Chapter 3 - 3

Días después:

Regresé a la empresa y mis padres no han dejado de fastidiarme, tengo suficiente en la cabeza como para torturarme con todo lo que dicen. No he sabido nada de Arianna desde ese día. Me pregunto, ¿Qué podría estar haciendo?

Arianna

—Sé que no estás de acuerdo con esto, pero entiende, yo no quiero estar con él, ni él tampoco conmigo. Pídeme otra cosa y la haré, pero no puedo seguir casada con Bruce— le dije a mi padre.

—Siempre te ha gustado ese mocoso. Sé que no era el indicado para ti, pero aún así, quería que estuvieras con la persona que te gusta.

—Cambié de opinión, no estoy enamorada de él, papá. Solo éramos conocidos, eso era todo. Confundí el cariño de amistad, con el amor.

—Hija, yo quiero la felicidad para ti y te veías muy feliz con la idea de casarte con él. ¿Cómo es que cambias de la noche a la mañana? ¿Te hizo daño?

—No, papá.

—¿Tuvieron intimidad?

—Sí.

—¡Maldito mocoso! Se come a mi hija y luego se hace el que no quiere el matrimonio. ¡Esto no lo acepto!

—No es como que tu hija sea una santa, en realidad, era yo quien le hacía la vida de cuadritos, papá.

—¡Bien hecho! Es lo menos que pudiste hacerle, luego que venga con esa tontería de decir que ese matrimonio no lo quería. Debería dejarlos en la calle.

—No, papá. Te juro que voy a conseguir a alguien que se case conmigo por un año, y así podamos reclamar la herencia de mi mamá; al final, ese es el requisito que necesito. Esto no funcionó, pero hay más hombres en el mundo. Aún no entiendo porqué mamá quería que me casara.

—¿Qué te parece Omar?

—Ese hombre no me gusta, papá.

—Pero es un buen partido, además solo será un año.

—Sí, pero tener que soportarlo un año, es mucho tiempo. Es un mujeriego, presumido y pervertido; no es mi tipo y yo tampoco lo soy para él.

—Será solo fingir una relación, no es como que será tu esposo para siempre. A la que se le hable de dinero, va acceder a la oferta que se le dé. Piénsalo, hija.

—Tan pronto me divorcie, lo pensaré.

—De acuerdo.

—Debes prometerme que los ayudarás.

—No te prometo nada.

—Pues no me voy a casar entonces— al decirle esto, suspiró.

—Esta bien, Arianna. Sólo porque tú me lo pides.

Bruce

Invité a Valentina a almorzar; estaba pensando en declararme, pero sería muy raro, y más cuando me casé hace poco. Para eso debo decirle la verdad sobre ese matrimonio. Sé que no debo salir con alguien más mientras estoy casado ante los ojos de la prensa, pero tengo que hablar con ella.

—Valentina— me levanté de la mesa y le ayudé a sentarse en la silla.

—No sabía que habías regresado tan pronto, Bruce.

—Es una historia larga. ¿Cómo has estado?

—¿No estás acompañado?

—No, estoy solo.

—¿Y tu esposa no se molestará?

—Es algo de lo que debo hablar contigo. Valentina, mi matrimonio fue arreglado, entre Arianna y yo no hay nada.

—¿Nada?

—Nada de nada.

—No lo esperaba, parecían dos enamorados la vez que los vi en el centro comercial.

—No, nada es lo que parece. Yo quería arreglar ese malentendido entre los dos.

—No tienes que hacerlo.

—Eres tú quien me gusta, Valentina.

—Pero tus padres no nos quieren juntos, Bruce.

—Lo sé, pero quiero que si aún queda algo entre los dos, lo defendamos de todo aquel que quiera interponerse. Sé que no será fácil, pero te juro que lucharé para que lo nuestro funcione.

—Bruce, lo nuestro no va a funcionar.

—¿Por qué dices eso?

—Porque… — hizo una pausa—. Olvídalo.

—¿Qué sucede, Vale?

—Nada, es solo que siento algo de celos, pero no viene al caso.

—¿Celos de qué?

—De ustedes. ¿Estuvieron juntos?

—No, no lo estuvimos.

—¿Y qué van hacer?

—Divorciarnos.

—¿En cuánto tiempo?

—Ella me avisará. Tan pronto eso pase, podemos irnos a otro estado y casarnos.

—Eso no podrá ser posible. Nuestros padres se molestarían.

—No me importa, somos adultos ya. Yo quiero que te cases conmigo, Valentina — le agarré la mano—. Yo sé que aún me amas, y si es así, podemos luchar por esto los dos.

—Quizá tienes razón.

—Por lo pronto, trataré de hablar con mi esposa, quiero decir Arianna, para así agilizar el proceso de divorcio.

—¿Te acostumbraste a llamarla así?

—Sí, tener que fingir es complicado en ocasiones — reí nervioso.

Almorzamos juntos y luego la llevé a su casa.

—No te digo que entres porque se volverán locos mis padres.

—Espero pienses en lo que te dije.

—Lo haré, Bruce.

—Cuídate — le di un beso en la mejilla y ella sonrió.

Fui directo a la empresa, y según llegué, mi madre entró a mi oficina.

—¿Qué haces aquí, mamá? Si viniste a discutir, no quiero hacerlo.

—No, hijo. Solo quería hablar contigo un rato. Has crecido muy rápido, ya no eres ese niño débil que eras antes.

—¿Para qué lo recuerdas?

—Porque en eso tuvo que ver mucho Arianna.

—Sabía que venías hablar de ella.

—Desde pequeños lucían muy unidos, ella te defendía mucho.

—Nunca hemos sido unidos. Peleamos como perros y gatos. Es cierto que me defendía mucho, pero era porque quería ser ella la única que me molestara, no era porque en realidad le importara lo que me pasara. Siempre ha sido así.

—La suspendieron varias veces por ese comportamiento y por defenderte.

—Siempre ha sido peleona. Desde pequeña llegaba a la escuela con varios moretones en la cara y brazos; era problemática como ella sola.

—Todo lo contrario tuyo. Es por eso que opino que son el uno para el otro. En este caso, parece más ella el hombre en la relación y tú la chica — rio.

—¿Qué tipo de madre le dice eso a su hijo?

—¿Por qué no le das una oportunidad y vuelven a intentarlo? Pienso que deberían hablar las cosas entre ustedes y arreglar esta diferencia. Los matrimonios no son fáciles, pero mientras haya amor, eso es lo importante. Todo se puede mientras haya amor de por medio.

—Entre los dos no hay amor, ¿Cuándo lo van a entender?

—Ambos son orgullosos. Sé que lo hay, es solo que ninguno se atreve a decirlo.

—Les guste o no, yo no la amo a ella, amo a Valentina y con ella quiero casarme.

—Eres tan necio. Valentina no es ni la mitad de Arianna. No ha hecho ni la mitad de las cosas que Arianna ha hecho por ti. No fuiste el único que tuvo que hacer el sacrificio de casarse, ella también tuvo que renunciar a su libertad y felicidad por nosotros. Te has vuelto muy egoísta, Bruce. No pareces hijo mío.

—No me hagas repetirlo, mamá.

—De acuerdo, no diré nada más. Solo espero que no te arrepientas luego, porque luego quizá sea tarde— mi madre salió de la oficina y suspiré.

Ya estaba loco de que se fuera. Siempre hace lo mismo. ¿Por qué será que nadie entiende? Me molesta que me quieran obligar a estar con alguien que no quiero. 

Varias semanas después:

Las cosas han seguido como antes. Mis padres siguen presionándome y no he sabido de Arianna. Me la paso mirando el teléfono esperando que me escriba para avisarme, pero no lo ha hecho. Le he escrito, pero no responde.

—Sr. Bruce, su esposa lo busca— me dijo el empleado.

—¿Arianna está aquí?

—Sí, tenía que recordarle que tendrá una reunión en una hora.

—Lo sé. Hazla pasar, por favor.

—Sí, Sr. Bruce.

No pensé que se iba a presentar en la empresa, es muy poco lo que se aparece por aquí.

—Buenos días, Bruce— se veía distinta a la última vez que la vi.

Estaba vestida con un traje, y no es normal verla vestida así. Su pelo lo dejó suelto y tenía un poco de maquillaje. La oficina solo olía a su dulce perfume.

—Buenos días.

—No voy a tomarte mucho tiempo. Tengo los papeles del divorcio para que los firmes.

—Eso fue rápido.

—Así es, ahora sólo tienes que firmar y listo— se paró al lado mío y puso los papeles encima del escritorio. Los miré y me sentía extraño. No sé porqué aún siento que las cosas terminaron mal por mi culpa.

—¿Ya no me odias, Arianna?

—Te odio desde el primer día que te conocí.

—Sabía que dirías algo como eso— reí—. ¿Cuáles son tus planes ahora?

—¿Realmente quieres saber?

—No lo sé.

—No es importante, solo firma—volví a mirar el papel y acerqué el bolígrafo a la página.

—¿Tú quieres este divorcio, Arianna?

—¿No era lo que querías?

—¿Por qué me respondes con un pregunta?

—¿Eso cambiará la decisión que tomaste?

—No —negué con mi cabeza y Arianna sonrió.

—Entonces no es importante mi respuesta. Firma.

¿Por qué siento que sus palabras no son sinceras? Estaba tan seguro de lo que quería, ¿Por qué ahora estoy dudando?

—¿No vas a firmar?— me preguntó.

—¿Las cosas entre nosotros se van acabar por completo a la que firme esto?— le pregunté.

—Nunca ha habido un nosotros, ¿Por qué te preocupa?— me quedé en silencio porque ni yo mismo sé la respuesta—. Te ayudaré— Arianna se inclinó hacia el escritorio y puso su mano en la mía, haciéndome así firmar el papel—. Listo, ya eres libre.

—Acabas de falsificar mi firma. Eso es un delito, Arianna.

—Planeabas firmarlo como quiera, ¿No? — sonrió y se acercó—. Espero ahora puedas ser feliz, Bruce— me besó en la mejilla y trató de alejarse, pero por impulso le agarré la mano para levantarme.

—Aunque las cosas no hayan funcionado, yo… — no sé lo que me pasó, pero al tenerla tan cerca, perdí el control de mi. Sujeté su mentón y la besé a la fuerza.

Me dejé cegar por la culpa o no sé porque mas, pero sentía que si cerraba las cosas de esta forma, quizá dejaría de sentir está culpa por dentro, pero no fue así —. Lo siento.

—Soy yo quien siente mucho haberte confundido. Ese beso debías dárselo a ella, no a mí— se soltó de mi agarre y recogió los papeles—. Cuídate, Bruce — sonrió y noté esa misma sonrisa fingida que me dio ese otro día.

Salió de la oficina y de alguna forma me sentía mal con esto, ese sentimiento extraño otra vez me invadió. Estoy perdiendo la cabeza.