Chereads / Bismilah / Chapter 43 - ¿A qué le temes tanto?

Chapter 43 - ¿A qué le temes tanto?

Alastor es una buena persona, alguien atento y muy trabajador, eso lo hacía inteligente e Ingenuo al mismo tiempo. Los humanos, hay 4 formas de categorizarlos, el inteligente que siempre se da una ventaja a sí mismo y a los demás, el egoísta que solo se da ventaja a él mismo, el ingenuo, siempre se perjudica a él mismo a cambio de que los demás estén bien y por último el tonto, se perjudica a él y a los demás.

- No podrás dejar a Akatsuki y Azazel afuera por siempre - diría con intención de levantar los ánimos de Asbeel.

- No quiero quedarme acá por siempre - pero el chico no se dejaría convencer.

- ¿Aún teniendo grandes amigos?

- Ellos... - Asbeel se quedaría en silencio pensando muy bien lo que iba a decir, si eran sus amigos, o eso creía.

- Aunque sean tus amigos no significa que sepan lo que te pasa o lo que te pasó, si te alejas de ellos no puedes esperar a que ellos te sigan sin saber qué sucede y si ellos no te siguen y no saben nada de tí no te podrán ayudar.

Asbeel se sentaría al lado de la puerta y la cerraría otra vez impidiendo el paso de la luz y cubriría parte de su rostro con sus piernas, no diría nada.

- ¿Sabes? - Alastor se arrodillaría frente a él - yo también fui algún muy problemático.

- Conque problemático - Asbeel sentiría una punzada en su pecho.

- No problemático del todo, es solo que no sé cómo describirlo - diría Alastor esbozando una sonrisa - no solía comprender muchas cosas, actuaba imprudente, me dejaba llevar, Annan siempre estaba a cargo de mí, observándome - el Capitán lograba recordar la de veces que puso en aprietos al anciano y sus compañeros, las expediciones y contratos, las visitas que iban desde la ciudad de metal que era Jericó y pasando por Los Pueblos Verdes cerca de la ciudad de Fornir, también conocida cómo La Ciudad Blanca y llegarían al Estrecho de Nur, en gran canal de metal, un sin fin de aventuras habían vivido ese par - Annan también me regalaba mucho, de hecho me regaña mucho - diría Alastor entre risas.

- ¿Te regaña? - preguntaría el chico con timidez.

- Así es, es cómo mi padre. Me regaña si duermo mucho, pero si duermo poco también sale a atacarme, cuando trabajo poco se queja de mi pereza, pero cuando me esfuerzo mucho me dice que debería descansar, es alguien que no sabe cómo estar satisfecho y puede parecer molesto al principio e incluso creer que es una persona amargada pero en realidad es todo lo contrario.

- Si lo dices así - Asbeel pensaría en ellos cómo una pequeña familia - parece... Acogedor.

- Sueles pensar mucho en la tranquilidad y la paz ¿No? - Alastor se recostaría contra la puerta.

- Es lo que más deseo, en Nifilheim siempre había conflicto - diría mirando al techo tratando de recordar.

- ¿Se mataban entre ellos?

- No, por supuesto que no - respondería con seguridad - pero siempre se gritaban. Aún así por mucho que lo hicieran nunca nos llegamos a matar entre nosotros, somos de la misma especie ¿Por qué deberíamos? - Alastor estaba sorprendido con lo que decía Asbeel.

- Dime Asbeel ¿Ahora qué meta tienes?

- ¿Ahora? - nada se le cruzaba por la mente, no sabía por qué estaba en el Imperio además de salvar su propia vida, sólo estaba ahí porque sí - no tengo ninguna meta.

- ¿Nada? Creí que tenías algo pensado, al fin y al cabo tienes idas y un pensamiento muy interesante.

Alastor se levantaría y miraría el holograma que indicaba la hora, se hacía tarde.

- Cómo estamos en el mundo humano sería bueno que lo vieras cómo en realidad es.

- ¿A qué te refieres?

- Esta noche iremos al Bajo Mundo - El sitio que había mencionado Helena, Asbeel recordaba la expresión de pena en su rostro, parecía amortizada cuando Asbeel señaló sin saber nada.

- ¿Los Orokin no íbamos a anomalías?

- Efectivamente, pero los Soles y aprendices hacen patrullaje por la ciudad, los Soles van al Bajo Mundo y ya los aprendices patrullan la ciudad. Espero que estés listo para lo que vas a ver.

- ¿Qué puede ser lo peor? Al fin y al cabo estamos en la capital.

- Jum - Alastor abriría la puerta y antes de marcharse daría un corto vistazo y susurraría - No entiendes nada de los humanos.

Azazel confrontada a Annan respecto a la actitud que había tomado frente a Asbeel, le parecía un acto de intolerancia.

- Cuánto menos discúlpate - le cortaría el camino.

- Quítate - diría con seriedad.

- Déjalo en manos de Alastor - Annan pasaría de largo - mostraste no ser capaz de lidiar con él.

- ¿Crees que puede hacernos perder el tiempo? Todos estamos ocupados, no estoy acá para escuchar las pataletas de un niño.

- ¿Entonces por qué no lo mataste? - Azazel le reprocharía, en su mirada se podía notar su desagrado - que no se te olvide Annan que tú lo trajiste contigo.

- NO... No me hables así chico - Annan se giraría tratando de verlo por encima del hombro pero Azazel no retrocedería y lo confrontaría.

- Que no se te olvide quién soy, humano tienes mi respeto no por ser un viejo sino por lo que eres pero eso puede cambiar en cualquier momento.

- ¿Vas a atacarnos entonces? Que no se te olvide que no soy el enemigo aquí - ambos sudaba la gota fría.

- A partir de ahora lo advierto, si Asbeel resulta herido o llega a morir por culpa de ustedes, y más aún, si perturban la paz que hay entre los mundos yo en persona traeré los 3 coros y el primer sitio al que apuntará El Ojo del Cielo será ésta ciudad.

El Ojo del Cielo, solo con esa aclaración Annan cerraría la boca, Azazel no se andaba con rodeos, el acto de los humanos que desterró y posiblemente extinguió a la mayoría de los Nifil fue deplorable y una acción llena de cobardía. Ambos se habían quedado en silencio, aún así Cotta lograría escucharlos a escondidas ¿En qué se habían metido?

- Va a ser un genocidio ¿En serio eres un líder? Tienes el poder para poner de rodillas a todos y te aprovecharás de ello? - por primera vez Azazel caería en cuenta sobre lo que había dicho, era una amenaza, no podía tomárselo a la ligera.

- Ustedes causaron toda ésta tragedia - pero no iba a desechar su orgullo, no era propio de un líder.

- No eres un príncipe, no mereces serlo, solo eres un niño con mucho poder en sus manos, yo creí que entre tú y Asbeel había diferencia.

Ambos se alejarían molestos el uno con el otro, Azazel iba a ver a Asbeel lo ma spronto posible, pero se toparía con Akatsuki, estaba parada a mitad del pasillo, cómo si lo estuviese esperando.

- ¿Te duele? - preguntaría al segundo que cruzarían miradas.

- ¿Me duele? - Azazel estaba confundido.

- Que dañen a los que amas - los ángeles asesinados en el combate contra Afgalapriet, el ejército masacrado en las puertas del infierno, los 2 chicos que murieron en la prueba - ¿O te duele que se dañen a ellos mismos? - el chico que se suicidó colgándose de un árbol, horas antes de ser atacados por el ente desconocido y perder a más de la mitad de los principados, nunca fue reportado.

- Solo no me gusta la muerte - respondería muy seguro de lo que decia, tan seguro que no se daba cuenta de su contradicción.

- Eso es lo que quieres hacerte creer - le reprocharía Akatsuki.

- ¿Cómo dices?

- Acabas de amenazar en quitarle la vida a 20 millones de personas, esa es la cantidad de gente que vive en la capital - decía la verdad, y no hablaba por hablar, la amenaza se sintió real y él mismo se sentía seguro de cumplir con aquello - Si matar fuese la solución - Akatsuki se acercaría poco a poco y pondría sus dedos en el pecho de Azazel simulando un disparo - ¿No crees que todo hubiese mejorado desde hace mucho tiempo?

Alastor ya estaba en la puerta principal junto a Asbeel, ambos listos para partir, la noche iba a ser larga.

- Bueno, manos a la obra - el chico veía la capital como Nifilheim, solo roces, conflictos menores - separar un par de persona peleando es algo que podría hacer cualquiera - pero cuando se trata de matar, el ser humano está en el pináculo de la crueldad.