Acabo de escuchar algunas extrañas risas dentro de un enorme cofre bajo mi cama.
Tal vez solo sea idea mía, pero los cuadros en mi habitación se mueven, las pinturas, las personas dentro.
¡Se mueven!
Mi corazón quiere salir por mi boca y esconderse en el lugar más pequeño posible.
No, no, debo calmarme...
Anteriormente, luego de encontrarme con el extraño y grosero gato, me cruce con un tierno y amable perro gris, pero como en esta mansión todo parece ser extraño, este perro tenía dos colas.
Sus orejas eran muy largas con manchas negras, sus patas y al final de ambas colas tenían de igual forma manchas negras.
Sus ojos azules eran brillantes.
Lo primero que hice fue mostrarte una sonrisa amistosa o la mejor que pude poner.
Aún que vi mi reflejo en la ventana de cristal y esa sonrisa era torcida, incluso yo llegue a pensar en lo extraña que se veía mi cara.
Sin embargo, aquel perro se acercó corriendo, dió varias vueltas a mi alrededor, ladrando una y otra vez.
Parecía feliz y eso me hizo feliz.
Mire su collar "Daburu" un extraño nombre para un perro extraño.
Daburu fue tan cariñoso, lo contrario a ese extraño gato, me guio por el largo pasillo y observando a mi alrededor, era un lugar muy bello, las cortinas rojas, el cristal reluciente, el piso de mármol rojo, los pilares dorados al igual que las paredes.
Las puertas de madera parecían brillar, las luces colgando del techo, todo era tan extravagante.
Antes había quedo en shock por no entender lo que pasó, pero cuando camine por los pasillos de la mansión puede observar todo lo bello del lugar.
Incluso a través de las ventanas puede ver un hermoso jardín repleto de rosas y flores variadas.
Sin embargó, ese calmado sentimiento de felicidad se acabó en un parpadeo.
Con solo dar un paso hacia delante escuché lo que parecía ser un crujido y al siguiente instante, de entre las paredes salieron lo que parecían ser fantasmas.
Parecían amables, la expresión en sus desvanecidos rostros era de felicidad, pero la expresión en la cara peluda de Daburu decía lo contrario.
Gruño, una y otro vez.
Y no crei lo que sucedió luego, las risas invadieron el lugar.
Finalmente cuando me di cuenta aquellos fantasmas estaban a mi alrededor.
Sin embargo, Daburu apareció para salvarme.
Fue algo impresionante, el pequeño Daburu creció a un tamaño inimaginable.
Por suerte el pasillo parecía ser lo suficientemente grande para que Daburu logrará moverse.
De un momento a otro me encontraba sobre el lomo de Daburu y ambos escapamos de la fantasmas.