Entramos a los vestidores.
No hay nadie.
—Tengan —Izumi saca de su enorme mochila (¿cómo puede cargar una cosa tan grande todos los días? Y ¿para qué la quiere? No es como si la llenara de libros o algo así) un montón de volantes y cintas adhesivas y nos las da—. Péguenlos así— Izumi extiende la cinta y corta varias tiras con los dientes. Se las pega en los dedos. Después se acerca a un casillero, saca varios volantes de su mochila y los pega uno tras otro como si fueran sellos, de manera que no se pueda abrir el casillero sin quitar o romper los volantes.
Y hace lo mismo con otro casillero, y con otro, y con otro, y con otro, y así sucesivamente.
Qué rápida.
E ingeniosa.
Aunque los volantes le quedan un poco chuecos.
Pero, bueno, considerando que se trata de Izumi, es impresionante, para ser honesta.
—Ummmm, Izumi-san? —Sotoka-san se acerca a ella—. ¿Qué estás haciendo? Quedamos en que íbamos a hablar con las del equipo de futbol.
—Sí, pero no están —dice Izumi sin dejar de pegar volantes—. Y aparte Presidenta-san nos va a gritar hagamos lo que hagamos, así que ¿por qué no pegamos estos volantes y ya?
—Pero quedamos en que íbamos a hablar con las del equipo, Izumi-san. Eso fue lo que me dijiste.
—Sí, y podemos hablar con ellas cuando lleguen. Pero mientras podemos pegar volantes.
—Ya deja de pegar volantes —Sotoka-san pone una mano en el hombro de Izumi, e Izumi deja de pegar volantes—. Me mentiste, Izumi-san.
—No, no te mentí, Sotoka-chan. Solo que cuando veníamos para acá se me ocurrió que podíamos pegar volantes si no había nadie, y pues no había nadie y—
—¡Ya! —grita Sotoka-san, y después se da cuenta de que gritó y—: Perdón. Perdón.
—Ok, ya no voy a pegar volantes, Sotoka-san —promete Izumi.
—Gracias —Sotoka-san se sienta en una de las bancas y espera a que llegue el equipo de fútbol.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
—¡Izumi, ¿qué estás haciendo?! —grita Sotoka-san, y es muy raro oírla gritar dos veces en un mismo día.
Pero ella grita porque Izumi estaba abriendo una de las mochilas de una de las jugadoras del equipo de fútbol y la estaba llenando de volantes.
—¿Qué? —pregunta Izumi estúpidamente—. Quedamos en que no iba a pegar más volantes, pero nunca dijimos nada de ponérselos en las mochilas.
Sotoka-san se pone de pie y se va.
—¡Chotto matte kudasai, Sotoka-chan! ¡Ikanaide, ikanaide, ikanai...! —no sé qué fue lo que dijo.
Pero suspira y comienza a pegar volantes (y a romper promesas) de nuevo.
Y yo no tengo nada mejor que hacer, así que le ayudo, no, la acompaño.
—Oye, y ¿por qué eres tan buena pegando volantes? —pregunto yo.
—No sé —dice Izumi sin dejar de pegar volantes—, yo siempre lo hago.
—¿En serio? —digo, los pegas muy rápido y todo, pero tus dibujos están horribles— ¿Por qué?
—Porque vendo muchas cosas.
—¿Por qué?
—Para comprar manga y otras cosas —Izumi pega su último volante, así que le doy los míos.
Izumi los pega con la misma rapidez de siempre.
—Y ¿cómo le hiciste para pegar tantos volantes en la escuela?
Izumi se encoge de hombros.
—No sé, empecé como desde las 4.
—¡¿QUÉ?! ¡¿Y CÓMO ENTRASTE?!
Izumi se detuvo.
Y entonces me mira como si quisiera decirme: "¿eres tonta o qué?"
—Solo entré y ya.
—Pero está cerrada la escuela.
—Ah, es que yo siempre entro escalando la reja que está por las canchas de futbol. De hecho está aquí cerquita, si quieres al rato te digo.
—Entonces no solo "entraste y ya". Oye, ¿dijiste que siempre entras así? Y ¿nadie te ha visto?
—A lo mejor. Yo siempre paso por ahí y me da flojera rodear toda la escuela para llegar a la entrada.
Quizá si la han visto pero a nadie le importa. Y ¿por qué les importaría? Es solo una estudiante entrando a su escuela.
—¿Es esto como una broma o algo?
Nos volvemos hacia la puerta, y ahí está Yuri Okabe. Creo que ella es muy popular o algo así. Y debe serlo porque hasta yo la conozco.
Aunque de seguro solo la adulan porque es medio bonita.
Y detrás de ella hay un montón de chicas sudadas que nos miran a nosotras y a los casilleros y murmuran.
Claro, siempre murmuran; es lo único que hacen. ¡SI QUIEREN DECIRNOS ALGO SOLO DÍGANLO, AQUÍ ESTAMOS!
—Es Nuki-chan —alguien dice.
Ah, claro, Nuki-chan. Creo que así es como le apodaron a Izumi. Y creo que Nuki es por tanuki. Y la verdad el apodo le queda muy bien: tiene unas ojeras enormes, su cabello tan largo y despeinado la hace parecer un animal salvaje y huele un poco mal (a café y a una pizca de sudor, aunque creo que nadie nunca le ha dicho nada de esto último; digo, por qué lo harían?).
Pero sí, es un apodo bastante cruel.
—¿Una broma? —pregunta Izumi honestamente confundida—. No, solo queremos empezar nuestro club, y nos faltan dos personas. No sé si tengan a una amiga o a alguien que le interese.
Pero nadie la escucha porque ellas siguen murmurando.
—Qué volantes tan feos.
—Y ¿por qué nos dicen a nosotras?
—¿Qué es eso de ANIME LIFE?
—Ya existe un club de anime.
—Qué desperdicio de papel.
—Ni nos gusta en anime.
—¿Se supone que la mona esta es Nuki-chan? Qué risa.
—Ya váyanse, que ya me quiero cambiar.
¡YA CÁLLENSE! ¡LAS ODIO! ¡¿POR QUÉ HABLAN COMO SI NO ESTUVIÉRAMOS AQUÍ, COMO SI NI SIQUIERA EXISTIÉRAMOS?! ¡¿POR QUÉ NO LO NOTAN?!
¡¡¡JÓDANSE, PUES!!!
—Ummm... —dice Yuri Okabe—. Ok, pero a la siguiente, sería más fácil que solo nos lo dijeran. No hay por qué llenar los vestidores con sus volantes. Y aparte necesitan cinco miembros para empezar un club, y ustedes son dos, así que les faltan tres miembros.
—¡No, Sotoka-chan también está con nosotras! —grita Izumi.
—No grites —le digo porque gritar en este momento no parece una buena idea.
—¿Hamano-san? —pregunta Yuri Okabe—. ¿Hamano-san está con ustedes? ¿Donde está?
Y, apenas oyen ese nombre, las demás comienzan a murmurar.
—¿Hamano-san?
—¿Por qué Hamano-san está con ellas?
—Por pendeja, ¿por qué más?
—Dicen que es puta, ¿no?
—Ay, cómo crees. Si se ve bien santa.
—Pues eso es lo que dicen.
—Oye, imagínate estar en un club con Nuki-chan.
—¡Qué culero!
—Si ni los del club de anime la aguantaron.
—¿En serio? Jaja, qué risa.
—¿Por qué un solecito y es eso un gato?
—Ni que fuera tan difícil hacer un club; solo necesitas cuatro amigas.
—Y ¿cuántas amigas tiene Nuki-chan?
—Pues nomás esa otra niña. ¿Quién es?
—Ay, no sé, creo que va en mi salón.
—Parece de primaria.
—Jajajaja, sí es cierto.
—Y ¿por qué se ve tan enojada? ¿Qué le pasa?
—Pues porque tiene que aguantar la peste de Nuki-chan.
—Sí apesta, ¿verdad? Jajajajaja.
Muy bien. Muy bien. Si eso es lo que quieren...
Tomo los volantes que Izumi aún no ha pegado, me acerco a ellas.
—¡ANIME LIFE!
Y se los lanzo en la cara. Los volantes chocan contra ellas y se esparcen por el aire; Yuri Okabe y compañía me miran sorprendidas y asustadas, y yo tomo a Izumi de la mano, y salimos lo más rápido que podemos.
—Oye, Ino —me dice Izumi—, ¿por qué hiciste eso?
—Para que se callaran.
Y para que recogieran los volantes.
Izumi sonríe y grita:
—¡ANIME LIFE!... Ah, ya sé, ya sé, ya sé, vénte —ahora Izumi me lleva por los pasillos y las escaleras y nos detenemos frente a un salón.
La puerta está cerrada.
Izumi saca de su mochila los volantes que habíamos recogido en el salón, abre la puerta y:
—¡ANIME LIFE! —lanza los volantes hacia dentro del salón y cierra la puerta.
Dentro del salón había un grupo de chicos que ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar.
—Y esos ¿quiénes son?
Izumi sonríe.
—Los del club de anime.
Y nos vamos.
---------------------------------------
Estoy en casa. Dejo mis zapatos en la entrada y subo a mi cuarto. Dejo la mochila a un lado de mi mesa de estudio. Tomo la escoba, el trapeador, la cubeta, el trapo; barro, trapeo, sacudo, limpio y ordeno todo en mi cuarto, y ya es de noche.
Pero ya está todo lo suficientemente limpio.
Aunque mañana se va a volver a ensuciar.
Pero así es la vida.
Lamentablemente.
.
.
.
.
.
Voy a la cocina, y ahí hay una mesa con un plato de curry.
Ya está frío.
No importa: me gusta así.
Tomo la cuchara y empiezo a comer.
En silencio.
Me gusta así:
No hay historias de mis hermanas.
Ni bromas de papá.
Ni preguntas de mamá.
Solo mis pensamientos.
Entro a mi cuarto.
Me pongo la piyama.
Me acuesto en mi cama.
Y mañana me levantaré a la misma hora de siempre para vestirme con el mismo uniforme de siempre e ir a la misma escuela de siempre donde iré a las mismas clases aburridas e irrelevantes de siempre con la misma gente de siempre.
Y no puedo hacer nada al respecto.
Así será hasta que me gradúe.
O me muera.
Y si me gradúo quizá vaya a la universidad.
O empiece a trabajar.
O me case.
No importa.
Mi vida solo va a empeorar.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Pero hoy fue divertido.
Espero que mañana también lo sea.
En fin, buenas noches.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
¡MIERDA! ¡LA TAREA!