Lukene sostenía una sombrilla sobre su cabeza para cubrirse del sol, esto era debido a que su piel era muy clara y delicada, la sombrilla lograba ocultar parte de su rostro.
- Ya deberíamos volver cada una a su casa - dijo Elida sonriendo suavemente.
- Está bien. Cuídense - Araceli se despidió de sus primas con un abrazo y subió a su carruaje seguida de la muchacha con el uniforme gris claro. El carruaje avanzó y se perdió en la distancia.
- Me iré también. Recuerda no desviarte del camino, Lukene - Elida palmeó el brazo de Lukene antes de darse la vuelta e irse caminando seguida de su sirvienta.
Lukene observó cómo ambas partían, se dió la vuelta y camino hacia donde estaba su carruaje mientras charlaba con Zurisaday acerca de cosas triviales.
Estaban a una calle del carruaje cuando una conmoción se escuchó cerca de ellas. Ambas se detuvieron en seco y observaron instintivamente en esa dirección.
- ¡Es una bruja negra, atrapenla! - gritó un hombre quien iba en persecución de una mujer de cabello negro y rizado.
La mujer corrió tan rápido como pudo pero su pie tropezó en una piedra y ella cayó al suelo, justo frente a Lukene.
Cuando los iris negros de Lukene se encontraron con los iris color marrón de la mujer, Lukene sintió un indescriptible desdén hacia la bruja negra. La mujer caída en el suelo no parecía estar mejor, sus ojos se estrecharon al ver el rostro de esa persona, su rostro palideció e intento a toda costa alejarse de ello, pero se dió cuenta de que la mirada desdeñosa y burlona de la niña de cabello blanco la tenían clavada al suelo sin la posibilidad de poderse mover.
Lukene volvió en sí y su mirada se cubrió de cortesía y sorpresa cuando vio a un guardia de la ciudad acercarse para atrapar a la bruja negra.
- Disculpe la conmoción, mi lady - se disculpó respetuosamente el guardia.
- Está bien. No ha pasado nada - Lukene sonrió suavemente y se dió la vuelta para seguir su camino tranquilamente.
- Maureen Leclerk... no está muerta... - susurró la bruja negra para si misma, nadie además de ella misma podía escucharse, sus ojos se inundaron de un terror inhumano, entre sí pensó que morir quemada no era tan malo como volver a encontrarse con esa bruja, que era tan despiadada como poderosa, incluso estando a solo dos pasos de Alexandra Snowy en cuanto a poder. La bruja negra tembló al pensar en estas dos personas, sus ojos se cubrieron con temor y anticipación, para ella si Maureen Leclerk no estaba muerta, Alexandra Snowy mucho menos.
***
Lukene se sentó en el carruaje y se quedó en silencio durante bastante tiempo. No sabia lo que le pasaba. Sentía dentro de ella una nube de frialdad que intentaba salir a la luz. Pero ella no era así, nunca lo había sido. Era como si no se reconociera. El desdén que había sentido al ver a la bruja negra fue tan fuerte que le fue imposible reprimirlo. Era ilógico, jamás había visto a esa mujer, era impensable que sintiera burla y desdén si era la primera vez que la veía. Se pellizco fuertemente la pierna para sacar de sus pensamientos está tipo de cosas. Mandó este dilema interno a loas profundo y oscuro de su cabeza, volvió a tener en su rostro una sonrisa encantadora y coqueta, y olvidó el tema por el momento.
***
Llegó el día esperado del festival de otoño, toda la ciudad estaba ansiosa e incluso algunos venían para asistir desde las aldeas más próximas. La plaza y las calles principales estaban bellamente decoradas con flores y guirnaldas, todo estaba en colores en la gama de rojos y dorado opaco. Habían numerosas tiendas con artesanías o mercancías llamativas. En el centro de la plaza varios grupos de niños y jóvenes bailaban alegres canciones con movimientos que contagiaban energía positiva, también había grupos de adultos jóvenes que también mostraban coreografías acordes con el momento.
Lukene, Araceli, Elida y Austin paseaban en un pequeño grupo, charlaban alegremente e iban y venían entre diferentes puestos. Austin estaba muy cerca de Lukene y siempre la llevaba del brazo cuando veía algo interesante para mostrarle, ambos sonreían tan alegremente que contagiaban alegría y los adultos solo los miraban con ojos conmovidos.
- Las personas podrían malinterpretar su cercanía - Araceli se acercó a Lukene y le susurró suavemente.
- ¿Importa lo que crean los desconocidos? - Lukene sacudió la cabeza suavemente, de verdad a ella no le importaba estar tan cerca de su primo, de hecho le estaba usando para alejar a los pretendientes que seguramente su madre le envío en secreto.
- Eres tan obstinada... - Araceli se frotó la cara con resignación mientras veía como la "pareja" se alejaba rápidamente en dirección a otro puesto que tenía deliciosa comida en él.
- ¿Quieres probar? - Austin preguntó suavemente al ver los brillantes ojos glotones de Lukene, ella le asintió repetidamente como un pollito picoteando su maíz y le sonrió de manera tan dulce que el corazón de Austin se saltó un par de latidos.
Compró un par de bocadillos y se los dió a Lukene, quién los comió alegremente y le sonrió con sus ojos estrellados. Los ojos de Austin se llenaron de amor mientras Lukene estaba demasiado ocupada con su comida como para darse cuenta.