus ojos esperaban una respuesta específica, como si deseara que de verdad estuviera poseído, y no que lo estuviera haciendo por mi propia cuenta.
—Emma no es una bruja —aseguré algo de lo que ni yo mismo estaba convencido.
Ella frunció el ceño y me miró con asombro.
—¿!Cómo dices eso!? ¿Acaso no viste? —gesticuló con su cuerpo demostrando su inquietud—Apenas tocó el agua y este lugar se estremeció como una advertencia de muerte. ¿Por qué crees que la trajimos hasta aquí?
—¿Y por qué la trajiste si creen que es una amenaza? No tiene sentido nada de lo que estás diciendo.
—Una bruja entró a nuestro bosque después de cien años, no íbamos a dejarla ir como si nada—expresó—. Mi madre pidió que la trajéramos para interrogarla y saber si hay más. Y si llega a mencionar tu nombre Iván, temo que te... te van a matar junto con ella. No dije que te vi allá arriba tratando de salvarla. Sin embargo, tú mismo te lanzaste al fuego al venir aquí.
—¿Por qué me salvaste? ¿¡Por qué no solo dejaste que me ahogara!? —cuestioné.
—El que nuestra relación haya terminado, no significa que quieran verte morir.
Hubo un silencio corto, el cual yo interrumpí.
—Debes decirme en donde la tienen —quise hablar de la manera más calma y amable posible, pero era imposible.
—No. Luego del interrogatorio, será lanzada al pozo de la bestia. Ella sufrirá, para que sienta lo que sentimos cuando las de su especie, destruyeran nuestro mundo —dijo y se dirigió a la salida.
—¡No te atrevas! ¡No la toquen!...—Solté—...¡Por favor!
Ante lo último que dije, ella se detuvo y me miró.
—Ella es inofensiva, !Es solo una chica!
—Tus poderes no funcionan aquí, —dijo la ninfa, con una voz fría y distante, ignorando mis palabras —Este calabozo está hecho de un material especial, una piedra que anula la magia. Tu conexión con la luna y tus habilidades se debilitan en este lugar. Así que, no intentes nada, si no quieres morir.
Siguió caminando y se perdió de mi vista.
—¡Azumi, Espera! —me pegué a los barrotes pero ella ya se había ido.
Emma
Desperté por el dolor agudo en mi espalda, y en cuento abrí los ojos, noté a unas la gran cantidad de mujeres extrañas con perlas en la piel, apuntándome con lanzas y fechas.
Me encontraba plasmada en un suelo blanco manchado por mi propia sangre. Me senté como pude, pues el dolor me impedía moverme con normalidad.
Allí, en un alto, había lo que parecía un trono, y en él, una mujer sentada. Su piel casi plateada resplandecía, mientras con aires de grandeza me miraba con esos ojos imponentes de un tono amarillento encendido.
—Arrodíllate ante la reina, bruja —ordenó una de las mujeres, que aparte de perlas, así como las otras, tenia escamas en las piernas y los brazos—. ¡He dicho que te arrodilles!
Pero no me dejó hacerlo, ella me tomó por el brazo y me puso de rodillas a la fuerza. Solté un grito por el dolor al movimiento brusco. Mi vestido blanco estaba manchado de sangre, mientras que de mi boca salían quejidos involuntarios.
—Una bruja en el bosque de las bestias después de cien años —emitió la mujer que estaba sentada en el trono. Su voz era suave y calma. Casi un susurro melódico—. Que osadía la de esta mujer, al adentrarse a este reino y tocar mis aguas.
No dije nada. ¿Qué iba yo a decir? Los quejidos salían de mi boca porque no podía evitarlo.
—¿Vienes sola o, tus compañeras se ocultan? Dime, bruja —. Continuó la mujer.
—Su majestad, puedo romperle los huesos y hacer que hable —expresó la misma que me había arrodillado a la fuerza.
Abrí los ojos con preocupación y tragué saliva.
La mujer levantó una mano haciendo callar a su inferior.
—Si no vas a hablar, entonces tendré que obligarte —dijo—. ¿Por qué viniste al bosque?
—Yo... —musité—... fue un error.
—¿Un error? —interrogó, incrédula—Un error sería creer en lo que dices—Se puso de pie, y arrastrando lo que parecía un bastón plateado, se acercó a mí—¿En donde están las otras?
Levanté un poco la cabeza me encontré con sus ojos airados. Desvié la mirada de inmediato.
—So-solo soy yo... y no... no soy una bru-bruja —balbuceé.
—Majestad, no es cierto —intervino una chica entrando a la habitación. Tenía el mismo aspecto que las demás, pero su cabello era rubio, y sus ojos rojos como el fuego—. Madre, ella estaba acompañada por dos bestias. Yo las vi.
—¡No es cierto! —dije de inmediato, pero me torcí de dolor por el esfuerzo.
—Yo los vi. Cuando mi hermana y yo la traíamos, las bestias intervinieron —continuó la chica—. La querían salvar.
—Naom, trae a tu hermana —ordenó la mujer, quien parecía ser la reina del lugar.
—Aquí estoy —la chica de cabello marrón y ojos verdes, entró en ese mismo instante por la puerta.
—Azumi, ¿es cierto que la bruja estaba acompañada por dos bestias? —interrogó la mujer a su hija.
Pero Azumi no pudo responder, porque su hermana Naom, la interrumpió de repente:
—Incluso, ella trajo a una de las bestias. Vi cuando llevaba a ese hombre a los calabozos.
Abrí los ojos con asombro al igual que lo hizo Azumi
—¿Es eso cierto, Azumi? —preguntó la madre.
Azumi parecía querer negarlo, pero miró a su hermana quien la veía seria.
—Si, madre —contestó en un susurro.
—¡Tráiganlo aquí! —ordenó la reina.
—No, espere, ¿qué es lo que le hará? —interrogué con desesperación.
Mientras Azumi me miraba con recelo, yo trataba de intuir a cuál de ambos había arrastrado conmigo a la muerte.
"Por mi culpa, uno de ellos está en peligro" pensé.
Abrieron las puertas y con un collar de piedras blancas colgando de su cuello, traían a Iván sostenido por la fuerza.
—Ivan —musité con culpa y tristeza.
Él parecía exhausto, caído. Cómo si su energía se hubiera estado agotando.
—Emma —dijo en cuento me vio—. ¿Estás bien? —miró mi ropa llena de sangre y una expresión de preocupación y rabia se pintó en su rostro.
—Este hombre, es un lobo —observó la reina—. Puedo sentir la energía de la luna. Aunque se está consumiendo en lo profundo de este lugar.
—Déjela ir, ella no es una bruja —comentó ivan—. Si se da cuenta, está herida. Ninguna bruja se hubiera quedado ahí en esa posición.
—¡Silencio! —La mujer levantó el bastón y con él, golpeó a Iván en la cara.
Ivan casi cayó al suelo, pero ese casi no fue suficiente para la reina, porque le hizo una señal a las mujeres que lo sostenían y ellas lo golpearon detrás de la rodilla, causando que él cayera de golpe al suelo, hincado.
Yo gemí ante aquella escena, quise hacer algo. Pero la herida en mi espalda, jalaba con cada intento.
—Ya veremos si ella es o no, una bruja —expresó la reina, e hizo un gesto con la mano para que sus hijas se acercaran.
—Hijas mías, torturen a esta mujer, hasta que admita que es una bruja —ordenó.
La mirada de Iván se llenó de angustia y desespero.
—¡Azumi! —gritó ivan, tratando de soltarse de quienes lo sostenían, pero estaba demasiado débil como para lograrlo—¡No te atrevas! —Ivan miró a la reina—. ¡Ella no es una bruja! —Volvió a mirar a Azumi—No lo hagas.
Lo último pareció una súplica. Una que Azumi ignoró mientras me agarraba junto a su hermana para levantarme del suelo.
—Y a este traidor... —la reina observó a Iván con desdén—. Tírenlo al pozo. Como un regalo para mi precioso niño.
—Pero madre —replicó Azumi con angustia. Recibiendo de sí madre una mirada firme y amenazante.
Por lo que bajó la mirada y junto a Naom, me siguió arrastrando hasta llevarme a una cama de piedra, en donde me ató, mientras yo escuchaba cómo Ivan gritaba mi nombre al ser llevado lejos de mí.
Ivan
El pozo estaba cerrado con gran seguridad, como si el animal que lo habitaba, fuera demasiado peligroso incuso para las ninfas.
Por un pequeño hueco, me empujaron y caí sobre un charco de agua.
El agua me llegaba hasta los talones, el aire era pesado y húmedo en aquel lugar oscuro. Y fue cuando de repente, lo vi, una criatura que se deslizaba lentamente entre las sombras. Tenía la apariencia de una anaconda, pero mucho más aterradora.
Su cuerpo era inmenso y escamoso, cubierto de una mucosidad negra que goteaba al suelo y emitía un olor nauseabundo. Cada escama brillaba débilmente, como si absorbiera la poca luz que entraba, creando un efecto inquietante.
La cabeza de la criatura era lo más desconcertante. No tenía ojos visibles, solo dos grandes cavidades que parecían absorber la oscuridad. Colmillos afilados y largos sobresalían de su boca, cubiertos de una baba verde luminosa que chisporroteaba al contacto con el agua. Detrás de ellos, una hilera de dientes en varias filas, listos para desgarrar carne.
A medida que se acercaba, su lengua bífida se movía rápidamente, emitiendo un sonido sibilante que resonaba en el espacio cerrado. Su cuerpo se deslizaba con una fuerza inquietante, cada movimiento era deliberado, como si disfrutara de la tensión en el aire.
De repente, la criatura abrió su boca en una grieta ancha, revelando más filas de dientes y una garganta que parecía un abismo. El sonido agudo y penetrante que emitió resonó en mis oídos, y el ambiente se volvió aún más pesado.
No era una simple anaconda. Era una abominación de las profundidades, un depredador que se alimentaba tanto del miedo como de la carne. Estaba allí, a solo unos pasos, listo para atacar.
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He aquí lo prometido mis bestias y brujas: @Bruja12RLM