Asbeel seguía su camino por los largos pasillos de la parte subterránea del templo tratando de ubicarse, en definitiva, estaba perdido, aunque no había tanta gente como los pasillos de la superficie si estaban algo llenos, se había separado del grupo sin darse cuenta en su mente solo estaba el combate que cerró la última prueba, ya habían pasado varios minutos, varios estudiantes lo observaban y distinguían su rango gracias a su túnica la cual tenía inscripciones que indicaban que era un Sol Naciente, sumado a ese respeto se sentían algo intimidados por su presencia y no muchos se acercaban.
- Los humanos se comportan muy extraño - pensaba ignorante, pues creía que Nifilheim y los demás reinos no tenían diferencia alguna. A su vez estaba decidido a preguntar por alguna indicación pero era como jugar al gato y al ratón, cada vez que se acercaba se abrían paso y no podía acercarse a nadie, inminentemente aceptaría que estaba perdido y que tendría que andar rondando por más tiempo.
- ¿Asbeel? - O eso pensaba hasta que se topó con Helena la cual estaba algo confundida - no esperaba encontrarte por aquí ¿Estás explorando?
- En realidad estoy perdido... Otra vez - estaba algo decepcionado de su sentido de la orientación.
- ¿Enserio? - Helena se empezaría a reír a carcajadas.
- No me ayudas - diría Asbeel avergonzado.
- Jajaja perdón ¿A dónde tenías pensado ir?
- Al dormitorio pero sinceramente me gustaría un lugar calmado - inevitablemente Asbeel notaría un bajón en la temperatura algo evidente, la expresión de Helena cambiaría no sin antes mostrar una mueca de dolor.
- ¿Pasa algo?
- No... No es nada - convenciendose de ello Helena tomaría la mano de Asbeel y doblaría por el pasillo de la derecha.
- O... Oye, espera ¿Dónde me llevas? - tal acción lo había tomado por sorpresa.
- Dijiste que querías ir a un sitio tranquilo ¿No? Solo sígueme - su sonrisa era cautivadora, Asbeel no podría evitar sentir nervios, definitivamente era una buena persona, una persona muy dulce.
Ambos subirían un sin fin de escaleras y por los pasillos serían vistos por Inki, Jiro y Tomari los cuales lo miraban incrédulos, no les prestarían atención y aumentarían el paso hasta llegar al partió superior del norte, todos los patios eran idénticos pero se sentían distintos, allí era tranquilo y para la sorpresa de Asbeel poco transcurrido, Helena amaba pasar el tiempo en los pisos superiores y era bastante tranquila, era una chica perfecta según lo que se espera de una estudiante y una guerrera, ella se empezaría a acercar al barranco y al llegar al borde donde se alzaba el pequeño muro de cuarzo se daría vuelta y se sentaría en el suelo, juntaría sus manos y cerraría sus ojos. Asbeel se quedaría observando, no haría el más mínimo ruido e inevitablemente sentiría cómo el frío disminuiría.
- Si Soroimaru pierde el control y ella no es capaz de detenerlo muy posiblemente el planeta entero sería atrapado en un eterno invierno - la afirmación de Azazel resonaba en la mente de Asbeel, ver a Helena meditando no sería algo extraño, tal y como lo había dicho, Annan tenía que cumplir con ciertos requisitos para mantener a raya a los entes Vida y Muerte, Helena no iba a ser la excepción, era algo evidente que escogiera un sitio tranquilo.
- Bien, creo que así es más que suficiente - el ritual había sido rápido.
- ¿Eso es todo? - Tan poco tiempo para algo tan importante sorprendería a cualquiera.
- Jeje, supongo que lo sabes, bueno, era evidente - Helena parecía evitar mostrar a otros que era la poseedora de un Arma Divina, por lo visto no quería estar en vista de todos, pero aquello era imposible - ese minuto fue solo para calmar a Soroimaru, o sea no hay riesgo de que se salga de control pero aún así es mejor no ponerme bajo mucho estrés.
- O sea que tienes que llevar una vida tranquila - algo así no sonaba mal, ser portador de algo tan poderoso que tengas que llevar una vida pacífica es una buena excusa para retirarse.
- Sería increíble si fuese así, pero en realidad es algo que con entrenamiento se puede evitar.
- ¿Evitar?
- Así es, técnicas de respiración y pruebas mentales para poder dominar la voluntad del arma.
- ¿Cómo sabes de eso? - Asbeel no recordaba ningún libro de los registros de Nifilheim que mencionara algo de las Armas Divinas, sólo su existencia, pero no sobre su uso y consecuencias.
- Annan no sólo es reconocido como un gran Capitán, también es muy sabio.
- ¿Quieres decir que Annan estudió tales armas? - era impresionante hasta dónde llegaba la curiosidad humana.
- Así es, no sólo armas, estudió en esencia todo lo que es La Energía y a prueba y error descubrió un método para aplazar la meditación - Para evitar catástrofes que pudiesen azotar el mundo los niños que nacían con ese don recibían un sello el cual regulaba el flujo de la energía, al usar el arma se tenía que romper en parte ese sello el cual posteriormente se restaurada con la meditación, todo ésto fue explicado repetidas veces a Asbeel el cual iba conectando una información con otra.
- ¿Pero no es algo divino? Se necesita un sello que esté al nivel de ese poder ¿No? - no se podía contrarrestar un poder mayor con un poder menor.
- Nadie sabe cómo es el sello ni cómo lo hacen, sólo sé que el tiempo de meditación varía entre las personas y el tiempo en que deben estar en calma igual.
- Suena complicado - no era lo que Asbeel esperaba, era más una maldición - casi que insoportable.
- Te acostumbras luego de un tiempo - ambos se quedarían en silencio escuchando cómo el viento resoplaba con fuerza - por cierto ¿De dónde eres?
La pregunta lo había tomado desprevenido y no podía evitar actuar de manera tosca.
- Yo... - en su mente se cruzaban cientos de lugares y palabras pero sólo era de sitios que había leído, sitios de un pasado lejano, poco a poco se empezaría a girar y en la ciudad a los costados de las vías habían huecos los cuales emanaba luz, pasaban varias sombras que parecían ser vehículos y alcanzaría a divisar ascensores y demás estaciones que llevaban al subsuelo - vengo de ahí abajo.
- El bajo mundo - su tonalidad expresaba lástima - no debe de haber sido fácil para ti
- En lo absoluto - El bajo mundo era la zona subterránea de Jericó dónde los muros no dividían a las personas, al principio eran almacenes y fábricas las que estaban situadas allí pero con el tiempo el nivel de pobreza fue tal que la gente bajó y empezó a instaurarse allí.
- Tienes mucha suerte de poder salir de ahí.
- Ni que lo digas - Asbeel trataba de ocultar su nerviosismo y lo hacía muy bien, Helena no sospecharía ni un momento - me imagino que tú eres el opuesto al bajo mundo.
- Así es... Nací en cuna de oro prácticamente, mi familia tiene una historia bastante extensa y se hizo renombre gracias a ello, no sólo eso, recibí a Soroimaru - Helena tocaría el muro que los separaba del acantilado y pequeños charcos de agua se congelarían.
- Deben esperar mucho de ti, tiene que ser difícil.
- Hay gente que lo está pasando peor en éstos momentos, no tengo derecho a quejarme.
- No creo que eso te niegue el derecho a quejarte - Asbeel iba a contracorriente.
- Piénsalo bien, quizás sea porque no has salido del templo o porque nos hemos centrado en nosotros mismos, pero piensa en los que murieron durante el asalto - al instante Asbeel recordaba muy bien lo que había pasado, ese día en el que Beelzebub había vuelto cubierto de sangre - sus familias sufren a día de hoy sus pérdidas.
Aún seguía negando la creencia de Helena, pero recordar que su hermano fue el responsable de la muerte de incontables Angeles y humanos le revolvía el estómago, amaba a sus hermanos y los extrañaba, le generaba un profundo vacío no estar con Apollyon o ver cómo Beleth entrenaba junto a Leviathan, aunque muchas veces lo rechazaban y cuando se enojaba parecían temerle él los seguía amando, incluso si sabía que eran responsables del dolor de muchos. Pero, era imposible que siguieran con vida, al fin y al cabo el Gran Sabio les dio caza a todos ¿No?