En la ciudad del mundo de los Nifil el caos fue inevitable, la onda de choque que había generado la llegada de los ángeles había sacudido a todos los reinos.
En el castillo de Hel, un castillo situado sobre una enorme grieta al pie de un un volcán. El castillo de caracterizaba por sus enormes protuberancias puntiagudas y sus placas de hiridita, un material increíblemente raro.
Frente del mismo se encontraba la ciudad, una extensa ciudad que parecía perderse en el horizonte, su arquitectura era parecida a la medieval del reino humano. Aquí, todos los Nifil vivían pacíficamente, hombres, mujeres y niños llevaban vidas simples, todos protegidos por el señor de Hel y su ejército junto a sus 10 hijos, los cielos color verde azulado de Nifilheim junto a sus árboles márchitos era un gran arte para los lugareños.
En el gran Castillo se encontraba Kazuma junto a Afgalapriet.
- El choque de energía fue generado en un sitio conocido como el imperio Orokin, el país está muy bien defendido sin contar el hecho de posibles refuerzos.
Afgalapriet informaba a Kazuma sobre toda la información recopilada.
- ¿Hay algún humano en específico del que tenga que preocuparme?
- 2 concretamente, Annan y Alastor, según nuestro ingormante son capitanes del propio imperio, Annan, el más viejo porta a los dragones de Vida y Muerte.
Kazuma se mostraría interesado.
- ¿Hay algo con lo que los pueda identificar?
- Alastor es el más jóven, durante nuestra batalla portaba una armadura ligera de color dorado y Annan portaba unas túnicas largas, parece ser que su arma se transforma en un bastón cuando no está liberada.
- Con eso es suficiente, informa a los demás Duques, pasa el comunicado al infierno también.
- Sí señor.
Afgalapriet saldría de la sala del trono, Asbeel entraría minutos después.
- Asbeel ¿qué haces acá?
- Solo estaba interesado en hablar contigo.
- ¿Hablar conmigo?
Asbeel se mostraba especialmente alegre.
- Si, cuéntame sobre el infierno y Nifilheim.
- Pero si ya te lo he dicho miles de veces, ya lo sabes de memoria.
- Es entretenido.
Asbeel sonreiría y se sentaría, Kazuma pondría su mano sobre la cabeza de Asbeel.
- Muy bien, aunque muchos consideran que el infierno es un reino en realidad no es así.
- ¿Ah no?
Kazuma le daría un pellizco a Asbeel en su oreja.
- Presta atención, el infierno se divide en 9 sectores, los círculos del infierno, estas sirven como puertas que protegen Nifilheim de cualquier ataque.
- Una fortaleza.
- Así es, a lo largo de los 9 círculos hay una gran cantidad de fortalezas que se cuelgan de los muros del infierno, aquí viven 2 razas, los Arcanos y los Demonios. Los Arcanos son almas perdidas y llenas de arrepentimientos, son increíblemente abundantes y muy rápidos, pero también son muy débiles y poco inteligentes.
- Nunca me has dicho cómo se ven.
- Son criaturas que desprenden magma de sus ojos y bocas, muchos de ellos están llenos de horificios por la putrefacción.
La segunda raza son los demonios, son seres con cuerpos humanoides, se caracterizan por sus cuernos y diversidad en el color de sus pieles. Entre ellos están los de rango alto y los de rango bajo, los de rango bajo son poco inteligentes y muy abundantes, los de rango alto son únicos, de ahí vienen los 10 Duques.
- Increíble, de verdad increíble.
- Y por último estamos nosotros, los Nifil, nos caracterizamos por nuestro gran intelecto, poder y fuerza, estamos en la cúspide de la jerarquía, nosotros nacemos del propio Nifilheim, aunque a diferencia de los Arcanos y los Demonios no todos los de nuestra clase son guerreros.
- Parece que te diviertes contando éste tipo de cosas.
- Puede que tengas razón.
Kazuma se levantaría de su trono.
- Dejando eso de lado, ¿No ibas a entrenar con Apollyon?
- Cierto, por poco se me olvida.
Asbeel saldría corriendo hacia el campo de entrenamiento.
- Asbeel, espera...
Asbeel se detendría y se giraría hacia su padre.
- ¿Pasa algo?
- ¿Podrías juntarte más con tus otros hermanos? No solo con Apollyon.
Kazuma se veía preocupado por su hijo.
- Apollyon es el único que ha estado pendiente de mí a pesar de ser tan débil, me ha enseñado poco a poco a usar la espada, usar La Energía, movimientos de combate, todo.
- Aún así...
- No te preocupes, no significa que no quiera a los otros, es solo que no quiero detenerlos, quiero poder ayudarlos en todo lo que pueda.
Kazuma sonreiría.
- Serás alguien maravilloso en el futuro.
- Eso espero.
Asbeel le devolvería la sonrisa y se iría rápidamente, por su viaje a través del castillo llegaría a la parte trasera, allí había un jardín lleno de flores negras, los árboles desprendían unas pocas hojas blancas que brillaban tenuemente, en medio del jardín se podría notar el manto de oscuridad de Apollyon, estaba contemplando el extenso jardín, Asbeel se acercaría lentamente.
- ¿Alguna vez te has preguntado cómo es el mundo humano?
Apollyon hablaba con un tono frío.
- Muchas veces.
- ¿Odias a los humanos?
Las preguntas de Apollyon eran muy repentinas.
- No.
- Era lo que esperaba de tí, siempre te has destacado por tú bondad.
- Sin bondad y amor no podremos conseguir la paz.
- Asbeel, los humanos no son lo que tú crees.
- ¿Cómo lo sabes? Solo has escuchado las historias de Padre, no los has visto.
El mayor deseo de Asbeel era conseguir una paz duradera y eterna entre todos, sin odio, sin muertes, solo paz y tranquilidad.
- Estás ciego hermano.
- No, ustedes no quieren darle una oportunidad, les voy a demostrar que no son lo que ustedes creen.
Apollyon se giraría y su manto de oscuridad empezaba a extenderse por todo el jardín.
- Cuidado con lo que dices, esas son palabras de un traidor.
Asbeel daría varios pasos hacia atrás.
- No estoy traicionando a nadie, solo estoy tratando de hacer que veas las cosas como en realidad son.
- Aún eres inmaduro Asbeel, Leviathan no sería tan condescendiente.
- Pero no está acá, deja de dar ejemplos con ellos, todos son unos prodigios, Leviathan puede mover montañas sin siquiera depender de la energía, tú puedes manejar la oscuridad como gustes, en vez de motivarme me das razones para abandonar.
- Deja de decir estupideces, todos esperamos mucho de tí.
Asbeel se acercaría a Apollyon.
- ¿Enserio crees que Leviathan espera algo de mí? si fuese así también me ayudaría a entrenar.
- No eres un niño pequeño, nosotros no tenemos que cuidarte más, tienes que madurar de una vez por todas, nosotros no estaremos esperándote por siempre.
- Nunca estuvieron esperándome.
Asbeel saldría del jardín, Apollyon solo se quedaría viéndolo. En su arrebato de ira, Asbeel saldría corriendo hasta llegar a uno de los balcones del castillo, se acercaría a la punta y le daría un puño al muro.
- ¿Por qué no lo entienden? ¿Por qué dependen de la violencia?
Ninguno de sus 9 hermanos estaba de acuerdo en formar una alianza ni firmar un tratado con los humanos, todos estaban deseosos de continuar con la guerra, levantaría la cabeza y observaría el cielo durante unos instantes y al fondo del pasillo se escucharía una voz.
- ¿Otra vez se pelearon?
Una mujer con 5 colas y 2 pequeños cuernos se acercaba a Asbeel, era Beleth.
- No importa, ¿A qué viniste hasta acá?
- Solo me preguntaba si mi hermanito estaría bien.
- Deja de decir tonterías, ¿Qué quieres?
Beleth sonreiría.
- Se puede saber ¿qué es eso de hacernos ver qué nos equivocamos respecto a los humanos?
Asbeel apretaría sus puños.
- Solo pensaba en que podríamos solucionar las cosas de otra forma.
- Asbeel, no te lo digo como tú enemiga sino como tú hermana, deja esa idea de los humanos a un lado.
- Espera...
- Puedes salir lastimado, no es algo que nosotros queramos, es cierto que llegamos a ser duros contigo, pero es por tú bien, tenlo en mente.
Beleth se retiraría. Asbeel se mostraba frustrado, las palabras de su hermana resonaban en su mente.
- Quisiera tener la razón.
Asbeel seguiría viendo el cielo de Nifilheim.
Al otro lado del plano existencial, Azazel se reuniría con Annan, Alastor y los serafines, el ataque estaba por comenzar.