Azazel se levantaría y Micaela no dejaba de observarlo fascinada por su humildad
- Es divertido hablar contigo, pero no es el momento para descansar, lo primordial es reagrupar al ejército.
- Tienes razón, comencemos con los Serafines y Querubines.
- No te olvides de Annan y Alastor.
Azazel empezaría a rascarse la cabeza.
- Me pregunto en qué círculo estaremos.
Micaela y Azazel trataban de encontrar una forma de ubicarse. Aún teniendo a un Serafín a su lado, Azazel no se atrevería a avanzar a ciegas por un terreno inexplorado.
- Micaela ¿Puedes usar tú poder para localizar a los demás?
- Podría hacerlo si están a mi alcance.
- Trata de contactar con alguien, que te informe sobre su situación, tampien puede haber la posibilidad de que logremos saber dónde estamos.
- De inmediato.
Micaela empezaría a buscar con un hilo de energía a algún soldado para sincronizar junto a la mente de Azazel, las ondas se dirigía hacía arriba, 1000 metros habría recorrido en un instante, Azazel sentiría un cambio en el flujo de energía.
- Eso definitivamente es el otro círculo.
No había nadie. Seguiría avanzando otros 1000 metros y cambiaría otra vez el flujo de energía.
- Van 2.
Tampoco se sentiría la presencia de ningún humano o ángel, continuaría avanzando 1000 metros más y se detendría el hilo conector.
- 3 círculos hacia arriba, en el último sentí la misma presencia que cuando entramos, en resúmen, estamos en el 4to círculo.
- Es increíble que hayas acertado nuestra posición sin haber investigado nada más que el ambiente.
- Eso fue solo suerte, pero no sentí a nadie más arriba, es imposible que los hayan dejado en círculos más bajos.
- Si los separaban en círculos más bajos sería imposible para ellos salir ilesos.
- No, el Señor de Hel no es ningún tonto, él no se arriesgaría a tal grado.
Las dudas invadían a Micaela, Azazel formulaba innumerables teorías.
- Es mejor que sigamos avanzando.
Micaela sugería avanzar hasta el 8vo círculo tal y como estaba planeado.
- No puedes estar hablando enserio.
- Si nos quedamos acá correremos peligro, es mejor seguir bajando.
Azazel se quedaría pensando en otra solución, aún así no llegaría a nada, Micaela estaba en lo cierto, avanzar era la mejor solución que quedarse parados en un solo sitio sin hacer nada.
- Muy bien, sigamos hasta el 8vo círculo, espero que los demás estén bien.
Los dos empezarían a avanzar por todo el campo lleno de sangre, después de unos cuantos metros verían una especie de sendero, cada vez el camino se inclinaba más indicando ser el lugar de la puerta hacia el próximo círculo, en la bajada se lograban divisar huesos que parecían ser humanos.
- Éste silencio incómoda, no esperaba algo así.
Micaela voltearía a ver a Azazel, se notaban sus nervios, solo temblaba.
- Enfoquémonos en llegar, es lo importante.
- Tienes razón, solo es cuestión de avanzar, me lo he repetido muchas veces pero todo ésto es muy incómodo.
- Podemos hablar mientras seguimos, dudo de que haya si quiera Arcanos por aquí.
- Habla sobre lo que quieras, yo contestaré a todo.
- A todo...
- Así es.
- ¿Cree que los Nifil sepan de nuestra estrategia?
- Eso es imposible, Afgalapriet no volvió a aparecer, ningún demonio nos atacó ni se infiltró.
- Cierto, estaba pensando en estupideces.
- Es bueno indagar, aún así no estés en lo cierto.
- ¿Por qué la humanidad no se unió al ataque?
- Le pregunté a Annan y resulta ser que el Imperio Orokin no es el centro de todo, hay concretamente 2 Imperios.
- ¿Qué?
- El Imperio Orokin y el Imperio de Acrea, tal parece que éste continente está en conflicto con el otro.
- ¿Ni con la llegada de los demonios se unieron?
- No, y eso es lo raro, si no se unieron al Imperio Orokin con una amenaza tal como la de los demonios es porque hay un motivo aún mayor, algo que va más allá de una guerra entre razas, quizás algo de lo que ni siquiera nosotros sabemos
- Será posible que...
Micaela dejaría caer su casco al suelo.
- I... imposible, no es cierto, n... no puede serlo...
El tiempo parecía haberse paralizado, los ojos de Azazel estaban bien abiertos, su respiración era acelerada, Micaela llevaría sus manos hacia su boca, el cuerpo de Azazel temblaba, sentía que se iba a desplomar, su moral había caído por los suelos. Frente a ellos estaban los cadáveres de ángeles y humanos empalados, Una montaña de entrañas se elevaba a su derecha, las extremidades amputadas yacían en el suelo y a la mayoría de ángeles les habían arrancado las alas.
- Era todo un ejército, es imposible.
El corazón de Azazel iba a brincos, Micaela solo podía pensar lo peor.
- ¿Cómo pasó ésto?
Azazel caería de rodillas y empezaría a faltarle el aire.
- ¡Señor Azazel!
Micaela se acercaría rápidamente.
- Tranquilo, tranquilo, céntrese, respire lentamente.
Azazel solo sentía culpa e impotencia, el miedo lo invadiría inmediatamente y su visión empezaba a volverse borrosa, estaba perdiendo la consciencia.
- Por favor, respire, Señor Azazel no cierre los ojos.
La voz de Micaela se iba apagando más y más, todo se oscurecia.
- ¡AZAZEL!
La misma voz de la niña de antes sonaría en su cabeza haciéndolo reaccionar.
- Menos mal.
- Micaela... asegúrate de que ningún Serafín haya caído.
- Sí señor.
- Otra vez esa niña, desde que partimos solo siento nostalgia, según ella tenemos algo que ver... mierda, no me acuerdo de nada, pero, gracias a ella recobré los papeles -
En parte se sentía agradecido, pero por otro lado se sentía intrigado. Azazel alzaría la mirada y observaría nuevamente a todo el ejército empalado.
- Lo siento mucho.
Micaela regresaría volando.
- No hay rastro de los Serafines ni de los Capitanes y los Altos Orokin.
- Eso significa que siguieron adelante.
Azazel se acercaría a uno de los picos.
- Ésto, es de metal, los empalaron en combate.
- ¿En combate?
- Así es, alguien debió de haber tomado por sorpresa al ejército... entonces su plan era reducir nuestros números.
- Separaron a los que representaban una gran amenaza y mataron al resto, no parece que se hubiesen detenido a hablar.
- No puedo dejar que muera nadie más, vamos.
(En Nifilheim)
Asbeel veía a Beelzebub cubierto de sangre entrando al castillo.
- ¿Pero qué?
Asbeel lo detendría.
- ¿Qué pasó?
- Me tocó hacer el trabajo sucio a mí.
- Padre dijo explícitamente que no podíamos salir de Nifilheim ¿Quieres que te maten?
- Me importa una mierda Asbeel, además, solo eran debiluchos, simples inútiles.
- Esa arrogancia te podría matar.
- Tomaré tu opinión cuando la pida.
Beelzebub era el Nifil más rápido de entre todos sus hermanos, podía controlar la materia a gusto y cambiar completamente sus propiedades, sus manos eran de color negro, el resto de su cuerpo era pálido, cubría su boca con una mascarilla y llevaba un ropaje ajustado de color gris junto a una bufanda de color negro.
- Puto arrogante.
Los cielos de Nifilheim habían cambiado a un color anaranjado y en el fondo se veía un sol negro.
Asbeel suspiraría.
- Si tan solo resolvieran las cosas hablando.