Link salió a la Llanura de Hyrule y a lo lejos vio las murallas de la ciudadela y vio sorpresivamente que el puente que se alzaba sobre el río estaba subido y le pareció muy extraño. Llegó hasta él mientras se hacía de noche y vio cómo varias nubes grises se empezaban a aglomerar. Le pareció extraño que de repente empezaran a formarse nubes y sintió un gran de-ja-vú pero siguió caminando hasta el puente. Entonces vio imágenes que lo perturbaron y le hicieron recordar algo más que un simple de-ja-vú.
Allá, en la Montaña de la Muerte, se veían rayos y de repente comenzó a llover muy fuerte. El puente de la Ciudadela de Hyrule se desplazó hasta la pradera, enfrente de Link. A lo lejos, Link distinguió un caballo blanco que venía galopando hacia él, se quitó de en medio y vio que Impa y Zelda iban en él. Zelda tenía una cara de angustia muy grande y gimió un poco antes de lanzarle un objeto que cayó en el río, debajo del puente. Link vio cómo el caballo se alejaba y quiso seguirlas, pero sabía que no debía hacer eso y además no podría alcanzarlas.
Entonces, como por intuición o porque sabía que pasaría, miró hacia atrás y vio a otro caballo, esta vez negro, con armaduras en su cabeza, lomo y patas. Lo montaba un individuo de mirada siniestra y malvada, piel morena, cabello rojo y también con una armadura negra, era Ganondorf.
El caballo relinchó y se sostuvo en dos patas unos segundos y entonces Ganondorf, con una voz que iba a la par con su mirada, dijo:
-¡No! ¡La he perdido! -miró a Link y siguió -¡Eh, tú, oye! ¡Niño! Seguro que has visto el caballo blanco que acaba de pasar. ¿Por dónde se ha ido? ¡CONTESTA! -pero Link no contestó, retrocedió unos pasos y sacó la Espada Kokiri. Ganondorf continuó -Así que crees que puedes protegerlas de mí... Tienes agallas, muchacho -Link lo siguió mirando mientras Ganondorf rió un poco -. ¿Quieres enfrentarte a mí? Qué gracioso. ¡Me gusta tu actitud!
Entonces Ganondorf extendió su mano y Link recordó instantáneamente el suceso: había soñado con toda esa escena antes de que Navi llegara y lo despertara, pero nunca supo qué sucedió después, en su pesadilla, Link sentía que iba a morir. De regreso a la realidad, de la mano de Ganondorf salió un destello naranja y morado que se encogió hasta darle a Link de frente, el cual sólo saltó hacia atrás por el aire. Se levantó sobre sus manos y Ganondorf, con una cara más repugnante que nunca, dijo:
-¡Me das lástima, enano! ¿Sabes con quién te estás metiendo? ¡Soy Ganondorf! ¡Pronto seré amo y señor del mundo! -y, tras un nuevo relincho de su caballo, se fue galopando en la misma dirección que se habían ido Zelda e Impa.
Link los quiso seguir, pero sabía que su destino no era ése y además quería ver qué le había lanzado Zelda al río.