Lukene charló animadamente con Elida y las dos damas de compañia, cuando Araceli se acercó junto con Nahla el ambiente entre ese grupo solo mejoró.
- Estás aquí - Lukene le sonrió amablemente a su prima.
- Si. Estoy un poco decepcionada de estar aquí, podría estar en casa leyendo un buen libro o practicando mi magia - por la expresión de la chica era bastante claro que no le gustaban los eventos sociales.
- Mmm... a veces envidio sus dones, yo también quisiera ser una bruja blanca - Lukene mostró una expresión afligida que logró conmover el corazón de sus primas- Si lo fuera, mi madre no me estaría buscando constantemente un pretendiente.
- No te fíes. Mira que me comprometieron a pesar de mi dones - Araceli frunció levemente sus cejas.
- Mi mamá también empezó a buscarme pretendientes desde hace 6 meses - Elida se encogió de hombros y sus iris negros titilaron con desdén.
- Ya... pero ustedes tienen muchas cosas buenas, son de la misma familia pero las reconocen por sus propios méritos... - Lukene bajó la mirada con decepción.
- ¿Y quien dice que no eres bruja? - Araceli se acercó y abrazo el hombro de su prima, se inclinó en su oído y le susurró - Nadie sabe tu verdadero origen, además pudiste sobrevivir de ese accidente. No te desanimes, todavía existe una pequeña probabilidad de que seas algún tipo de bruja.
- ¿Lo creen en serio? - Lukene levantó levemente su cabeza para mirar primero a Araceli y luego a Elida, quién estaba parada del otro lado.
- Por supuesto - Elida sonrió tranquilizadora, su sonrisa pareció calmar los atribulados pensamientos de la chica de cabello blanco.
- Gracias - Lukene sonrió suavemente - Necesito ir al tocador, ¿me esperan?
- Cuenta con ello - Araceli respondió suavemente, mientras que Elida solo le guiño el ojo traviesamente.
- Vamos Zurisaday.
- Si, mi lady - Zurisaday le siguió obedientemente, su porte aunque obediente todavía emanaba un leve aire de orgullo y distinción.
***
Martín estaba tan aburrido que después de saludar a un par de invitados, se escabulló por detrás y se refugió en uno de los pasillos laterales del primer piso. Se apoyó perezosamente en una columna y se disponía a tomar una siesta, cuando escuchó pasos que se acercaban lentamente.
- ¿Mi lady, no deberíamos volver al salón? - Martín escuchó la voz de una joven pero decidió ignorarla.
- No, el gentío ya me abrumó. Mi padre no me quita el ojo de encima, y mi madre no desiste en presentarme un sin número de caballeros. Además también siento que las personas no dejan de mirarme - está melodiosa voz despertó la curiosidad de Martín, él se asomó suavemente para encontrar la fuente de esa encantadora voz.
- ¿No fue usted quién insistió en venir, mi lady?
- Sólo lo hice porque Elida me lo pidió - Martín al fin pudo distinguir a los participantes de la conversación, era una chica de piel trigueña, cabello ondulado color castaño oscuro y ojos color avellana, ella vestía un elegante vestido color verde oliva, pero la mirada de Martín no se detuvo mucho en ella sino en la otra chica, se veía un par de años más joven que la primera, su piel era blanca como la nieve, su cabello ondulado y largo era de un llamativo color blanco seda, y sus ojos eran tan negros como la tinta, la chica emanaba un aire juvenil y encantador.
- Entonces debería dejar de ser tan complaciente ante sus primos, mi lady - la mujer de ojos color avellana le hablo a la otra chica en un tono respetuoso y amable.
- Quizás... tienes razón - Lukene se apoyó perezosamente en la pared junto a un cuadro, cuando se giró hacia la pintura sus ojos brillaron de curiosidad - Zurisaday, ¿sabes quién es?
- Mmm... es el Lord del Imperio Sangre Violeta, el Señor Edward Storm - Zurisaday se inclinó un poco ante el retrato que mostraba a un elegante e imponente hombre de cabello oscuro y ojos color rojo bermellón - ¿Por qué la pregunta?
- No, por nada... es solo que siento que ya he visto antes a esta persona... pero eso es ridículo - los ojos de Lukene se atenuaron hasta empezar a irradiar una sensación de frialdad y frustración.
- Quizás es por el porte de esa persona. Provoca miedo aún si sólo es un cuadro - Zurisaday se acarició la barbilla con su bien cuidada mano.
- Regresemos ya, mi padre ya debe estar buscándome, a veces siento que me ve como un cristal frágil - Lukene se dió la vuelta para volver por donde vino.
- El señor sólo se preocupa por usted... Quizás demasiado - Zurisaday rió entre dientes.
Martín no se había movido ni un centímetro desde que las dos damas habían llegado a ese pasillo, cuando vio que las dos mujeres estaban a punto de irse, salió de su escondite tranquilamente con una expresión tranquila y lánguida.
- ¿Están perdidas, señoritas?