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Chapter 9 - Idéntica a Clarissa

El ambiente en el comedor se volvió tenso luego de que Mario revelara que Lisa era su novia. César miró fíjamente al hijo del alcalde para leer los gestos que éste hacía.

—Lisa era mi novia. Terminamos hace unos días —agregó.

—Supongo que mi prometida es parecida a ella ¿no? —preguntó César.

Mario levantó el rostro y mirando a Clarissa con ojos de tristeza, continuó.

—Estás en lo cierto, Clarissa me recordó mucho a Lisa. Si no fuera por el color de cabello, diría que son muy idénticas. Cuando vi a tu novia, me sorprendió mucho y por eso la confundí con mi ex.

Al escucharlo, Clarissa sintió que la actitud de Mario era muy extraña y su instinto le advertió que se mantuviera alejada de él. En cambio César tenía una mirada maliciosa y se dispuso a poner en marcha su siguiente movimiento.

—Supongo que la belleza de Lisa no se compara a la de Clarissa, sin embargo, en el mar hay muchos peces.

—Jajajaja primo —rompió a carcajadas Mario— ¡Qué cosas dices! No dudo que tu novia es hermosa, pero Lisa era una diosa.

—¿Era? ¿Por qué dices que "era una diosa"? —preguntó Clarissa intrigada.

Al escuchar esto, Mario se sintió atrapado pero luego trató de suavizar su expresión para evitar que sospechabaran de él, ya que que había dicho Clarissa lo había puesto en evidencia. Mientras tanto César no dijo nada.

—Cof, cof —tosió don Andrés, quien notó que su hijo estaba en problemas—. Creo que mi hijo quería decir que para él era una diosa y ahora ya no le parece así. Uno cuando está enamorado ve todo hermoso, ¿no es así hijo?

—Jajaja —río Mario, un tanto nervioso —. Pues Lisa sigue siendo hermosa para mi, pero ahora ella no quiere verme. Creo que es mejor que sea así.

—Supongo que al tío no le gustaba esa chica, ¿no? —señaló César.

—Sí era linda, pero muy pesada y no me parecía buena para mi hijo —contestó Andrés.

Al escuchar esto, Mario se levantó de golpe mientras se limpiaba. Su aura parecía molesta, pero trató de disimularla con una sonrisa.

—Uff, acabo de recordar que tengo un compromiso en 30 minutos. Lo siento primo me tengo que ir. Que disfruten de su almuerzo —dijo al salir del comedor.

Su actitud sorprendió a Clarissa y a don Andrés, mientras que César no se inmutó. Después de que Mario se retiró, el ambiente se tornó muy incómodo y los tres terminaron de comer sin decir una palabra. Entonces, César rompió el hielo.

—Alcalde, ¿le parece si hablamos de algo importante en privado?

Andrés sintió un escalofrío, pero respondió tratando de mantener la compostura.

—Claro que sí, vamos ahora.

El grupo se dirigió al despacho de Andrés, a donde se les unió Marcos, quien estuvo en la cocina platicando alegremente con los sirvientes. Al entrar, el alcalde se sentó en su escritorio en espera a que César le comunicara sus apreciaciones de lo ocurrido en el almuerzo. Clarissa y Marcos también tomaron asiento y se mantuvieron atentos a su compañero.

Por su parte, César se puso a observar el jardín por la ventana, con un rostro inexpresivo. Luego de varios minutos en silencio, caminó hacia el grupo.

—Mañana, Lisa aparecerá muerta. Ella es la siguiente víctima.