Suena la campana, y me despierto. Todos comienzan a guardar sus cosas, y algunos se levantan y se van.
Y Sotoka-chan es una de ellos. ¿Quéhagoquéhagoquéhago?
Me levanto y la sigo.
—Hey, chicos, no se olviden de su tarea; es para mañana —dice Horinomi-sensei mientras me alejo.
—¡Sotoka-chan! —le grito.
Pero Sotoka-chan se aleja cada vez más rápido.
—¡SOTOKA-CHAN! —me acerco a ella cada vez más rápido.
Pero ella empieza a correr.
—¡SOTOKA-CHAN! —corro detrás de ella, y ambas corremos por escaleras y pasillos, hasta que ella entra al baño de mujeres, y ¿por qué entra ahí? Yo casi nunca entro, y cuando lo hago casi siempre es para llorar.
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Espera. ¡¿Sotoka-chan está llorando?!
Entro al baño y:
—¡¿Quién fue?! —le pregunto.
No hay respuesta.
—¡Sotoka-chan, ¿qué te hicieron?!
No hay respuesta.
—¡¿Quién fue?!
—Fuiste tú... tonta —Ino está en la puerta del baño. Tiene las manos apoyadas en las rodillas y jadea.
—Y ¿a ti qué te pasó? —le pregunto.
—¿Cómo que qué…? Ustedes andaban corre… y corre. ¿Qué no se... cansan? En especial tú. ¿Cómo puedes correr tanto si… todo el día comes, duermes y ves anime?
—Pues no corrimos tanto: eres tú la que no aguanta nada. Yo pensé que tú hacías ejercicio, como estás tan flaquita…
—Y yo ¿por qué haría eso? Sudas, te quedas sin… aire, te duele el cuerpo y apestas. Hacer ejercicio no es más que sufrir… y todo ¿para qué? ¿Para tener unos cuadritos en la panza? Ni que fueran a durar por… siempre. Hagamos lo que hagamos, nos cuidemos como nos cuidemos nuestro cuerpo se pudre… a cada segundo.
—Sí, eso creo, pero ¿por qué tienes tan mala condición?
—¿Qué? Tú eres la que tiene buena con… dición. ¿Qué corres todos los días o qué?
—Bueno, muchas veces tengo que correr a la escuela para que no se me haga tarde. Creo que ya me acostumbré.
—Ah, con razón.
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Ah, sí, Sotoka-chan.
—¡Sotoka-chan, ¿quién fue?!
—Que fuiste tú, Izumi.
—¡¿Cómo voy a ser yo?! >:(
—Pues ni modo que quién. Ella se estaba alejando de ti.
—No fue Izumi-san —dice Sotoka-chan desde dentro de su cubículo.
¡CHAN! ¡IZUMI-CHAN! Pero ahora estás sufriendo, así que lo dejará pasar esta vez.
—Entonces ¿quién fue? —le pregunto.
No hay respuesta.
—Ya, ya. Cálmate —susurra Sotoka-chan.
No hay respuesta.
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*CLICK*
Se abre la puerta del cubículo donde se encerró Sotoka-chan.
Y ella sale. Tiene la cara roja, roja, roja, y se incómoda, incómoda, incómoda.
Me mira.
Suspira.
Y:
—Perdóname, Izumi-san, por todo lo que te dije, es que tú querías sacar a Ino-san y no supe qué hacer, y tengo muchas cosas en la cabeza, y No importa, no importa. Fue mi culpa. No debí desquitarme contigo. Perdóname, Izumi-san, fue mi culpa.
—Ah, sí, no te apures, Sotoka-chan… A todos nos pasa —fue lo único que se me ocurrió decir.
—No, solo me pasa a mí —Sotoka-chan dice con los ojos vidriosos.
¡Ay, se ve tan linda! XD
—¡SOTOKA-CHAN! —corro hacia ella y la abrazo con todas mis fuerzas, y ella grita (siempre lo hace) y trata de zafarse, y yo la aprieto mucho y empiezo a llorar—. ¡ESTABA MUYMUYMUYMUYMUYMUYMUY TRISTE! ¡NO HAY QUE VOLVER A PELEAR NUNCA NUNCANUNCANUNCANUNCANUNCANUNCANUNCANUNCANUNCANUNCA!
—Ya suéltala, Izumi —dice Ino—. ¿Qué no ves que la incomodas?
—Pero quiero abrazarla, y ¿qué hago con todo este amor que le tengo?
—Dátelo a ti misma; de verdad te hace falta.
Cállate, Ino, tú no me conoces.
Y mira quién habla.
>:(
De verdad que eres una molestia.
—Yo no la incomodo, ¿verdad, Sotoka-chan? —y me vuelvo hacia ella. Ella se ve tan incómoda como avergonzada.
Bueno, creo que la puedo soltar por un ratito.
La suelto, y Sotoka-chan se aleja de mí.
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Oh.
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—¿Me odias? —le pregunto.
Sotoka-chan se vuelve hacia mí.
Y niega con la cabeza.
—¿Estás enojada conmigo?
Sotoka-chan niega con la cabeza.
—Yo sí estoy enojada contigo —dice Ino pero:
—No me importa —me vuelvo hacia Sotoka-chan—. ¿No te gusta que te abrace?
Sotoka-chan me mira enojada.
—¿Qué? ¿No te gusta que te abrace, Sotoka-chan?
—Ya déjala en paz —dice ella aún enojada conmigo.
—¿A quién? ¿A Ino?
—Discúlpate con ella.
No sé por qué debería, pero, bueno, si Sotoka-chan me lo pide…
Me vuelvo hacia Ino.
Ella está sonriendo. (Claro que lo está.)
—Gomen.
—Ya te dije que no hablo otaku.
—¡QUE NO —tranquila, Izumi, tranquila.
Inhala.
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Exhala.
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—Perdón —le digo, pero ella finge sorprenderse.
—Pero ¿por qué te disculpas? Pues ¿qué me hiciste o qué?
Ay, Ino, de verdad eres una molestia. >:( Ojalá te hubiera sacado del club.
—Perdón por querer sacarte del club.
—Ah, sí, eso. De verdad me dolió y tu disculpa falsa no es suficiente para que te perdone. Pero está bien. Por esta vez te perdono.
Gracias por nada. Ya nunca, nunca me voy a volver a disculpar contigo.
Y ¿por qué me disculpé, ahora que lo pienso?
Ah, sí, por Sotoka-chan.
Me vuelvo hacia ella.
—Sotoka-chan, ¿no te gusta que te abrace? —le pregunto.
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Y ella niega con la cabeza.
—¡Arigatōgozaimashita, Sotoka-chan! —y corro hacia ella y la abrazo, y ella grita (siempre lo hace), y espera. Ella dijo que no, ¿verdad?
Suelto a Sotoka-chan, y ella se aleja de mí.
—Perdón —me dice—. Es solo que no me gusta que me toquen.
Oh. Ya veo. En ese caso:
—Gomen —le digo—. Ya no te voy a abrazar tanto. ¿Está bien?
Sotoka-chan asiente con la cabeza.
—¿Amigas?
Sotoka-chan asiente con la cabeza.
—¿Abrazo?
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Sotoka-chan asiente con la cabeza, y corro hacia ella y la abrazo muy, muy fuerte.
—¡Ay, Sotoka-chan, daisuki, daisuki, daisuki desu! Seremos amigas por siempre, y seremos las mejores amigas del maldito universo, y—
—Sí, sí, sí, muy bonito, muy bonito —interrumpe Ino—, pero ¿no habíamos quedado en que íbamos a ir a la entrada de la escuela o algo así?
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Salimos del baño y corremos hacia la entrada de la escuela.
Llegamos a donde están los casilleros, y Sotoka-chan e Ino abren los suyos, toman sus zapatos, se quitan sus pantuflas esas y se ponen sus zapatos.
Yo ya tengo los míos puestos.
Ino los ve y me ve a mí y:
—¡Eres tú, eres tú! ¡Con razón hay tantas marcas de zapato en el piso del salón! ¡¿Por qué no te los quitas cuando entras?! —Ino se me acerca y me empieza a dar manotazos leves con ambos puños—. ¡¿Sabes qué difícil es quitar esas marcas?! ¡Y ¿por qué nadie te dice nada?!
—Sí, me dicen.
—¡Y ¿luego?! ¡O ¿por qué no te los quitas desde el principio?!
—Porque yo no entro por aquí. Ya déjame —ya me están molestando sus manotazos.
—¡Pues rodéale, porque nomás dejas el piso todo marcado, y luego nadie lo limpia bien, y lo tengo que hacer todo yo, siempre yo! —y ella me sigue dando de manotazos.
Y yo se los regreso.
—¡¿Qué te pasa?! —grita Ino—. ¡Primero manchas todo el suelo y ¿ahora me pegas, maldita descarada?!
—¡Pues para que veas lo que se siente!
—Ya no se peleen —Sotoka-chan se pone en medio de nosotras.
Y dejamos de pelear.
—Pues fue su culpa —dice falsamente Ino.
—Que no.
—Que sí.
—Que no. Y, para que te le sepas, casi nunca traigo zapatos en la escuela; casi siempre me regañan y me los tengo que quitar, por eso tengo unas pantuflas extras en mi mochila —las saco de mi mochila y se las enseño.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —¿por qué Ino siempre me mira raro cuando le digo cualquier cosa que hago?
Aunque todo el mundo me mira así siempre.
Pero aun así me molesta mucho. >:(
—Porque yo entro por las canchas de futbol, y no voy a caminar hasta acá para ponérmelas.
—Entonces ¿en vez de dejarlas en tu casillero, las traes siempre en tu mochila?
—No, en mi casillero están unas —abro mi casillero y le enseño las pantuflas empolvadas que hay ahí—. Pero yo tengo un par extra.
—Pero solo es un par para cada una. ¿Cómo conseguiste las otras?
—Las compré.
—¿A quién?
—No sé, a un tipo en internet.
—Eres rara, Izumi.
Mira quién habla.
—¿Listas? —pregunta Sotoka-chan—. Vámonos.
Y caminamos a la entrada de la escuela.