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Chapter 17 - Nunca Jamás

Días habían pasado desde que la guerra había terminado, el Estrecho de Nur había sido devastado, los ángeles ya se habían ido y Ross yacía encarcelado en el templo, los muertos habían sido honrados bajo un clima gris formado por la tristeza y angustia de la gente, si la vida era una canción entonces era una muy corta, ese concepto se mantuvo con ellos desde ese día, Asbeel había recuperado algo de color, las bromas de Azazel y sus conversaciones profundas antes de dormir lo entretenían y, de vez en cuando, lo hacían soltar una sonrisa, ambos mantenían en la habitación la mayor parte del tiempo, pues la oferta de unirse al imperio aún no tenía respuesta y Asbeel no sabía nada al respecto.

Annan entraría a la habitación repentinamente.

- Buenos días - Diría Annan - ¿Cómo están hoy?

Acostumbraba a preguntar alegremente cómo había iniciado el día, su intención era mantener a Asbeel distraído mientras superaba lo que sucedió.

- Como ya dijimos un millón de veces, estamos bien - Dirían Azazel y Asbeel al mismo tiempo algo molestos.

Ambos sabían lo que intentaba Annan y llegaba a resultarles molesto, pero no quitaba el hecho de que, en algunas ocasiones, era divertido.

- Es bueno oírlo, vengo a decirles que los necesito en mi estudio, no me hagan esperar mucho tiempo.

- Allí estaremos.

- Más les vale, no es cordial dejar a alguien plantado.

- Si, si, lo sabemos.

Ambos cruzarían miradas y repentinamente se echarían a reír al mismo tiempo, Annan dejaría escapar una pequeña sonrisa.

- Bien, nos vemos.

La puerta de la habitación se cerraría automáticamentece, Azazel se recostaría.

- Y ahora ¿Qué vamos a hacer? - Preguntaba Azazel.

- No sé, es aburrido que solo podemos estar por los pisos bajos de templo, ya vimos vimos las bibliotecas, salas y los dormitorios, sin mencionar el comedor.

- Ya nos quedamos sin nada qué hacer.

Si bien Azazel tenía permitido vagar libremente por la ciudad a Asbeel no, ninguno de los Altos Orokin confiaba en él.

- Supongo que solo queda subir para ver a Annan en su estudio, eso queda en los pisos medios ¿Cómo cuántas escaleras son?

- Seguramente te pedirá que te unas al imperio.

- Supongo que solo era cuestión de tiempo - Asbeel parecía estar algo deprimido.

- No tienes que unirte si no quieres.

- No tengo otra opción, si me niego... no quiero ni pensar en lo que pasaría.

- Bueno, supongo que tampoco tengo opción.

Azazel se levantaría rápidamente, parecía estar muy enérgico.

- ¿De qué estás hablando?

- También me uniré al los Orokin.

- ¡¿AHH?!

- Así es, si quiero llegar al fondo de todo éste asunto tengo que ser astuto, además, no podrías cargar tú solo toda esa cantidad de problemas.

- ¿Ehh? ¿No estás tomando mucha confianza conmigo? - Asbeel miraba a Azazel frunciendo el seño.

- Puede ser ahora que lo mencionas.

- Mejor vayamos con Annan de una vez, no quiero esperar a la noche, me agobia no poder tomar otra decisión, entre más rápido salgamos de ésto mejor.

- Bien, si tú lo dices.

Asbeel y Azazel saldrían de sus camas e irían inmediatamente dónde Annan siguiéndolo hacia las celdas.

- ANNAN

Ambos gritaban su nombre pero no los escu haría.

- ¡NO NOS IGNORES!

Doblarían y lo perderían de vista.

- ¿A dónde fue? - Azazel estaba confundido.

- Sigamos adelante.

Asbeel entraría en la prisión dentro del templo, estaba ubicada en el centro de los pisos bajos, ambos miraban por todos lados, habían personas encerradas detrás de muros de energía, las celdas se extendían hasta lo más alto de la habitación y parecían haber pequeños puentes para acceder a las más altas, todos miraban fijamente a Asbeel y Azazel.

- Ésto no da buena espina - Asbeel miraba también a los alrededores.

- Tú ve por el carril del centro, yo buscaré por los lados.

- Entendido.

Azazel se iría por el carril de la derecha y Asbeel seguiría en frente, se entre las celdas se veían objetos de tortura fuera de ellas y en el piso había gran cantidad de sangre y uñas que parecían haber sido arrancadas de raíz.

- ¿Enserio hacen éstas cosas?

Más adelante había un hombre con un chaleco de metal que mandaba fuertes choques eléctricos a cualquier movimiento brusco, solo podía mantenerse acostado la mayor parte del tiempo y golpeaba constantemente su cabeza contra el suelo con cuidado para que el chaleco no se activase.

- Es horrible.

Asbeel llegaría al centro en dónde había una gran cúpula y por encima de ella había un pilar que se conectaba con el techo, dentro de la misma había un hombre que le daba la espalda a Asbeel.

- No me digas que...

Parecía haber sentido su presencia.

- Ahh, eres tú, por fin te encuentro.

El hombre se giraría mirándolo fijamente.

- Puedes llamarme Ross.

- Tú eres...

- Shhhh, no tienes que alterarte.

Ross se acercaba lentamente hacia el muro de energía.

- Eres tan jóven, es una lástima, pero el deber llama.

- ¿De qué estás hablando?

- No tenemos tiempo para eso, ya hablaremos luego, todo se aclarará... con el tiempo todo lo hará.

Asbeel no podía evitar sentir miedo y ansiedad.

- ¿Por qué?...

Ross voltearía a verlo.

- ¿Por qué siento que nos conocemos de antes?

- Quién sabe... quizás ya nos habíamos visto, Asbeel.

Ross lo miraba de reojo y simplemente se marcharía como si nada, volvería a mirar hacia otro lado fijamente con sus manos cruzadas detrás de el.

La confusión en Asbeel seguía creciendo y simplemente empezaría a irse de vuelta a la entrada, su expresión había cambiado por completo, tenía una mirada de seriedad. Azazel volvería a encontrarse con Asbeel en la entrada, su actitud había cambiado completamente.

- ¿Pasó algo?

Asbeel solo pensaba en lo que Ross le había dicho.

¿Asbeel?.

- Ah, no, no pasó nada.

Azazel miraba fijamente a Asbeel.

- Mejor vayamos al estudio de Annan directamente, quizás solo alucinábamos o algo, estar encerrados en un templo durante semanas no es bueno.

- Si, mejor vamos a su estudio.

Azazel guiaría a Asbeel a lo largo del templo, varios Orokins custodiaban las escaleras que habían para subir a los demás pisos, Azazel les diría el motivo de su visita a los pisos medios y los dejarían pasar, había una gran cantidad de personas a lo largo de los pasillos y entre ellos se llegaban a ver aprendices Orokin entrenando en pequeñas arenas de combate.

- Éste templo tiene de todo - Azazel miraba fascinado.

- Es lo normal, después de todo son los que protegen el país.

- Ésto tendrá que entrar en los registros.

- Ya tendremos tiempo después, mejor terminemos con todo ésto, el día será algo largo.

- ¿Por qué lo dices?

- Es un presentimiento nada más.

- Tú pesimismo deprime a cualquiera qué aburrido.

- Solo estaba diciendo lo que pensaba.

- Tan jóven y te preocupas por tantas estupideces, debes de ser de esos los cuales no disfrutaron su niñez.

- Hasta dónde yo sé el futuro rey de los ángeles tampoco disfrutó de la suya.

- Eso me dolió.

- Fue un golpe bajo.

Tras dar numerosas vueltas a lo largo del templo llegarían al estudio de Annan.

- Antes de que lo veas te digo que no te pierdes de mucho, parece el cuarto de un ermitaño que solo se la pasa estudiando día y noche y nunca sale de su habitación.

- Parece que lo dices con resentimiento.

- Solo digo.

- Bueno, entremos.

Asbeel trataría de abrir la puerta pero su mano empezaría a temblar, Azazel alcanzaría a notarlo.

- Asbeel - Se pondría delante de él - No tienes nada de qué preocuparte, puedes creer en lo que te diga el viejo, te lo aseguro.

- ¿Cómo lo sabes? No has estado junto a él toda su vida.

- No pero sé cuándo un humano tiene malas intenciones, él era uno de los que se oponía atacar a los demonios, lo que pasó en Nifilheim nos tomó de imprevisto a todos.

Asbeel suspiraría.

- Que sea rápido.

Los dos abrirían la puerta y detrás de ella estaba parado Annan apoyado en su pequeño bastón con ambas manos.

- ¿A quién le decías ermitaño?

Azazel empezaría a sudar, un agujero en la pared detrás de ellos se formaría, había sido un disparo de Annan

- Viejo loco, casi nos mata.

- No está bien hablar de otros a sus espaldas.

Annan tomaría el brazo de Azazel.

- Maldito moralista, suélteme.

- Visto desde cerca tú actitud no se asemeja en nada a la de un ángel, me hace gracia que cuando llegaste por primera vez hablabas con tanta firmeza, ahora, bueno, decepcionas un poco.

- Ésto es humillante - Pensaba Azazel.

Asbeel soltaría una pequeña sonrisa.

- Mejor dinos lo que tenías en mente Annan

Los ojos de Annan brillarían por unos instantes, Asbeel nunca lo había llamado por su nombre de una forma tan amigable, un sentimiento de esperanza lo cubriría en un instante.

- Bien, pasen.

Asbeel y Azazel entrarían al estudio, Asbeel miraba a sus alrededores y se acordaría de lo que había dicho Azazel.

- Tal como dijo, un ermitaño - pensaba.

- Bien, como saben no me gusta andar con muchos rodeos, lo diré directamente y puede que ya sepan de lo que se trata.

Asbeel prestaría atención a lo que decía Annan.

- Asbeel, tus posibles habilidades y tú misteriosa naturaleza son invaluables, no hay duda de ello, eres uno de los que logró escapar de la matanza y aún te tienen tachado como una amenaza, por ello, te pido que te unas al imperio.

Las manos de Asbeel temblaban.

- ¿Estás planeando una revolución?

- No, no planeo una revolución.

- ¿Por qué me lo ofreces entonces?

- Porque es la única forma de salvarte, es lo mínimo que puedo hacer por tí, siendo sincero ésta no fue mi idea, fue la de Alastor, y tiene razón en lo que dice, te lo debemos.

- ¿Solo así podré ser libre?

- Así es.

- ¿Podré estar en paz?

- Si.

Asbeel miraría por fuera del gran ventanal, desde ahí apreciaría la ciudad a lo lejos junto a una gran cantidad de naves avanzando por las rutas marcadas por pequeños faros de luz que levitaban.

- Me uniré al ustedes, pero, tienen que prometer 1 sola cosa.

- ¿Qué cosa?

- No le pondrán ni un solo dedo encima a ningún Nifil.

Annan se quedaría pensando por unos instantes.

- Muy bien, es una promesa, no interferiremos con los Nifil de nuevo.

- Es bueno escucharlo

Asbeel volvería a mirar hacia la ciudad pensando en si aquello era la decisión correcta.

Annan voltearía a ver a Azazel.

- ¿Cuál es tú respuesta Azazel?

Azazel suspiraría.

- No puedo dejar a Asbeel solo, además algo me dice que si me uno a ustedes encontraré algo que necesito, estoy dentro también.

Annan sonreiría.

- Es bueno escucharlo, haré los preparativos para su ingreso, la ceremonia para darles la bienvenida será un día antes de sus clases.

Asbeel cerraría los ojos por unos instantes, se lograban apreciar imágenes que pasaban rápidamente, Un hombre con una armadura dorada mirando al cielo después de un arduo combate, Un chico y una chica siendo obligados a entrar a un sitio en el que no querían estar y por último un grupo de amigos, uno de ellos se quedaba atrás mientras de su boca salian las palabras "ésto es por su bien".

- Cuento con ustedes.

Annan y Azazel mirarían a Asbeel consternados.

- Asbeel ¿Por qué estás llorando?