*suspiro* Otra vez con esto…
Entro a la escuela, me pongo las pantuflas esas, cruzo los pasillos, subo las escaleras, cruzo más pasillos y encuentro una conmoción afuera de mi salón.
Es un montón de gente que habla y ríe y juega y se abraza como si no pasara nada.
Qué raro.
La gran mayoría son mis compañeros de clase. Creo.
Bueno, no importa. Tengo que entrar a mi salón, así que me acerco a ellos.
Pero hay tanta gente que no hay forma de pasar.
Hmmmm, al parecer tengo dos opciones: hacer todo lo posible por entrar o quedarme aquí con un montón de extraños que probablemente son mis compañeros de clase.
—Déjame pasar —le pregunto al chico que está frente a mí. A él ya lo he visto antes. Creo que se llama Yamazaki o Miyazaki o Yokozaki o como sea.
Pero por supuesto que él no me hace caso. Al parecer está demasiado ocupado haciendo nada.
Lo empujo a un lado y al que está frente a él y así y así.
Mientras me hago paso por entre la gente, algunos me miran y me dicen cosas que no quiero escuchar.
Y por fin llego a la puerta.
Todos me están mirando.
Silenciosamente.
Expectantemente.
Siento que estoy a punto de caer en una trampa.
Me acerco a la puerta. (Escucho murmullos y risas.)
Tomo la manija.
Abro la puerta y:
—Oye, tú, ¿ya estás en un cl… oh, eres tú, Ino —Izumi está sentada en el lugar de Sotoka-san por alguna razón. En sus brazos carga un montón de lo que seguramente son los mismos volantes de siempre.
No hay nadie más en el salón.
Y, la verdad, eso tiene todo el sentido del mundo.
—Y ahora ¿qué les hiciste o qué? —me acerco a Izumi y me siento en el lugar que está a su lado.
Izumi no deja de mirar la puerta.
—¿Qué haces?
—Espero.
—¿Esperas qué?
—Que venga alguien, pero nadie viene. Es muy temprano o ¿qué?
—Sabes que todos están afuera, ¿verdad?
—Y ¿por qué no entran?
—¿Por qué será?
—Bueno, no importa, tienen que entrar en algún momento.
Pues sí, pero seguramente van a entrar cuando llegué Horinomi-sensei, y no vas a tener tiempo para preguntarles a todos si están en algún club.
—Y ¿Sotoka-san?
—No sé. Dejó sus cosas y me dijo que ahorita regresaba, pero no ha venido. Se supone que íbamos a preguntar afuera juntas, y al final tuve que ir yo sola, pero Nagai-san—
—¿Quién?
—La del comité disciplinario —eso no me ayuda en nada, pero, bueno, continúa—. Se enojó y me empezó a perseguir, y corrí por toda la escuela y me escondí aquí, y creo que se cansó porque no ha venido.
Wow, hubiera sido entretenido ver eso. Ojalá hubiera llegado más temprano.
Aunque seguramente Izumi he hubiera pedido que le ayudara, y yo le hubiera dicho que no, y ella me hubiera insistido e insistido y ay, no, qué bueno que llegué hasta ahora.
Se abre la puerta y entra, ¿quién más?, Horinomi-sensei junto con todos los demás. Ellos se dirigen a sus respectivos pupitres y se sientan en ellos.
—Buenos días, chicos —dice Horinomi-sensei—, ya siéntense que vamos a empezar.
Frente a mí se aparece… ¿Inoue? Y se queda ahí y solo me mira.
Creo que quiere su lugar de vuelta.
Y se lo doy: me levanto de su pupitre y me voy al mío.
—¡SOTOKA-CHAN, ¿DÓNDE ANDABAS?, ¿POR QUÉ ME DEJASTE SOLA?, ERES MALA, SOTOKA-CHAN, Y POR ESO NO TE VOY A SOLTAR!
Sí, Izumi abraza a Sotoka-san tan fuerte como puede, y Sotoka-san grita, y todos las miran y murmuran y ríen y qué bueno que no estoy ahí.
—Izumi-san, ya suéltame; ya van a empezar las clases.
Pero, obviamente Izumi lo le hace caso.
—¡ERES MALA, ERES MALA, SOTOKA-CHAN!
— Izumi-san, ya suéltame —y Sotoka-san intenta quitársela de encima, pero al parecer Izumi es demasiado fuerte y terca.
—Natsumura-san, Hamano-san, ya siéntense que ya vamos a empezar —les dice Horinomi-sensei.
—Izumi-san, ya suéltame.
.
.
.
.
.
—Izumi-san.
.
.
.
.
.
—¡Izumi-san!
—Ok, ok.
Izumi le da un apretón a Sotoka-san y la suelta.
Se va a su pupitre.
Y se desploma ahí.
—Muy bien, pásenme sus reportes, de favor —dice Horinomi-sensei.
Saco mi reporte y se lo paso al chico que se sienta frente a mí. Creo que se llama Yoshida o algo así. Él lo toma y se lo pasa a quien quiera que está delante de él.
Izumi también saca su reporte y se lo entrega a quien quiera que está delante de él.
La portada se ve exactamente igual a la de Sotoka-san.
¿Será que solo le cambió el nombre lo imprimió?
No, ni que fuera tan tonta…
.
.
.
.
.
.
—Oye, Izumi, sí lo modificaste, ¿verdad?
—¿Qué? —Izumi se vuelve hacia mí.
—Si le cambiaste al reporte que nos mandó Sotoka-san, ¿verdad?
Izumi me mira como si hubiera preguntado una estupidez.
—Pues sí, ni modo de dejarlo igual.
—Pues es que como ayer andabas bien dormida.
—Sí, pero ya lo tenía aquí en mis pendientes —Izumi me enseña la palma de su mano; ahí hay muchas cosas escritas, como:
HACER MAS VOLANTES
COMPRAR MÁS SNACKS
COMPRAR CAPSULAS ESPRESSO
CAMBIAR TRABAJO SOTOKA-CHAN
LLEVAR PAQUETES 8 7 3 2
También hay muchas palabras raras. De seguro son animes o mangas que quiere ver.
—Vaya, esas son unas manos asquerosas. ¿Qué no te las lavas o qué?
—Pues no, porque si me las lavo mucho se va a borrar lo que escribo —dice y me mira como si la tonta fuera yo.
-------------------------------------------------------------------
—Oye, Izumi, y ¿por qué andabas preguntando desde la mañana?
Izumi tiene la cabeza recostada sobre su pupitre. Sus brazos se columpian en el aire. Tiene la mirada perdida.
Pero aun así me responde:
—Porque no me quiero quedar afuera a la salida.
Esa es una excelente razón. A la salida va a haber mucha gente y va a hacer calor y no vamos a reclutar a nadie mientras tengamos a Izumi con nosotras, y por eso…
—Deberíamos mandar a Sotoka-san sola. Ella sí conseguiría un montón de miembros.
—¿Por qué lo dices? —pregunta Izumi como si no fuera obvio.
—Porque es Sotoka-san. Todos la aman.
—Pues sí, pero yo quiero estar con mi Sotoka-chan.
—Pero tú los espantas, Izumi.
—¡Pero yo quiero estar con mi Sotoka-chan! ¡Ya me abandonó en la mañana!
—Cállate; aún estamos en clases
—¡Yo quiero estar con mi Sotoka-chan!
—Natsumura-san, Yamamoto-san —dice Horinomi-sensei—, ¿qué está pasando ahí?
—Es Izumi, Horinomi-sensei, pero yo me encargo de que se calle, disculpe y, por favor, continúe.
Horinomi-sensei prosigue con lo que sea que está enseñando.
—Yo quiero estar con mi Sotoka-chan —se cruza de brazos y dice tercamente.
—Sí, como sea.
.
.
.
.
.
.
.
—Yo les dije que debíamos que hacer una lista —Izumi aún está enojada.
—Una lista de ¿qué?
—De los que no están en ningún club. Podemos empezar con los de nuestro salón.
—Y ¿cómo la piensas hacer? No conoces a nadie.
—Tú tampoco. Y eso no importa. Puedo conseguir más miembros que tú.
—No, no puedes —y tengo razón; no hay nadie en este mundo que piense: "¿qué? ¿Entrar a un club con Izumi? Sí, me parece buena idea."
Y, para recalcar, yo no creo que lo sea; yo solo estoy en el club para callarle la boca a la perra de Fujimoto.
Y Sotoka-san, bueno, ella es rara.
—Pues yo sí. Mira —Izumi se vuelve hacia no sé quién—, oye tú, tú, hazme caso, oye, tú, tú, el del estuche raro.
—¿Qué? —dice uno de los chicos a nuestro alrededor.
—No te hablaba a ti, pero ok. ¿Estás en un club?
—Sí.
—Ok. Oye, tú, tú, hazme caso —Izumi arrancó un pedazo de papel de su cuaderno, lo hizo bolita y se lo arrojó al chico que se sienta delante de mí—. Te estoy hablando, oye, Estuche Raro-kun, oye…
—¡¿Qué?! —dijo Estuche Raro-kun.
—¿Estás en un club?
—¡Sí, ya déjame en paz!
—Y tú, Moño-san —le dice a la chica que está delante de ella—, ¿ya estás en un club? ¿Moño-san? ¿Moño-san? ¿Moño-san? ¿Moño-san? Contéstame O tú, pelo corto, ¿ya estás en un club? Y ¿tú, brazos delgados? O ¿tú, frentuda? ¡Les estoy hablando! O ¿qué tal tú, dientes chuecos?
—Natsumura-san —dice alguien. Izumi y yo miramos hacia delante, y ahí está Horinomi-sensei, justo en frente de nosotras—, ¿qué crees que estás haciendo? ¿Cómo puedes decir algo así? Esos son apodos muy hirientes, y tú lo sabes. ¿Te gustaría que te pusieran un apodo así? —ya lo hicieron, Horinomi-sensei—. No, ¿verdad? Espero que lo entiendas, pero aun así, como castigo te vas a quedar a limpiar el salón después de clase —ja. Te lo mereces, Izumi, ¿a quién se le ocurre insultar a la gente para llamar su atención? Bueno, sí puedes, pero no es a lo que me refiero—. Oh, casi se me olvida, no hemos podido contactar a tus padres desde el incidente de los volantes. ¿Sabes alguna otra forma de contactarlos? Es urgente.
Izumi mira al suelo y niega con la cabeza.
—Oh, ya veo. Bueno, te quedas después de clase. Y lo mismo va para ti, Yamamoto-san.
—Pero yo ¿por qué? Ella fue la que se puso a insultar a la gente. Yo no hice nada.
—Las vi platicando hace rato.
—Y ¿eso qué? Yo no —espera. El castigo es quedarse después de clase para limpiar el salón, y si Izumi y yo nos quedamos aquí después de clase, entonces ya no podremos ir a en la entrada de la escuela para tratar de reclutar más miembros y fallar, y si no vamos entonces solo irá Sotoka-san, y si solo va ella, entonces va a reunir muchos más miembros, y vamos a poder hacer el club, y se lo restregaré a Fujimoto en la cara y y… bueno, con eso es suficiente por ahora— Discúlpeme, Horinomi-sensei, también fue mi culpa.
Horinomi-sensei me mira bastante sorprendida. De seguro es la primera vez que uno de sus alumnos se disculpa son ella.
Y eso es muy triste.
—Uhm… qué bueno que lo ves así, Yamamoto-san, pero aun así te vas a quedar a ayudar a Natsumura-san.
—Claro, Hotinomi-sensei. Lo merezco.
—Gracias, Yamamoto-san. Me da gusto oírlo —Horinomi-sensei da media vuelta y regresa a su escritorio—. Bueno, chicos, vamos a seguir con la clase…
Las clases continúan.
Y yo me muero de aburrimiento.
----------------------------------------------------------------
—Muy bien, chicos, disfruten de su almuerzo —Horinomi-sensei se levanta y se va.
Y casi todos hacen lo mismo
—¡Sotoka-chan! —grita Izumi mientras se levanta y corre a encontrarse con ella.
Pero ella ya no está.