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Chapter 16 - Una mano sobre otra

Asbeel el joven Nifil que lo perdió todo regresaba como un civil, pero, se sentía más como un rehén, rodeado para no escapar, solo sentía presión, en su pecho se sentía un inagotable vacío y no podía asimilar lo que había pasado, no podía asimilar lo que había perdido, todo fue repentino y en un abrir y cerrar de ojos el fuego que le daba calor a su vida y los colores de la misma se desaparecían lentamente, era como si una cúpula lo estuviese encerrando poco a poco, Annan y Alastor solo podían observar impotentes, al fin y al cabo los responsables eran ellos.

Azazel pondría su mano sobre el hombro de Asbeel el cuál giraría mirándolo fijamente.

- Ustedes vayan adelante - Diría Azazel.

El Gran Sabio se quedaría observando a Asbeel unos instantes, se daría vuelta y seguiría su camino junto al resto con dirección a la nave.

- Tú nombre es Asbeel ¿Verdad?

Asbeel asentiría evitando su mirada.

- Escucha - la voz de Azazel mostraba calma junto a un sentimiento de culpa - Siento mucho lo que pasó, siento no haber hecho nada, no mereces nada de ésto, nadie lo merece, es una carga que nadie debería llevar.

La mirada de Asbeel solo expresaba tristeza y odio.

- Solo te pido que te mantengas al margen, escucha a Annan y Alastor.

- No quiero estar aquí - Diría Asbeel en voz baja.

Azazel lo miraba preocupado.

- No hay un mejor lugar para ir, no sabemos qué puedan hacer si vas lejos.

- Tampoco es que importe si me hacen algo.

- Si importa, todos nacimos en el mundo por algún motivo, lograr algo o proteger a alguien, no importa qué, siempre habrá una razón de ser.

Las palabras de Azazel llegaban débilmente a Asbeel, en su mirada se notaría una tenue luz de esperanza.

- Puedes contar conmigo Asbeel.

Azazel levantaría su puño y Asbeel juntaría el suyo dudosamente.

Annan observarba desde atrás de una de las rocas del portal junto a Alastor, los dos se marcharían junto al resto que estaban contactando con la capital, los Tronos se arrodillarían y los Serafines subirían a la plataforma de oro, Azazel abriría sus alas y se elevaría junto a Asbeel hacia su trono, ellos se movilizarían primero y luego de avanzar varios metros verían como las 3 inmensas naves se elevaban siguiéndolos, Azazel estaba sentado en su trono y a un borde de la plataforma estaba Asbeel viendo cómo se escondía el sol. Los Serafines se acercarían para llevarlo junto a Azazel.

- Es hermoso - Diría Asbeel mientras las lágrimas recorrían por su rostro.

Los Serafines se quedarían en silencio observando el atardecer junto a él, el viaje sería largo, pero al llegar a la ciudad ya se podía sentir la tranquilidad, las 5 murallas de Jericó le daban un toque acogedor a la misma, los ciudadanos observaban el regreso del ejército, el gran Trono y las naves del imperio aterrizarían, la gente empezaba a aglomerarse en la entrada del templo corriendo por la gran ruta que se extendía sin nada a los alrededores, solo hangares y en el centro el mismo templo. Al llegar, el Gran Sabio con los Altos Orokin y los 2 capitanes eran recibidos por hombres y mujeres que se acercaban corriendo desesperados.

- ¡MI NIÑO! ¡¿DÓNDE ESTA MI HIJO?!

Una de las mujeres estaba histérica, las personas los rodeaban..

- Señor ¿Dónde está mi hermanito?

Una pequeña niña se acercaría a Alastor junto a su familia, sus miradas de preocupación le rompían el corazón, Azazel y Asbeel bajarían.

- Gran Sabio ¿Dónde está mi hijo? - La mujer tomaría su mano

Annan miraba a la pequeña niña y se acercaría a su familia.

- Lo siento mucho, tu hermano... no volverá.

La niña dejaría caer la rosa que parecía tener preparada cómo regalo de bienvenida, una rosa la cuál al caer se separaría en varios pétalos.

- ¿P... por qué? Él me dijo que volvería.

- Lo siento.

El silencio hacia que el llanto de la pequeña y su familia se escuchara en toda la entrada, la mujer que buscaba por su hijo se desplomaría en el suelo, su respiración se iba, otra mujer mayor empezaría a tambalearse, Azazel la tomaría de su brazo y la sostendría.

- ¡Señora!

- Mi nieto, mi pequeño nieto.

El Gran Sabio solo se quedaba parado, sin reaccionar, Asbeel se acercaría a la anciana, ella lo miraba con sus ojos encharcados y Asbeel crearía una flor con pétalos negros, en el centro brillaba una tenue luz blanca, la entregaría a la anciana.

- "Los besos y las promesas se desvanecen bajo las ventanas de la vida, por eso yo guardaré de sus almas" - Bismilah, Génesis.

La anciana abrazaba la bella flor, sollozando, solo podía pensar en su nieto, en la persona que ya no estaría más. Asbeel se acercaría a la mujer y crearía otra.

- "La vida es como una llama, nace y se apaga en pequeñas ascuas, acudan a mí, el fuego eterno" Bismilah, Devociones.

La niña miraba a Asbeel el cual tenía una expresión deprimente, se agacharía y la niña miraba tristemente la flor.

"El frío no deja pensar, la vida es música y ya canté tantas veces la canción que nos unió que no puedo llorar de amor" Kaguya, Textos sagrados.

Annan y Alastor solo observaban a Asbeel, a pesar de que su expresión mostraba una falsa sonrisa, esa falsa sonrisa aliviaría levemente el dolor de los afectados, las personas captaban el mensaje de lo efímero que era la vida de los mortales, y también, de que los que se habían marchado podían descansar en paz. El Gran Sabio lanzaría un orbe de luz y todos lo mirarían.

- La misión de exterminio en contra de aquellos que invadieron nuestras tierras fue un éxito, la guerra dió fin con nuestra victoria, pero, la victoria es cara, de 1'600.000 personas regresamos 15, fuimos aplastados y superados con creces y sin el apoyo de Azazel todos hubiésemos perdido la vida, pero, aquellos que cayeron no lo hicieron en vano, no nos detendremos, no deshonraremos las memorias de los caídos y aunque duela perder a un ser querido solo tenemos una alternativa. Luchar, sigan luchando hasta conseguir lo que buscaban, hasta terminar con todos los obstáculos para proteger lo que más quieren, que Bismilah los guarde a su lado y los proteja por la eternidad.

Las palabras que salían del Gran Sabio mostraban su determinación a seguir luchando, a conseguir objetivo, objetivo el cual nadie tenía claro qué era.

Los Altos Orokin se darían cuenta y entrarían al templo, los capitanes se marcharían también, Asbeel y Azazel entrarían junto a los Serafines.

- Eres increíble - Azazel le sonreía a Asbeel con la esperanza de recibir una respuesta positiva.

- Es lo mínimo que podía hacer, después de todo, no son muy diferentes a mí.

- Puedo asegurarte de qué todo cambiará.

- Eso espero - Asbeel hablaba en voz baja - Porque si no es así no sé lo que haré.