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Chapter 9 - Te ves menos peligroso cuando sonríes


Abrí los ojos. La luz anaranjada de una fogata, me permitía ver el rostro ceñido de Iván, mientras cocinaba algo sobre una roca que hacía de plancha sobre el fuego. Miré a mi alrededor con cuidado, y me di cuenta de que estábamos en lo alto de un árbol con una especie de plataforma en medio, cubierta por ramas y hojas en los alrededores.

Me levanté despacio hasta que pude sentarme. Ivan estaba sacando huevos de un nido que sostenía una rama.

—¿Vas a quitarle los huevecillos a su madre? —interrogué, con voz baja y adormilada.

Él tomó una hoja larga y verde que tenía a su lado para poner sobre ella, lo que parecía un ave casi quemada. Ya había cocinado a la madre de los huevecillos.

Suspiré y miré mis piernas. Las heridas estaban vendadas con pedazos de mi propio vestido blanco. Entonces miré mi ropa, y noté que apenas me cubría lo suficiente antes de que se me vieran los calzones.

—¡Oye! —exclamé, estirando la tela para cubrirme.

—Tenia que vendar las heridas, Emma —dijo, desinteresadamente. Se veía calmado, sereno. Y no molesto o cansado.

"Y ahora ¿cómo ando por aquí, así?" Pensé "casi se me ven los calzones"

—Debes comer —puso unos huevos y parte del ave frente a mí.

Miré la comida y se veía mucho más que improvisada. Era un carbón con huevos. Tragué saliva y forcé una sonrisa. "Pero no tengo hambre" pensé y justo, mi estómago se quejó "Carajo" agarré la hoja que sostenía la comida y mordí la carne. Sabía bien para como se veía.

Ivan, en vez de comer, comenzó a alimentar el fuego con el nido de donde había sacado los huevos. Entonces solté la carne y mientras cuestionaba, en mis adentros, la razón de por qué no estaba comiendo, me perdí en la contemplación "Su pecho tiene una ligera cicatriz ¿de qué será?" Miré sus brazos "sus brazos son fuertes, y sus hombros están llenos de lunares como si las constelaciones se dibujaran en ellos" llevé mi vista hasta su cuello "las constelaciones ascienden como escaleras puntuadas hasta la mastoides detrás de su oreja, en donde su cabello azabache descansa" hasta que aún con la cabeza agachada él levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos; como si yo fuera una presa y él, el depredador. Los pálpitos de mi corazón parecían caballos galopeando con fuerza, hasta que su voz me sacó de mis pensamientos:

—¿Qué parte de mí es la que te causa tanta curiosidad?

Dejé escapar el aire que había retenido desde que me miró. Y sin haberlo planeado, solté:

—¿Por qué viniste a buscarme?

Levantó la mandíbula y me miró como si aquella respuesta, hubiera estado entre mis ojos.


Iván

Esa pregunta era la misma que yo me había hecho durante todo el camino cuando salí a buscarla. ¿Por qué fui tras ella cuando yo mismo le había pedido que se fuera? Desde que ella apareció frente a mi en la entrada del bosque, un sentimiento extraño invadió mi pecho. Odiaba sentirme así, como si su presencia hubiera completado una parte de mí que yo desconocía. ¿Vulnerabilidad? Pero a pesar de odiar esa sensación, sentía curiosidad. Y cuando ella logró domar la bestia dentro de mí, con solo gritar mi nombre; me asusté.

Así que tras la incertidumbre y la confusión, le pedí que se fuera. Pero cuando lo hizo... volví a sentirme tan vacío como antes de que ella llegara. Muerto en vida, solo existiendo, esperando los días de mi muy lejana muerte. Así que no tenía una respuesta para su pregunta. Pero si tenía interrogantes que hacerle.

—Dime la verdad —ordené, tangente—, ¿Eres una bruja?

Ella me miró y hundió el entrecejo.

—Ivan, solo soy una chica que entró a este bosque para sobrevivir —su respiración empezó a agitarse y arrugó la nariz—. ¿Creen que no tengo sentimientos? Llamarle bruja a alguien, es ofensivo. Yo no ando diciéndoles bestias ni monstruos—Su cabello parecía desprender fuego con lo enojada que estaba—. Yo solo quiero salir de este lugar, encontrar ayuda y... —Los ojos se le llenaron de lágrimas. Tragó saliva y miró a un lado —... tengo que hacerlo por mi hermana —Su voz fue un hilo de dolor—y bruja o no, ¡tengo un corazón! —volvió a enojarse—¡Yo siento, joder!

Era una maraña de tristeza y enojo, y sin darme cuenta, una sutil sonrisa se asomó en la comisura derecha de mis labios. Ella dejó de hablar y me enfocó con la mirada.

—Sonreíste —señaló, sorprendida.

—¿Qué? —dije, poniéndome serio de inmediato—No lo hice.

—¡Si lo hiciste! —insistió, sonriendo como si aquello fuese un milagro. Y vaya que lo era.

Cerré los ojos con lentitud, fastidiado. Hacia años que no sonreía, y aunque también me sorprendió, no iba a admitirlo.

—Te ves menos peligroso cuando sonríes, deberías hacerlo más seguido —expresó entre risas.

Intenté decir algo en mi defensa, pero ella, de repente, miró al cielo y fue como si la luna, la hubiera hipnotizado.

—Wow —musitó, mientras se le reflejaba la gran esfera plateada en los ojos—. Es hermosa —Su entrecejo se hundió marcando tristeza.

"Sinceramente no la entiendo. Se enoja, ríe y luego se entristece" pensé, contemplándola.

—A mi hermana le encantaba ver la luna llena —susurró y volvió a mirar al suelo.

—¿Qué es lo que le sucedió realmente? —pregunté.

Ella me miró y unas lagrimas amontonadas amenazaban con caer.

—Bueno, la asesinaron —contestó, forzando la voz, fingiendo no estar a punto de llorar —, en el orfanato.

—¿Por qué dices que debes conseguir ayuda para tu hermana, si ella está muerta?

Ella me miró con un ligero recelo. Quizás por mi falta de empatía al hacer aquella pregunta. Pero luego suspiró y limpió sus lágrimas.

—Siento que si no hago algo, su alma nunca va a descansar. Es por eso que necesito salir de este lugar, para que saquen a esos niños de ahí. Incluso escuché que la superiora, a quien nunca he visto, hace algo con la sangre de los niños. Sea lo que sea que hace, lo hizo con mi hermana.

"Emma no puede ser una bruja. No cuando su corazón solo está lleno de dolor y amor por su hermana"

—Ivan, si yo llego a hacer algo que te haga pensar que soy una bruja, mátame —estableció, y eso me estremeció el corazón.

"Aunque tengo una y más razones para pensar que sí lo eres, Emma"

—Tienes mi permiso —continuó.

"Pero no puedo matarte sin antes saber por qué causas esto en mí. Porque aunque seas una bruja...

—Pero te prometo que no lo soy —concluyó.

... no tendrías por qué causarme este sentimiento"

Ese sentimiento que me pedía abrazarla, tenerla cerca... Y es lo que hice, no por ese sentimiento exactamente, sino, para protegerla del intruso que se escondía entre los árboles. Y a pesar de que mis intenciones eran protegerla, mi cuerpo tan cerca del suyo, justo cuando era lo que mi corazón quería; me hizo sentir algo más fuerte que el odio o la tristeza, o que el dolor y miedo... "¿Qué es esto que siento?"

Pero escuché cuando, quien nos observaba, cayó detrás de mí. Yo ya conocía ese olor a viejo y guardado. Así que aparté a Emma, de un tirón.

—Buenas noches.