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Chapter 4 - Capítulo 3

Derek:

Estoy intentando recuperar la conexión, pero no lo logro. Me siento enojado porqué es la información más importante que he tenido en meses y la estoy desperdiciando, a pesar de mis esfuerzos la señal sigue caída. Después de varios intentos, me rindo y me quito los auriculares, decido no amargarme por el asunto y en su lugar sentirme feliz por la información que ya tengo, pienso que Kalem debería saber lo que he descubierto.

Salgo de mi cuarto y el olor del arroz con ajo inunda mis fosas nasales, Carly no está llorando más, ella mira caricaturas en la televisión de la sala. Sonrío inconscientemente al saber que ya no tendrá hambre, camino hacia Kalem que esta frente a la estufa con un sartén de metal repleto de arroz blanco.

—Kalem, tengo noticias para ti, muy muy buenas noticias— él me mira algo desganado.

—Cuéntame— dice poniendo el arroz en una cacerola con agua, luego cruza los brazos y se apoya en la encimera para escucharme.

—Nos mandarán una infiltrada— Kalem no parece entender la magnitud de la noticia.

—Y que, ¿qué de bueno tiene eso?

—Que cuando llegue la tomamos como rehén y hacemos que nos ayude a tener los planos de la máquina— le digo entusiasmado. Carly voltea desde la sala y me mira sonriente mientras mueve la cabeza de lado a lado, sus coletas de rizos dorados revolotean y eso me hace sonreír aún más. No sé cómo lo hace, pero ella siempre sabe cuándo estoy feliz.

Le devuelvo la mirada y le guiño el ojo, después le mando un beso con la mano, ella lanza una pequeña sonrisita y luego continúa viendo la televisión. Vuelvo la mirada hacia Kalem y lo pillo sonriendo con la mirada fija en Carly.

—Y bueno, ¿entiendes por qué es una buena noticia? — le pregunto, aun entusiasmado.

A Kalem no se le borra la sonrisa, y sin responder nada me abraza. Estruja mi torso entre sus brazos con mucha fuerza.

—Sí, entiendo que es una gran noticia. Vamos a lograrlo, lo haremos por Carly y por papá — dice finalmente.

—Por ti y por mí también, lo haremos por nuestra familia — le respondo tomándolo de los hombros.

Siempre he cuidado a Kalem, a pesar de que tiene 21, siempre lo he visto como mi pequeño hermanito. Es el único que se parece a mi padre, el pelo castaño, la piel trigueña, los ojos verdes y rasgados, en cambio Carly y yo tenemos el pelo rubio, casi blanco, la piel blanca como la leche y los ojos celestes como el cielo, tal cual era mamá, siempre pienso que a papá le recordamos a ella, en especial Carly que tiene esa mirada soñadora, igual a la de mi madre. De solo pensar que un día se convertirá en una mujer con su botón de la destrucción me entra coraje y miedo de perder a la dulce y risueña Carly.

Emma

Al entrar a mi casa, me doy cuenta que mis padres ya están durmiendo, pues todas las luces están apagadas, esperaba que si quiera aguardaran por mí para preguntarme como me había ido, pero supongo que su horario de trabajo es más importante. Seguramente mamá ni siquiera se acordó que hoy era mi primer día en la orden, pero nunca imaginé que papá podría olvidarse de un día tan importante. Recuerdo que él me dijo que tenía muchas cuentas que realizar para la mesa redonda, entonces puede que quizás aún este en su oficina trabajando, decido ir a buscarlo antes de entrarme a dormir.

Atravieso la cocina deslizándome por los mosaicos blancos hasta que llego a las escaleras de caracol que están en medio de la sala. Subo corriendo sin importar que mis pasos crean un eco en la casa que parece estar vacía, me dirijo a la última puerta del pasillo. Una tenue luz sale por debajo de ella iluminando el suelo de madera, la abro de golpe esperando ver a papá en su escritorio, pero me sorprendo al encontrarme con mi madre en lugar de él. Ella me mira igual de sorprendida.

—Emma, ¿qué haces despierta a estas horas? — como pensé, ni siquiera recuerda que hoy era mi primer día de entrenamiento. Que sorpresa.

Mi madre nunca se había preocupado demasiado por mí, ella proviene de un linaje normal, o sea no gubernamental y se casó con mi padre para poder entrar en la mesa redonda, cuando te casas con alguien de linaje gubernamental es tan sencillo como firmar un papel y ya estas dentro. Supongo que como la mesa redonda siempre fue tan importante para ella, a lo que le dará más importancia siempre será a eso y no a mí. Parezco una niña quejándome por la poca atención de mi madre, pero no puedo evitarlo.

—Hoy fue mi primer día de entrenamiento, ¿es que acaso lo has olvidado? — finjo indignación, pero la verdad hace mucho que ya no la siento.

— ¡Verdad!, lo había olvidado— que sorpresa — es que tu padre no ha terminado con estas cuentas, decidió dejarlas así y terminar mañana esperando que las gobernadoras lo perdonen un día más, pero yo creo que es una irresponsabilidad y he venido a terminar su trabajo, hay muchas cosas que hacer últimamente con el aumento de esos protestantes— como siempre mamá comienza a hablar sobre su trabajo y lo que yo le he dicho queda en el olvido en dos segundos.

—Sí, mamá es por eso que en la orden trabajamos para que los protestantes desaparezcan— le digo en mi último intento de lograr que me pregunte mínimamente como me ha ido.

—SÍ, por eso me alegra que hayas entrado, así ayudaras a que el mundo sea un lugar mejor y de paso, me reduces el trabajo a mí— me sonríe con sinceridad.

Mis intentos de conseguir algo de su atención han fallado así que decido contarle de una vez y sin rodeos sobre mi día.

—Me mandarán en una misión mañana por la noche— Mamá quita la mirada del monitor y me atiende por un segundo.

Noto como sus ojos cafés se tornan un poco más brillantes, y la sonrisa que me ha dado antes se amplía un poco más.

—Felicidades hija, yo sabía que serias una sensación en ese lugar, por la sangre que llevas y por qué te hemos hecho practicar para este día desde que eras muy pequeña— luego de hablar, se para de su asiento y se acerca a mí para darme un abrazo. Mientras camina su ondulada cabellera rubia se menea detrás de ella y cuando me abraza puedo sentir el olor a miel de su cabello.

Después del encuentro con mi madre voy a mi cuarto. Aun me siento con los nervios de punta, todo por haber aceptado esa tonta misión, en cuanto entro me doy cuenta que mi iophone está parpadeando en la cama iluminando mi habitación cada que la pantalla se enciende.

Corro hacia el aparato y lo tomo, la pantalla tiene más de treinta notificaciones, no me sorprendo al darme cuenta que son mensajes y llamadas de Anthony, los nervios que traía aumentan aún más, no estoy segura de lo que encontraré al abrir esos mensajes, pero en cierta forma ya me esperaba todo esto.