Derek:
La reunión está a punto de empezar, y la maldita infiltrada no ha llegado, comienzo a pensar que la orden se ha enterado de mi plan y han desechado el suyo. Todos nos encontramos ya en la casa abandonada, estamos sentados en círculo esperando alguna notica de la infiltrada por parte de los vigilantes. Siento que todos piensan que es mi culpa, a cada segundo que pasa me pongo más nervioso y no puedo dejar de preguntar a los vigilantes a través de mi radio si han encontrado algo, pero su respuesta es siempre negativa.
—Derek, creo que no va a venir— me dice Kalem tocándome el hombro.
Me irrito de tan solo pensar en la posibilidad de que no venga, tiene que venir, es muy importante.
—Kalem, por favor no seas negativo aún hay tiempo— le respondo intentando no gritarle. Noto que mis manos están temblando por los nervios.
Necesito hablar una vez más por el radio, solo una vez más. Sé que quizás los vigilantes están hartos de mis preguntas, pero tengo que hacerlo o perderé los estribos.
—Carlos, ¿hay algo nuevo? — pregunto con la voz entrecortada.
—Buenas noticias compañero, en este momento acaba de llegar un camión de víveres del gobierno y el conductor no es el habitual. Los chicos están revisando el interior— ¡sí!, eso es, al fin algo. Escuchar eso me alivia un poco los nervios.
—Bien, avísenme sobre cualquier irregularidad, si necesitan ayuda estaremos ahí en un instante— le digo sin esconder el entusiasmo en mi voz.
—Entendido— me responde serio.
Seguramente Kalem ha notado que estoy más relajado, pues se acerca de inmediato a preguntarme que noticias nuevas tengo.
—Pues Carlos me ha dicho que...— una voz a mis espaldas me interrumpe.
—Hola, ¿aquí es la reunión de los protestantes?
Me doy vuelta en dirección a la voz. Mi cuerpo se congela por un instante cuando veo a una muchacha parada a unos tres metros de la entrada de la casa.
Todos se paran de las cajas de madera que usamos en lugar de sillas para poder verla. Parece que nuestras mentes se conectan, todos estamos pensando lo mismo, nos sonreímos mutuamente. Al fin ha llegado la infiltrada.
— Si es aquí — responde Kalem antes de que yo pueda hacerlo. Lo miro y me regala una sonrisa de satisfacción.
— Bienvenida— le digo yo con una enorme sonrisa en el rostro.
Su llegada me llena de tranquilidad, por un momento creí que todo lo que construí se desmoronaba frente a mis ojos, pero no, todo indica que vamos por buen camino.
Antes de que la muchacha llegue hasta nosotros, tomo el radio de inmediato y le informo a Carlos que ya no tiene que buscar más.
Emma:
Aún estoy con el corazón en la boca cuando los vigilantes nos dejan ir, no puedo hacer que se me pasen los nervios, no logro concebir lo cerca que estuvieron de encontrarme, literalmente se acercaron tanto que pude escuchar su respiración, para mi suerte ellos no lograron escuchar la mía.
Pasan cinco minutos más antes de que Aarón se detenga de nuevo, y pasan otros dos para que me deje salir de esta jaula metálica. Cuando por fin estoy fuera respiro profundamente unas dos veces, toda mi espalda esta mojada de sudor, en realidad todo mi cuerpo esta empapado, tanto así que los cabellos se me pegan a la cara. Reniego al darme cuenta que las ganas de vomitar aún siguen conmigo, le pido a Aarón que me dé una botella de agua antes de irse, con la esperanza de que me alivie el mal estar.
Después de que Aarón se marcha, me siento en la ventana de una casa abandonada para intentar relajar mi espalda, el lugar está completamente en silencio, no parece haber muchas personas por aquí. Tomo mi botella de agua y le doy un sorbo, mientras lo hago un aroma a tierra mojada me envuelve, es claro que estuvo lloviendo. Mientras me pregunto si es seguro estar aquí, escucho un sonido que no se distinguir muy bien, me toma un momento darme cuenta que es mi Iophone, Madeleine está llamándome. Antes de contestar el miedo se mete en mí, no puedo evitar pensar que algo ha salido mal.
—Madeleine, ¿alguna novedad? — contesto apresurada.
—Ya tenemos la ubicación en la que se realizara la reunión— me dice contenta, pero noto un toque de ansiedad en su tono.
—Mándamela por mensaje— le digo respirando con dificultad. Las náuseas están empeorando.
—Está bien querida, lo haré, pero tengo que informarte de un cambio de planes de último minuto— su voz suena nerviosa.
—Dime— la llamada se corta apenas termino de pronunciar la palabra.
Por un momento el pánico se apodera de todos mis sentidos, tal como sucedió en el camión, pero me tranquilizo realizando respiraciones de meditación que me han enseñado en la orden. No sé por qué se ha cortado la llamada, intento llamar de vuelta, pero, el iophone parece no querer cooperar.
Espero unos minutos para ver si Madeleine me vuelve a llamar, pero no lo hace. Quizás simplemente deba esperar aquí a Aarón hasta la media noche, es lo más sensato que puedo hacer. Por fortuna la situación que se me acaba de presentar ha hecho que las náuseas se desvanezcan, ruego que no vuelvan en el momento equivocado.
Después de un cuarto de hora esperando, me llega un mensaje, me alegra demasiado escuchar el tono de mi celular. Es de Madeleine, indicándome la dirección del sitio de la reunión, además en el mensaje hay una disculpa por haberme asustado. Me explica que todo ha vuelto a la normalidad y que no tengo de que preocuparme. Doy un suspiro de alivio y me dirijo a cumplir mi misión.
Me doy cuenta que me encuentro a tan solo dos calles del lugar. Me pone feliz el no tener que caminar demasiado por este asqueroso lugar. Esta zona de Hachean tiene un ambiente bastante desagradable, no hay más luz que la de la luna para iluminar mi camino, la mayoría de las casas se caen a pedazos y las calles son de tierra. Ya me siento fuera de lugar, claramente no encajare aquí y eso me pone incomoda.
Mientras observo a mí alrededor veo una gran casa blanca con todas las luces interiores encendidas, la planta baja carece de paredes, solo se ven las columnas de la edificación, pero lo que más llama mi atención es que está llena de gente, estoy segura de que es el sitio de la reunión.
A medida que me acerco más a la casa siento que la oscuridad de las calles me está devorando entera, un extraño temor invade todo mi cuerpo. "Emma, recuerda que ahora te llamas Cleo Stone y eres protestante, recuerda, Cleo Stone" pienso repetidamente mientras camino. La casa está más y más cerca, quiero detenerme, pero mis pies se mueven más rápido que mis pensamientos; de pronto sin darme cuenta estoy a unos metros de la casa. Uno de los muchachos nota mi presencia y me mira algo desconcertado, lo saludo con la mano denotando nerviosismo, el me responde el gesto con una expresión confusa, en ese momento todas las personas que antes charlaban unas con otras se percatan de mi presencia, callan y voltean a verme. Sus miradas me petrifican, pero aun así calco la seguridad en mi rostro y hago que mis piernas dejen de temblar.
—¡Hola! — grita una chica de cabello marrón.
Decido no responderle y simplemente seguir caminando hacia ellos. Cuando llego, finalmente le devuelvo el saludo con una sonrisa, tratando de que no se noten mis nervios. Todos los rostros del cuarto están perplejos. ¿Tan inusual es que llegue alguien nuevo?
Derek:
No, no, no. Esto no puede ser esto posible, ¿cómo es que han llegado dos chicas nuevas esta noche?, ¡dos!, ¡¿cómo se supone que vamos a saber quién es la infiltrada?! Pero que Carajos le pasa al universo, a Dios o a quien sea que este ahí arriba, ¿porque me arruina los planes de esta manera? Tengo ganas de llorar por la impotencia, las manos me están temblando, se me está yendo el aire de los pulmones y la cabeza me va a estallar en cualquier momento.
Lo peor de todo es que sé que todos están esperando que resuelva esta situación y no tengo la menor idea de cómo hacerlo.